miércoles, 6 de octubre de 2021

LA FSSPX Y EL JUBILEO DE MONS. HUONDER: ¿EL DESPERTAR DEL "AGENTE DORMIDO" DEL PAPA FRANCISCO?

 


Fuente (extracto del texto traducido usando Google)

Se recuerda que en mayo de 2019 la Fraternidad San Pío X estaba "encantada" (https://fsspx.news/fr/content/47939) de acoger en su Instituto Sancta María en Wangs (Suiza) al ex obispo de Coira, que vino a retirarse allí, con el acuerdo del Papa Francisco como lo conocemos.

Durante dos años, el obispo emérito se ha integrado bien en su nueva vida, entre los sacerdotes y estudiantes del establecimiento. Sólo celebra la Misa Tridentina porque satisface plenamente su piedad sacerdotal; del mismo modo, se ajusta a las prácticas tradicionales del Oficio divino ya las formas vigentes en la Fraternidad para la administración de los sacramentos.

Pero también recordamos que habiendo sido, en su vida anterior, obispo "conciliar" de una importante diócesis suiza, fue el impulsor en marzo de 2011 de la nueva práctica del Dies Judaicus, celebrado en la Confederación durante la Cuaresma, y ​​en algunas ocasiones lo hemos visto distribuir la comunión en condiciones espantosas (https://www.medias-presse.info/un-nouvel-eveque-pour-la-fsspx/103923/) ...


Lo más grave, de hecho, es que nunca le hemos oído condenar oficialmente los errores del Vaticano II, ni denunciar el “magisterio” postconciliar de los papas recientes, ni estigmatizar la deriva protestante del Ordo missae de Pablo VI, habiendo celebrado, por el contrario, constantemente según la nueva liturgia desde 1971, como sacerdote y luego como obispo. A diferencia del arzobispo Lazo, obispo filipino, no firmó ninguna declaración de protesta solemne que confirmara su adhesión a la fe tradicional de la Iglesia y a la lucha doctrinal del arzobispo Lefebvre. Por tanto, en estos puntos, está muy por debajo del propio monseñor Viganò. En estas condiciones, se admiten todas las dudas, en particular la de considerar a este obispo emérito como un instrumento del "astuto" Papa Francisco que le permita neutralizar a la Fraternidad San Pío X como obra de resistencia a la nueva religión conciliar. Indicios concurrentes muestran que actualmente se está llevando a cabo un proceso para promover al obispo Huonder, hasta ahora un mero "agente inactivo" del Vaticano, a un puesto clave dentro de la neo-FSSPX , y eso con discreta complicidad de autoridades actuales de la Casa General y algunos ex jerarcas de la Fraternidad.

Tres etapas recientes - "escalones" deberíamos decir - dan fe del inicio de este proceso:

- El 23 de mayo de 2021, después de dos años en perfecta reserva, el obispo Vitus Huonder celebra la Misa pontifical dominical de Pentecostés en el Seminario de Zaitzkofen en Alemania https://www.lesalonbeige.fr/mgr-huonder-a-celebre- the -masa-de-pentecote-au-seminaire-de-la-fsspx-en-allemagne / ): esta es la primera manifestación publicitada de su episcopado dentro de la Fraternidad en una ocasión litúrgica solemne.

- El 26 de agosto, concede una larga entrevista al sitio suizo de la FSSPX cuando se acerca a su jubileo sacerdotal (https://fsspx.ch/fr/publications/newsletters/interview-de-s-exc-mgr-vitus-huonder-68861): describe en detalle su camino personal, luego expresa toda su satisfacción por haberse unido a la Fraternidad y ahora ejercer un ministerio activo. Expresa su apoyo entusiasta a los objetivos y métodos de trabajo y - ¡en el colmo de la ingenuidad ... o la duplicidad! - llega a deplorar los efectos del reciente motu proprio Traditionis custodes contra la liturgia tridentina. En el mismo sentido, no deja de recordar que su nueva elección de vida le ha valido reacciones negativas de ciertos círculos del catolicismo suizo: ¡uno es siempre el "fundamentalista" de alguien! Aún más tranquilizador, él se comenta que Francisco le ha dicho enfáticamente que la Fraternidad "no es una comunidad cismática", lo que explicaría el tratamiento preferencial de que goza sobre otros grupos, y la seguridad que él siente para seguir viviendo como obispo pacíficamente dentro de sus muros… ¡en pleno acuerdo con el Santo Padre! ¿Quién puede afirmar que los responsables de la Casa General de la Fraternidad no son conscientes (y cómplices) de estas retorcidas explicaciones?

