El
Padre Claude Barthe (*) es capellán de la peregrinación internacional Summorum
Pontificum y acaba de lanzar una hoja de reflexión sobre cuestiones de
actualidad religiosa, Res Novae (resnovaeroma@free.fr). Especialista en
liturgia tradicional romana y reconocido analista de la crisis actual de la
Iglesia, su último libro, publicado en diciembre de 2018, se centra en La misa
del Vaticano II. Ficha histórica publicada por la Editorial Via Romana. Tuvo la amabilidad de
responder a las preguntas de Rouge &
le Noir sobre la reciente abolición de la Comisión Ecclesia Dei.
R&N: ¿Puede recordarnos la
finalidad de la Comisión Ecclesia Dei y la forma en que fue organizada?
P.
BARTHE: La finalidad principal de la Comisión Ecclesia Dei permite comprender
lo que está sucediendo hoy. Fue fundada en 1988 por el motu proprio de Juan
Pablo II, Ecclesia Dei adflicta, tras
la consagración de cuatro obispos por Mons. Lefebvre, sin mandato del Papa. Su
objetivo era "facilitar la plena
comunión eclesial de sacerdotes, seminaristas, comunidades religiosas o
religiosos individuales que hasta el momento han tenido vínculos con la
Fraternidad San Pío X (FSSPX) fundada por Mons. Lefebvre". Concretamente,
esta consistá en organizar un mundo tradicional "oficial":
-
con la erección y la supervisión de comunidades que, al menos inicialmente,
incluían sacerdotes que habían pertenecido a la FSSPX y a las comunidades
amigas (Fraternidad San Pedro, priorato y luego abadía de Le Barroux,
especialmente) y que no querían "seguir" las consagraciones de Ecône;
-
con el estímulo a los obispos diocesanos para que permitieran
"generosamente" la celebración de la Misa tradicional en su diócesis,
a petición de los fieles.
Si
bien la Fraternidad de San Pío X no era la única preocupación de la Comisión,
ella era, como un telón de fondo, la más importante. Esto se hizo aún más
cierto cuando, a partir del año 2000, con ocasión de una peregrinación de esta
Fraternidad a Roma, el Cardenal Castrillón, Prefecto de la Congregación para el
Clero, que se había convertido en Presidente de la Comisión, se puso en
contacto con ella con vistas a una reintegración canónica. Esto condujo, como
una etapa, al levantamiento de las excomuniones de los cuatro obispos de la
FSSPX en 2009 por Benedicto XVI.
En
cambio, el motu proprio Summorum
Pontificum, de 2007, que daba teóricamente a la liturgia tradicional el
derecho de ciudadanía, seguido del "decreto de aplicación", la
Instrucción Universæ Ecclesiæ del 30
de abril de 2011, reforzaba el papel de la Comisión en la gestión de la
liturgia tradicional, calificada de “forma extraordinaria". Cabe señalar
de paso que la Comisión Ecclesia Dei, en tiempos del Cardenal Castrillón, se
había hecho cargo de la capacidad de erigir comunidades cuyos miembros no
provenían de la FSSPX, como el Instituto Cristo Rey Sumo Sacerdote.
R&N: ¿Cuál es el contexto de su
supresión?
P.
BARTHE: El contexto es obviamente el del pontificado Bergogliano, muy distinto
del pontificado Ratzingueriano: el Papa Francisco no tiene el mismo interés que
Benedicto XVI en la liturgia tradicional, por decir lo menos; él mismo ha dicho
en dos o tres ocasiones que las personas que estaban apegadas a la Misa
tradicional le parecían gente nostálgica, que seguían una "moda". Sin
embargo, no tiene intención de retroceder en las disposiciones de Summorum
Pontificum. No diría lo mismo de las personas de su entorno que se interesan
por el problema y para quienes la situación creada por Summorum Pontificum es
intolerable.
