viernes, 19 de marzo de 2021

SAN JOSÉ FUE DECLARADO POR EL PAPA BENEDICTO XV, EN 1920, COMO SANTO PATRÓN CONTRA EL COMUNISMO, CONTRA EL CONTAGIO DEL SOCIALISMO, CONTRA EL NATURALISMO Y CONTRA LA RELAJACIÓN MORAL


Actualmente el  mayor enemigo de nuestra Iglesia es el marxismo y su agenda anti católica que se ha infiltrado en la Jerarquía que se ha tomado el control de muchos colegios católicos; con la finalidad de corromperle la mente a muchos jóvenes católicos. Los marxistas infiltrados han estado controlándolos psicológicamente y manipulándolos  emocionalmente para que miren a la Iglesia y a Dios como los ´opresores´ y para que ellos se sientan como los justicieros que tienen la finalidad de combatirlos, para que ellos se enlistan  en la causa marxista; según ellos para ´liberar´ a las supuestas víctimas  de sus ‘opresores’, es decir liberar al mundo de Dios y de la Iglesia y así engañados se enlistan en una guerra contra Dios, contra la familia y contra la Iglesia.

Los marxistas han manipulado a los jóvenes  para que se rebelen contra las enseñanzas dogmáticas de la Iglesia, para que se rebelen contras la autoridad de sus padres, para  vean a la familia tradicional como enemiga del ´progreso´, para que se opongan al trabajo de evangelización cristiana y se avergüencen de ella, y para que en lugar de procurar  la conversión  de los pecadores  quieran construir una nueva iglesia sin Dios, una que tenga que arrodillarse ante el mundo y pedirle perdón a los hombres malos porque las enseñanzas morales de la Iglesia  que buscan su conversión para procurar su salvación se opone a sus vicios.

Estos marxistas le han sellado la mente a muchos jóvenes que han estudiado en colegios católicos y salen siendo los peores ateos y los mayores enemigos de las enseñanzas morales de la Iglesia.

Los activistas marxistas le inyectan odio  a los jóvenes para que se unan a la rebelión de la causa marxista. Estos jóvenes  seducidos por la ideología marxista  supuestamente buscaban mejoras sociales,  pero a la hora de la verdad no tienen ningún problema en convertirse en delincuentes juveniles  y en vándalos, dispuestos a dar rienda suelta a cualquier desenfreno.

Es hora de despertar y de contra atacar la ideología de genero marxista satánica que busca desterrar a Dios, atacar la familia y las enseñanzas perennes de nuestra Iglesia católica. Todos los padres de familia están en la obligación moral de educar a sus hijos y darle las herramientas necesarias para que rechacen el marxismo cultural.


El Manifiesto Comunista señaló como objetivo transformar culturalmente a la sociedad, así lo establece en el capítulo dos. Donde Marx y Engels dejaron muy claro que buscaban abolir la nación, la religión y la familia. Ellos dicen que “el comunismo abole las verdades eternas, toda religión y toda moral”. 


El Papa Benedicto XV escribió en la encíclica Humani Generis Redemptionem: “Si consideramos hasta qué punto han llegado las costumbres públicas y privadas y las instituciones de los pueblos, vemos como cada día crecen por todas partes el desprecio y el olvido de las cosas sobrenaturales; poco a poco nos alejamos de la austeridad de la virtud cristiana y cada día retrocedemos cada vez más hacia la infame vida de los paganos.”

Imploremos la Poderosa ayuda de San José  en esta guerra contra el Marxismo Cultural, especialmente en este año 2020 en el que  se cumple un siglo y medio del aniversario de la proclamación de San José, como patrón de la Iglesia Universal, que fue promulgado en 1870 por el Papa Pío IX ‘Quemadmodum Deus’. 

Hace 100 años que el Papa Benedicto XV nombró a San José,  como  santo patrón contra el comunismo, contra el contagio del socialismo, contra el naturalismo y contra la relajación moral.

Antes estos ataques inminentes que estamos presenciando contra la moral católica  levantemos nosotros también el estandarte de San José y enlistémonos en el Ejercito de Jesucristo para  luchar por defender nuestra fe.

gallery-fatima-miracleSan José apareció en el Milagro del Sol de Fátima como modelo de Familia cristiana y defensor de la Paternidad.


