B. CRISTO
SACERDOTE Y LA FRATERNIDAD
21 de abril de 1997. « (...) La Fraternidad no está allí para servir
de finalidad a la vocación, es la vocación que ha sido suscitada por el buen
Dios para servir la finalidad de la Fraternidad: la santidad de los sacerdotes.
Esta vocación ha sido suscitada por
Cristo Sacerdote para integrarse finalmente en la misma gracia que ha suscitado
la Fraternidad: el retorno a la Tradición de la Iglesia Católica, el retorno a
la Misa, al verdadero Sacerdocio, el del Sacerdote Único. (...) »
9
de mayo de 1997. « (...) La promesa dada a nuestra vocación es
esta: la santidad de las almas sacerdotales y primero, en la Fraternidad. La
santidad: un amor profundo por Cristo Sacerdote, una vida suspendida en Su
Presencia íntima, interior, una necesidad constante de recurrir a este Amigo
todopoderoso, la exigencia de dejarlo actuar a través de sí…
La gracia es ofrecida, ésta es transmisible a través de las Obras: Los “Hogares de Cristo Sacerdote” –Presencia de Cristo Sacerdote (lectura “espiritual” de los extractos) –El “Signo de la Cruz”, “De Claridad en Claridad” (éstas últimas en preparación para su transmisión).
La gracia es ofrecida, ésta es transmisible a través de las Obras: Los “Hogares de Cristo Sacerdote” –Presencia de Cristo Sacerdote (lectura “espiritual” de los extractos) –El “Signo de la Cruz”, “De Claridad en Claridad” (éstas últimas en preparación para su transmisión).
Es necesario difundir estas obras,
creando los medios. La fecundidad les es prometida, como estaba prometido su
nacimiento en la unidad creada para esto… en 1928. (...) »
21
de agosto de 1997. « Cada vez más,
la vocación me parece tomar dimensiones inmensas, ella se despliega en su poder
y su soberanía y se manifiesta en su origen: Cristo Sacerdote. Y, en
consecuencia, yo me veo disminuir y desaparecer, como un elemento que sirvió en
transmitir el depósito y vuelta inútil, una vez que este depósito se
transmitió.
La grandeza apareció así a mis ojos repentinamente, la que viene de esta verdad: La vocación completa se sitúa al nivel de la unión hipostática y del carácter sacerdotal que le sigue, por el sacramento del orden. Yo fui llamada a tener en mis manos una gracia que pertenece a Cristo, Jefe de la Iglesia y a sus ministros que actúan en Persona Christi¸ una gracia sacerdotal recibida en depósito para transmitirla.
La grandeza apareció así a mis ojos repentinamente, la que viene de esta verdad: La vocación completa se sitúa al nivel de la unión hipostática y del carácter sacerdotal que le sigue, por el sacramento del orden. Yo fui llamada a tener en mis manos una gracia que pertenece a Cristo, Jefe de la Iglesia y a sus ministros que actúan en Persona Christi¸ una gracia sacerdotal recibida en depósito para transmitirla.
Es por eso, yo he sido dada así al
Sacerdote, mi vida estándole tan estrechamente ligada que esta presencia
sacerdotal la ha condicionado totalmente. Es un misterio del cual yo no puedo
hablar pero que es fundamental de la vocación. La gracia de esta vocación debe
hacer vivir al sacerdote las riquezas depositadas en él, por el carácter
sacerdotal, y conducirlo a la santidad. Es una vocación completamente
sacerdotal, que permanece al nivel de la pertenencia a Cristo Sacerdote. No es la gracia santificante del Cuerpo
Místico que es primero la causa, pues esta vocación es una intervención de la
Persona de Cristo Sacerdote para la Iglesia, a través de la santidad sacerdotal
de sus ministros.
