viernes, 12 de marzo de 2021

COMENTARIO ELEISON Número DCCVII (707) - 30 de enero de 2021

 


Segundo Diluvio

Del primer Diluvio surgió una edad de oro.
Del segundo surgirá un gran triunfo de la Iglesia.

Repito, el actor principal en el drama mundial de Covid que se desarrolla a nuestro alrededor es Dios Todopoderoso, nada menos. Por supuesto que Él no juega ningún papel en los multitudinarios pecados involucrados, como pecados, pero es Él quien creó el universo y quien sostiene en existencia lo que Él creó por cada momento que existe, sin lo cual se colapsaría de nuevo en la nada. ¿Y para qué lo creó? Para poblar su cielo con criaturas racionales, angélicas o humanas, que habrán hecho uso de la existencia y el libre albedrío que Dios les ha dado para elegir, según las condiciones de Dios, de aceptar su oferta de felicidad eterna con Él en su cielo. Y con una sabiduría divina muy por encima de todo entendimiento humano, Él gestiona de tal manera toda la vida aquí en la tierra que cada alma humana que llega a la edad de la razón no sólo tiene las pruebas suficientes para asegurarse de que Le ama lo suficiente como para merecer el cielo, sino también la gracia actual suficiente para asegurarse de que puede llegar al cielo si lo desea.

Por lo tanto, es Dios quien dirige en última instancia lo que podemos llamar este colapso de Occidente, al igual que dirigió el Diluvio en tiempos de Noé, para castigar a la humanidad pecadora y evitar que poblara el infierno en lugar del cielo. En realidad, el castigo fue también una gran misericordia, porque toda la humanidad había “corrompido sus caminos” (Génesis VI, 11–12), de modo que sin duda una gran multitud de hombres iba camino de la condenación eterna y lograba – como hoy – llevarse consigo prácticamente a todo el mundo. Tal había sido el efecto del pecado original, durante los aproximadamente mil años transcurridos desde Adán y Eva. Pero como los hombres se dieron cuenta progresivamente de que las aguas crecientes del Diluvio no les iban a dejar escapar, una minoría de ellos habrá aprovechado la lenta subida de las aguas para hacer un acto de contrición suficiente para salvar sus almas para la eternidad. ¡Pregunten a cualquiera de esas almas, ahora en el cielo, si el Diluvio no fue un enorme acto de misericordia de Dios!

Del mismo modo, hoy en día. La humanidad ha corrompido sus caminos, en toda la tierra, con el materialismo occidental, y peor que en tiempos de Noé, porque esta vez ha tenido lugar la Encarnación, y después de beneficiarse de ella durante un tiempo, esta vez los hombres han despreciado no sólo a Dios, sino incluso al Dios encarnado, visiblemente crucificado por ellos, para dotarles de una Iglesia que les ayude a salvar sus almas. Sin embargo, esta vez incluso sus propios eclesiásticos Lo han despreciado prácticamente, desde el Vaticano II. Han pasado 56 años desde el final del Vaticano II, y la corrupción sigue avanzando muy rapido. Ahora bien, ¿puede alguien acusar a Dios de haberse apresurado a golpear, como lo hizo en 2020? Difícilmente. ¿O puede alguien decir que empezó a golpear con mano dura? Difícilmente, cuando uno piensa en las desgracias como el colapso económico total o las guerras civiles o las hambrunas anunciadas para los próximos años. Y si éstas llegan, por la malicia de los hombres (y sólo con el permiso de Dios), ¿quién podrá decir que no fueron merecidas?

Sin embargo, Dios es paciente con cada uno de nosotros, y su misericordia es eterna, sólo que debe golpear y seguir golpeando con fuerza hasta que aprendamos la lección, y hasta que comencemos a pensar de nuevo en llegar al cielo. Porque para muchos de nosotros la lección, por dura que sea, llegará demasiado tarde, y sólo dará lugar a maldiciones, contra Él, contra nuestros semejantes, contra la vida, contra los políticos, contra cualquiera, excepto la única persona verdaderamente responsable de mi propia angustia, y ésta será: yo mismo.

Por eso, en todo lo que viene veré la mano (sin pecado) de Dios, y me pondré de rodillas para rogarle que se apiade de nosotros, pobres pecadores. Los hombres ya no pueden limpiar su propio desorden, sólo pueden empeorarlo. Con la gracia de Dios tendré compasión de todos ellos, y haré lo que pueda hacer, para ayudarles a salvar sus almas, pero sólo de Dios esperaré verdaderas soluciones. Y Él al menos tendrá la sabiduría y el poder de dirigir todo para lo mejor, eso lo sé de antemano.

Kyrie eleison.