BONUM SANE ET SALUTARE  
 

Motu Proprio de BENEDICTO XV

Sobre las solemnidades del 50º aniversario de la  declaración de San José como Patrono de la Iglesia Católica

Del 25 de julio de 1920
 
 
1. Motivo: 50º aniversario del Patronato de San José y aumento de su culto
 
Bueno y saludable para el nombre cristiano fue que Nuestro predecesor de inmortal memoria, Pío IX, declarara Patrono de la Iglesia Católica a José, castísimo esposo de la Madre de Dios  y padre nutricio del Verbo Encarnado; y, por cuanto en el próximo mes de Diciembre harán 50 años que auspiciosamente se efectuara esa proclamación,  creímos de mucha utilidad el que en todo el orbe se celebrase la solemne conmemoración de este acontecimiento.
Al tender la mirada retrospectiva sobre ese lapso del pasado, salta a la vista la aparición de una no interrumpida serie de Institutos que indican que el culto al santísimo Patriarca está sensiblemente creciendo entre los fieles cristianos hasta nuestros días. Mas al contemplar de cerca las acerbas penalidades que afligen hoy al género humano parece que debemos fomentar mucho más intensamente en el pueblo este culto y propagarlo más extensamente.
 
2. Mayor motivo de recurrir a San José: el naturalismo
 
En Nuestra Encíclica “De Pacis Reconciliatione Christiana”[1] en que considerábamos principalmente, las relaciones tanto entre los pueblos como entre los individuos, señalábamos cuánto aún falta para lograr restablecer la tranquilidad general del orden después de esa grave contienda de la guerra pasada. Pero ahora debemos atender a otra causa de perturbación mucho más grave por cuanto se infiltró en las mismas venas y entrañas sociedad humana; pues, se comprende que en ese tiempo en que la calamidad de la guerra absorbía la atención de los hombres, el naturalismo, esa peste perniciosísima del siglo, los corrompiera totalmente y que, donde se desarrollaba bien, debilitaba el deseo de los bienes celestiales, ahogaba las llamas de la caridad divina, sustraía al hombre de la gracia de Cristo que sana y eleva y, despojándolo finalmente de la luz de la fe y abandonándolo a las solas fuerzas enfermas y corrompidas de la naturaleza, permitía las desenfrenadas concupiscencias del corazón. Por cuanto demasiados hombres acariciaban ansias dirigidas exclusivamente a las cosas caducas, y que entre los proletarios y ricos reinaban celos y odios muy enconados, la duración y magnitud de la guerra aumentó las mutuas enemistades de clases y las hacía más agudas, especialmente porque por un lado, para las masas causó una intolerable carestía de víveres y por el otro, proporcionó a un grupo muy reducido una súbita abundancia de bienes de fortuna.
 
3. Relajación moral.
 
Sumóse a eso que por la guerra en muchísimos hombres había sufrido no poco detrimento la santidad de la fidelidad conyugal y el respeto a la patria potestad, por cuanto la larga separación de los cónyuges relajó los lazos de sus mutuas obligaciones y la ausencia del que las había de custodiar empujó, especialmente a los jóvenes a la temeridad de lanzarse a una conducta más licenciosa.
   Por lo tanto, hemos de deplorar mucho más que antes que las costumbres sean más libres y depravadas y que, por la misma razón, se agrave cada día más la que llaman causa social, de modo que debemos temer males de gravedad extrema.
 
4. El comunismo extiende sus amenazas.
 
Pues, en los deseos y la expectativa de cualquier desvergonzado se presenta como inminente la aparición de cierta República Universal que como en principios fijos se basa en la perfecta igualdad de los hombres y la común posesión de bienes, y en la cual no habría diferencia alguna de nacionalidades ni se acataría la autoridad de los padres sobre los hijos, ni la del poder público sobre los ciudadanos, ni la de Dios sobre los hombres unidos en sociedad.
Si esto se llevara a cabo no podría menos de haber una secuela de horrores espantosos; hoy día ya existe esto en una no exigua parte de Europa que los experimenta y siente. Ya vemos que se pretende producir esa misma situación en los demás pueblos; y que, por eso, ya existen aquí y allá grandes turbas revolucionarias porque las excitan el furor y la audacia de unos pocos.
 
