"Espero sinceramente que mi testimonio, sobre todo en lo referente a hacer entender el engaño que se está consumando en la Iglesia, permita que los cardenales, hermanos míos en el episcopado y en el sacerdocio, abran los ojos en un gesto de humildad, valor y confianza en el poder de Dios. No podemos seguir defendiendo la causa y el origen de la crisis actual sólo porque no queremos reconocer que se nos ha engañado; esa obstinación en el error sería una culpa mayor que el propio error."