Traducción de Alejandro Villarreal.
Sobre esta importante cuestión, el Arzobispo Lefebvre escribió el 8 de noviembre de 1979 lo siguiente para Cor Unum, boletín interno de la FSSPX:
“Con cuánta
frecuencia durante estos diez años que han pasado he tenido la ocasión de
responder a las preguntas respecto a los problemas de peso sobre la Misa y el
Papa. Al responderlas, siempre he sido cuidadoso para estar acorde con el
espíritu de la Iglesia, conformándome a su Fe tal y como está expresada en sus
principio teológicos y a su prudencia pastoral en teología moral, y la larga
experiencia de su Historia. Considero que mis opiniones no han cambiado durante
todos estos años y que felizmente son aquellos que tienen la gran mayoría de
los sacerdotes y fieles acomodados a la imprescindible Tradición de la Iglesia.
Debe entenderse que estas pocas líneas no representa un estudio exhaustivo de
estos problemas, su propósito tan sólo es aclarar nuestras conclusiones de tal
manera que no existan malinterpretaciones respecto a la posición oficial de la
Fraternidad Sacerdotal de San Pío X.”
En ocasión del 25
aniversario de esta declaración, me gustaría facilitar a nuestros fieles
algunas herramientas que los ayuden a entender mejor la posición oficial de la
FSSPX, tal como fue expresada por boca de su venerable fundador. Muchas cosas
han sucedido durante estos 25 años y nos parece que la situación actual de la
Iglesia es mucho peor que en 1979. Al paso de los años, el número de
acontecimientos inquietantes e inéditos parecen multiplicarse a un ritmo
alarmante. Permítanme citar sólo algunos de éstos: el encuentro interreligioso
de 1986 en Asís, el cual fue renovado en 2002; el acuerdo de Balamand de 1993
por el cual la Iglesia católica oficialmente renuncia a su apostolado de
conversión para con los miembros de la Iglesia ortodoxa; el documento de 1999
católico-luterano sobre la Justificación; y más recientemente, en mayo de 2004,
la profanación del santuario de Fátima con la celebración de un culto hinduista
ahí. Algunos de nosotros podríamos preguntarnos, ante la vista de tales
acontecimientos inquietantes, si el Arzobispo Lefebvre habría mantenido la
posición que manifestó en 1979, en el año 2004.
Volvamos a las
palabras del Arzobispo Lefebvre:
“Pasemos ahora a
un segundo pero no menos importante asunto: ¿La Iglesia tiene un verdadero Papa
o a un impostor en el trono de San Pedro? ¡Dichosos aquellos quienes vivieron y
murieron sin tener que plantearse tal cuestión! Uno debe, por supuesto,
reconocer que el pontificado de Pablo VI planteó y continúa planteando un serio
problema de consciencia para los fieles. Aún sin tener en cuenta su
culpabilidad por la terrible demolición de la Iglesia, la cual tuvo lugar durante
su pontificado, uno no puede sino reconocer que al menos él aceleró las causas
de su debilitación en todos aspectos. Uno puede preguntarse, justamente, como
fue posible que un sucesor de Pedro haya podido en tan poco tiempo haber
causado más daño a la iglesia que la Revolución Francesa.
Algunos hechos en particular, como el refrendo que le dio al Artículo VII en la Instrucción concerniente a la Nueva Misa y a la Declaración sobre Libertad Religiosa, son por supuesto escandalosos y han conducido a que algunos tradicionalistas afirmen que Pablo VI fue hereje y por lo tanto no es Papa. Ellos argumentan aún más diciendo que la mayoría de cardenales, habiendo sido escogidos por un Papa hereje, no son realmente cardenales y que carecen de autoridad para elegir a otro Papa. Así, los papas Juan Pablo I y II, dicen ellos, han sido electos ilegítimamente. Ellos dicen además, que es inadmisible rezar por un Papa quien no es Papa o sostener conversaciones (como la mía de noviembre de 1978) con quien no tiene ningún derecho a la Silla de Pedro.”
(sigue)
Algunos hechos en particular, como el refrendo que le dio al Artículo VII en la Instrucción concerniente a la Nueva Misa y a la Declaración sobre Libertad Religiosa, son por supuesto escandalosos y han conducido a que algunos tradicionalistas afirmen que Pablo VI fue hereje y por lo tanto no es Papa. Ellos argumentan aún más diciendo que la mayoría de cardenales, habiendo sido escogidos por un Papa hereje, no son realmente cardenales y que carecen de autoridad para elegir a otro Papa. Así, los papas Juan Pablo I y II, dicen ellos, han sido electos ilegítimamente. Ellos dicen además, que es inadmisible rezar por un Papa quien no es Papa o sostener conversaciones (como la mía de noviembre de 1978) con quien no tiene ningún derecho a la Silla de Pedro.”
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