viernes, 23 de noviembre de 2018

UN COMENTARIO SOBRE EL COMUNICADO DE MÉNZINGEN DE 23 DE NOVIEMBRE DE 2018




Fuente (extracto)

1.    El comunicado recuerda que las diferencias entre Menzingen y Roma son ciertamente doctrinales, y que debido a esta "divergencia doctrinal", los intentos de llegar a una declaración doctrinal aceptable (antes de una "regularización" jurídica) no han tenido éxito.

Pero luego viene un non séquitur (es decir, una conclusión que no se deriva lógicamente de la declaración anterior): “Todo lleva a la fraternidad a reanudar la discusión teológica.” No. De hecho, es precisamente lo contrario: todo indica la inutilidad de la reanudación de las discusiones doctrinales si es verdad que la "divergencia doctrinal" permanece intacta. Se puede concluir que, o bien Menzingen está dispuesto a diluir sus propias posiciones doctrinales (algo que ya viene haciendo desde al menos 2009, con las escandalosas declaraciones de Mons. Fellay en su entrevista al CNS aceptando en principio la libertad religiosa, además de eso de colocar el Concilio Vaticano II dentro de la Tradición de la Iglesia), o bien Roma se está convirtiendo a la Tradición. Es obvio cuál de las cosas ha ocurrido.

2.    Después del non séquitur sigue esta asombrosa declaración:  "el buen Dios no necesariamente le pide que convenza a sus interlocutores, sino que presente a la Iglesia el testimonio incondicional de fe"

Este es el anuncio oficial del abandono de toda exigencia de conversión por parte de Roma a la Tradición como requisito previo para una "regularización" jurídica. Invierte la posición oficial de la FSSPX en vigor desde 1988 a 2012. Además, la cita conlleva en sí misma una contradicción interna: el Buen Dios, aparentemente, no exige que la FSSPX trate de convertir a Roma, sino sólo de dar testimonio de la fe; pero, si la FSSPX no está interesada en convertir a Roma de nuevo a la Fe, ¿de qué manera está trayendo a la Iglesia un testimonio incondicional de la fe? Y sobre todo, ¿cuál es el propósito de estas discusiones, desde la perspectiva de la Tradición, si no es para convencer a Roma de sus errores y llevarla a la conversión? Con Monseñor Lefebvre, el propósito de las discusiones era muy claro: "En estas conversaciones hemos estado con objetivos cruzados: por nuestra parte, esperamos el regreso de la Tradición a Roma; de su lado, ellos no ceden" (fuente de esta cita). Pero desde el punto de vista del sentido común, una FSSPX que teme molestar a Roma con ciertas críticas al Vaticano II y a la reforma postconciliar, no está en condiciones de emprender discusiones doctrinales con Roma, mucho menos de pretender que está dando "a la Iglesia un testimonio incondicional de la fe". Yo sería menos crítico con Ménzingen si tan sólo dijera: "Después de 10 años de branding y de negarnos a condenar los errores conciliares, creemos que hemos preparado con éxito las mentes (clericales y laicas) para la aceptación de un acuerdo con la Roma inconversa y, por consiguiente, creemos que es el momento adecuado para que retomemos la farsa de las discusiones doctrinales, a fin de anunciar un acuerdo doctrinal".

3.     “El futuro de la Fraternidad está en manos de la Providencia y la Santísima Virgen María, como lo demuestra toda su historia desde su fundación hasta nuestros días”.

En otras palabras, la idea gratuita y manifiestamente falsa de que Dios quiere un acuerdo, ¡y respalda el ralliement! ¿Cómo es que Monseñor Tissier de Mallerais nos dijo en 2012 que la misma Virgen María había protegido la SSPX bloqueando el acuerdo traicionero de Monseñor Fellay? Nótese también la referencia a "como lo demuestra toda su historia..." Un intento de suavizar la abrupta reorientación de 2012 mediante la afirmación de una continuidad ficticia de la posición con respecto a Roma. Nada más lejos de la realidad: es esta reorientación abrupta la que fue el génesis de la Resistencia en primer lugar. Si hubiera una verdadera continuidad a lo largo de toda la historia de la SSPX, ¿para qué habríamos tenido que organizarnos en una dirección contraria? Pero al igual que con las Cruzadas del Rosario, la Neo-FSSPX no duda en reclamar el patrocinio del Cielo para apoyar sus aspiraciones mundanas: Dios quiere la traición de la Tradición, y la muerte de cualquier oposición sustancial a los errores conciliares que han causado la apostasía y la condenación de millones.

4.     “Los miembros de la Sociedad no quieren nada más que servir a la Iglesia y colaborar eficazmente a su regeneración, hasta el punto de dar su vida por su triunfo, si es necesario. Pero no pueden elegir el modo, los términos o el tiempo de algo que pertenece sólo a Dios”.

Más de lo mismo: Dios les está ordenando que tengan discusiones doctrinales para obtener un acuerdo de la Roma inconversa, y ¿quiénes son ellos para rechazar la voluntad manifiesta de Dios? Más claro: La organización del apostolado tal como existía en la FSSPX de 1988-2011 ya no es "la manera". Dios ordena los cambios en la FSSPX, y ¿qué podemos hacer sino seguir Su Voluntad? En el fondo de esa idea hay una conclusión innegable: "La manera" de Mons. Lefebvre estaba mal. Se equivocó, por ejemplo, al decir esto: "El día en que el Vaticano sea liberado de esta ocupación por los modernistas y vuelva al camino seguido por la Iglesia hasta el Vaticano II, nuestros nuevos obispos se pondrán enteramente en manos de nuestro Soberano Pontífice, hasta el punto de desistir, si así lo desea, del ejercicio de sus funciones episcopales" (fuente de esta cita). Dirán que él estuvo en lo correcto para su tiempo, pero ya no podemos ser “ochentistas” (P. Simoulin), y este Papa nos está dando todo lo que podemos pedir. Pero está claro que Francisco (como Benedicto XVI y Juan Pablo II antes que él) es abiertamente modernista y hostil a la Tradición, y el criterio que Mons. Lefebvre expuso anteriormente ahora no sirve. ¿Qué puede hacer el neo-Menzingen sino discursear acerca de que "no es una trampa" y de que "no ha habido compromisos"? Mientras tanto, para una interpretación muy diferente de la Providencia de Dios, ver esta carta delP. Jean de Morgon de 2009