Mons. Fellay en uno de sus habituales "gestos simpáticos" (foto tomada durante una visita reciente del Obispo a Palayamkottai, India)
FUENTE
La
FSSPX está convencida que se le debe, por justicia, la “regularización canónica”
por la Roma modernista. Se alega que esto rectificaría la “supresión injusta”
de la Fraternidad en los años 70.
Este
argumento es relativamente nuevo. En el pasado, Mons. Lefebvre y el resto de
los superiores de la FSSPX consideraban como una distinción de honor ser “excomulgados”
de la iglesia conciliar. También dijo que a menos de que los romanos aceptaran
Quanta Cura, Quas Primas, y toda la Tradición, es inútil dialogar. Justicia,
creía el Arzobispo, sería cuando Roma se vuelva de su camino herético y abrace
la fe de todos los tiempos.
La
Antigua Fraternidad tomó sus indicaciones de estos principios. En los años 90 y
2000, mientras que otros tradicionalistas caían en las manos de los romanos, la
FSSPX se mantuvo firme y caracterizó esencialmente a estos grupos como traidores.
La Fraternidad también ponía comillas a la palabra “regularización” cuando
surgía el tema (esto ya no lo hacen en la actualidad). Cuando Campos cayó en
2002, Mons. Fellay advirtió que ellos habían sido puestos en un “zoológico ecuménico”. “La irregularidad está no en la FSSPX sino en la iglesia
conciliar”, era otra afirmación que se escuchaba comúnmente.
En
los últimos cinco años, el argumento sobre la “justicia” ha tomado una posición
central y ha barrido a todos los demás. Es regurgitado en todas las cámaras de
eco tradicionales ad nauseam. Los blogueros de toda índole -muchos que no
asisten a las capillas de la Fraternidad- se unen al coro. La víctima más reciente es Mons. Athanasius
Schneider de Kazajstán.
En
una reciente entrevista a un diario católico francés, Schneider afirma audazmente
que si el Arzobispo viviera hoy, aceptaría la prelatura personal. Pues una
prelatura sería parte del proceso de "integración canónica" que
"restauraría la justicia, muy tardíamente" a la Fraternidad.
Schneider
también sugiere que el Papa Francisco fue “misericordioso” al “extender” las
facultades de los sacerdotes de la Fraternidad para escuchar confesiones.
Haciendo
el papel de pragmatista (todos los liberales lo hacen), afirma más adelante que
la Fraternidad “no debe exigir garantías de 100%”. Estas exigencias “son
irreales” y “delataría una cierta falta de confianza en la Providencia”.
Schneider
y la Fraternidad (quien orgullosamente reprodujo la entrevista en su sitio web
bajo el título “Restaurando la Justicia a la FSSPX) están siguiendo las huellas
de otros liberales antes que ellos. En lugar de recordar a Roma que los
católicos de todo el mundo tienen el derecho en justicia de una Iglesia libre
de modernismo, y que el Vicario de Cristo tiene el deber ante Dios (si quiere
salvar su alma) de mantener la Tradición, ellos solamente se enfocan en los “derechos”
de la Tradición, invirtiendo así el punto de énfasis completamente. De nuevo,
Monseñor Lefebvre se enfocó en primer lugar en hacer que Roma viera sus errores
doctrinales y que no estaba viviendo su fe católica. Esta no es la finalidad
principal de la FSSPX hoy en día.
Cuando
Cristo habló a los fariseos, los reprendió: “¡Sepulcros blanqueados! ¡raza de víboras!”.
Juan el Bautista, advirtiendo a Herodes de su mal camino, gritó
¡Arrepentíos! ¿Por qué este no es el lenguaje de la Fraternidad en nuestro
tiempo? Lo fue por
muchos años. Incluso Mons. Fellay, por ejemplo, se refirió
públicamente a Francisco como un “modernista genuino” apenas en 2013. Pero
cuando se le preguntó respecto a este comentario por Tim Sebastian en 2016
(cuando las conversaciones con el Vaticano entraban al vivo), se retractó.
Además cuando uno visita los sitios web de la Fraternidad en la actualidad, no
nos encontramos ensayos que enciendan la luz de la verdad, sino muchas veces con
noticias irrelevantes de temas no tradicionales.
En
lugar de actuar como si estuvieran en posesión de una gran perla, la Fraternidad
parece avergonzada con el hecho de que el Espíritu Santo les dio ojos para ver
la crisis en la Iglesia. Dicho de otra forma, en lugar de predicar la verdad y
confiar en Dios para que incremente el número de su rebaño, decidieron
involucrarse en el Tradi-ecumenismo y buscar la aprobación de los obispos “integrados
canónicamente” como Mons. Athanasius Schneider, de manera que puedan resultar
aceptables y respetables a las masas.
En
oposición a lo que dijo su Fundador, y en oposición a lo que sus líderes solían
decir, la neo-FSSPX cree que es mejor estar “en el interior” y tener una “conexión”
con Roma. Piensan que uniéndose con “todos los Tradicionalistas de buena
voluntad” serán capaces de detener el incremento del progresismo en la Iglesia.
Esta es la razón de abrazar el argumento de la “justicia”. Pero el problema con
esta lógica es que es la sabiduría del hombre (que siempre piensa en la
cantidad) en lugar de la sabiduría de Dios (que siempre piensa en la cualidad).
Esto es la quintaesencia del catolicismo liberal.
La
realidad es que la Fraternidad es un grupo de unos 600 sacerdotes en una
Iglesia que tiene 414,000 sacerdotes. Es un bote salvavidas, no un remolcador.
Es una ilusión, como dijo una vez Monseñor Lefebvre, pensar que ellos pueden “re-entrar en esta iglesia Conciliar para, supuestamente, volverla católica”. “No son los
inferiores quienes hacen a los superiores, sino los superiores quienes hacen a los
inferiores”.
Terminemos
con una analogía. Suponga que un grupo de terroristas ha entrado en un palacio.
Supongamos que encerraron al Rey en la mazmorra mientras saqueaban su
residencia. Un acto de justicia no sería necesariamente abrir la puerta de la
mazmorra. Más bien habría justicia cuando el orden fuera restaurado en el
palacio y los terroristas se retracten de su obra. Oremos fervientemente por el
día en que los modernistas que han asaltado la Iglesia, regresen a la verdad y entronicen
la Tradición en su justo lugar en Roma. Sólo entonces habrá verdadera justicia
en la Iglesia.