miércoles, 26 de septiembre de 2018

FRANCISCO HABLA SOBRE EL ACUERDO TRAIDOR CON CHINA COMUNISTA



Vatican Insider (Extracto. Subrayado de NP. Nuestros comentarios en color rojo)

ANDREA TORNIELLI
ENVIADO DESDE EL VUELO TALLIN-ROMA

Hace tres días se firmó un acuerdo entre el Vaticano y China. ¿Puede darnos alguna información más sobre el contenido? ¿Por qué algunos católicos, en particular el cardenal Joseph Zen, le acusan de haber malbaratado la Iglesia al gobierno? 

Este es un proceso de años, [como en el caso de la FSSPX... Atento, lector] un diálogo entre la comisión vaticana y la comisión china, para arreglar el nombramiento de los obispos. El equipo vaticano ha trabajado mucho. Quisiera mencionar algunos nombres: monseñor Celli, Gianfranco Rota, el Secretario de Estado (Pietro Parolin, ndr.), que es un hombre muy devoto, pero tiene una especial devoción por la lupa: estudia todos los documentos: punto, coma, acentos. Esto a mí me da una seguridad muy grande. Este equipo con estas cualidades ha salido adelante. Ustedes saben que cuando se hace un acuerdo de paz, ambas partes pierden algo. Esta es la ley: ambas partes. Se fue con dos pasos para adelante, uno para atrás… dos adelante y uno atrás. Después, meses sin hablarse. Es el tiempo de Dios que se parece al tiempo chino. Lentamente, la sabiduría de los chinos. Los obispos que estaban en dificultades fueron estudiados, caso por caso. Y los expedientes de cada uno llegaron a mi escritorio. Fui yo el responsable de firmar (restablecer la comunión con el Papa para los siete obispos, ndr.). Luego, el caso del acuerdo: volvieron los borradores a mi escritorio, yo daba mis ideas, se discutía e íbamos adelante. Pienso en la resistencia, en los católicos que han sufrido: es cierto, ellos sufrirán. Siempre en un acuerdo hay sufrimiento. Pero ellos tienen una gran fe y me escriben, hacen llegar mensajes para decir que lo que la Santa Sede, lo que Pedro dice, es lo que dice Jesús. La fe martirial de esta gente hoy sale adelante. [Vía acuerdo traidor antimartirial con enemigos declarados de Cristo] Son unos grandes. El acuerdo lo firmé yo, las cartas plenipotenciarias las firmé yo. Yo soy el responsable, los demás trabajaron por más de diez años. No es una improvisación, es un verdadero camino. Una anécdota simple y un dato histórico: cuando salió el famoso comunicado de un ex nuncio apostólico (se refiere al caso Viganò, ndr.), los episcopados del mundo me escribieron para decirme que se sentían cerca y que rezaban por mí. Algunos fieles chinos me han escrito y la firma de este escrito era del obispo de la Iglesia, por decirlo así, “tradicional católica” y del obispo de la Iglesia “patriótica”, ambos juntos y las dos comunidades de fieles. Para mí fue una señal de Dios. Y luego, no hay que olvidar que en América Latina durante 350 años fueron los reyes [católicos, no tiranos comunistas anticatólicos] de España y Portugal los que nombraban a los obispos. No olvidemos el caso del imperio austro-húngaro [Idem]. Otras épocas, gracias a Dios, que no se repiten. [Salvo porque ahora los comunistas chinos tienen ese privilegio exclusivo] Lo que hay es un diálogo sobre los eventuales candidatos, pero nombra Roma, nombra el Papa, esto está claro. [Eligiéndolos de entre determinados candidatos que hayan sido aprobados por los comunistas. Y la verdad es que no se sabe qué es peor: que un Obispo sea nombrado por Francisco o por comunistas, pero hay que tener en cuenta que el acuerdo con China deja atados a los sucesores de Francisco] Y recemos por los sufrimientos de algunos que no comprenden o que tienen a la espalda tantos años de clandestinidad

¿Qué sintió al visitar el museo en donde eran asesinados los prisioneros de la KGB en Vilna? 

