FUENTE
La Unión Sacerdotal Marcel Lefebvre, deseando responder al estado de necesidad en el cual se encuentran numerosas almas, cuenta con un medio para formar futuros sacerdotes en el espíritu de Mons. Lefebvre.
El Seminario abrió sus
puertas el 3 de octubre en Angers, y ha recibido 7 seminaristas hasta ahora.
Estará bajo el patrocinio de San Luis María Grignion de Montfort, gran apóstol
mariano y misionero, así como del Beato Noel Pinot, sacerdote mártir de la
revolución francesa.
Mons. Jean Michel Faure
dirige este nuevo seminario y los Padres Dominicos se encargan de una parte de la
enseñanza.
El seminario necesita su
apoyo material y financiero para darles a estos futuros sacerdotes el marco y
la enseñanza necesarios para la realización de su vocación.
Para
ayudar al seminario, usted puede:
- Enviar sus cheques a:
"Les Amis de Mgr Freppel", 9, route de Feneu, 49460
Cantenay - Epinard.
- O hacer una transferencia
(automática) a la cuenta del seminario: * RIB Francia:
17906 00032 96376087686 94 * IBAN extranjero:
FR76 1790 6000 3296 3760 8768 694 BIC:
AGRIFRPP879
ALOCUCIÓN DE MONS. FAURE CON MOTIVO DE LA BENDICIÓN DEL SEMINARIO Y LA ENTRADA DE LOS SEMINARISTAS
TRANSCRIPCIÓN (extracto)
En el mundo moderno una sola cosa está prohibida: hablar de Dios. Ya en 1968 la consigna era “prohibido prohibir”, con una sola
excepción: a Dios le estaba prohibido existir. Es una palabra que los modernos
se prohíben pronunciar, escuchar. ¿Por qué razón? Porque la Encarnación nos
aparta del mal, del pecado. Todas las gracias están representadas con un
Crucifijo. Nuestro Señor Jesucristo nos revela el valor, la dignidad a la cual
puede ser elevada el alma del hombre, la naturaleza humana: todos los santos
son la prueba de ello. Dios mismo se hizo hombre para darnos la fe, la
esperanza y la caridad. Él les dio a todos los santos el ejemplo perfecto de
todas las virtudes. Verdadero Dios, Él nos da Su gracia, y nos cura del
egoísmo, de los vicios, del mal.
He aquí el por qué ustedes, queridos amigos, han
entrado al Seminario: como los doce apóstoles, para aprender a imitar la vida
de Nuestro Señor, a contemplarlo en sus misterios, y particularmente el
Misterio de la Cruz, y para enseñar a los fieles a imitar a Nuestro Señor, para
mostrarles el Camino al Cielo, como el Santo Cura de Ars. Nuestro Señor ordenó
a sus Apóstoles: id por todo el mundo y predicad, predicad el Evangelio a toda
creatura. El que crea y sea bautizado, se salvará, el que no crea se condenará.
Aquí también Nuestro Señor Jesucristo condena la libertad religiosa, los
derechos del hombre, el pretendido derecho a no creer, que no es otra cosa que
una libertad de perdición. Después de haberles hablado así, Nuestro Señor
Jesucristo ascendió a los cielos y está sentado a la diestra de Su Padre. Y los
Apóstoles, predicando, continuaron la
misión de Nuestro Señor Jesucristo, dando testimonio de la Verdad, y la primera
Verdad es que siendo Dios, es Rey de las naciones. Las naciones deben honrarlo
como tal o perecer, como lo constatamos ahora, desgraciadamente.
Monseñor Lefebvre, en lo que se considera como su
testamento espiritual, su Itinerario Espiritual, nos dice: “Una sola cosa es
necesaria para la continuación de la Iglesia católica: obispos plenamente
católicos, que no hagan ningún compromiso con el error, que establezcan
seminarios católicos, donde los jóvenes aspirantes se alimenten con la leche de
la verdadera doctrina, pongan a Nuestro Señor Jesucristo en el centro de sus
inteligencias, de sus voluntades, de sus corazones, se unan a Nuestro Señor por
medio de una fe viva, una caridad profunda, una devoción sin límites, y pidan
como San Pablo que se rece por ellos, para que avancen en la ciencia y en la
sabiduría del “Mysterium Christi”, en el que descubrirán todos los tesoros
divinos”.
Obispos, repitámoslo en esta hora trágica, como lo
dice Monseñor Lefebvre: obispos que no hagan ningún compromiso con el error,
con los errores del concilio Vaticano II. Obispos católicos que prediquen a
Jesucristo, y Jesucristo crucificado, como le dice San Pablo a Timoteo, a
tiempo y a destiempo, opportune et
importune. Como sucede actualmente, no es oportuno para la iglesia
conciliar predicar a Jesucristo crucificado. En su discurso en las Naciones
Unidas, el papa Francisco no pronunció el nombre de Nuestro Señor.
Monseñor Lefebvre dijo que ante esta Roma, modernista y liberal, que
prosigue su obra destructora del Reino de Nuestro Señor, me veo obligado
por la Divina Providencia a transmitir la gracia del Episcopado católico
que he recibido, con el fin de que la Iglesia y el Sacerdocio católico
continúen subsistiendo para la gloria de Dios y la salvación de las almas. Y le
dijo a los obispos: sed mi consolación en Cristo Jesús, permaneced firmes en la
Fe. Uno se pregunta qué hicieron de estas palabras de su fundador, de su padre
en el episcopado, estos tres obispos de la Fraternidad que necesitan ahora
obispos ecumenistas en los seminarios, que les permiten predicar a los
seminaristas, supuestamente haciéndoles el bien con una capitulación, una
reintegración conciliar, poniéndolos en manos de los asesinos de la fe y de la
moral, son enemigos del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo, a quienes
Monseñor Lefebvre llamaba Anticristos, con los cuales no quería tener
ninguna relación y que ahora les llaman sus “amigos en Roma”.
Le agradecemos a Santa
Teresita del Niño Jesús que haya hecho posible la apertura de este Seminario, a
los hijos de Santo Domingo, los Dominicos de Avrillé, los benefactores, que nos
permitieron disponer de esta casa y, por supuesto, a Nuestro Señor que ha dado a
estos jóvenes la gracia de responder a Su llamado.