VATICAN NEWS (Extracto)
Andrea
Tornielli
El
"Documento sobre la hermandad humana por la paz mundial y la convivencia
común" firmado esta tarde en Abu Dhabi por el Papa Francisco y el Gran
Imán de Al-Azhar Ahmad Al-Tayyib no es solo un hito en las relaciones entre el
cristianismo y el islam, sino que representa también un mensaje con un fuerte
impacto en la escena internacional. En el prefacio, después de haber afirmado
que "La fe lleva al creyente a ver en el otro a un hermano al que apoyar y
amar", se habla de este texto como "un documento razonado con
sinceridad y seriedad", que invita a "todas las personas que llevan
en el corazón la fe en Dios y fe en la fraternidad humana a unirse y a trabajar
juntos".
El
documento comienza con una serie de invocaciones: el Papa y el Gran Imán hablan
"en nombre de Dios que creó a todos los seres humanos iguales en derechos,
deberes y dignidad", "en nombre de la inocente alma humana que Dios
ha prohibido matar", "en nombre de los pobres", de "los
huérfanos y las viudas, de los refugiados y los exiliados, de todas las víctimas
de las guerras" y "de las persecuciones". Al-Azhar junto con la
Iglesia Católica "declaran adoptar la cultura del diálogo como camino;
colaboración común como conducta; conocimiento mutuo como método y
criterio".
Al
reconocer los pasos positivos tomados por la civilización moderna, la
declaración enfatiza el «deterioro de la ética, que condiciona la acción internacional,
y el debilitamiento de los valores espirituales y el sentido de
responsabilidad", que lleva a muchos a "caer en el vórtice del
extremismo ateo y agnóstico, o en el integralismo religioso, en el extremismo y
en el fundamentalismo ciego». El extremismo religioso y nacional, junto con la
intolerancia «han producido las señales de una "tercera guerra mundial en
pedazos”».
La
Declaración atestigua que «la libertad
es un derecho de toda persona: todos disfrutan de la libertad de creencia,
pensamiento, expresión y acción. El pluralismo y la diversidad de religión,
color, sexo, raza y lenguaje son una sabia voluntad divina». Es a partir de la "Sabiduría
divina" que «deriva el derecho a la libertad de creencia y la libertad de
ser diferente. Por esta razón, se condena el hecho de obligar a las personas a
adherirse a una determinada religión o cultura, así como a imponer un estilo de
civilización que otros no aceptan».
Luego
testimonia que «la protección de los lugares de culto - templos, iglesias y
mezquitas - es un deber garantizado por las religiones, los valores humanos,
las leyes y las convenciones internacionales. Cualquier intento de atacar los
lugares de culto o amenazarlos con atentados, explosiones o demoliciones es una
desviación de las enseñanzas de las religiones, así como una clara violación
del derecho internacional».
El
documento afirma que «es necesario comprometerse a establecer en nuestras
sociedades el concepto de ciudadanía plena y renunciar al uso discriminatorio
del término minorías, que trae consigo las semillas de sentirse aislado y de la
inferioridad».
Finalmente,
«Al-Azhar y la Iglesia Católica exigen que este Documento sea objeto de
investigación y reflexión en todas las escuelas, universidades e institutos de
educación y formación». Y esperan que la Declaración se convierta en un
"símbolo del abrazo entre Oriente y Occidente, entre el Norte y el Sur».
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