sábado, 1 de febrero de 2020

COMENTARIO ELEISON Número DCLV (655) - 01 de febrero de 2020


El Papa Es Indispensable – I
Por cuanto las ovejas sean abandonadas,
Nadie más que el Papa une a la Iglesia.
A medida que pasan los años, uno tras otro, sin que la situación demencial de la Iglesia parezca mejorar, los católicos que siguen la Tradición siguen preguntándose, ¿por qué no pueden al menos nuestros sacerdotes de la Tradición reunirse y dejar de pelearse entre ellos? Todos ellos creen en la misma Tradición de la Iglesia, todos están de acuerdo en que el Concilio Vaticano II fue un desastre para la Iglesia. Todos saben que la lucha entre los sacerdotes es poco edificante y desalentadora para los seguidores de la Tradición. ¿Por qué entonces no pueden olvidar sus diferencias y concentrarse en lo que les une a todos, es decir, en lo que la Iglesia enseña y hace, y siempre ha enseñado y hecho, para salvar las almas? Esta pregunta tiene una respuesta, y para ayudar a los católicos a perseverar en la Fe, puede ser necesario recordársela a intervalos regulares.
Asumiendo siempre que esta crisis de la Iglesia no es nada normal en la historia de la Iglesia, sino que es una parte integral del único descenso que conduce al único fin del mundo, entonces si hay en estos “Comentarios” un par de palabras frecuentemente escogidas para precisar la estructura de esa crisis, es “Verdad” y “Autoridad”. La crisis tuvo sus orígenes mucho más atrás del Vaticano II, notablemente en la “Reforma” desatada por Lutero (1483–1546), pero mientras que hasta el Vaticano II la Iglesia Católica luchó por mantener fuera el veneno protestante, en el Vaticano II la más alta Autoridad Católica, dos Papas y 2.000 obispos, abandonaron la lucha y dejaron entrar el veneno. Esto significa que los textos conciliares se caracterizan por su ambigüedad, porque las apariencias católicas tenían que mantenerse, pero debajo de las apariencias el verdadero impulso de los textos, el “espíritu del Concilio”, va hacia la asimilación del liberalismo y el modernismo que siguieron al protestantismo, y que vaciará cualquier resto de catolicismo tan pronto como se le permita hacerlo.
Esto significa que en el Concilio, la Autoridad Católica esencialmente abandonó la Verdad Católica para adoptar una doctrina más acorde con los tiempos modernos. Y puesto que la Autoridad Católica y la Verdad Católica se habían separado, los católicos, para seguir siendo católicos, tuvieron – y todavía tienen – que hacer una terrible elección: o bien se aferran a las autoridades de la Iglesia desde el Papa hacia abajo y dejan la doctrina católica, o bien se aferran a la doctrina y dejan la Autoridad Católica, o bien eligen uno de los muchos compromisos posibles entre ambos polos. En cualquier caso las ovejas están dispersas, sin tener culpa alguna, cuando se la compara con la culpa de los dos Pastores mayores y los 2,000 pastores minores que fueron responsables de que la Autoridad de la Iglesia traicionara la Verdad de la Iglesia en el Concilio. En esta división entre la Verdad y la Autoridad yace el corazón de la crisis vieja de medio siglo de hoy.
Y puesto que la Verdad es vital para la única religión verdadera del único Dios verdadero, y Su propia Autoridad es esencial para la protección de esa única Verdad de todos los efectos en los hombres del pecado original, entonces la única solución posible para la crisis que pondrá fin a la esquizofrenia y la dispersión de las ovejas es cuando el Pastor y los pastores, el Papa y los obispos, regresen a la Verdad Católica. Esto no está sucediendo todavía en la Iglesia o en la Fraternidad San Pío X, que todavía – según todas las apariencias – se esfuerza por volver a estar bajo la autoridad de los eclesiásticos conciliares. (¿Y Monseñor Lefebvre? “¡Está muerto”, dirán algunos!)
Por lo tanto, hasta que Dios Todopoderoso – nadie más puede hacerlo – ponga de nuevo en pie al Papa, y el Papa a su vez, “una vez convertido, confirme a sus hermanos” (Lc.XXII, 32), es decir, enderece a los obispos del mundo, hasta entonces esta crisis no puede sino empeorar, hasta que hayamos aprendido la lección y Dios tenga misericordia de nosotros. Hasta entonces, como dice el proverbio inglés: “Lo que no se puede curar, hay que soportarlo”.
Kyrie eleison.