Sínodo
de Obispos
La
Ley de Dios pertenece a Dios y no al hombre.
Esté
con Cristo, obedezca lo mejor que logre.
Cuando la reunión de tres
semanas de los obispos católicos de todo el mundo abrió en Roma el 4 de Octubre
para discutir cuestiones sobre la familia, muchos Católicos temieron que
socavaría la doctrina moral inmutable de la Iglesia, especialmente dado que el
Papa Francisco está tan decidido a comunicarse con el inmoral hombre moderno.
Sin embargo, los Católicos con mentalidad tradicional han sido animados por la
emergencia, antes y durante el Sínodo, de sustancial resistencia por parte de
unos prelados de la Neo-Iglesia a cualquier tal socavamiento. Solamente mañana
se conocerán los resultados del Sínodo, pero algunas cosas son claras al margen
de lo que esos resultados puedan ser.
En primer lugar, que
nadie diga que no hay nada católico que quede en la Iglesia Católica oficial.
El Conciliarismo puede bien haber infectado la fe y la moralidad de muchos, aún
de la mayoría de sus prelados, pero reclamar que todos son totalmente corruptos
es injusto y una sobresimplificación. Está claro que un número de ellos están
haciendo lo mejor que pueden para defender la ley moral de Dios.
En segundo lugar, sin
embargo, estos (en este respecto) buenos prelados están luchando desde una
posición débil porque el dogma es el fundamento de la moralidad, y con el
Vaticano II la Neo-Iglesia abandonó el dogma. El dogma fundamenta la moralidad
porque, por ejemplo, si Dios, Cielo e Infierno (dogma) no existen, entonces,
¿por qué debería yo obedecer a los Diez Mandamientos (moralidad)? Y, el
Vaticano II con su Declaración sobre la Libertad Religiosa destrozó al dogma
porque si, tal como es allí enseñado, un Estado debe reconocer el derecho de
todos sus ciudadanos a practicar en público la religión de su elección de
ellos, entonces Jesucristo no puede ser Dios. Esto porque si Él lo es, entonces
el Estado, proviniendo tanto de Dios como todos los hombres que lo componen
provienen de Dios, no puede otorgar tal derecho a religiones que niegan que Él
sea Dios, y si el Estado otorga tal derecho, eso es implícitamente negar que
Jesús sea Dios. Así, 50 años antes del Sínodo, el Vaticano II socavó por
adelantado a todos los subsecuentes defensores de la moralidad cristiana, al
margen de cuán decentes estos hombres puedan ser, a menos que ellos repudien al
Vaticano II.
Es por eso que, en tercer
lugar, como John Vennari argumenta (uno no necesita estar de acuerdo con todo
lo que él dice), el truco esencial de aquellos que buscan en el Sínodo cambiar
la moralidad católica ha sido la “vuelta hacia el hombre” subyaciendo todo lo
del Vaticano II. Aquí está el truco: “La Iglesia de Dios es para el hombre.
Verdad es, Dios no puede cambiar, pero Su Ley debe ser para el hombre, y la Ley
de ayer no es más para el hombre de hoy. Por consiguiente, esa Ley debe ser
adaptada a los tiempos modernos”. Sin embargo, la Iglesia católica fue comprada
con la Sangre de Cristo no para derribar a Dios al nivel del hombre, sino para
elevar al hombre a Dios, y para proveerle a través de Cristo con los medios
para ser así elevado.
Y, en cuarto lugar, como
dice Michael Voris (uno no necesita estar de acuerdo con todo lo que él dice),
el Sínodo ha estado lleno de “balbuceo de obispos”. Esto es así porque muchos
Neo-Obispos nunca habrán sido apropiadamente enseñados la doctrina católica.
Además han bien podido aprender que no hay tal cosa como verdad inmutable.
Gracias al Vaticano II sus mentes de ellos están a la deriva entre la moralidad
y la anti-moralidad de todas las religiones del mundo. No es de sorprender si
sus mentes están sin rumbo, y si de sus bocas sale el balbuceo.
Y, en quinto lugar, como
un honorable colega de la Fraternidad San Pío X dice (él ha sido criticado
anteriormente en estos “Comentarios”), aún si el Sínodo fuera a cerrar mañana
con conclusiones enteramente católicas, todavía la ley moral de Dios habrá sido
socavada por el mero hecho de haber sido cuestionada en puntos principales por
mucho tiempo, oficialmente y en público. Más aún, este Sínodo parece seguro que
reposa aún verdaderas conclusiones no en la verdad objetiva de ellas sino en el
voto de los obispos, de manera que los liberales podrán retornar el año próximo
o el siguiente año para un voto luego del otro, hasta que finalmente obtengan
lo que desean. A ellos hoy pertenece el juego del voto.
Kyrie eleison.