El
Papa Es Indispensable – I
Por cuanto las ovejas
sean abandonadas,
Nadie más que el Papa une a la Iglesia.
Nadie más que el Papa une a la Iglesia.
A
medida que pasan los años, uno tras otro, sin que la situación demencial de la
Iglesia parezca mejorar, los católicos que siguen la Tradición siguen
preguntándose, ¿por qué no pueden al menos nuestros sacerdotes de la Tradición
reunirse y dejar de pelearse entre ellos? Todos ellos creen en la misma
Tradición de la Iglesia, todos están de acuerdo en que el Concilio Vaticano II
fue un desastre para la Iglesia. Todos saben que la lucha entre los sacerdotes
es poco edificante y desalentadora para los seguidores de la Tradición. ¿Por
qué entonces no pueden olvidar sus diferencias y concentrarse en lo que les une
a todos, es decir, en lo que la Iglesia enseña y hace, y siempre ha enseñado y
hecho, para salvar las almas? Esta pregunta tiene una respuesta, y para ayudar
a los católicos a perseverar en la Fe, puede ser necesario recordársela a
intervalos regulares.
Asumiendo
siempre que esta crisis de la Iglesia no es nada normal en la historia de la
Iglesia, sino que es una parte integral del único descenso que conduce al único
fin del mundo, entonces si hay en estos “Comentarios” un par de palabras
frecuentemente escogidas para precisar la estructura de esa crisis, es “Verdad”
y “Autoridad”. La crisis tuvo sus orígenes mucho más atrás del Vaticano II,
notablemente en la “Reforma” desatada por Lutero (1483–1546), pero mientras que
hasta el Vaticano II la Iglesia Católica luchó por mantener fuera el veneno
protestante, en el Vaticano II la más alta Autoridad Católica, dos Papas y
2.000 obispos, abandonaron la lucha y dejaron entrar el veneno. Esto significa
que los textos conciliares se caracterizan por su ambigüedad, porque las
apariencias católicas tenían que mantenerse, pero debajo de las apariencias el
verdadero impulso de los textos, el “espíritu del Concilio”, va hacia la
asimilación del liberalismo y el modernismo que siguieron al protestantismo, y
que vaciará cualquier resto de catolicismo tan pronto como se le permita hacerlo.
Esto
significa que en el Concilio, la Autoridad Católica esencialmente abandonó la
Verdad Católica para adoptar una doctrina más acorde con los tiempos modernos.
Y puesto que la Autoridad Católica y la Verdad Católica se habían separado, los
católicos, para seguir siendo católicos, tuvieron – y todavía tienen – que
hacer una terrible elección: o bien se aferran a las autoridades de la Iglesia
desde el Papa hacia abajo y dejan la doctrina católica, o bien se aferran a la
doctrina y dejan la Autoridad Católica, o bien eligen uno de los muchos
compromisos posibles entre ambos polos. En cualquier caso las ovejas
están dispersas, sin tener culpa alguna, cuando se la compara con la culpa
de los dos Pastores mayores y los 2,000 pastores minores que fueron responsables
de que la Autoridad de la Iglesia traicionara la Verdad de la Iglesia en el
Concilio. En esta división entre la Verdad y la Autoridad yace el corazón de la
crisis vieja de medio siglo de hoy.
Y
puesto que la Verdad es vital para la única religión verdadera del único Dios
verdadero, y Su propia Autoridad es esencial para la protección de esa única
Verdad de todos los efectos en los hombres del pecado original, entonces la
única solución posible para la crisis que pondrá fin a la esquizofrenia y la dispersión
de las ovejas es cuando el Pastor y los pastores, el Papa y los
obispos, regresen a la Verdad Católica. Esto no está sucediendo todavía en
la Iglesia o en la Fraternidad San Pío X, que todavía – según todas las
apariencias – se esfuerza por volver a estar bajo la autoridad de los
eclesiásticos conciliares. (¿Y Monseñor Lefebvre? “¡Está muerto”, dirán
algunos!)
Por
lo tanto, hasta que Dios Todopoderoso – nadie más puede hacerlo – ponga de
nuevo en pie al Papa, y el Papa a su vez, “una vez convertido, confirme a sus
hermanos” (Lc.XXII, 32), es decir, enderece a los obispos del mundo, hasta
entonces esta crisis no puede sino empeorar, hasta que hayamos aprendido la
lección y Dios tenga misericordia de nosotros. Hasta entonces, como dice el
proverbio inglés: “Lo que no se puede curar, hay que soportarlo”.
Kyrie
eleison.