La
Autoridad del Arzobispo – I
Sacerdotes católicos de
la Verdad están divididos entre ellos.
Católicos, recen Vds para que se apoyen unos a otros.
Católicos, recen Vds para que se apoyen unos a otros.
Ilustremos
la relación entre la Verdad Católica y la Autoridad Católica con el ejemplo
concreto del Atanasio de los tiempos modernos que Dios nos dio para mostrarnos
el camino durante nuestra crisis preapocalíptica: Monseñor Lefebvre
(1905–1991). Cuando la multitud de los líderes de la Iglesia fueron persuadidos
en el Vaticano II de cambiar la naturaleza de la Fe, y unos años más tarde en
nombre de la obediencia de abandonar el verdadero rito de la Misa, por la
fuerza de su fe el Arzobispo permaneció fiel a la Verdad inmutable de la
Iglesia y mostró que ella es el corazón y el alma de su Autoridad divina. Como
dice el proverbio español, “La obediencia no es la sierva de la obediencia”.
Ciertamente
el Arzobispo creía en la autoridad que posee Iglesia para dar órdenes a sus
miembros en todos los niveles para la salvación de sus almas. Por eso, en los
primeros años de la existencia de la Fraternidad San Pío X (1970–1974) se
preocupó de obedecer al Derecho Canónico y al Papa, Pablo VI, en la medida de
sus posibilidades, pero cuando los oficiales enviados desde Roma para
inspeccionar su Seminario en Écône se alejaron de la Verdad Católica en las
cosas que dijeron a los seminaristas, escribió su famosa Declaración de
noviembre de 1974, en protesta contra el abandono de la fe católica por parte
de toda Roma en favor de la nueva religión conciliar, y esta Declaración sirvió
como una hoja de ruta para lo que surgió como el movimiento Tradicional en la
Misa de Lille en el verano de 1976.
El
Arzobispo mismo siempre negó resueltamente que él era el líder de la Tradición,
porque hasta el día de hoy la Tradición Católica es un movimiento no oficial y
no tiene ningún tipo de estructura oficial. Tampoco era el único líder entre
los Tradicionalistas, ni todos ellos estaban de acuerdo con él o le rindieron
homenaje. Sin embargo, un gran número de católicos vieron en él a su líder,
confiaron en él y lo siguieron. ¿Por qué? Porque en él vieron la continuación
de la fe católica solo mediante la cual ellos podían salvar sus almas. En otras
palabras, el Arzobispo puede no haber tenido autoridad oficial sobre
ellos, porque la jurisdicción [salvo en el caso de la llamada "jurisdicción de suplencia". Nota de NP] es prerrogativa de los funcionarios de la Iglesia
debidamente elegidos o nombrados, pero construyó hasta su muerte una enorme
autoridad moral por su fidelidad a la verdadera Fe. En otras
palabras, su verdad creó su autoridad, extraoficial pero real,
mientras que la falta de Verdad de los oficiales ha estado minando su Autoridad
desde entonces. La dependencia de la autoridad, al menos la Autoridad católica,
en la verdad, era tan clara como podía serlo.
Sin
embargo, con la Fraternidad San Pío X que el Arzobispo fundó en 1970, las cosas
fueron ligeramente diferentes, porque aquí recibió de la Iglesia oficial alguna
jurisdicción por parte de Mons. Charrière de la Diócesis de Ginebra, Lausana y
Friburgo, una jurisdicción que él apreciaba porque demostraba que no se estaba
inventando las cosas sobre la marcha sino que estaba haciendo una obra de la
Iglesia. Así que hizo todo lo posible para gobernar la FSSPX como si fuera el
jefe normal de una congregación católica normal bajo Roma, lo que la defensa de
la verdadera fe le daba todo el derecho a hacer. Sin embargo, los romanos
públicos y oficiales usaron toda su jurisdicción para darle la mentira,
alejando así de él a una multitud de católicos que de otra manera lo hubieran
seguido.
Además,
la Neo-Iglesia que estaban creando a su alrededor significaba que, incluso
dentro de la Fraternidad, su autoridad estaba seriamente debilitada. Por
ejemplo, si antes del Concilio un sacerdote descontento con su obispo diocesano
solicitaba entrar en la diócesis de otro, el segundo obispo naturalmente
consultaba al primero sobre el solicitante, y si el primero aconsejaba al
segundo no tener nada que ver con él, ese era el fin inmediato de la solicitud.
Por el contrario, si un sacerdote de la Fraternidad, insatisfecho con ella,
solicitaba entrar en una diócesis de Neo-Iglesia, el obispo de la Neo-Iglesia
podía muy bien “acogerlo de nuevo en el redil oficial” como fugitivo del “cisma
Lefebvrista”. Así que el Arzobispo no fue apoyado por sus hermanos obispos, lo
que significaba que no podía disciplinar a sus sacerdotes dentro de la
Fraternidad como debería haber podido. Su autoridad caminaba sobre cáscaras de
huevo, en la medida en que no tenía a su disposición ninguna sanción con la que
mantener a raya a los sacerdotes descarriados. Así, la falta de verdad en la
Neo-Iglesia dejó la verdad en la Fraternidad sin la autoridad católica que le
correspondía para protegerla.
Por
lo tanto, para compensar la falta de unidad en la Verdad que viene de la
jerarquía, los sacerdotes Tradicionales de hoy deben ejercer una tolerancia más
que normal hacia los demás, y los católicos Tradicionales deben rezar más que
de costumbre para que sus sacerdotes encuentren esta tolerancia. No es
imposible.
Kyrie
eleison.