PUBLICAMOS EXTRACTOS DE UNA CARTA ENVIADA POR UNO DE NUESTROS LECTORES, FIEL DE LA FSSPX DESDE HACE MUCHOS AÑOS.
LOS GRANDES OLVIDADOS
El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define olvido como “cesación de la memoria que se tenía”. Al parecer, y siendo benignos, eso es lo que afecta a las actuales autoridades de la FSSPX: cese de la memoria.
Han transcurrido cinco años desde que se conoció el verdadero pensamiento de Monseñor Fellay respecto de la FSSPX y su relación con la actual crisis de la Iglesia, en la ya famosa carta respuesta dirigida a los demás Obispos de la congregación. Desde entonces ríos de tinta se han dedicado y, con justa razón, a advertir a los fieles del mundo entero acerca de la deriva liberal de la congregación a manos de las actuales autoridades. Por su parte, el Vaticano ha tomado palco, sonriendo al ver a la otrora más fiera combatiente en defensa de la fe, caer poco a poco, hasta probablemente sucumbir definitivamente en breve en virtud de un acuerdo espurio.
Esta congregación ha olvidado que el verbo rector, en materia de fe, es "convertir " y no "negociar". Así se materializa la cesación o suspensión de la memoria de las autoridades de la Neo-Fraternidad, pues años atrás se afirmaba, categóricamente, "no al acuerdo práctico". Y esta es la razón de su bien puesto calificativo “neo”: el olvido de su correcta postura frente al enemigo denunciado ya a principios del siglo XX por San Pío X.
Pero no termina ahí el cese de memoria. El santo Obispo fundador y Monseñor de Castro Mayer no han sido mencionados en las tratativas con Roma, más allá de palabras de buena crianza. Nada se dice acerca de la injusta sanción de excomunión fulminada en su contra a raíz de las consagraciones episcopales. No está presente ni por asomo en la mente de dichos dirigentes de la FSSPX, exigir al Vaticano “urbi et orbi”, que manifiesten, sin ambigüedades y derechamente, que la excomunión de los mencionados Obispos fue injusta, falsa y de ningún valor; reparando, de paso, su honra de una buena vez.
Es claro, si se piensa bien, que este olvido voluntario (¿alguna duda?), en un contexto de mentiras, ambigüedades, injusticias, y de idas y venidas de las actuales autoridades de la FSSPX; es más de lo mismo. Han olvidado el deber básico de todo clérigo católico en cuanto a denunciar al enemigo de la salvación eterna: los modernistas encabezados por Francisco, que ocupan el Vaticano. Sólo a modo de ejemplo actual ¿en dónde está la declaración pública de la Fraternidad, firmada por su Superior General, que condene la participación del Papa en la conmemoración de los 500 años de la herejía protestante? No existe. Los dos grandes olvidados ya se lo hubiesen espetado públicamente, con virilidad y energía, siendo faro para todo el orbe católico.
Ellos nos recuerdan una y otra vez, la traición de las actuales autoridades de la FSSPX, al buscar el sello de catolicidad de parte de los usurpadores modernistas al precio que sea, incluso dejando sin Comunión y chantajeando a los fieles que en diversos lugares del mundo han alzado sus voces denunciando el cese, por parte de la Fraternidad, de la lucha férrea por la fe.
Recemos en estos dramáticos momentos, teniendo presente a San Atanasio, siete veces excomulgado, para que nos fortalezca. Que pese a todo y a lo difícil que se avizora el futuro, sepamos sobrellevar la cruz que nos mande Dios.
Y a los grandes olvidados, nosotros por lo menos no los olvidemos. La caridad, justicia y gratitud, así lo exigen.
Un fiel de la FSSPX