martes, 22 de diciembre de 2020

COMENTARIO ELEISON Número DCC (700) -12 de diciembre de 2020

 

MADIRAN – PROPOSICIÓN VII

Para todos los hombres Dios tiene un marco y un plan natural,
A años luz de donde está el hombre moderno.

La Parte V no es la más fácil de las seis partes del libro de Jean Madiran (1920–2013) de 1968, sobre La Herejía del siglo XX, porque trata de la Ley Natural, que es un concepto difícil de comprender para las mentes modernas. Y esto es porque Dios el Creador es tanto el escritor de la Ley Natural como Aquel que la implanta en todas sus diversas criaturas, y el Gran y Buen Dios es un misterio cerrado para una gran mayoría de las mentes modernas. Sin embargo, la Ley Natural es para Madiran tan importante como medio para llegar a la herejía del siglo XX, que la pone en el centro de la última de las siete Proposiciones que seleccionó de los escritos del Obispo Schmitt de Metz en Francia para dar forma a una herejía que de otra manera no tendría forma. Hela aquí –

7 La ley natural es la expresión de la conciencia colectiva de la humanidad. De la cual se desprende que no hay una ley natural objetiva moral, promulgada por Dios e inscrita en el corazón del hombre.

La razón del obispo Schmitt para negar la existencia de tal ley divina en los hombres parece ser que hace la vida social del hombre demasiado mecánica, como si las soluciones a todos los problemas sociales de los hombres pudieran ser leídas como en un instructivo de fabricante. Pero el instructivo de Dios para el hombre permite plenamente la libertad humana incluso en la sociedad, mientras que la negación de la ley natural, dice Madiran, funda el bien y el mal no ya en la ley divina objetiva sino en la conciencia humana subjetiva, en última instancia, ninguna ley en absoluto. El hombre es libre y responsable, pero no es libre de hacer sus propias leyes. Y la enseñanza social de la Iglesia parte ciertamente de la ley natural de Dios, pero para ser aplicada a la inmensa variedad de nuevas situaciones concretas como en nuestro tiempo, necesita un gran trabajo, como el que realizó Pío XII en su tiempo.

Además, sin una ley o un orden natural en el hombre, ¿cómo puede haber algo sobrenatural? (¿Sin naturaleza debajo, como puede haber naturaleza arriba, o sobre-natural?). Ya no puede haber diez Mandamientos (que expresan la ley natural); ni caridad (que es el principio y el fin de los diez Mandamientos); ni religión natural (constituida por la ley natural); ni vida social (que presupone la justicia natural); ni vida cristiana (que presupone las virtudes naturales); y así sucesivamente. De hecho, si no hay ley natural, toda noción de sociedad cristiana se hace imposible, ya sea como sociedad o como cristiana.

Objeción: Toda buena ley es clara y segura. Pero si la ley natural requiere tal elaboración, entonces no puede ser clara o segura. Por lo tanto, no es una buena ley. Respuesta: En su fundamento absoluto – «Haz el bien, evita el mal», la ley natural es clara e inquebrantable. En todo lo que se deriva de eso fundamento no es tan clara para nosotros los seres humanos, y puede ser sacudida o impugnada, pero es clara en sí misma, como cuando, por ejemplo, un buen juez saca la justicia de un caso judicial confuso. La ley natural es conocida por nosotros desde dentro por la razón, y desde fuera por la revelación, por ejemplo la revelación de los 10 Mandamientos a todos los hombres por Moisés.

En el tercer y último capítulo de la parte V de su libro, Madiran presenta las consecuencias espirituales de la negación de la ley natural que ha atribuido anteriormente en la P7 a la herejía del siglo XX. El resultado en el individuo católico es que se aleja de una verdadera comprensión tanto de la vida cristiana como de lo lejos que está su propia vida de ella. Ya no tiene idea de la absoluta necesidad de la gracia sobrenatural para vivir una vida cristiana. Piensa que por su propia fuerza lleva una vida decente, pero de esa vida los Mandamientos 1 a 4 se han desvanecido, 5 y 7 pueden estar todavía vivos, pero 8 está debilitado y 6,9,10 a menudo también se han desvanecido. Sin embargo, por un amor sentimental al prójimo disciplinado por ninguna ley objetiva, cree que está cumpliendo el mandato de Cristo de amarse los unos a los otros como Cristo nos amó, por lo que está satisfecho consigo mismo. En este estado, dice Madiran, no puede ser salvado. No es de extrañar que un hombre así pida «un cambio en el concepto mismo de la salvación traída por Cristo» – y hemos cerrado el círculo, volviendo a la primera de las siete Proposiciones en las que Madiran resumió la herejía del siglo XX.

Kyrie eleison.