- El 25 de septiembre, el mismo obispo Huonder celebra su jubileo sacerdotal en un santuario de la Fraternidad en Suiza con una misa, lo que da lugar a un reportaje de FSSPX-News (https://fsspx.news/fr/news-events / news / jubil% C3% A9-sacerdotal-de-mgr-huonder-69020):

  • en la solemne función litúrgica con diácono, subdiácono y sacerdote asistente, el prelado está rodeado por el padre Christian Bouchacourt, segundo asistente general; el Padre Franz Schmidberger, ex Superior General (1982 - 1994), quien se convirtió en Consejero en 2018; y el padre Niklaus Pfluger, ex primer asistente del obispo Fellay: un elenco cuidadosamente sopesado ...

  • No estuvieron presentes ese día: ni el Superior General, Padre Pagliarani (de quien se leyó un mensaje), ni el primer obispo asistente de Galarreta, ni el obispo Fellay, ex Superior General (1994-2018): ¿ausencia prudencial por parte de los principales responsables de la política "acuerdista" iniciada en 2012 y no cuestionada hasta la fecha? ¿O tienen miedo de que su apoyo exagerado al obispo Huonder despierte sospechas dentro de la Fraternidad? Uno no excluye al otro ...

  • En cuanto a la participación de dos guardias suizos, ¡también eméritos y con uniforme de gala! - en la ceremonia, no podemos evitar ver un guiño travieso de los romanos.

  • Una mezcla inteligente en la elección de los actores visibles, ausencia calculada de los verdaderos poseedores del poder: nada es obviamente el resultado de la casualidad. En su juego de escondite con la Roma conciliar, la gente de Menzingen recurre fácilmente a la combinación política, creyendo hacerlo mejor que el arzobispo Lefebvre; pero al hacerlo, descuidamos la herencia esencial del Fundador, valiente luchador de la fe y buen pastor de las almas.

¿Cuáles serán los próximos pasos en este proceso?

Lógicamente, debemos temer que el obispo Huonder sea llamado, un día u otro, para participar de los actos mayores mediante los que la Fraternidad confiere órdenes sagradas:

  • ¿ordenaciones sacerdotales en primer lugar a partir de 2022 en Zaitzkofen o en Ecône?

  • una futura consagración episcopal, ¿por qué no? ... ¡y esta vez con la aprobación de Roma!

Miradaa desde este punto de vista, la entrevista del 26 de agosto no puede dejar de preocupar, ya que al final se menciona el deseo del representante de la Fraternidad de ver al obispo Huonder "testimoniar y transmitir esta fe y también poder trabajar como obispo , a lo que el interesado simplemente responde que espera que este deseo “ realmente se haga realidad ”.

¿Habilidad de un entrevistador guiado por sus superiores? En cualquier caso, una curiosa respuesta de un obispo "retirado"…

Qui potest capere, capiat! (quien pueda entender, entienda)

martes, 5 de octubre de 2021

DECLARACIÓN DEL ARZ. VIGANÒ ACERCA DE LA OBLIGACIÓN DE RECIBIR LA VACUNA COVID QUE IMPONE LA JERARQUÍA OFICIAL



Todos hemos aprendido que en algunas Diócesis de los Estados Unidos de América, y en particular en la Arquidiócesis de Chicago, la Autoridad Eclesiástica está obligando a sus clérigos y empleados fieles a vacunarse como condición para asistir a celebraciones, actividades litúrgicas y pastorales [trabajo] e incluso por el mero hecho de ser sacerdotes con un ministerio. También se imponen medidas despóticas similares en Italia y otros países.

Los sacerdotes que incumplan las disposiciones del Ordinario serán privados de sus facultades sacerdotales y de sus medios de subsistencia. En consecuencia, se cerrarán muchas iglesias, con daños muy graves al salus animarum, debido a la falta de clérigos que puedan reemplazar a aquellos que no serán inyectados con el suero genético experimental. Por lo que se sabe, no son pocos los pastores de almas que se opondrán, como es su pleno derecho como ciudadanos estadounidenses y católicos, a una clara negativa a disposiciones sacrílegas e ilegítimas, nulas y que exponen a los interesados ​​a lo inmediato concreto. efectos secundarios graves y peligrosos, incluido el riesgo de muerte. Sin mencionar las implicaciones morales de aceptar la inoculación de un fármaco para cuya producción se utilizan líneas celulares fetales de abortos.

El sometimiento de la Jerarquía bergogliana a la farsa pandémica y la imposición de la llamada vacunación ha transformado a los Ministros de Dios en gurús de la pandemia, a los obispos en vendedores de suero experimental y a todo el cuerpo eclesial en víctima de la experimentación masiva. Esto constituye una traición sin precedentes a la misión divina de la Iglesia de Cristo, al poder de los pastores y al mandato de los sacerdotes, en un proceso de sustitución de la religión revelada por un culto pseudocientífico que raya en la idolatría. Si estos abusos ya son graves si provienen de la autoridad civil -cuya corrupción y conflictos de intereses son ahora universalmente conocidos y denunciados- aún más grave es la cooperación en este crimen global por parte de la autoridad eclesiástica.

