Los
gnósticos antiguos habían identificado a Satanás con la serpiente del paraíso
terrenal (Ireneo, Adv. haer., I, 24;
Tertuliano, Praescr., 47), que es exaltado por
haber reivindicado los “derechos del hombre”,
revelando a Adán el conocimiento o gnosis del bien y del mal,
enseñándole la rebelión a los mandamientos de Dios.
Para los
gnósticos Cainitas (cfr. Ireneo, ibíd, I, 31), los
verdaderos liberadores son los grandes rebeldes que se erigieron contra Dios:
Caín, Esaú, los habitantes de Sodoma y sobre todo Judas, que habría liberado a
la humanidad de Jesús.
Por
tanto, no nos debemos maravillar por la rehabilitación reciente de la figura
del Iscariote hecha por el cine e incluso por algunos “neo-exegetas”. Monseñor Antonino Romeo nos explica cómo “el
culto de Satanás se concentra en las misas negras (...), que recuerdan fórmulas y
ritos masónicos. (...) Escondite
secreto de satanismo es ciertamente la masonería, que hereda fe y costumbres
del gnosticismo cainita" [*].
La
masonería, inspirada por el judaísmo talmúdico, es la contra-iglesia universal
que, desde más de doscientos años, planifica los acontecimientos políticos,
económicos y militares, de los cuales depende la suerte de los pueblos.
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este artículo de Sí Sí No No.