martes, 20 de marzo de 2018

VOZ DE FÁTIMA, VOZ DE DIOS N° 52

VOZ DE FÁTIMA, VOZ DE DIOS N ° 52
24 de febrero de 2018
Vox túrturis audita est in terra nostra”
(Cant. II, 12) 
¿Qué cuestión actual podrá compararse en gravedad con la cuestión de la gnosis, que es la doctrina de la Anti-Iglesia? ¿Y qué es la Anti-Iglesia sino este cuerpo del cual el demonio es la cabeza y los malos, los miembros? Estos miembros, otrora dispersos, se unirán progresivamente hasta la llegada del Anticristo, cuya oposición a Nuestro Señor y a su Iglesia será completa y aparentemente triunfante, pero su triunfo será de corta duración. En realidad, la victoria verdadera corresponderá a la Iglesia Católica, cuyos miembros serán santificados por la paciencia y obtendrán la vida eterna, mientras que el Anticristo y los que obstinadamente perseveren en seguirlo, irán al fuego eterno en castigo de sus crímenes, junto con Lucifer y los ángeles rebeldes.
Esta oposición entre la Iglesia y la Anti-Iglesia es la esencia del drama que vivimos y que durante el Concilio Vaticano II opuso a los obispos fieles a la Iglesia a los obispos liberales imbuidos en mayor o menor grado de las doctrinas masónicas.
Todo el drama entre Mons. Lefebvre y la Iglesia Conciliar, todo el drama que divide la Tradición con respecto a los acuerdos con Roma, todo el drama que caracteriza al mundo actual, encuentra su razón profunda en la irreductible oposición entre la doctrina católica y la gnosis, entre la Iglesia Católica y la Anti-Iglesia.
Algunos pueden encontrar simplista esta afirmación, pero lean los documentos pontificios, lean lo que los Papas enseñaron al respecto, y verán cómo el combate entre la Iglesia militante y sus crueles enemigos (el demonio, el mundo y la carne) se resume en este combate entre la Iglesia y la Anti-Iglesia. ¿Qué fue el Concilio Vaticano II sino el triunfo de las ideas masónicas del Estado neutral y del relativismo doctrinal?
¿Para qué Roma quiso los acuerdos con Mons. Lefebvre (que los rechazó) y los quiere con los superiores de la Fraternidad, sino para integrarlos como integró a Campos? ¿E integrarse para qué? Para que se apresure el triunfo de la Anti-Iglesia. Incluso lo que parece no tener conexión con este combate tiene algún vínculo con él. ¿Qué más desea la Anti-Iglesia sino la destrucción de la Iglesia?
La doctrina de la Iglesia está consignada en los documentos de su Magisterio infalible, mientras que la doctrina de la Anti-Iglesia está en la gnosis, la cual, careciendo de un magisterio, busca una sistematización a través de autores como René Guénon, que preparan las bases doctrinales para el advenimiento del Anticristo. Esto explica la imprecisión, más aparente que real, de su doctrina, la que, de hecho, está todavía en vías de finalización y no llegará nunca a una perfecta definición, pues el error es por naturaleza obscuro.
Que Nuestra Señora, que aplastó la cabeza de la serpiente, nos asista y proteja contra los enemigos del reino de su divino Hijo.
+ Tomás de Aquino OSB