Ante tales violaciones de la ley, es necesario denunciar sin dudarlo la deliberada complicidad de la Jerarquía en el diabólico plan globalista del Gran Restablecimiento, y resistir con firmeza y valentía esta opresión ratificada por la Santa Sede.

Renuevo con fuerza el llamamiento que lancé en el reciente evento celebrado en Dubuque (Iowa) a favor de la Coalición de Sacerdotes Cancelados , invitando a los laicos a apoyar a sus sacerdotes con iniciativas coordinadas. Es necesario crear una Fundación Internacional que recolecte donaciones y contribuciones de los fieles, distrayéndolos de las parroquias y diócesis que están confabulando con el actual régimen bergogliano. Cuando los obispos se vean afectados en la cuenta bancaria, probablemente se verán inducidos a moderar su trabajo de excluir a los buenos sacerdotes. Iniciativas como la Coalición por Sacerdotes Cancelados y otros proyectos similares son una necesidad urgente en esta hora de persecución. Cada uno de nosotros, según sus medios podrán hacer una contribución concreta, no necesariamente sólo financiera, incluso simplemente destinando nuestras ofertas a quienes las merecen y no a quienes las utilizan para hostigar a los buenos clérigos.

Los fieles católicos abren sus casas a los sacerdotes perseguidos por la tiranía de los obispos aliados al globalismo, poniéndolos a disposición para la celebración del Santo Sacrificio de la Misa. Reunidas alrededor de estos altares domésticos, las comunidades refractarias podrán así seguir rindiendo debido culto a la Santísima Trinidad y beneficiarse de la asistencia espiritual de sus ministros. Y que la caridad fraterna, alimentada por el compartir de la única Fe y la oración, marque el comienzo de un renacimiento de la Santa Iglesia, hoy oscurecida por mercenarios y traidores.

+ Carlo Maria Viganò, arzobispo

ex nuncio apostólico en los Estados Unidos

3 de octubre de 2021

Dominica XIX Post Pentecosten
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Fuente: Infovaticana

domingo, 3 de octubre de 2021

3 DE OCTUBRE: SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS

"La santa más grade de los tiempos modernos" (San Pío X).

La Providencia ha confiado a la Santa de Lisieux una misión excepcional. Su misión esencial es un mensaje de santidad. Ha venido a recordar muy oportunamente al mundo que tenemos un Padre que vela sobre cada uno de nosotros y que quiere santificarnos como a hijos de adopción. 

Para llegar a la más alta santidad no hay necesidad de milagros ni de éxtasis; no hay que realizar ninguna acción extraordinaria; basta con aceptar, día tras día, la tarea fijada por Dios y realizarla por amor. «Dios no me pide grandes cosas, sino sencillamente el abandono y el agradecimiento». Él mismo, quiere conducirnos a la más alta santidad. Basta abandonarse a los designios de su misericordia y de su amor con la filial confianza del «pequeñuelo». 

Todos los temperamentos, todas las situaciones humanas, todas las formas del deber de estado pueden llegar a ser materia de santidad. Basta con amar y con entregarse a Dios por amor, a través de todas las cosas. «La santidad» no se encuentra en las largas fórmulas de devoción, «en tal o cual práctica». Consiste en una disposición del corazón que nos hace humildes y pequeños entre los brazos de Dios, conscientes de nuestra debilidad y confiados hasta la audacia en su bondad de Padre. He aquí, según la misma Teresa, lo esencial de toda santidad. 

«Mi camino es todo de confianza y de amor». «En mi «caminito» no hay más que cosas muy ordinarias». La santidad teresiana es sencillamente la vida cotidiana divinizada por el amor; una santidad que se puede encontrar y practicar en todas partes; en las calles, en el despacho, en la fábrica, en el almacén, en familia, en medio de los más pesados cargos; lo mismo que en el silencio del claustro y en la soledad del desierto. Se puede llegar a la más alta perfección de la caridad sin obras brillantes. 

