Juzguen por ustedes mismos, pero creo que es evidente que Monseñor de Galarreta ya ha tomado posición:
Transcribo aquí toda la publicación de "Françoise Romaine", miembro de ese foro:
Monseñor de Galarreta nos
lo anuncia: La Fraternidad admite ahora la idea de un acuerdo práctico sin
acuerdo doctrinal y no reconoce como indispensable la condición que ella
consideraba como indispensables las últimas décadas: “no al acuerdo práctico
sin acuerdo doctrinal”. Al menos tiene el mérito de reconocer públicamente que
la Fraternidad ha cambiado de óptica y que ella ya no piensa como antes… Aquí
les ofrezco algunos extractos transcritos y aparecidos en internet para que no
dejen de escuchar esta conferencia tan esclarecedora.
Citación:
« Lo que puedo
decirles, es que la Divina Providencia nos ha asistido durante el capítulo de
una manera clara y evidente. Transcurrió muy bien. Se los digo así simplemente.
Nosotros hemos podido hablar tranquilamente, libremente, abiertamente. Nosotros
pudimos abordar los problemas cruciales, inclusio si tuvimos que dejar los
otros, los asuntos que estaban previstos. Nos tomamos todo el tiempo necesario
para discutir, nos hemos escuchado, nos hemos confrontado, como conviene entre
los miembros de una misma congregación y de una misma armada. No hay problema.
La Fraternidad no es una escuela de jovencitas, ¿no es así? Entonces, si
algunas veces hay discusiones entre nosotros, ya no debería suceder mas… (no
estoy despreciando las escuelas de jovencitas) pero para las discusiones entre
hombres, lean al cardenal Pie cuando defiende las discusiones públicas de los
obispos en Francia en el siglo 19, ¡discusiones públicas de obispos! Y él lo
justifica y explica el por qué. Es que este es un combate. No hay que hacer un
drama. No hay que dramatizar ciertas cosas cuando menos. Un drama sería el
abandonar la fe. Si. Pero que haya
discusiones de oportunidad, de prudencia, de esto o del otro. Hay diferentes
aspectos. Hay diferentes temperamentos. Hay situaciones. Es complicado.
Frecuentemente complicado. En este caso no podemos sacar la espada y cortar el
nudo gordiano: ¡Oh, miren, yo resuelvo la cuestión de un solo golpe! ¡no!
Entonces en el capítulo sucedió esto, bien, y hemos sacado lecciones útiles,
las pruebas que hemos tenido, incluso si no fue perfecto. Otro aspecto que debe
ser tenido en cuenta. En nuestra vida, todo lo que sucede en la imperfección,
lean la historia de la Iglesia. Entonces no hay que pedir una perfección que no
es de este mundo. Hay que tener por lo menos los ojos fijos en lo esencial que
es lo que cuenta, y luego se puede pasar por muchas cosas, en mi opinión.
¡Ustedes no hacen eso en sus familias! Si no, nada en este mundo
“Luego en las condiciones sine que non, está
la garantía de al menos un obispo. Vean ustedes, se los dije, eso no es
perfecto. Pero es un hecho que todos estamos de acuerdo en la Fraternidad, que
hay que pedir varios obispos auxiliares, una prelatura, exención de los
obispos. Todos estamos de acuerdo. Ese no es un problema. No era un problema
antes, no lo es ahora. Entonces no hay que ser quisquillosos.
Nosotros no excluimos la
posibilidad de que la vía escogida por la Providencia para el regreso de la Fe,
si eso debe suceder, sea por la conversión previa, para el regreso a la
doctrina, de un papa o de una parte de los cardenales. No lo excluimos. No está
excluido del todo. Esto no es más difícil que lo otro, que la vía práctica.
Pero simplemente nos hemos dicho: supongamos que no es así, que no hay primero
un regreso por parte de Roma, por parte de un próximo papa, a la Tradición, a
la teología, a los principios, a la Fe, a la enseñanza. En ese caso, supongamos
que ese papa quiere permitir a la Tradición ¿cuáles son las condiciones que nos
permitirían –en ese caso- hipotéticas, de aceptar o de llegar a la
normalización canónica? En vista de los bienes que podemos hacer, que son
enormes, eso no hay que negarlo. Y por lo tanto es, en mi opinión, es una
mejoría en el mismo sentido. Hemos definido muy bien cuáles condiciones podrían
protegernos totalmente en relación a la fe y en relación al combate integral por
la fe.
Esta posibilidad de un
papa que no tuviera la convicción, la fuerza o los medios para enderezar la
situación actual de la Iglesia, la crisis de la Iglesia, la crisis de la fe,
puede servirnos muy bien como punta de lanza. El podría muy bien darnos las
condiciones requeridas para nosotros pudiéramos, nosotros, ser la punta de
lanza contra éste absceso. Y además, si ustedes reflexionan bien, si un papa un
día nos concede eso, es el quien le da el primer golpe al edificio del Concilio
Vaticano II y de la Iglesia Conciliar porque él admitiría que contiene errores
y que podemos rechazarlo y que hay que regresar a la Tradición.
¡Atención a la esperanza
hoy en día! Porque nosotros ciertamente podemos caer por falta de fe, por falta
de caridad pero también por falta de esperanza. Nos hacemos pesimistas o
fatalistas. Esta es una forma de rendirse…
Cuando ya no hay esperanza, uno se deja ir. Estamos vencidos.”