Color,
Poesía…
Como
los suburbios fluyen del centro, y la sostienen también,
Así la buena cultura fluye de la Fe verdadera, y la apoya además.
Así la buena cultura fluye de la Fe verdadera, y la apoya además.
“Ya
no se puede más vivir de política, de balances y de crucigramas. No se puede
seguir viviendo sin poesía, sin color, sin amor” – palabras de Antoine de Saint
Exupéry (1900–1944), aristócrata francés, aviador y escritor, no católico pero
debatiendo en su alma con el materialismo del siglo 20. Él dijo de sí mismo:
“Soy un hombre rastrillando las cenizas, un hombre luchando por encontrar las
brasas de la vida en el fondo de una chimenea”. Y describiendo en su memoria
filosófica Tierra de los Hombres (1939) una escena de
trabajadores y sus familias apiñados en un tren nocturno de París a Varsovia,
escribió que estaba atormentado no por su desolada condición, sino por “ver en
cada uno de estos hombres, un poco, a Mozart asesinado”.
Estas
citas vienen a la mente después de una visita el año pasado a la Bertramka, una
villa situada fuera del centro de Praga en República Checa, y dada a conocer a
finales del siglo 18 por las visitas del famoso compositor Wolfgang Amadeus
Mozart. En ese entonces se llegaba desde la ciudad por una caminata de media
hora por caminos rurales y una vereda revestida de castaños hasta el pórtico
delantero, accediéndose a un jardín inclinado cubierto de flores y árboles
frutales. Hoy el sombreado sendero ha dado paso a un enorme centro de compras y
negocios a lo largo de una calle cargada de tráfico, atendiendo sólo a los
semáforos. El pórtico aún está allí, pero el jardín inclinado se ha vuelto
agreste, con una solitaria estatua del gran músico y con la mesa de piedra
donde se cree terminó de componer su mundialmente famosa ópera Don
Giovanni. Poco después dirigió su primera presentación en la ópera de la
ciudad, todavía en uso. En cuanto a las dos habitaciones ocupadas en la Bertramka por
Mozart, éstas han sido preservadas fielmente, pero la una vez hermosa colección
de piezas de Mozart ya no estaba al lí este octubre. La Bertramka todavía
tiene atmósfera, pero mucho allí sólo susurra “Mozart asesinado”.
Todavía
en el siglo 18 Praga había sido muy amable con él. En 1786, a diferencia de Viena,
dio una acogida entusiasta a la igualmente popular y famosa ópera Las
Bodas de Fígaro, como lo hizo el año siguiente con Don Giovanni. Y
cuando Mozart murió en 1791, la ciudad de casa, Viena, le dio solamente una
sepultura de hombre pobre, mientras que Praga le dio honores con una espléndida
Misa de Réquiem a la que asistieron miles de personas e interpretada por un
centenar de músicos que se negaron a recibir pago. Fueron los Emperadores y
nobles católicos quienes, para restaurar la Bohemia católica después de 30 años
de guerra religiosa (1618–1648), establecieron la educación musical
generalizada para que la juventud Bohemia pudiera tocar en las ceremonias
religiosas. Fue esta educación católica que generó en Praga un público capaz de
amar de inmediato a Mozart y su música.
¿Puede
decirse lo mismo de los católicos hoy en día, o nosotros somos también
“asesinos de Mozart? Para Saint Exupéry, Mozart era de alguna manera lo opuesto
al materialismo. ¿Pero cuántos Tradicionalistas hoy se aburren en la Misa cantada,
y no pueden esperar para regresar a sus balances y crucigramas? Por desgracia,
¿no se sienten casi avergonzados muchos de nuestros muchachos de saber cantar?
Y en cuanto a nuestras muchachas, ¡santo cielo! ¿No prefieren muchísimas de
ellas ser astronautas o estrellas de voleibol en lugar de saber cómo tocar un
instrumento musical que las ayudará a civilizar a sus maridos, humanizar a sus
hijos y poner armonía en su casa? Un proverbio alemán dice que el hombre hace
la cultura pero la mujer la transmite. ¿No es suicida para una sociedad no
promover en sus niñas la verdadera “cultura, poesía y amor” que penetrarán
profundamente en sus futuras familias y a través de sus familias en la
sociedad?
En
cuanto a Mozart, ciertamente que él no es la cumbre de la música espiritual
occidental, y más tarde en su vida se unió a la Masonería que entonces estaba
de moda en Viena. Pero es mucho más espiritual que el mundo de los centros
comerciales y semáforos, como bien lo vio Saint Exupéry, y ciertamente que no
fueron los masones, sino sus padres profundamente católicos que formaron en el
niño y el joven el corazón católico de donde brotó toda la espiritualidad de la
música del adulto. Sin duda que la pieza más frecuentemente ejecutada de toda
la música de Mozart, compuesta poco antes de su muerte, es su Ave Verum
Corpus, por ser tan frecuentemente interpretado en Misa. Y su profundamente
católico Réquiem que aún estaba componiendo en su lecho de
muerte. Que su alma descanse en paz.
Kyrie
eleison.