Por
otra parte, el Papa, una personalidad compleja, tiene, o al menos manifiesta,
una especie de afecto por la FSSPX, de la que conocía a algunos de sus líderes
en Buenos Aires, y a la que se preocupó de ayudar. No se habría enfadado por
tener éxito donde su predecesor había fracasado al "reintegrar" la
FSSPX. Esto le llevó a dar a los sacerdotes de la Fraternidad (y a las
comunidades amigas) el poder de escuchar confesiones y recibir el poder de
celebrar matrimonios.
R&N: El Santo Padre aduce
razones doctrinales para la desaparición de la Comisión Ecclesia Dei: su
finalidad era dialogar con la FSSPX, por lo que, según el Papa Francisco, ya no
tendría ninguna razón de ser. ¿Qué piensa de eso?
P.
BARTHE: El caso es complejo. Intentaré darle claramente mi opinión. Después del
caso Williamson, por el motu proprio
Ecclesiae Unitatem del 2 de julio de 2009, la Comisión Ecclesia Dei fue
adscrita por Benedicto XVI a la Congregación para la Doctrina de la Fe, con el
Prefecto de la Congregación como Presidente de la Comisión, para dejar claro
que el acercamiento a la FSSPX dependía de aclaraciones sobre cuestiones
doctrinales.
Casi
se puede decir que fueron las últimas elecciones de la FSSPX en Ecône el pasado
mes de julio las que llevaron a la desaparición de la Comisión: Mons. Fellay y
sus colaboradores fueron sustituidos por don Davide Pagliarani rodeado de otros
dos asistentes, sobre todo de Mons. de Galarreta, notoriamente hostiles a una
reintegración apresurada. Al nuevo equipo le gustaría mantener nuevas
discusiones doctrinales con la Congregación y no con la Comisión, que la FSSPX
siempre ha considerado como una máquina de "ralliement".
Se
podría decir que el Papa Francisco les tomó la palabra. Salvo que concede muy
poca importancia a los debates doctrinales: que la FSSPX y otros no reconozcan
la autoridad del magisterio del Concilio, al menos como magisterio
"auténtico", le deja indiferente. En cambio, el motivo político, a
saber, que la Comisión de Pozzo haya sido incapaz de llevar a cabo su
integración, fue decisivo. Al mismo tiempo, la razón doctrinal dada permite
hacerle un bien a la FSSPX. Y Mons. Pozzo se encontró asignado al cobro de las
cuentas del Coro de la Sixtina...
R&N: Algunos comentaristas
aducen razones administrativas y financieras para la supresión de la comisión,
mientras que otros alegan intenciones más ocultas. Se trataría de debilitar la
Tradición en la Iglesia para limitarla a la FSSPX. ¿Qué visión le parece más
plausible?
P.
BARTHE: Las razones administrativas -no financieras- son las siguientes: la
reforma de la Curia, de la que tanto se habla, es en realidad una
simplificación del organigrama: varios Consejos se agrupan en dicasterios más
importantes. La absorción de la Comisión Ecclesia Dei por su Congregación madre
está en consonancia con esto.
En
cuanto al debilitamiento de la liturgia tradicional (circunscrita, además, si fuera
posible, a la FSSPX), es en efecto el proyecto, no del Papa, sino de muchos
bergoglianos. Así, Andrea Grillo, profesor de la Universidad de San Anselmo, la
Universidad Litúrgica de Roma, en un artículo del 21 de enero de 2019 en el
blog Come se non, afirma:
"El pecado de Ecclesia Dei se llama Summorum Pontificum, explica que Roma, a través de Summorum
Pontificum, ha puesto indebidamente en
pie de igualdad la liturgia tradicional y la nueva liturgia, mientras que la
liturgia tradicional es la traducción en la lex orandi de la doctrina anterior
al Concilio”.
La
Comisión Ecclesia Dei, protectora de la antigua liturgia, consagró esta
situación, según él, absurda. Su desaparición pone el uso de la liturgia
tridentina en su verdadero lugar, el de una misericordia que cada obispo puede
o no puede ejercer. Así lo entiende Mons. Fernández, gran amigo del Papa,
recientemente nombrado obispo de La Plata, Argentina, que el pasado 24 de
diciembre emitió un decreto (cuando el texto sobre la desaparición de la
Ecclesia Dei estaba listo) que anula concretamente las disposiciones del Summorum
Pontificum: todas las misas en su diócesis deben celebrarse según el Novus
Ordo, en lengua vernácula y de frente al pueblo. A partir de ahora, incluso
para celebrar la Misa tradicional de manera privada, será necesario pedirle
permiso al Obispo. Decreto claramente contra legem, pero del que nadie se
atreverá a pedir a la Santa Sede su anulación: la sentencia se conoce de
antemano.