El rasgo genial de Teresa fue el haber reducido la santidad a su pura esencia y el haber mostrado el ideal de la perfección accesible a todos por el camino común. Un santo o una santa pueden vivir entre nosotros; como nosotros, llevar nuestros trajes, nuestros calzados de casa, de montaña, de trabajo, parecer como nosotros y ser todos de Dios. Santidad al alcance de todos; pero sin minimizar en nada el ideal cristiano

Teresa ha simplificado la búsqueda de la santidad reduciéndola a sus elementos esenciales: la práctica de las virtudes ordinarias llevadas a su perfección suprema por una vida de puro amor. Todo se equilibra, todo se contrapesa en esta doctrina: «pequeñez» y grandeza de alma, vida de amor y de sacrificio, abandono total y fidelidad absoluta. Las más humildes tareas cotidianas, las funciones necesarias para la vida material, encuentran lugar en la vida de los hijos de Dios. Realismo sencillo y profundo, abnegación sonriente, perpetuo olvido de sí en el lugar fijado a cada uno por la Providencia; tal es esta nueva fórmula de santidad, capaz de conducir a las almas hacia las altas cimas de la perfección cristiana por la sencillez del deber. 

El santo no es sino también el humilde de corazón que camina sencillamente por el surco que le ha trazado la Providencia, cuya tarea cotidiana, frecuentemente oscura y dura, realizada ante las miradas hostiles o indiferentes, no tiene otro testigo que Dios

Ser fiel hasta el último detalle a la voluntad del Padre, por amor; «hacerlo todo bien» a la manera de su Hijo. El beneficio supremo de la espiritualidad teresiana es haber vuelto la santidad a su invariable esencia: el triunfo del amor. Quizá no exista en la Iglesia, espiritualidad alguna que haya insistido con tal fuerza en este elemento primordial. Textos y documentos teresianos, escritos de la Santa, actos de su vida, testimonios del proceso de canonización, conducen a esta evidencia: el mensaje teresiano continúa siendo ante todo un mensaje de amor. Todo se explica por esto. La misma Teresa nos advierte de ello: 

He encontrado en el amor la base de mi vocación. He comprendido que si la Iglesia tenía un cuerpo compuesto de diversos miembros, no podía faltarle el más noble de todos los órganos; he comprendido que tenía un corazón y que este corazón ardía de amor. He comprendido que sólo el amor hacía obrar a sus miembros; que si el amor llegara a apagarse, los apóstoles ya no anunciarían el Evangelio, los mártires se negarían a derramar su sangre. He comprendido que el amor lo era todo; que abrazaba todos los tiempos y todos los lugares, ¡porque es eterno! Entonces, en el exceso de mi delirante alegría, he exclamado: ¡Oh Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación; mi vocación es el amor! Sí, he encontrado mi lugar en el seno de la Iglesia, y este lugar, Dios mío, Vos me lo habéis dado: en el corazón de mi madre la Iglesia, yo seré el amor!... Así lo seré todo. 

Para «Teresita» como para todos los santos a partir de Cristo, el deber fundamental del hombre consiste en amar a Dios. Todo el resto es accidental. El apóstol San Pablo había formulado esta enseñanza extendiéndola al amor al prójimo: 

«Aunque hablare las lenguas de los ángeles y de los hombres, mas no tuviere caridad, no soy sino un bronce resonante o un címbalo estruendoso. Y si poseyere la profecía y conociere todos los misterios y toda la ciencia y si tuviese toda la fe hasta trasladar montañas, mas no tuviere caridad nada soy. Y si repartiere todos mis haberes y si entregase mi cuerpo para ser abrasado, mas no tuviere caridad, ningún provecho saco. Ahora subsisten la Fe, la Esperanza, la Caridad, estas tres; mas la mayor de ellas es la Caridad».

Leyendo este célebre pasaje, Sor Teresa encontró la llave de su vocación. A sus ojos, como en el pensamiento de Pablo, el amor lo es todo: esencia de toda santidad, principio del mérito, manantial que impulsa todas las abnegaciones, único camino que conduce al heroísmo de las vírgenes, de los doctores y de los mártires; criterio supremo atendiendo al cual seremos juzgados en el crepúsculo de nuestra vida y en el crepúsculo del mundo. ¿No se reducía a esto todo el mensaje de Jesús? «Fuego he venido a traer a la tierra y, ¿qué quiero sino que arda?». En esta línea evangélica se sitúa la misión providencial de la gran Santa de Lisieux:

«Siento que mi misión va a empezar: mi misión de hacer amar a Dios como le amo... y de dar mi «caminito» a las alma». «Amar, ser amada y volver a la tierra para hacer amar al amor». 

El camino de la infancia espiritual es una escuela de puro amor que enseña a las almas a multiplicar los actos de amor de Dios y a «transformar las acciones más indiferentes en actos de puro amor». No todo el mundo puede llevar a cabo acciones brillantes; pero todo el mundo puede amar, y Dios no pide más: Para llegar a ser santo no es necesario realizar cosas extraordinarias, sino hacerlo todo por amor. 

El amor teresiano es humilde, activo, confiado hasta la audacia, fiel en las pequeñas cosas hasta el heroísmo; sencillo y sublime como la vida de los hijos de Dios que pasan por la tierra con la mirada fija en su Padre celestial. 

