El Pensar de la
Neofraternidad – II
Queridos seguidores todos
de la Neofraternidad – ¡alerta!
El veneno está corriendo
profundo así que profundo cuidado tengan.
Algunas 650 palabras de
un único “Comentario Eleison” no son para nada suficientes para dejar claro el
enorme problema planteado por la entrevista dada por el Primer Asistente de la
Neofraternidad a una revista de la Neofraternidad en Alemania hacia finales del
año pasado ( cf. CE de la semana pasada). El pensar del Padre Pfluger brota de
la venenosa mentalidad moderna, así que no es de sorprender si la Fraternidad
San Pío X de Monseñor Lefebvre (FSPX) está siendo envenenada de arriba hasta
abajo y trasformada en la Neofraternidad de Monseñor Fellay (XSPX). El veneno
consiste en la mudanza de Dios al hombre, de la religión de Dios a la religión
del hombre, de las verdades de Dios a las libertades del hombre, de la doctrina
de Cristo (“Yendo, ENSEÑAD a todas las naciones” – Mt.XXVIII,19) a la
unificación de la humanidad.
Tal como millones sobre
millones de hombres modernos, miles sobre miles de prelados de la Iglesia en
altos cargos, y demasiado muchos sacerdotes y laicos de lo que una vez era la
FSPX, el Padre Pfluger no comprende la importancia crucial de la doctrina
católica para la Iglesia. “ADOCTRINEN a todas las naciones” pudo haber dicho
Nuestro Señor. ¿Por qué? Porque todos los hombres son creados por Dios para ir
al Cielo (I Tim. II,4). Esto ellos sólo lo pueden hacer por medio de Jesucristo
(Hech. IV,12), primeramente creyendo en Jesucristo (Jn. I,12) lo
cual ellos solamente pueden hacer oyendo acerca de la Fe (Rom. X,17), en
otras palabras oyendo la DOCTRINA católica. Entonces si alguien está desinteresado
en la doctrina católica significa que él no está interesado en ir al Cielo.
¡Buena suerte para él, donde sea que pasará su eternidad!
Ahora bien, de principio
a fin la entrevista alemana del Padre Pfluger delata su desinterés relativo en
la doctrina católica pero, como los “Comentarios” de la semana pasada
declararon, a ese desinterés se lo ve más claramente delatado por su implícito
menosprecio (palabra no demasiado fuerte) a los grandes documentos
anti-liberales, anti-Masónicos, anti-modernistas, que fueron notablemente las
Encíclicas Papales de los siglos 19no y 20mo, digamos desde Mirari Vos de 1831 hasta Humani Generis de 1950. Para la forma de
pensar del Padre Pfluger, estos documentos “anti” probablemente parecen
meramente negativos, mientras que la doctrina católica es esencialmente
positiva. Equivale esto a pensar que la medicina es meramente negativa mientras
que la salud es esencialmente positiva. Sin embargo la medicina puede ser
esencial para preservar la salud, ¡caramba! Pero ¿por qué son las Encíclicas
medicina tan necesaria para la salud de la Iglesia hoy en día?
Porque el hombre no está
hecho para vivir solo (el salvaje noble de Rousseau), él es por naturaleza un
animal social (Aristóteles) – observen las miles de maneras en que los hombres
se juntan para asociarse. Ahora bien, la Revolución Francesa de 1789, por
cocear a Aristóteles y seguir a Rousseau, derrumbó la base natural de la
sociedad y la colocó en cambio sobre fundaciones fabricadas meramente por el
hombre, hostiles a la naturaleza humana tal como diseñada por Dios y, por
consiguiente, hostiles a Dios. Por consiguiente, así como las ideas
Revolucionarias avanzaban a través de Francia, Europa y el mundo, así la
Iglesia Católica se encontraba en un ambiente social más y más hostil, porque
la profunda influencia que cualquier sociedad tiene sobre los individuos
pertenecientes a ella, ha funcionado más y más contra Dios y contra la
salvación de las almas.
Por un largo tiempo los
Papas católicos no se dejaron engañar, e hicieron revivir la medicina de la
verdadera doctrina social de la Iglesia para aplicarla por medio de sus
Encíclicas a la enfermedad de la humanidad Revolucionaria. Así, las Encíclicas
no enseñan otra cosa que la doctrina de siempre de la Iglesia sobre la naturaleza
de la sociedad humana entre el hombre y Dios. Esa doctrina social no había sido
necesario repetirla por todo el tiempo en que había sido el sentido común de
todos. Así, las Encíclicas no son un desafortunado accidente de desafortunados
tiempos en el pasado. Son centrales a la defensa de la Fe en el presente, como
Monseñor Lefebvre lo aprendió tan bien del Padre Le Floch. Pero vino entonces
el “buen” Papa Juan para declarar que el hombre moderno ya no está más enfermo,
y ahora viene el Padre Pfluger. Más la semana próxima.
Kyrie eleison.