Monseñor
Fellay persiste y firma: fin de la mascarada judicial contra el Padre Pinaud.
El
12 de julio de 2014, Mons. Fellay firmó el decreto de expulsión de la FSSPX del
Padre Pinaud. Este proceso, comenzado el 7 de marzo de 2013, requirió la
intervención del Padre Wuilloud como juez y once cofrades… ¡como notarios!
Recordemos
su nombres para la historia: el Padre Thouvenot, el P. Bétin, el P. Vonlanthen,
el P. Odermatt, el P. Quilton, el P. Petrucci, el P. Weber, el P. Frey, el P.
d’André, el P. Raphaël Granges, el P. Billoni.
Los hechos:
La corrección de algunas faltas ortográficas en un documento que se le dirigió
en privado para una opinión privada.
La sentencia:
Una suspensión a divinis por una
duración indeterminada después de ocho meses de suspensión de ministerio
acompañado de una prohibición de frecuentar las casas de la FSSPX.
El
conjunto de documentos de este inefable proceso son accesibles desde la
publicación del libro del Padre Pivert, Qué
derecho para la Tradición católica, que está ya en su segunda edición y
todavía está disponible.
Sin
embargo, faltaban los últimos acontecimientos que desembocaron en la expulsión
del P. Pinaud. Son estos últimos documentos que ahora publica La Sapinière. Y
para juzgarlos debidamente, conviene tener en la memoria las dos recientes
intervenciones:
a)
Mons. Fellay
En
el §VI de la última Carta a los Amigos y
Benefactores de junio de 2014, Mons. Fellay dijo que el nuevo Código es una
expresión de las novedades conciliares: “Según
palabras mismas de Juan Pablo II, el nuevo Código de derecho canónico de 1983
representa “un gran esfuerzo por traducir al lenguaje canónico” las
enseñanzas del Concilio Vaticano II…” y sin embargo, es éste código de
derecho canónico de 1983 el que se utilizó para condenar al Padre Pinaud.
b)
P. de Cacqueray
El
P. de Cacqueray, en la Porte Latine, el 12 de agosto de 2014, tomando sus
ilusiones por realidades, se atrevió a declarar lo que sigue. El estilo oral
fue conservado para manifestar la seguridad del orador.
« Yo espero de todo corazón, que dado
que, yo creo que ya no es de
actualidad para la Fraternidad intentar lo que sea con un Papa, del cual acabo
de hablar un poco, que eso sería, es
imposible, y espero que algunos de estos sacerdotes y fieles considerarán,
reconocerán que después de momentos
difíciles, la Fraternidad sigue fiel a la línea que es la suya y
reconociéndolo, por nuestra parte nosotros tendremos la compresión, la
benignidad para reaceptarlos sin decir
nada, entre nosotros, a los sacerdotes que partieron, entre ellos, por
supuesto, yo los conozco, son compañeros de armas, sacerdotes cuyos valores no
han desmerecido en su apostolado durante todos estos años y que es triste
haberlos visto partir, y yo espero, yo
espero, que si todo no fue más que un
equívoco, entre la fraternidad y ellos, que este equívoco sea
verdaderamente resuelto, es lo que espero de todo corazón”.
Tres
días después de estas palabras, antes de dejar sus funciones de superior del
Distrito de Francia, el P. de Cacqueray tuvo el valor de enviar una monición
canónica al P. Pivert “este hermano de
armas que no ha desmerecido en su apostolado” para excluirlo de la FSSPX.
He
aquí ahora, para la historia, los últimos documentos de este asunto, y la
última y particularmente esclarecedora carta del P. Pinaud a Mons. Fellay.
Puede descargar todos los documentos de aquí.
Les ofrecemos la traducción de la Carta del Padre Pinaud a Monseñor Fellay:
Padre
Nicolás Pinaud.
24 de junio de 2014,
San Juan Bautista, Mártir de la Verdad.
Señor
Superior General,
El 3 de abril de 2014,
el P. André me remitió, sin sobre, un tríptico titulado: Primera Monición al P.
Nicolás Pinaud. Luego de las usurpaciones de identidad de las que fui víctima,
no me pareció conveniente firmar el acuse de recepción que me presentó.
Si en los quince días
siguientes yo no obedecía las órdenes de esta monición, una segunda me fue
prometida.