La Iglesia ha proclamado por su magisterio infalible el poder santificador de esta doctrina y ha ratificado las intuiciones de una Santa genial suscitada por Dios para establecer en el mundo el triunfo del amor. 

El mensaje teresiano subsistirá. La infancia espiritual como la doctrina de los más grandes santos está llamada a iluminar las almas hasta la última noche de la Iglesia militante. Esta Iglesia de Cristo asistida por el espíritu de Dios, ha comprendido la profundidad innovadora y el alcance universal del mensaje de Lisieux y ha hecho suya la suprema súplica de Teresa: 

¡Oh Jesús... te suplico que tu mirada divina descienda sobre un gran número de almas pequeñas! Te suplico que te elijas en este mundo una legión de pequeñas víctimas dignas de tu amor.

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El texto es un extracto de las páginas 73, 74, 75 y 76 del excelente libro del P. Philipon OP, "El Mensaje de Teresa de Lisieux"

sábado, 2 de octubre de 2021

LA NEO-FFSPX PUBLICA UNA ENTREVISTA AL OBISPO HUONDER


La entrada inmediatamente anterior es una nueva denuncia franca y valiente del Arzobispo Viganò en contra del Papa Bergoglio y su obra de demolición de la Iglesia. 

Como sabemos, es por causa su abierto combate en contra del actual y nefasto Papa y de los modernistas en general, que la Neo-FSSPX evita cuidadosamente toda aproximación con Viganò, promoviendo, en cambio, contactos con todo prelado liberal del ala conservadora que no ataque abiertamente a Francisco, como es el caso de Mons. Huonder, amigo declarado del Papa argentino (e inventor del "Día del Judaísmo", por añadidura y entre otros méritos). 

Noten los lectores cómo en esta entrevista, publicada ayer 1 de octubre por la FSSPX, Hounder se cuida de hacer la más mínima crítica al Vaticano II o al Papa Bergoglio. Llega en esto al extremo irrisorio de atribuir la responsabilidad del Motu Proprio Traditionis Custodes a los consejeros de Bergoglio, exculpando así a su amigo. No dice nada explícito contra la misa nueva, y en sus respuestas sobre el tema parece querer dar a entender que, para él, la misa de siempre es sólo mejor que la misa novus ordo, y que ambas son legítimas.   

... "me convencieron de que tenía que profundizar este contacto con la Sociedad, lo que hice al elegir a Wangs para mi retiro episcopal. Esta elección incluso fue bien recibida por el Santo Padre. Le confió a un sacerdote: "Está bien lo que hace allí"."

... "he tenido muchos contactos con el Santo Padre, también sobre el tema de la Fraternidad."

"No sé si los consejeros del Santo Padre son conscientes de lo que les están haciendo"... (respondiendo sobre el Motu Proprio Traditionis Custodes)


 NOTA: traducción automática de Google desde el sitio oficial de la FSSPX de EE.UU.

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Esta entrevista fue realizada por el P. Lukas Weber el 26 de agosto de 2021 en Wangs, Suiza. Si bien el texto tuvo que ser revisado y traducido, hemos tratado de mantener el estilo hablado tanto como sea posible.

Mons. Huonder este año celebrarás el 50 aniversario de tu sacerdocio. Enhorabuena y gracias por acceder a concedernos una entrevista para que podamos conocerte un poco mejor. Este aniversario es, por supuesto, una ocasión para echar un primer vistazo a su infancia, al niño de Trun en el cantón de Graubünden, que quería ser sacerdote. ¿Cómo surgió la idea?

Nací en 1942 en Trun, no lejos de Disentis, conocido por su monasterio benedictino. Fue allí, en la iglesia de San Martín de Trun, donde fui bautizado. Puedo decir que ahí es donde recibí mi fe. Lo que marcó mucho esta vez fue la temprana asistencia a misa con mi madre. Me encantaba ir a misa, incluso cuando tenía solo 3 o 4 años. Lo que también siempre me ha impresionado son las Estaciones de la Cruz que van de Trun a Maria Licht. A menudo he contemplado este Vía Crucis y lo he grabado profundamente en mi corazón. Estos son los elementos externos que me marcaron.

Desde temprana edad, siempre he tenido un fuerte deseo de ser pastor: no solo sacerdote, sino pastor. De hecho, los sacerdotes que ejercían su ministerio allí eran el párroco y especialmente el vicario. Fue él quien, desde muy temprano, me inició en el servicio de la Misa. A los siete años ya era monaguillo, que permanecí hasta los 26-27 años. Estos fueron mis primeros pasos en la fe, que se lo debo especialmente a mi madre, porque ella tuvo un papel importante en la formación de mi fe.

