Estimados amigos y benefactores,
La
herejía, por mucho tiempo extendida e infiltrada en la Iglesia por los enemigos
de la Verdad, se ha apoderado del espíritu de las más altas autoridades de la Jerarquía eclesiástica. Ésta persigue a los defensores de la Fe: ella se vuelve
todopoderosa y tiránica. La herejía reina en todas partes y sobre todo en Roma
y este es el momento que escogió el superior de la FSSPX para buscar someterse
al Papa Francisco.
Antes
que la Iglesia naufrague completamente, cuatro cardenales y algunos otros,
obispos y sacerdotes, se atreven finalmente a oponerse públicamente al Papa
Francisco. Ante esta obstinación aparente de la Iglesia a destruirse a sí misma, Paulo VI confesó por su parte su “autodestrucción”, no “después del concilio”,
sino en realidad a causa del concilio, pero por otro lado no quiso admitir que
tenía, como Papa, la mayor responsabilidad en esta autodestrucción.
San
Basilio escribió: “La Iglesia tiene una fuerte tendencia a destruirse. El Señor
¿ha abandonado entonces a la Iglesia? La última hora ha llegado, y la última
destrucción llega a su término, mientras que el hombre de pecado, el hijo de
perdición (el Anticristo), el Adversario se eleva contra todo lo que es Dios y
sagrado”. Estas palabras fueron escritas hace ¡1600 años! San Basilio no cayó
por ello en el milenarismo…
Él
escribía eso a San Atanasio “el inmortal” -ese es el significado de su nombre-, el
obispo excomulgado bajo la presión de los herejes por el Papa Liberio, a causa
de su fidelidad a la Tradición, pero canonizado posteriormente.
Por
su parte San Atanasio escribió esto: “No os resignéis a tan grandes crímenes,
no aceptéis que la Iglesia se vuelva la presa de los herejes, de otro modo he
aquí que, con rapidez, la Fe de la Iglesia y sus leyes colapsarán. Debéis arder
de la mayor indignación contra estos malhechores. El Orden eclesiástico y la Fe
de la Iglesia se derrumban ante nuestros ojos. Nada semejante ha sido
emprendido jamás contra la Fe de la Iglesia desde el día en que NSJC dio a sus discípulos
la orden de convertir al mundo entero. Enseñad a TODOS los pueblos y
bautizadlos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”.
Nada
semejante ha sido emprendido jamás contra la Iglesia… Sólo el que permanezca
fiel hasta el fin se salvará. Valor entonces, estimados fieles y que la
Santísima Virgen María nos conserve fuertes ante todo y contra todo. Los
seminaristas rezan por ustedes.
Mons.
Jean Michel Faure