R&N: ¿Cuáles cree que serán las
consecuencias prácticas de esta supresión para las comunidades tradicionales
"Ecclesia Dei" y para el diálogo con la FSSPX?
P.
BARTHE: La supresión es, en cierto modo, un favor a la FSSPX. Pero, de hecho,
es neutral en cuanto al progreso del diálogo con ella: las discusiones
doctrinales ya han tenido lugar y sabemos perfectamente, por ambas partes,
cuáles son las divergencias doctrinales.
En
cambio, la desaparición de Ecclesia Dei
representa para el resto del mundo tradicional, las celebraciones parroquiales
y las comunidades "Ecclesia Dei", un acto simbólico muy negativo. Es
también la desaparición de una protección, no siempre muy eficaz, pero que era
mejor que la falta de protección en absoluto.
Ciertamente,
algunas personas prefieren reconfortar señalando:
-
que el motu proprio señala como un hecho que "los institutos y las
comunidades religiosas que celebran habitualmente en la forma litúrgica
extraordinaria han encontrado hoy su propia estabilidad en el número y en la
vitalidad";
-
que el personal de la oficina de la Congregación sea el mismo (excepto Mons. Pozzo) que el de la Comisión;
-
y finalmente que todos los poderes de la Comisión sean transferidos a una
oficina especial de la Congregación. Así, los institutos "Ecclesia
Dei" no dependerán de la Congregación de Religiosos, lo que habría sido un
desastre para ellos.
Concluyen
que nada cambiará realmente: habrá que verlo. En primer lugar, en el momento en
que respondo a sus preguntas, todavía no sabemos quién será designado como capo ufficio, jefe de esta sección, de
cuyo espíritu dependerá la línea de la oficina.
En
segundo lugar, nada dice que la Congregación para la Doctrina de la Fe -y en particular su secretario, Mons. Morandi, a
través del cual se tomarán todas las decisiones- tendrá las mismas buenas
disposiciones que Mons. Pozzo hacia el mundo tradicional. Pues será la
Congregación la que designará a los visitadores canónicos, y no la Comisión, que los elegía entre los prelados del espíritu tradicional. Es la Congregación, y
no ya la Comisión, la que confirmará las elecciones de los superiores, la que
intervendrá para resolver los problemas internos, la que recibirá las quejas
contra tal o cual instituto (estos "recursos a Roma" que son
generalmente el principal medio por el que se torpedea a una comunidad).
Esperemos y veamos. Pero se puede decir, como mínimo, que la nueva situación es
mucho menos favorable que la anterior.
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(*) El P. Barthe, quien fuera ordenado en la FSSPX, es "el hombre clave [en el GREC] (...). Nacido en 1947, sacerdote de la diócesis de Auch (...) es un teólogo brillante que escribe en la revista “Catholica”, dirigida por un laico cercano de la derecha más dura (...) Especialista en la cuestión litúrgica, critica vivamente la reforma litúrgica de Paulo VI y desea promover una restauración litúrgica que retoma ciertas consideraciones formuladas por... Joseph Ratzinger. El P. Barthe tiene sus entradas en Roma, incluso con el cardenal francés Paul Poupard. Está igualmente muy ligado a los padres Paul Aulagnier y Philippe Laguérie, del Instituto Buen Pastor. Barthe está a la cabeza de una red oculta de influencia que incluye a Gregory Solari, director de las ediciones “ad solem”, Daniel Hamiche, cronista de Radio Courtoisie, Denis Sureau, director del “Homme Nouveau” (al cual el Vaticano acaba de confiarle la edición y difusión de la edición francesa semanal del… Osservatore Romano, ¡nada menos!)." (Fuente de esta cita).