En efecto, el 14 de
junio de 2014, por medio de mis padres, recibí esta segunda monición, la que había
sido dirigida a su casa. Si debe haber otros correos de este género, le
agradecería no enviarlos a la casa de mis padres. No es difícil localizarme,
pues su secretario personal posee mi número de teléfono móvil desde el 10 de
diciembre de 2013.
Esta segunda monición,
también cargada de referencias canónicas como la precedente (con mención sistemática
de los cánones del código de la iglesia conciliar), me anuncia que usted se verá
obligado a instruir un proceso penal administrativo para decretar mi expulsión
de la Fraternidad, si yo no obedecía en los quince días hábiles a contar desde
la recepción de esta última monición.
Yo me pregunto sobre la
utilidad de la instrucción de un proceso penal administrativo para decretar una
expulsión que la Circular del Secretario General n° 2014-01 del 26 de febrero
de 2014 ya anunciaba: “Que me basta
indicarles que no pueden ser considerados de facto, como miembros de la
Fraternidad Sacerdotal San Pio X, los PP. Faure, Pinaud y Salenave, que han
tomado posición públicamente contra las autoridades de nuestra sociedad”, y
que la ausencia de mi nombre en la última lista de miembros de la Fraternidad
adjunta al Cor Unum de marzo de 2014, ya lo hacía notar.
Este género de
procedimientos -como la respuesta dada muy recientemente a un fiel canadiense: “Si el P. Pinaud me persigue en la corte,
será excomulgado”- ilustra perfectamente la atmósfera en la cual usted ha
instalado la Fraternidad desde hace varios años.
Estas dos moniciones me
recuerdan:
- La obligación especial por la cual
los clérigos deben testimoniar respeto y obediencia a sus superiores.
Estoy muy consciente de
ello, pero sé igualmente que la obediencia no es una virtud absoluta y que
someterse a la arbitrariedad no puede ser virtuoso. Las virtudes morales deben
ser practicadas a la luz de las virtudes teologales; en particular la obediencia
debe ser practicada a la luz de la fe.
-La obligación de los miembros de vivir en una casa de la Fraternidad
guardando la vida en común.
Si el Padre Waillez no
hubiera hackeado el correo electrónico
del Padre Rioult, todavía estuviera en una casa de la Fraternidad y
probablemente en Couloutre, sin guardar la vida en común pues allí yo estaba solo.
- el
carácter notorio y la naturaleza grave de su rebelión…
Esta acusación fue
abordada durante mi proceso. Yo la refuté con mucha precisión durante mi
comparecencia el 19 de octubre 2013. Hasta hoy, ninguna verdadera respuesta ha
sido dada a este argumento esencial de mi defensa que declaró que ser
sedicioso es atentar contra la unidad no respetando el derecho y el bien común.
¿Quién ha atentado
contra la unidad de la Fraternidad? ¿Cuáles son las acciones que levantaron a
una parte de la Fraternidad contra la otra?:
El no-respeto de las prescripciones del
Capítulo de 2006.
El abandono del bien común de la
Fraternidad bajo la presión romana, tal y como fue expresado por la carta del
14 de abril de 2012 por el Consejo General de la Fraternidad a los tres obispos.
La Declaración del 15 de abril de 2012,
mantenida escondida durante un año a los miembros de la FSSPX.
Finalmente, los numerosos ejemplos de ambigüedades
y de doble lenguaje que desacreditan a la autoridad.
He aquí lo que destruye
la unidad de la Fraternidad y lo que atenta a su bien común y a su derecho
expresado por el Capítulo de 2006.
Es allí, y no en otro
lugar, que hay que buscar la empresa sediciosa.
« En
cuanto a aquéllos que defienden el bien común resistiéndoles, ellos no deben
ser llamados sediciosos” II II q. 42 a. 2 c.
-
El apostolado ejercido de manera independiente y personal, sin provisión canónica
despreciando las leyes de la Iglesia.
Se me enseñó en el
seminario que nuestra provisión canónica, la suya y la mía, estaba fundada en
la demanda de los fieles en razón del estado de necesidad.