Su testimonio confirma la importancia de la educación en la familia y del contacto con los sacerdotes para el despertar de las vocaciones.

Sí, bastante. Esto sigue siendo muy importante por hoy.

Luego realizó sus estudios, seguidos de su formación teológica, y luego fue ordenado sacerdote el 25 de septiembre de 1971. ¿Qué recuerdos guarda de esta ceremonia?

Fue un largo viaje para llegar allí. Nos mudamos a Thalwil, en el cantón de Zúrich, cuando tenía ocho años. Fui a la escuela primaria allí, luego a la escuela secundaria de Disentis, todavía llevando dentro de mí el deseo de ser sacerdote. Después de muchas etapas, fui ordenado sacerdote el 25 de septiembre de 1971. Lo que más me impresionó durante mi ordenación fue, por supuesto, la imposición de las manos del obispo, y luego la unción de manos, donde me di cuenta de que estas manos estaban santificadas. , que fueron ungidos, especialmente para el santo sacrificio. Eso realmente me impresionó durante la ordenación.

En cincuenta años de sacerdocio, hemos visto suceder muchas cosas. Quizás nuestros lectores estén felices de escuchar un par de anécdotas de su rica experiencia.

La vida sacerdotal en su conjunto es una hermosa experiencia, me gustaría enfatizar esto. Pero si quieres una anécdota, recuerdo que una vez, como obispo, durante las confirmaciones en una parroquia, un niño de 11 o 12 años vino a verme después de la ceremonia y me dijo: “Quiero ser sacerdote”. Eso me conmovió y me alegró mucho y también me mostró lo importante que es que los obispos visiten las parroquias, lo que permite, no necesariamente encender las vocaciones sacerdotales, pero al menos fortalecerlas. Lo que siempre me ha impresionado durante mi vida como sacerdote, y especialmente en estos tiempos posteriores, es cuando celebro la Misa. Durante el canon, durante el silencio del canon, siento que muchos jóvenes, que allí están presentes, se unen de verdad. en este silencio. Eso me impresiona mucho. Estos jóvenes de 11 a 15 años… Se nota cómo la comprensión de este silencio ya va creciendo en ellos, sobre todo cuando este silencio nos sumerge en el sufrimiento y la muerte de Nuestro Señor. Eso me impresiona cada vez.

Sin duda hay muchas experiencias en la vida de un sacerdote, pero también, por supuesto, cruces y pruebas. No han faltado en tu vida, ni sacerdotales, ni episcopales. ¿Dónde encontraste la fuerza para llevar estas cruces y superar estas pruebas?

Primero en el Santo Sacrificio de la Misa misma. Es allí donde siempre se puede encontrar la fuerza necesaria para soportar las pruebas. Luego también a través de la oración, especialmente la oración de la Iglesia. Siempre he rezado mucho y observado las oraciones de la Iglesia, el breviario, con mucha fidelidad. Y siempre he podido sentir cómo la oración me lleva, me ayuda, me fortalece, me anima también en muchas situaciones difíciles. Son momentos muy importantes en la vida de un sacerdote, para que pueda perseverar, porque esto no es fácil. Además, también es importante tener contactos fraternos, tener cohermanos que vivan la misma vida, que os acompañen por el mismo camino. Estos son soportes formidables en la vida sacerdotal.

ARZ. VIGANÒ: COMUNICADO EN DEFENSA DE LAS COMUNIDADES MONÁSTICAS CONTEMPLATIVAS


Con profundo dolor y indignación sigo las noticias relativas a las visitas apostólicas que está llevando a cabo la Congregación para los Institutos Consagrados y Sociedades de Vida Apostólica en diversos conventos de monjas contemplativas de Estados Unidos.

La manera en que se están realizando dichas visitas, vulnerando todas las normas canónicas y los más elementales principios jurídicos, la intimidación y amenazas que caracterizan los interrogatorios a los que son sometidas las religiosas, y la violencia psicológica infligida a las residentes de los mencionados conventos, contra los principios de caridad y justicia que deberían inspirar la actuación de los funcionarios de un dicasterio pontificio, manifiestan de modo inquietante los prejuicios y las intenciones de persecución que motivan a los visitadores, cínicos ejecutores de órdenes impartidas por el prefecto, cardenal João Braz de Avis, y el secretario, monseñor José Rodríguez Carballo, cumpliendo precisas instrucciones de Bergoglio. Sea cual sea la comunidad, el acoso de los visitadores con objeto de dividir a las religiosas siempre es el mismo, como también es la misma la tentativa de ejercer una fuerte presión psicológica, hasta el punto de forzar la conciencia privada de personas que están habituadas a vivir en el silencio y en el recogimiento de la oración y la penitencia.