La de ustedes es una historia de invasiones, de dictaduras, de crímenes, de deportaciones. Cuando visité el museo de Vilna…. Museo es una palabra que me hace pensar en el Louvre. Pero ese museo es, por el contrario, una cárcel a la que llevaban a los detenidos por razones políticas o religiosas. Vi celdas del tamaño de este asiento en el que solamente se podía estar de pie, celdas de tortura. Vi lugares de tortura a los que, con el frío que hay este país, llevaban a los prisioneros desnudos y les echaban agua. Y se quedaban ahí horas, horas, para romper su resistencia. Y luego entré en la habitación de las ejecuciones. Llevaban a los prisioneros por la fuerza y los mataban con un disparo a la nuca. Mataban cuarenta al día, más o menos. Al final, fueron 15 mil. Luego fui al lugar del gran gueto, en donde mataron a miles de hebreos, y después fui esa misma tarde al monumento a la memoria de los condenados, asesinados, torturados y deportados. Ese día, les digo la verdad, quedé destrozado: me hizo pensar en la crueldad. Pero les digo: la crueldad no se ha acabado. La misma crueldad hoy se encuentra en muchos lugares de detención, se encuentra en muchas cárceles. También la sobrepoblación de una cárcel es una forma de torturar, de no hacer vivir con dignidad. Una cárcel hoy que no dé al detenido la salida de la esperanza, ya es una tortura. Luego hemos visto, en la tele, las crueldades de los terroristas del EI: ese piloto jordano quemado vivo, los coptos degollados en la playa de Libia y muchos otros. Hoy la crueldad no se ha acabado. En todo el mundo existe, y este mensaje que quisiera darlo a ustedes periodistas: esto es un escándalo, un grave escándalo de nuestra cultura y de nuestra sociedad. 
Otra cosa que he visto en estos tres países es el odio contra la religión, sea la que sea. ¡El odio! He visto a un obispo jesuita en Lituania que fue deportado a Siberia por diez años, luego a otro campo de concentración. Ahora es un anciano… Tantos hombres y mujeres, por defender la propia fe y la propia identidad, fueron torturados y deportados a Siberia y nunca volvieron, los mataron. La fe de estos tres países es grande, es una fe que nace precisamente del martirio, y esto es algo que tal vez ustedes vieron hablando con la gente. Luego, esta experiencia de fe tan importante provocó un fenómeno singular en estos países: una vida ecuménica como no existe en otros, tan generalizada. Hay un verdadero ecumenismo entre luteranos, bautistas, anglicanos, ortodoxos… Ayer en la catedral, en el acto ecuménico en Riga lo vimos: qué cosa grande, hermanos, vecinos, una sola Iglesia

Durante el encuentro ecuménico en Tallin usted dijo que los jóvenes, frente a los escándalos sexuales, no ven una condena neta por parte de la Iglesia… 

Los jóvenes se escandalizan por la hipocresía de los grandes, por las guerras; se escandalizan por la incoherencia, se escandalizan por la corrupción. Y en esto entra lo que usted subraya: los abusos sexuales. Es cierto que hay una acusación contra la Iglesia. Todos conocemos las estadísticas, yo no las diré, pero, aunque hubiera habido solamente un sacerdote abusador de un niño o de una niña, ¡es monstruoso! Porque ese hombre ha sido elegido por Dios para llevar a ese niño hacia el Cielo. Comprendo que los jóvenes se escandalicen por esta corrupción. Saben que existe por todas partes, pero en la Iglesia es más escandalosa. ¡Hay que llevar a los niños hacia Dios y no destruirlos! Los jóvenes tratan de abrirse camino con la experiencia. El encuentro de hoy fue muy claro: ellos piden ser escuchados, no quieren fórmulas fijas, [como los dogmas] no quieren un acompañamiento que dé directrices. [Dicho de otro modo: no quieren obedecer. Maravilloso...] ¿La Iglesia no hace las cosas como debería para limpiar esta corrupción? Tomemos el informe de Pennsylvania y vemos que los primeros setenta años hubo muchos sacerdotes que cayeron en esta corrupción. Luego, en tiempos más recientes, ha disminuido, porque la Iglesia se ha dado cuenta de que tenía que luchar de otra manera. Y le está poniendo todo el empeño. En los últimos tiempos he recibido tantas, tantas condenas que ha hecho la Congregación para la Doctrina de la Fe. Nunca he firmado una petición de gracia después de una condena por esto; con esto no se negocia. En los tiempos antiguos estas cosas se encubrían, y se encubría cuando el tío violaba a la sobrinita, cuando el papá violaba a los hijos. Se encubrían porque era una vergüenza muy grande, era la manera de pensar de los siglos pasados. Hay un principio para interpretar la historia: un hecho histórico debe ser interpretado con la hermenéutica de la época en la que sucedió, no con la hermenéutica de hoy. Por ejemplo: el indigenismo, todas las injusticias y brutalidades contra los indígenas. No puede ser interpretado con la hermenéutica de hoy, que tenemos otra conciencia. El último ejemplo es la pena de muerte: el Vaticano, como Estado pontificio, tenía la pena de muerte, el último fue decapitado en el siglo XIX. Pero luego la conciencia moral crece