La carta del Cardenal Müller y su
no renovación como prefecto de la CDF
Dos
eventos marcaron el inicio del verano en Roma: una carta del cardenal Gerhard
Müller a Monseñor Bernard Fellay y su reemplazo como prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) por el arzobispo Luis
Francisco Ladaria Ferrer.
El
26 de junio del 2017, Müller impuso nuevamente la Declaración Doctrinal del
2012
El 26 de junio de 2017, Monseñor Bernard Fellay, superior general de la FSSPX,
recibió una carta del cardenal Gerhard Müller, prefecto de la Congregación
para la Doctrina de la Fe, con fecha del 6 de enero de este año, en la que
el prelado alemán - con la aprobación del papa Francisco - enunció las
condiciones necesarias para una declaración doctrinal, prerequisito
indispensable para cualquier tipo de reconocimiento canónico de la Fraternidad.
Las condiciones son tres:
"1) Es
necesario exigir a los miembros de la FSSPX adherirse a la nueva fórmula de
la Professio fidei de 1988. En consecuencia, ya no es
suficiente con que pronuncien la Professio fidei de 1962.
2) El
nuevo texto de la Declaración Doctrinal debe incluir un párrafo en el que los
signatarios declaren explícitamente su aceptación de las enseñanzas del
Concilio Vaticano II y de aquellas del período post-conciliar, al otorgar a
esas declaraciones doctrinales el grado de adhesión que les es debido.
3) Los
miembros de la FSSPX no solamente deben reconocer la validez, sino también la
legitimidad del rito de la Santa Misa y de los sacramentos, de acuerdo con los
libros litúrgicos promulgados después del Concilio Vaticano II."
El
30 de junio, Monseñor Fellay envió esta carta a todos los sacerdotes de la
Fraternidad, con la siguiente observación: "Nos encontramos nuevamente en
una situación similar a la del 2012. Aunque Monseñor Pozzo, secretario de
la Comisión Ecclesia Dei, haya empleado un lenguaje muy
diferente el pasado mes de marzo respecto al criterio de catolicidad que se nos
exigiría."
Más
adelante, recordó su declaración dada al final de la reunión con los superiores
mayores de la Fraternidad en Anzère, Suiza, el 28 de junio del 2016:
La
Fraternidad Sacerdotal San Pío X no busca por encima de todo un reconocimiento
canónico, al cual tiene derecho porque es católica. La solución no es
simplemente jurídica. Depende de una cuestión doctrinal que es indispensable
expresar... La Divina Providencia no abandona a su Iglesia, de la cual el papa
- vicario de Jesucristo - es su cabeza. Es por esto que una señal
incuestionable de esta restauración será el deseo expreso del Supremo Pontífice
de conceder los medios con los cuales restablecer el orden del sacerdocio, de
la fe y de la Tradición, que además es la garantía de la unidad necesaria de la
familia de la Tradición.
Esta
carta del cardenal Müller no es ninguna sorpresa para aquellos que han seguido
de cerca las complicadas relaciones entre la Fraternidad y Roma. Desde el 8 de
octubre del 2016, durante una conferencia dada en Port-Marly,
Francia, Monseñor Fellay hizo hincapié en la contradicción entre los
comentarios hechos por el cardenal Müller y los de Monseñor Pozzo:
De
pronto nos dicen que el contenido del Concilio no es dogmático, en otras
palabras, que ninguna de las Declaraciones es necesaria para ser católicos,
según Monseñor Pozzo. ¿Qué signifca esto? 'No están obligados a estar de
acuerdo para ser católicos.'... De hecho, Monseñor Pozzo dio varias entrevistas
al respecto. Hice mención de la del mes de abril (La Croix, abril, 7, 2016),
luego vinieron las entrevistas de julio (Zenit, julio, 4, 2016 y Christ und
Welt, julio, 28, 2016). Entre estas dos fechas, en junio, su superior, el
cardenal Müller, dijo lo contrario (Herder Korrespondenz, junio, 2016)... El
cardenal Müller insitió en el tema, diciendo: '¡No, la Fraternidad debe aceptar
el Concilio!' Incluso habló sobre la adhesión sin restricciones al ecumenismo.
Pero no sólo eso... habla sobre la liturgia, sobre la libertad religiosa. Y
luego, en julio, su subordinado repite lo contrario. ¡Qué confusión! ¿A quién
debemos creer?