Como en todo lo que caracteriza esta operación de la iglesia bergogliana, tras esta obra de depuración subyace un odio y una furia iconoclasta contra las comunidades de vida contemplativa, y en particular contra las que están ligadas a la Tradición y el rito de siempre; un odio que se ha convertido en práctica habitual con la infausta instrucción Cor orans y su cruel y despiadada aplicación. Destaca asimismo un malsano interés por la administración pecuniaria y las donaciones que reciben las mencionadas comunidades, de las que el Vaticano intenta apoderarse con cualquier pretexto.

Ese odio no tienen la menor justificación jurídica ni disciplinaria, dado que dichos monasterios que son blanco del Vaticano se limitan a vivir según el carisma particular de su orden, fieles a sus santos fundadores y en espíritu de sincera comunión con la Iglesia. Las vocaciones van en aumento, como pasa siempre en todos los institutos que ponen en práctica la regla de sus fundadores y celebran la Misa Tridentina. El pecado de esas religiosas consiste en querer ser fieles al Magisterio inmutable de la Iglesia, a su bimilenaria Tradición y a su verdadera liturgia. Tal es, en definitiva, el pecado de todas las comunidades seglares y religiosas, masculinas o femeninas, ante la despiadada labor de destrucción bergogliana.

Considero mi preciso deber como pastor denunciar sin medias tintas la sistemática labor de demolición que está llevando a cabo la Congregación para los Religiosos, cuyos dirigentes no ocultan su particular aversión a toda forma de vida consagrada, en perfecta sintonía con quien les ha dado las órdenes y ante el verdaderamente desconcertante silencio y pasividad de los ordinarios, incapaces de proteger y defender la parte más valiosa y vulnerable del Cuerpo Místico.

No podemos olvidar que la implacable persecución vaticana se ha dejado caer con anterioridad sobre otras florecientes comunidades religiosas femeninas, hoy totalmente aniquiladas; por ejemplo, las Franciscanas de la Inmaculada (Italia), las Hermanitas de María de Saint-Aignant-sur- Roe (Francia), las hermanas de Auerbach (Alemania) y las Dominicas del Espíritu Santo (Francia), entre otras muchas.

Recuerdo igualmente que los autores de semejante fechoría son los primeros contra quienes se deberían haber tomado medidas disciplinarias a raíz de los gravísimos escándalos financieros en los que estuvo metido Carballo cuando era ministro general de los Frailes Menores. Su situación estaba tan comprometida que se vieron obligado a alojarlo en el Vaticano, cuando lo normal es que los miembros de la Curia residan extramuros. El cardenal Braz de Avis, notorio partidario de la teología de la liberación, fue nombrado por Bergoglio prefecto de la Congregación para los Religiosos, precisamente para reeducar a los consagrados conforme a los estalinianos métodos que distinguen al gobierno de la iglesia profunda bergogliana. Una purga propia de los peores regímenes dictatoriales y del clima de terror que desde 2013 impera en el Vaticano.

Exhorto a mis hermanos prelados, a los sacerdotes y sobre todo a los fieles laicos a alzar la voz contra la destrucción de la vida monástica contemplativa y las comunidades religiosas tradicionales. No sólo es necesario apoyarlas espiritual y moralmente, sino también brindar apoyo material y mediático a las víctimas de una agresión que se ha ido agravando en las últimas semanas, desde la promulgación del motu proprio Tradicionis Custodes; hay que defender a las religiosas perseguidas y desenmascarar a los responsables de una persecución tan odiosa a los ojos de Dios y de toda la Iglesia.

Viendo la perversidad de las autoridades eclesiásticas, soy consciente de lo difícil que es conjugar el voto solemne de obediencia a los superiores con la evidencia de las malvadas aspiraciones de éstos, así como lo doloroso que es oponer resistencia a quienes deberían ejercer la autoridad en nombre de Nuestro Señor. Con todo, prestarles colaboración siempre sería una forma de complicidad y connivencia culpable. La obediencia a Dios y la fidelidad a la Iglesia no pueden vincularse a un servilismo ciego que es enemigo de una y otra: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hechos 5,29). Y eso también vale para los religiosos como para los clérigos seculares, cuyo silencio ante la disolución de la Iglesia tiene que terminar ya.

En consideración a este grave dilema de conciencia que atormenta a las religiosas, hago un llamamiento especial a los fieles laicos y los benefactores de los conventos femeninos para que se ocupen, incluso por medio de los adecuados instrumentos legales, en garantizar y defender la independencia de los monasterios y sus propiedades.