Los fieles que han solicitado
mi ministerio sacerdotal, lo hicieron porque han perdido la confianza en usted
por su negativa obstinada de reconocer que su declaración del 15 de abril de
2012 es contraria al combate de la fe. En otros términos, estos fieles
constataron un estado de necesidad en el seno mismo de la Tradición.
¿Debo abandonarlos?
El
desprecio mostrado públicamente a la pena medicinal de suspensión de la cual
usted es objeto desde el 8 de diciembre de 2013.
Monseñor Lefebvre
despreció una suspensión proveniente de los modernistas, ¿no puedo despreciar
una suspensión infligida por los liberales que traicionaron el combate de la
fe?
Además, esta sentencia es nula porque la cooperación
formal que se me reprocha es inexistente, tal como lo dijo y escribió Mons.
Tissier de Mallerais varias veces.
Como la primera, esta segunda monición termina con esta frase
tranquilizadora:
“De conformidad a los
cánones antes mencionados, usted tiene el derecho de defenderse”.
¿Esto es verdad?
¿Han leído mi larga
defensa? El testimonio del P. Rioult era, por si solo, suficiente para que este
proceso terminara con un no ha lugar.
Este proceso ha juzgado
mi pensamiento, pues yo nunca me expresé públicamente. ¡Por lo tanto, estoy
condenado por haber pensado y mi pena terminará cuando yo ya no piense!
Con ocasión de los 25
años de la escuela de Domezain, usted respondió a una de las antiguas fieles: “Que el P. Pinaud pida perdón y será
reintegrado”.
Me parece improbable
que se trate de pedir perdón por los nombres de aves que lo calificaban a usted
en los mensajes estrictamente privados y de los cuales usted tuvo conocimiento luego
de un acto de piratería informática.
¿Se trata entonces de
pedir perdón por haber pensado?
Por haber pensado que
era estúpido afirmar que el concilio Vaticano II es bueno en un 95%?
¿Por haber pensado que
es "una ilusión grave querer unirse
a la iglesia conciliar para convertirla"?
¿Por haber pensado que
es “un falso pretexto decir: si nosotros
continuamos separados de las autoridades de la Iglesia, nos convertiremos en
una secta cismática”?
Sí, yo pensé todo eso. Y
todavía lo pienso y no tengo la mínima intención de presentarle una mínima
excusa. Además de todo eso, Mons. Tissier de Mallerais lo predicó en Angers en
la capilla San Pio X el pasado 4 de mayo, y él no fue perturbado, que yo sepa.
Algunos días después de
la publicación de la Carta a los fieles, el P. de Cacqueray, que se entrevistó
con usted durante dos horas por teléfono, confió a los fieles de Mantes-la-Jolie,
en su conferencia del 26 de enero de 2014, su intención de llevar a cabo
acciones que favorezcan una reconciliación:
« Monseñor
Fellay me dijo que hará todo lo posible para que las cosas no se queden allí. Creo
que está en sus intenciones” (01:22:50)
¿Cuáles son estas
acciones?
¿Mi expulsión y la de
mis cofrades?
Señor Superior General,
no esconda su voluntad de expulsarme disfrazándola de legalidad, pues yo no me
arrepiento de nada, con excepción de algún exceso de vocabulario.
Usted pretende
expulsarme de la Fraternidad. ¿Pero de cuál Fraternidad?
De una Fraternidad cuyo
primer asistente predicó este retiro escandaloso a los Hermanos del distrito de
Francia en Navidad de 2013, sin ser sancionado.
De una Fraternidad en
la cual un superior hizo participar a todo su distrito en la oración ecuménica de Francisco sin que este
escándalo haya sido reparado.
Etc.
« De
una Fraternidad sin caridad fraternal ni unidad doctrinal »,
como le escribió uno de nuestros cofrades, pues, ¿podemos llamar Fraternidad a
una sociedad cuyos superiores violan sus correos, usurpan su identidad y que, a
manera de consideración hacia sus subordinados, utilizan procesos de tipo
estaliniano?
Señor Superior General,
es usted quien está en el origen de esta grave crisis; pero si usted
verdaderamente hubiera querido la reconciliación, hubiera sido fácil. ¿Por qué
razón usted no la quiso?
Rehusándome a
inclinarme ante su tiranía, señor Superior General, no dejo de rezar
diariamente por usted, sin ninguna
amargura ni resentimiento.
Padre Nicolas Pinaud