Por
su parte, el papa, declaró en una entrevista con La Croix (mayo,
16, 2016), que antes de cualquier solución canónica para la Fraternidad, era
necesario tener "un acuerdo fundamental con ellos. El Concilio Vaticano II
es importante." Esto significa que es un prerequisito un documento
doctrinal. Más recientemente, durante su viaje de regreso de Fátima, el 13 de
mayo del 2017, el Supremo Pontífice respondió a los periodistas en el avión:
"La feria quarta de la Congregación para la Doctrina de la Fe...
su reunión - le llaman feria quarta porque se lleva a cabo los miércoles -
analizó un documento, y ese documento no ha llegado a mis manos. Yo lo
analizaré." En otras palabras, una vez más, quedaba claro que era
necesaria una declaración doctrinal, antes de cualquier reconocimiento
canónico. (Ver El Papa habla
sobre las relaciones entre Roma y la FSSPX) Pero, ¿cuál debe ser
el contenido exacto de esa declaración? ¿Los términos impuestos por el cardenal
Müller o aquellos propuestos por Monseñor Pozzo?
Desde
el 2 de julio, el cardenal Müller ya no es prefecto de la CDF
Algo
que resultó verdaderamente sorprendente fue la no renovación del cargo del
cardenal Müller. Luego de cinco años como cabeza de la CDF, el papa Francisco
decidió no renovar su mandato, el cual finalizó el 2 de julio del 2017. El
Supremo Pontífice nombró al nuevo sucesor, Monseñor Luis Francisco Ladaria
Ferrer, un jesuita español, quien había sido secretario de la CDF desde el
2008.
Según
un reporte de InfoCatho, con fecha del 1 de julio, esta
decisión "forma parte de un contexto crucial y delicado. El cardenal
Müller declaró públicamente su negación a interpretar Amoris Laetitia desde
una perspectiva de discontinuidad con el Magisterio romano. Hay quienes opinan
que ésta fue la razón de su no renovación."
Como
publicó Zenit el 1 de julio: "Su partida antes de la edad
canónica de retiro ha ocasionado que muchas plumas comiencen a escribir al
respecto, ya que todos los prefectos anteriores a él habían permanecido en el
cargo, por lo menos hasta llegar a los 75 años de edad." Y continuó,
aventurándose a proporcionar una nueva explicación: "Esta acción también
tiene lugar después de algunos meses de la renuncia de la irlandesa Marie
Collins de la Comisión Pontificia para la Protección de los
Menores (CPPM)." En su carta de renuncia dirigida al papa, Marie
Collins denunció "la falta de cooperación, particularmente de parte del
dicasterio más involucrado con el tema del abuso sexual" calificándola de
"vergonzosa". Se lamentó por los constantes "obstáculos"
debidos a la "resistencia" de "algunos miembros de la Curia." Zenit escribe
al respecto: "Algunos, leyendo entre líneas, vieron en todo esto una
crítica hacia la terrible burocracia de la CDF."
Sin
importar las teorías sobre las razones de la partida del cardenal Müller,
podemos observar que el papa no creyó necesario mantenerlo en su cargo para
llevar a una conclusión exitosa la decisión de regresar a la Fraternidad a la
Declaración Doctrinal del 2012. Teniendo en cuenta lo anterior, lo único que
resta es hacerse varias preguntas:
¿Acaso
al manifestar abiertamente un punto de vista distinto al de su superior
jerárquico respecto al "criterio de la catolicidad", Monseñor Pozzo
estaba actuando motu proprio [por su cuenta], o sabía que
estaba respaldado por alguien de un rango mayor al del cardenal Müller? ¿Cuál
es su futuro en la Comisión Ecclesia Dei?
¿Cuál
será el papel del arzobispo Ladaria, un jesuita español con una personalidad
mucho menos activa que la del cardenal alemán? Tendiendo más a la obediencia
por ser un miembro de la Compañía de Jesús, el prelado se describe como un
"conservador moderado". Como cabeza de la Congregación para
la Doctrina de la Fe, ¿ejercerá una influencia moderadamente
conservadora?