5. San José remedio contra estos males.
 
Nos ante todo, preocupados, naturalmente, por el curso de los acontecimientos, no omitimos, ocasionalmente, recordar sus deberes a los hijos de la Iglesia, como en las recientes cartas al Obispo de Bérgamo y a los obispos de la región véneta. Por la misma razón, para retener en su deber a todos los hombres que se ganan el sustento por sus fuerzas y su trabajo donde quiera vivan, y conservarlos inmunes del contagio del socialismo que es el enemigo más acérrimo de la sabiduría cristiana, ante todo les proponemos fervorosamente a San José para que lo elijan como guía particular de su vida y lo veneren como patrono.
Pues, él pasó, sus años llevando un género de vida similar al de ellos; y por esta misma razón, Cristo-Dios, siendo como era el Unigénito del eterno Padre, quiso ser llamado Hijo del Carpintero. Pero con ¡ cuántas y cuán eximias virtudes adornó la humildad del lugar y de la fortuna, especialmente con aquéllas que correspondían a aquel que era esposo de MARÍA Inmaculada y que se tenía por el padre de Jesús, Nuestro Señor!
 
6. Elevar la mirada a las cosas imperecederas.
 
Por esto, aprendan todos en la escuela de San José a mirar todas las cosas que pasan bajo la luz de las cosas futuras que permanecen y, consolándose, por las incomodidades de la humana condición, con la esperanza de los bienes celestiales, a encaminarse hacia ellos, obedeciendo a la voluntad de Dios, conviene a saber: viviendo sobria, recta y piadosamente[2].
 
7. Cita de León XIII sobre el respeto al orden establecido por Dios.
 
Por lo que respecta propiamente a los obreros, plácenos citar lo que Nuestro predecesor de feliz recordación, LEÓN XIII dijo en una ocasión similar[3]: Los obreros y cuantos se ganan el sustento con el salario de sus manos, pensando en estas cosas, deben levantar los ánimos y sentir rectamente; que, aunque estén en su derecho, (cuando no se opone la justicia), de salir de la pobreza y de lograr una mejor situación, la razón y la justicia no permiten trastrocar el orden establecido por la providencia de Dios. Insensato, empero, sería el propósito recurrir a la fuerza y emprender algo semejante, mediante la sedición y el desorden, lo cual en la mayoría de los casos causaría males mayores que aquellos que se tratan de aliviar. No se fíen pues, los pobres, si quieren ser prudentes, de las promesas de los hombres sediciosos sino que confíen en el ejemplo y el patrocinio de San José, y así mismo en la maternal caridad de la Iglesia la cual en verdad se preocupa de ellos cada día más solícitamente.
 
8. Frutos de la devoción a San José para la vida del hogar y de la sociedad
 
Si crece la devoción a San José, el ambiente se hace al mismo tiempo más propicio a un incremento de la devoción a la Sagrada Familia, cuya augusta cabeza fuera: una devoción brotará espontáneamente de la otra. Pues, JOSÉ nos lleva derecho a María, y por María llegamos a la fuente de toda santidad, a JESÚS, quien por su obediencia a José y María consagró las virtudes del hogar.
Deseamos que las familias cristianas se renueven a fondo y se hagan conformes a tantos ejemplos de virtudes como ellos practicaron. Por cuanto la comunidad del género humano se ha fundado sobre la familia se inyectará, bajo la universal influencia de la virtud de Cristo, cierto nuevo vigor y una como nueva sangre en todos los miembros de la sociedad humana, cuando la sociedad doméstica, comunidad, pues, más religiosamente de castidad, concordia y fidelidad, goce de una mayor firmeza; y de allí no sólo seguirá la enmienda de la costumbres de los particulares sino también la de la vida común y del orden civil.
 
