domingo, 4 de octubre de 2015

EL PRIOR DE GAVRUS (FRANCIA) CONTRA LA PARTICIPACIÓN DE LA FSSPX EN EL JUBILEO

FUENTE (Extracto. Hemos destacado ciertas partes con negrita)

P. Nansenet, prior de Gavrus

Estaba en Roma, en la plaza de San Pedro, el 4 de agosto por la tarde. Ya había acudido en la mañana para implorar al príncipe de los apóstoles pero, en razón de mucho tiempo de espera, este proyecto fracasó.

Un poco decepcionado, me detuve en una exposición temporal, frente al brazo izquierdo de la columnata de Bernini. La exposición estaba anunciada con una pancarta gigante colgada en la pared: "Juan Pablo II y los Judíos: Una bendición mutua”. No me parece que la prensa tradicionalista le haya hecho eco. Sin embargo, es un logro notable en términos técnicos, las subvenciones de diversas instituciones académicas no han faltado. Salí muy instruido ¡e… indignado!

A las autoridades conciliares les encanta humillar a los hijos de la Iglesia por los repetidos arrepentimientos, sin verdadero objeto y que deshonran el Señorío de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. El objetivo perseguido y logrado por los enemigos de nuestra Santa Religión es el de hacer admitir a la Iglesia que la Antigua Alianza perdura, que habría que llamarla más bien primera que antigua, que los judíos no están llamados a arrepentirse y a convertirse al Hijo de Dios hecho carne hace dos mil años.

Antes de irme, no solamente decepcionado sino indignado, entré a la librería oficial del Vaticano. Todavía el año pasado se encontraban allí los libros litúrgicos de 1962, reeditados por pedido de Benedicto XVI. Este año los buscamos en vano. ¡El Breviario, el Misal del altar, el Ritual, el Pontifical, no se agotaron todos repentinamente y al mismo tiempo! Esta desaparición es el segundo signo revelador de las desgracias espirituales que sufrimos. ¿Qué sucedió con la voluntad de un cierto regreso al rito tradicional?

Francisco apareció de pie en su papa-móvil rodeado de guardaespaldas. Yo lo vi durante diez minutos, parte en carne y hueso, parte en una gran pantalla, recorriendo los diferentes lugares en medio de ovaciones sucesivas. Y no puedo más que constatar que nuestro papa jamás bendice. Él multiplica sin cesar los signos con la mano, pero no bendice.

En nuestros desgraciados tiempos, he aquí por lo tanto tres signos recientes, ustedes determinarán sus alcances:

-Los adeptos de Anás y Caifás tienen su escaparate hasta en el centro de la cristiandad.
-Los libros litúrgicos de 1962 son imposibles de encontrar en la librería del Vaticano.
-El papa no bendice a los jóvenes católicos reunidos ante la Basílica del apóstol san Pedro

¿Y debemos de participar ahora en un jubileo atípico con ocasión de un triste aniversario, el de un concilio calamitoso que Mons. Lefebvre llamó la Tercera Guerra mundial, fuente de estragos inauditos entre los bautizados?

¿Ahora debemos estar agradecidos al Papa que nos da el poder de confesar, y que recusa por ese mismo hecho, implícitamente, el estado general de necesidad en la Iglesia, y lo bien fundado de nuestro combate?

¿Debemos callarnos sobre las responsabilidades del jefe de la Iglesia en los ataques dirigidos contra la familia, sus fundamentos naturales y divinos?

P. Philippe Nansenet