Frente
a estas preguntas, aquellos con un espíritu pitónico (Hechos 16:16) comenzarán
a hacer predicciones. Por nuestra parte, nos contentaremos con esperar a los
hechos y observar sus efectos [y con aceptar que Roma apóstata siga jugando con nosotros al juego de la oca, como dijo Monseñor Fellay]
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EL PAPA, EL CARD. MÜLLER Y LA FSSPX
EL PAPA, EL CARD. MÜLLER Y LA FSSPX
Jean Marie Vaas para Riposte Catholique
La carta del Cardenal Müller, antiguo prefecto de la
Congregación para la doctrina de la fe, ha suscitado ciertos comentarios. Esta
carta del prefecto emérito puede sorprender en la medida en que sus exigencias
rompen con la ausencia de condiciones requeridas por Francisco a la FSSPX estos
últimos años. Sin el contexto, ésta puede aparecer como una negativa rotunda
por parte de la Santa Sede, cansada por la indecisión de la FSSPX.
Sin embargo, no hay que perder de vista ciertos
elementos:
-La carta fue escrita por un prefecto saliente, cuya
partida tiene apariencias de destitución. Sus relaciones con el actual
pontífice no debían probablemente conducirlo a servir una política que él nunca
compartió verdaderamente. Siendo todavía obispo de Ratisbona, él deseaba condenar
otra vez a la Fraternidad cuando sus obispos habían sido liberados de la
sanción que pesaba sobre ellos desde 1988. Esto fue en 2009, y nadie lo
recuerda hoy en día… A continuación, como buen ratzingeriano, el Card. Müller
deseaba a toda costa imponer el reconocimiento del concilio como condición, y
esto a diferencia del mismo papa Francisco. Por otra parte, el proceso de
radicalización estival se ha vuelto un clásico en los pasillos romanos antes de
la partida de alguien importante (como la de Benedicto XVI) o antes de las
vacaciones en julio. Esto ya sucedió en 2008 o en 2012.
-El hecho de que la unanimidad de los cardenales
reunidos en la Feria quarta haya
aprobado esta carta, no dice gran cosa. Éstos últimos hubieran igualmente
desaprobado los textos pontificios sobre las confesiones y los matrimonios de
la FSSPX. Pero todos no tienen las gracias del sucesor de Pedro que se beneficia
forzosamente de luces particulares. A menos de ya no creer definitivamente en
las promesas conferidas por Nuestro Señor al primer apóstol y a sus sucesores.
-El papa no pierde nada dejando al cardenal expresar
su propia posición. Al tiempo que deja a la Fraternidad considerar en el curso
del verano la inquietante situación que provocaría el fin de las relaciones con
Roma, él concede una última voluntad al condenado Müller. Esto permitirá a
Francisco reactivar el expediente de las relaciones con la FSSPX sobre nuevas
bases en septiembre, y ésta última pedirá lógicamente regresar a los textos
favorables previstos estos últimos meses por Francisco. A este respecto, no hay
que olvidar que últimamente, es Mons. Pozzo quien estaba a cargo del expediente de común
acuerdo con el pontífice, mientras que el cardenal Müller desempeñaba un papel
puramente administrativo. Es del dominio público que el cardenal Müller no
parecía muy favorable con la perspectiva de una reintegración.
-Los
“resistentes” de la FSSPX piensan que fue la reciente insumisión de los decanos
en el seno de su comunidad que contribuyó a impresionar a Roma [¿?]. Este inocente
comentario nos hace pensar en el gallo de Chantecler, persuadido que era su
propio canto matutino que conseguía que saliera el sol. Las oposiciones de los
enemigos de la Iglesia son bastante más importantes a los ojos de Roma, que los
cambios de algunos sacerdotes a los cuales Roma está acostumbrada desde hace
rato (Mons. Williamson, Avrillé, la veintena de sacerdotes que salieron estos
últimos años, etc.)
Pase
lo que pase, el papado ya ha ido demasiado lejos como para poner fin sin previo aviso a la regularización. Todos los sacramentos de la FSSPX han sido
validados por Francisco unos después de otros. Las sanciones fueron retiradas. La Fraternidad ya está
casi regularizada. Francisco sigue siendo el dueño del calendario [y no sólo de eso, sino que el demoledor Francisco es dueño indiscutido de toda la iniciativa en el proceso de regularización de la Fraternidad. La FSSPX, por el contrario, se limita a reaccionar ante Roma, agradeciendo los regalos griegos de Francisco, moderando excesivamente las críticas a los liberales y herejes que ocupan la Iglesia, y debilitándose cada vez más ante los destructores de la fe]
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EL
PAPA FRANCISCO REFLEXIONA SOBRE EL FUTURO DEL MOTU PROPRIO
Nicolas Senèze, enviado especial permanente en Roma,
para La
Croix.