9. Exhortación papal a una mayor devoción a San José.
 
Nos, pues, totalmente confiados en el patrocinio de aquel a cuya vigilancia y previsión quiso Dios encomendar a su Unigénito encarnado y a la Virgen y Madre de Dios, propiciamos que todos los Obispos del orbe católico exhorten a todos los fieles a implorar el auxilio de San José, tanto más insistentemente cuanto es más adverso el tiempo a la causa cristiana.
Dado que esta Sede Apostólica ha aprobado varios modos de venerar al Santo Patriarca, ante todo, cada miércoles del año y por un mes entero determinado, deseamos que, bajo la insistente admonición del Obispo, se practiquen todos ellos de ser posible, en todas las Diócesis, en especial, empero, incumbe a Nuestros Venerables Hermanos apoyar y fomentar con todo el peso de su autoridad e interés las asociaciones piadosas, como la de la Buena Muerte, la del Tránsito de San José y la de los Agonizantes, las cuales fueron fundadas para implorar a San José por los agonizantes, porque con razón se considera a aquel como eficacísimo protector de los moribundos a cuya muerte asistieron el mismo Jesús y María.
 
10. Plegaria e indulgencia.
 
Para perpetua memoria, empero, del Decreto Pontificio que arriba mencionamos, ordenamos y mandamos que dentro del año que comienza a correr el 8 de Diciembre próximo, se hagan en todo el orbe católico solemnes súplicas, en el tiempo y modo que parezca mejor a cada Obispo, en honor de San José, Esposo de la Santísima Virgen y Patrono de la Iglesia Católica.
Todos cuantos asistan a ellas podrán ganar para sí una indulgencia de sus pecados, bajo las acostumbradas condiciones.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 25 de julio, en la fiesta de Santiago Apóstol, en el año 1920, sexto de Nuestro pontificado. Benedicto XV. 


[1]Se refiere a la Encíclica: Pacem Dei munus  

[2] Tito 2,12 

[3] EpistolaEncicl. Quamquam pluries, de agosto de 1889.

El Papa Benedicto XV hizo hincapié en que la familia es el “núcleo y la base” de la sociedad humana, y alentó a las familias a guiarse con el ejemplo de la Sagrada Familia. 

Afirmó que fortalecer la sociedad doméstica con pureza, armonía y fidelidad, no solo afectaría la mejora de la moral privada, sino también la vida moral de la comunidad.

En 1917, el Papa Benedicto XV promulgó el  Código de Derecho Canónico, el cual confirmó la bula “Cum ex apostolatus” que anula la elevación de un hereje al papado. 

Canonizó a la heroína medieval francesa Juana de Arco en 1920.

Siguiendo al Papa Pío X, Benedicto condenó al modernismo teológico y los errores de los sistemas filosóficos modernos en su Ad Beatissimi Apostolorum

Declinó readmitir a los eruditos excomulgados en los pontificados anteriores.

Durante su papado combatió a los malos sacerdotes pidió que todos los sacerdotes que son incapaces de predicar o confesar fueran removidos de sus posiciones y en su Encíclica Humani Generis Redemptionem denunció  a los malos pastores: “debemos definir vano orador, y no predicador del Evangelio, a aquel cuyo objetivo no es conducir a los hombres a un más exacto conocimiento de Dios y al camino de la salvación eterna.” 

LA DEVOCIÓN A SAN JOSÉ EN LOS DOS ÚLTIMOS SIGLOS

El Pío XI cuenta especialmente con la intervención de san José. En su célebre Encíclica Divini Redemptoris, contra el comunismo, en 1937(35), donde fijaba con claridad la actitud de la Iglesia, declara: «Ponemos la gran acción de la Iglesia católica contra el comunismo ateo mundial bajo la égida del poderoso protector de la Iglesia, san José. Él pertenece a la clase obrera y él experimentó el peso de la pobreza en sí y en la Sagrada Familia, de la que era jefe solícito y amante; a él le fue confiado el divino niño, cuando Herodes envió sus sicarios contra él. Con una vida de absoluta fidelidad en el cumplimiento del deber cotidiano, ha dejado un ejemplo de vida a todos los que tienen que ganar el pan con el trabajo de sus manos. Y mereció ser llamado el justo, ejemplo viviente de la justicia cristiana que debe dominar en la vida social».

San José Patrono de la Iglesia Universal en estos tiempos de tribulaciones, le pedimos que destruya las herejías, el espíritu de rebelión que se levanta contra la Ley de Dios. San José, te suplicamos que intercedas ante el trono de tu divino Hijo por la conversión de los pecadores y por la libertad y exaltación de nuestra santa Madre la Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.