Tornielli con Francisco
Hoy 24 de noviembre, Andrea Tornielli -actualmente, el más influyente vaticanista, y también un reconocido promotor del acuerdo práctico entre la FSSPX y Roma- escribe en Vatican Insider:
"La historia poco
conocida de los últimos años en las relaciones entre Roma y Menzingen está
llena de contactos que tenían como objetivo llevar a una declaración doctrinal
sobre lo que es esencial para un católico, misma que habría debido ser suscrita
por la Fraternidad "(…)
"Los lefebvrianos
propusieron correcciones y añadiduras, que fueron aceptadas, y la Feria IV, la
reunión de los miembros del ex Santo Oficio, dejó claro en el texto el tema de
la adhesión al Concilio, utilizando una expresión de San Juan Pablo II, que el
mismo Marcel Lefebvre había suscrito. Es la famosa frase que utilizó el Papa Wojtyla al comenzar su
Pontificado, cuando afirmó que el Vaticano II debe ser interpretado a la luz de
la tradición. A los lefebvrianos, pues, se les pidió que aceptaran
un texto que dice: «Aceptamos el Concilio Ecuménico Vaticano II a la luz de la
tradición y del magisterio constante de la Iglesia»."
"La declaración aprobada por Francisco fue
presentada una primera vez al entonces superior de la Fraternidad San Pío X, el
obispo Bernard Fellay, en agosto de 2017, por el prefecto Ladaria. Y
fue presentada nuevamente al mismo Fellay en el último encuentro que se
llevó a cabo en Roma en 2018. En esa ocasión, el superior lefebvriano no
criticó la formulación, pero explicó que antes de su consenso debía esperar el
resultado del capítulo general de la Fraternidad." [Esto es lo que dice el original en italiano: il superiore lefebvriano non contestò la formulazione, spiegando però che prima dell'adesione bisognava aspettare l'esito del capitolo generale della Fraternità; lo que, según una traducción más literal, queda así: el superior de Lefebvrist no objetó la formulación, explicando que antes de la adhesión debía esperarse el resultado del capítulo general de la Fraternidad. Nota de NP]
Y sobre la
petición que ha hecho al Vaticano el P. Pagliarani en cuanto a reanudar las
discusiones teológicas, dice Tornielli: “La reacción
vaticana a la petición del nuevo responsable lefebvriano fue de apertura y de
diálogo. El cardenal Ladaria dijo que ahora debe ser la Fraternidad la que
presente una propuesta para estos nuevos diálogos y que debe indicar cuáles
cuestiones son las que pretende volver a discutir.”
Leer el artículo de
Tornielli:
Todo está mal, hay que volver a hacer todo. Después de años de diálogo
teológico, de duras discusiones, de encuentros reservados en los palacios
vaticanos, la relación entre la Santa Sede y la Fraternidad Sn Pío X sigue en
alta mar, y cualquier posible solución o acercamiento
parece irse alejando. A pesar de la gran disponibilidad demostrada primero por
Benedicto XVI (con la liberalización de la misa antigua y la cancelación de las
excomuniones) y después por Francisco (asegurando la validez de las confesiones
y de los matrimonios celebrados por los sacerdotes de la Fraternidad) parece
que se vuelve al punto de partida, con un único convidado de piedra: el Concilio Ecuménico Vaticano II,
que, según los seguidores de Marcel Lefebvre, contendría «errores».
«Todo empuja, pues, a la Fraternidad a retomar
la discusión teológica», anunció la Fraternidad fundada por el arzobispo
tradicionalista Lefebvre, y explicó que el nuevo superior, Davide Pagliarani
fue recibido por el cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la
Fe, Luis Ladaria, y por el arzobispo Guido Pozzo, secretario de la comisión
pontificia “Ecclesia Dei”. Una ocasión, insistieron los lefebvrianos, para dar
cuenta de una «irreducible divergencia doctrinal». En el comunicado no se dijo,
pero durante la conversación Pagliarani dijo a sus interlocutores que los textos mismos del Concilio contienen
«errores», por lo que sería indispensable una aclaración, que en la
óptica de la Fraternidad significa una corrección por parte de Roma de los presuntos
«errores conciliares».
La historia
poco conocida de los últimos años en las relaciones entre Roma y Menzingen está
llena de contactos que tenían como objetivo llevar a una declaración doctrinal
sobre lo que es esencial para un católico, misma que habría debido ser suscrita
por la Fraternidad San Pío XI, condición
previa para la plena comunión y para la definición de un estatuto jurídico para
el grupo lefebvriano, que se habría convertido en una prelatura
dependiente directamente de la Santa Sede. La confrontación teológica entre la
Congregación para la Doctrina de la Fe y la Fraternidad ya se ha dado y,
mediante las diferentes etapas y discusiones, produjo el borrador de una
declaración aprobada primero por la Feria IV del dicastero y después por el
Papa Francisco.
Los
lefebvrianos propusieron correcciones y añadiduras, que fueron aceptadas, y la
Feria IV, la reunión de los miembros del ex Santo Oficio, dejó claro en el
texto el tema de la adhesión al Concilio, utilizando una expresión de San Juan
Pablo II, que el mismo Marcel Lefebvre había suscrito. Es la famosa frase que utilizó el Papa
Wojtyla al comenzar su Pontificado, cuando afirmó que el Vaticano II debe ser
interpretado a la luz de la tradición. A los lefebvrianos, pues, se
les pidió que aceptaran un texto que dice: «Aceptamos el Concilio Ecuménico
Vaticano II a la luz de la tradición y del magisterio constante de la
Iglesia».
La declaración aprobada por Francisco fue presentada una primera vez al
entonces superior de la Fraternidad San Pío X, el obispo Bernard Fellay, en
agosto de 2017, por el prefecto Ladaria. Y fue
presentada nuevamente al mismo Fellay en el último encuentro que se llevó a
cabo en Roma en 2018. En esa ocasión, el superior lefebvriano no criticó la
formulación, pero explicó que antes de su consenso debía esperar el resultado
del capítulo general de la Fraternidad. La actitud dialogante de Fellay resultó
derrotada en el capítulo, en el que prevaleció una línea más intransigente.
Como demuestra la petición de Pagliarani a las autoridades de la Congregación
para la Doctrina de la Fe de volver a abrir las discusiones teológicas.
La Santa Sede, para resolver la situación de la Fraternidad, nunca ha
pretendido que no hubiera críticas, discusiones, peticiones, aclaraciones incluso
sobre la interpretación de los textos conciliares. Pero una cosa es discutir sobre la hermenéutica de los textos (que en su
momento fueron votados por el padre conciliar Marcel Lefebvre) y otra es
afirmar que los textos promulgados por Pablo VI (a los cuales se sumaron casi
unánimemente todos los obispos del mundo) contienen «errores» que «Roma debe
cambiar».
La reacción
vaticana a la petición del nuevo responsable lefebvriano fue de apertura y de
diálogo. El cardenal Ladaria dijo que ahora debe ser la Fraternidad la que
presente una propuesta para estos nuevos diálogos y que debe indicar cuáles
cuestiones son las que pretende volver a discutir. Pero es evidente que la Santa Sede nunca podrá aceptar que se consideren
erróneos los textos del último Concilio, por lo que insistir en esta
postura impedirá cualquier paso para resolver la situación.
El fundador de
la Fraternidad, Marcel Lefebvre, además de haber votado los textos conciliares,
habló en público a favor de los documentos del Vaticano II en 1965 y en
1966. Cambió de opinión
radicalmente en 1969, con la crisis y las críticas dentro de la Iglesia
que caracterizaron el periodo post-conciliar.