La Fundación de Mons. Lefebvre no es comparable a la orden dominica, o franciscana, etc… es una realización “de toda la Iglesia”, y la vocación que la une hoy está en su estela, con las mismas características, los mismos fundamentos. Esta es una gracia capaz de renovar la Iglesia y de purificarla de los errores de sus autoridades actuales. (...) »
La Fundación de Mons. Lefebvre no es comparable a la orden dominica, o franciscana, etc… es una realización “de toda la Iglesia”, y la vocación que la une hoy está en su estela, con las mismas características, los mismos fundamentos. Esta es una gracia capaz de renovar la Iglesia y de purificarla de los errores de sus autoridades actuales. (...) »
18 de octubre de 1997. « ¡La experiencia de la bondad de Dios! Vivir
de Dios no por un conocimiento especulativo, sino a través de una experiencia,
un contacto. Es la finalidad de la vocación, una de sus finalidades, ligada a
otras y querida en función de las otras.
Haber recibido esta gracia, antes,
es un don que permanece incrustado en mi alma, como un aerolito caído del
cielo: no me queda más que el hueco del agujero en lo más profundo de la
substancia viviente, este hueco que es la aceptación de no “poseer” esta
gracia, de no saborearla… (suavis est Dominus), a fin de que los sacerdotes la reciban y queden marcados para siempre. Esto no ha venido de mi iniciativa,
pero este sacrificio, es Cristo Sacerdote que me lo pide. Y si Él me ha
dado esta “experiencia” es para que yo haga el sacrificio, es POR la vocación y
no para mí. (...) »
19
de diciembre de 1997 : « Cada vez más se afirma, en mí, la certeza
de que la Fraternidad y la vocación manan de una sola y misma gracia y que su
finalidad es la misma: la curación de los males actuales de la Iglesia por el
sacerdocio, por sacerdotes santos, unidos totalmente a Cristo Sacerdote.
De donde me aparece esta verdad, simple
consecuencia de la afirmación precedente, que la vida de la Fraternidad depende
de su obediencia a este llamado del Sacerdote único, depende del cumplimiento
del por qué ha sido fundada, hace 25 años, por Mons. Lefebvre. Y solo esto la
preservará de los peligros de la división y empobrecimiento que podría
corroerla. Su vida es querida para este objetivo eclesial histórico, y se
prolongará mucho tiempo en la Iglesia por la santidad acordada a sus
sacerdotes, si ella es fiel al llamado que Cristo Sacerdote le dirige por la
vocación, esta vocación que yo he recibido en depósito para transmitírsela hoy. Todo esto es de una importancia vital, a la vez para la Fraternidad y para la Iglesia universal. »
18 de enero de 1988 : « (...) Cristo ofrece en primer
lugar una gracia de santidad sacerdotal a través de la vocación; gracia que hay
que depositar en la Fraternidad. Gracia que debe ser como levadura para los
sacerdotes que la acepten y que debe conducirles a la unión total a Cristo. Y
por estos sacerdotes Cristo quiere realizar la curación de los males actuales
de la Iglesia, por estos sacerdotes, por la única razón que ellos estarán
vacíos de sí mismos y disponibles a Su Voluntad para santificar la Iglesia.
He aquí el sentido de la vocación: no
solamente ofrecer la gracia de unión a Cristo para vivir de Su Vida aquí abajo
y por la eternidad, sino ofrecer esta misma gracia para responder al llamado de
Cristo Sacerdote que quiere intervenir por el bien de la Iglesia, a través de
sus “amigos”, dispuestos a no vivir más que de SU voluntad.
Este objetivo es la razón de la
fundación de la Fraternidad; es la razón de ser de la vocación; es la razón de
su identidad interior y de su conjunción temporal, hic et nunc. » (sigue en la parte 4)
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Leer el Suplemento del Cor Unum 60 de 1998 (en francés)
ENTRADAS RELACIONADAS:
SUPUESTAS REVELACIONES PUBLICADAS POR MONS. FELLAY EN EL COR UNUM 60 DE 1998 Parte 1 - Parte 2 - Parte 3 - Parte 4 - Parte 5 - Parte 6 - Parte 7
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