El seminario aprovecha su ubicación privilegiada en
Anjou para hacer descubrir el patrimonio católico francés (y bretón) a los
seminaristas. Después de Pontmain, Saint Laurent sur Sèvres, el Monte Saint
Michel y diversas abadías, el Seminario fue con Mons. Faure al Santuario de Santa
Ana de Auray.
Este lugar bendito del cielo es donde Santa Ana se
apareció en 1625 a un campesino muy piadoso llamado Yvon Nicalozic. Los autores
espirituales están de acuerdo en decir que Santa Ana se apareció allí
manifestando “la tierna gravedad de la más alta de las maternidades”. Esta
única y majestuosa aparición de la Madre de Nuestra Señora es más que nunca de
actualidad en el momento en que la maternidad y la niñez son objeto de todos
los ataques satánicos (masónicos) que vienen de la república atea o de la Roma
conciliar.
Esta salida fue la ocasión de conocer mejor la
bondad y poder de esta augusta santa.
La Bretaña tiene también otros encantos que son más
naturales y que saben también regocijar el corazón del cristiano. Son las
bellas riberas alegradas por el hermoso sol invernal. Y por supuesto la costa
mágica del golfo de Morbihan (pequeño mar) salpicado de islas y perfumado por
los pinos marítimos.
Se terminó con una buena sidra bretona con los
residentes contentos de encontrar un aire de antaño con todas esas sotanas.
Una salida que todos recordarán.
Bendito sea Dios.