Misionero de manos encadenadas
Acá, el obispo no me deja bautizar a nadie. Y hace poco se indignó conmigo ya que mi estilo pastoral fue calificado de “no-respetuoso con las demás religiones”. Es que resulta que ahora la Verdad debe respetar el error. Esta parece ser la moda de la hora presente, moda estúpida hija de documentos tristemente ambiguos como Nostrae aetate o Dignitatis humanae, documentos que parecen ignorar el divino mandato del “sí, sí; no, no".
No se crean que me voy por las ramas ya que el canciller episcopal, en la punta del Himalaya, me lo dijo claramente: “el concilio Vaticano II manda respetar las demás religiones". El obispo, también, me lo dijo clara y públicamente: “I respect my Buddhist religion” (“yo respeto mi religión budista”). Cuando me lo dijo, me quedé helado. Sí, así, tal cual como lo leyeron.
Es que en la “iglesia primaveral” cualquiera puede decir cualquier disparate, con tal de que el disparate sea políticamente correcto. O eclesialmente correcto. Mi misión acá cuelga de un hilo, pero ese hilo lo tiene Dios. Y a Dios, no le gana nadie. Como decía, acá no me dejan bautizar ya que el obispo teme que el gobierno indio nos haga problemas.
Mis manos están encadenadas.
Ahora bien, hace años que una maestra hinduísta viene a misa y reza el rosario. Ella oye con gusto la predicación. Se llama Santa. Varias veces le pregunté si quería bautizarse. Me dijo que temía tener problemas con su familia. Temía que la obligaran a idolatrar en su casa. Y por eso, ella no se bautizaba. Pero, últimamente, la gracia la tocó y se enamoró de Jesús con gran fuerza. Mas, a mí no me dejan bautizar… A mí me pueden atar las manos, pero a Dios no se las pueden atar.
¿Qué pasó? Hace unas semanas, la invité a que fuese un mes a vivir un convento de otro país. Fue con gusto y pidió el sagrado Bautismo. El Obispo de ese remoto lugar aceptó darle todos los sacramentos de iniciación. Hoy, 31 de diciembre, Santa se bautizó y recibió la Primera Comunión. Desde hoy, y sólo desde hoy, ella es hija de Dios. Ahora, Santa puede llegar a ser santa. Ahora, tiene el Paraíso abierto.
Agradecemos a la amiga colombiana que donó la plata para que compremos los pasajes de los cuatro aviones necesarios para que ella pudiese ser bautizada.
Con jerarcas traidores, la misión es humanamente imposible. Con Dios, todo se puede. Hasta lo imposible.
¡Que Dios nos dé un 2019 permeado del más sagrado proselitismo!
¡Que Dios nos dé un 2019 lleno de santos imposibles que se hagan realidad!
¡Viva Cristo Rey!
Padre Federico
Misionero de manos encadenadas
1°/I/19, 00:00 Naga-Namgor, Himalaya