El papa, que está consciente de las tensiones que
puede acarrear la posibilidad para los sacerdotes de escoger su rito, podría
aprovechar el acuerdo con los lefebvristas para reservar el antiguo rito
solamente a su prelatura personal.
En los pasillos del Vaticano, Summorum Pontificum ya no es verdaderamente un texto de actualidad.
Más importantes parecen ser hoy las discusiones con la Fraternidad sacerdotal San
Pío X (FSSPX) para quien el texto de Benedicto XVI no fue forzosamente una
buena noticia: saliendo del debate de la cuestión litúrgica, el papa alemán
permitió en efecto ir al fondo de los desacuerdos teológicos.
Según la Comisión “Ecclesia Dei”, encargada en Roma
del diálogo con la FSSPX, estos desacuerdos hoy estarían allanados. Solo falta la firma de Mons. Bernard Fellay bajo el documento enviado hace ya
varios años [texto necesariamente traidor, lleno de ambigüedades y concesiones inaceptables]. “Si ellos no firman, son
realmente muy estúpidos, pues se les hizo un puente de oro”, comenta un
observador que leyó el texto. El superior general de la FSSPX debería firmar
después de haber convencido a los más recalcitrantes en el seno de la
Fraternidad. Y probablemente antes del verano de 2018, fecha del próximo
capítulo general en el curso del cual su mandato será puesto en juego. Ser
nombrado de por vida a la cabeza de una prelatura le evitaría una reelección
complicada.
El
sacerdote no debe escoger su rito
Para Francisco, se trata por principio de un gesto
de unidad: partidario de una “diversidad
reconciliada” y no de una Iglesia uniforme, está persuadido que, desde el
momento en que la FSSPX se dice católica, ella tiene su allí su lugar. Falta
saber si los lefebvristas encontrarán su lugar en la Iglesia plural de
Francisco. “¿Qué harán los obispos en las
diócesis con la prelatura lefebvrista frente a ellos?” pregunta un
observador.
Especialista en liturgia,
el teólogo Andrea Grillo recuerda por otra parte, cómo en su tiempo Summorum Pontificum puso a los obispos
en dificultades, tomados de repente entre los sacerdotes escogiendo el antiguo
rito y una Comisión Ecclesia Dei teniendo una lectura muy amplia del texto. “Al introducir la elección subjetiva del
rito por el sacerdote, el motu proprio fragilizó la unidad litúrgica de la
Iglesia y creó a veces Iglesias paralelas hasta en las parroquias. Esta es una
ruptura de la tradición”, considera él.
Este hombre cercano al
papa recuerda que, siendo arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Bergoglio pidió
a un sacerdote más bien adversario de la forma extraordinaria, el celebrar para
los fieles tradicionalistas. Justamente para subrayar que el sacerdote no debe
elegir su rito.
“El ordinario
no está allí”
Porque al mismo tiempo, el
papa argentino comparte con su predecesor una visión muy pragmática del antiguo
rito. Como Benedicto XVI hablaba del “pequeño
círculo de aquellos que utilizan el antiguo misal”, Francisco considera que
su predecesor“realizó un gesto magnánimo
para ir al encuentro de una cierta mentalidad de algunos grupos y personas
nostálgicas que se habían alejado” (1). Pero él considera que se trata verdaderamente
de una “excepción” y que “el ordinario de la Iglesia no está allí”.“Vaticano II y Sacrosanctum Concilium
deben ser promovidos tal cual son”, afirmó el papa que rechaza toda idea de
“reforma de la reforma”.
Según Andrea Grillo,
Francisco consideraría incluso, a cierto plazo, abolir Summorum Pontificum, a partir del momento en que el antiguo rito
estaría preservado en el seno de la prelatura personal ofrecida a la FSSPX [¿otro regalo griego de Francisco a la Fraternidad?]. “Pero esto no sucederá mientras Benedicto
XVI esté con vida” previene enseguida.
Mientras tanto, este papa
para quien las peticiones de algunos “demasiado
jóvenes para haber conocido la liturgia preconciliar”, esconden una “rigidez defensiva”, se prepara para empezar un nuevo ciclo de catequesis
del miércoles, justamente sobre la liturgia. "Esto muestra su voluntad de tomar en serio este tema, afirma Andrea
Grillo. Pero será la ocasión para él de hablar más del contenido de la liturgia
que de su forma y las rúbricas".
(1) Entrevista con el P. Antonio Spadaro en
introducción de Nei tuoi occhi è la mia
parola, Rizzoli, 2016.