Emociones Desenfrenadas
Para luchar contra Dios, los hombres sofocan su razón.
Pero aún así enseña, en todo momento y ocasión.
Pero aún así enseña, en todo momento y ocasión.
En otro interesante artículo del boletín regular de la TFP americana (Tradición, Familia, Propiedad, edición del 4 de enero), John Horvat observa y critica un fenómeno generalizado de la sociedad moderna: las emociones que se salen de control y dominan la vida de las personas. De nuevo (cf. estos “Comentarios”, 590 del 3 de noviembre de 2018), desde un punto de vista católico, la TFP internacional puede estar abierta, como organización, a críticas más o menos severas (en particular por pasar por alto a la verdadera Iglesia), pero su boletín americano tiene muchos artículos reflexivos y a la vez asequibles para los católicos de hoy en día que tienen que vivir en un mundo impío. Cómo la Sabiduría ayuda a la gente a destruir la dictadura de los Emojis por John Horvat es uno de estos artículos.
Un “emoji” es una de esas pequeñas imágenes digitales o iconos que se utilizan para expresar una idea o emoción, especialmente los diminutos rostros sonrientes o con el ceño fruncido que están disponibles libremente en las computadoras y que se insertan fácilmente en un texto para expresar una variedad de emociones. Horvat utiliza los emojis como ejemplo concreto de la frecuencia con la que las emociones figuran en la sociedad actual. Sostiene que las emociones no son malas en sí mismas, pero que en la actualidad están desempeñando un papel demasiado importante en la vida diaria, con resultados desastrosos para toda la sociedad. Cuando la gente no quiere enfrentar la realidad de un mundo que incluye dificultades y sufrimiento, entonces los sentimientos prevalecen sobre los hechos, dice Horvat, y en lugar de pensar se emocionan, de modo que, por ejemplo, las emociones crudas alimentan la política de la ira que está sacudiendo al mundo. Donde duele tener que pensar para entender por qué los problemas del mundo son como son, por el contrario las emociones me hacen sentir bien, y por eso prefiero emocionarme. Pero las emociones tienen una comprensión necesariamente incompleta de la realidad. He aquí por qué muchas buenas esposas tienen instintos e intuiciones valiosas, pero ellas reconocen que éstas deben estar subordinadas al razonamiento normalmente superior de sus maridos (no a su tiranía). Y aquí está la razón por la que nuestras políticas emotivas de hoy en día son tan locas. Y por qué la Neo-Iglesia del Vaticano II y sus sacerdotes conciliares son tan afeminados.
Entonces, ¿por qué el razonamiento es superior a la emoción? Porque el razonamiento pertenece a la parte superior del hombre, a su mente y voluntad, mientras que las emociones humanas pertenecen a sus partes superiore e inferiore, a sus pasiones y voluntad. Ciertamente Nuestro Señor y Nuestra Señora tuvieron emociones. Nuestro Señor lloró sobre el sepulcro de Lázaro (Jn XI, 35). La Virgen sufrió intensamente cuando perdió a su hijo de 12 años (Lc II, 48). Pero así como por su razón sometió su dolor materno a Su misterio (Lc. II, 50), así Él sometió 21 años más tarde Su agonía humana en el Huerto de Getsemaní a la voluntad de Su Padre celestial (Mt. XXVI, 39). Porque mientras que todos los animales tienen apetito o pasiones sensoriales, respondiendo a los estímulos sensoriales desde fuera de ellos, sólo el animal racional, el hombre, tiene también la facultad superior de la voluntad que responde a la información intelectual que le alimenta su mente. Esta dimensión intelectual o racional del hombre está totalmente ausente para los animales no racionales o brutos.
Ahora nadie en su sano juicio acusa a ningún animal no racional de cometer pecado. En el peor de los casos, sólo sigue sus instintos. Esto se debe a que el bien y el mal son percibidos sólo por la mente del hombre y realizados como tales por su voluntad. Esto se debe a que sólo teniendo mente y voluntad el hombre tiene una conciencia consciente del pecado (Jn. I, 9), haciéndolo capaz de pecar. Por eso la voluntad del hombre debe seguir su razón superior y controlar sus emociones inferiores, no aplastándolas demasiado ni dejándolas ir por completo, sino aprovechándolas de acuerdo con la razón, con lo que su razón natural (Jn I, 9) le dice que está bien y no mal.
De ello se deduce que si los hombres quieren pecar, comenzarán por entorpecer u oscurecer su conciencia, y bien pueden terminar negando que tienen razón alguna y afirmando que los animales son tan racionales como lo son ellos. En cualquier lugar en el medio dejarán sus emociones sueltas para que ya no tengan que pensar, sino que sean libres de revolcarse en sus pasiones. Horvat no va tan profundo, pero de hecho este desencadenamiento moderno de la emoción hace parte de la guerra total del hombre moderno contra Dios. Dios sólo tiene que salir de su propio universo para que el hombre pueda ocupar su lugar y hacer con él lo que quiera. Amado Dios, ten piedad de nosotros!
Kyrie eleison.