A las religiosas perseguidas les garantizo mis constantes oraciones, y las invito a resistir con firmeza y valentía y ofrecer sus padecimientos por la conversión de quienes las persiguen. Que estas silenciosas esposas de Cristo se unan espiritualmente al doloroso calvario de las carmelitas mártires de Compiègne, las dieciséis monjas guillotinadas en la Francia del Terror por no haber querido abandonar su carmelo renunciando a sus votos religiosos. La heroica resistencia de aquellas hermanas consagradas, perseguidas in odium fidei por los sanguinarios de la Revolución, sírvales de ejemplo en estos tiempos de apostasía en que la persecución anticatólica y la furia ideológica procede de quienes deberían proteger a las comunidades de vida contemplativa como el tesoro más valioso de la Iglesia y el baluarte más eficaz contra las ofensivas del Enemigo. De faltar la oración constante de esas benditas almas, el cuerpo de la Iglesia estará más desarmado todavía en el momento en que arrecia con más vigor esta épica batalla.

Como las vírgenes prudentes de la parábola (Mt.25,1-13), manténganse las religiosas fieles a su divino Esposo y aguarden su llegada con las lámparas encendidas. Estos tiempos tenebrosos pasarán, y junto con ellos los renegados que con tanta furia las atacan.

Las más altas instancias vaticanas deberán responder ante Dios de estos pecados gravísimos de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, con sus inquietantes connotaciones ideológicas, así como del abuso de autoridad contra los bienes de la Iglesia y la salvación de las almas. Que el Señor abra los ojos de muchos que todavía no quieren reconocer la apostasía que aflige a la Iglesia Católica.

+Carlo Maria Viganò, arzobispo

Fuente: Adelante la Fe

martes, 28 de septiembre de 2021

EL ARZOBISPO VIGANÒ HABLA SOBRE LA TRAICIÓN DE LA JERARQUÍA CATÓLICA


ACTO DE CANCELED PRIEST

Dubuque (Iowa)

22 de septiembre de 2021

Queridísimos hermanos en el sacerdocio;

queridos hermanos y hermanas en Cristo:

No revelo nada desconocido si digo que la Iglesia de Cristo atraviesa una crisis gravísima y que la jerarquía católica ha incurrido en dejación de funciones en cuanto a las importantes obligaciones de su misión apostólica y está en buena parte corrompida. El origen de esta crisis y esta apostasía ya es evidente hasta para los más moderados: que se ha querido acomodar a la Iglesia a la mentalidad del mundo, cuyo príncipe –no lo olvidemos– es Satanás: princeps mundi huius (Jn. 12,31).

domingo, 26 de septiembre de 2021

PODERES OCULTOS QUE BUSCAN DOMINAR EL MUNDO Y ACABAR CON LA CIVILIZACIÓN CRISTIANA

LAS HUESTES DE SATANÁS

SERMÓN PARA EL DOMINGO XVIII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS - P. Trincado

 

Curación del Paralítico, Murillo, 1670 (detalle)

 

Las palabras ten confianza son las primeras que Nuestro Señor pronuncia frente al paralítico que le presentaron para ser curado. Cristo dice a cada uno de nosotros ten confianza, hijo; ten confianza, hija.

Todas las circunstancias que rodean el milagro de este Evangelio deben concurrir a fortalecer nuestra confianza en Jesucristo. Veamos:

Cristo nos conoce y tiene misericordia de nosotros. Jesucristo, cuando le presentaron al paralítico y vio la enfermedad que le aquejaba, tuvo compasión y no rechazo. Jesús nos conoce mucho mejor de lo que nosotros mismos nos conocemos y mejor de lo que nos pueden conocer todos los demás, incluyendo los que más nos aman. Nuestro Señor, además de la parálisis, vio que el enfermo interiormente padecía una enfermedad mucho más importante que la que lo tenía postrado en una camilla: el pecado, un pecado grave. El enfermo posiblemente no había reparado en ello o, al menos en esos momentos, no buscaba la salud para el alma sino solamente para el cuerpo. Los familiares o amigos que lo presentaron a Jesús no conocían la enfermedad espiritual del paralítico. Jesucristo vio ambos males y de ambos liberó al paralítico, pero siguiendo un orden: primero libera el alma y después libera el cuerpo. Dios ha establecido un orden en los dones que nos quiere dar: siempre está dispuesto a dar la salud espiritual, como en el caso el paralítico; pero no siempre quiere dar lo que nos imaginamos que necesitamos en el orden físico o material. Por eso, cuando Dios niega los bienes materiales o cuando envía sus cruces, no pretende sino nuestra salud espiritual y, en definitiva, la salvación de nuestras almas. El orden de Dios es, entonces: primero el alma, luego el cuerpo. Ante todo lo espiritual, después lo material.

Jesucristo nos ama. Eso es notorio, en este Evangelio, por las palabras que usa para responder al paralítico: hijo mío, le dice. El paralítico estaba buscando un médico, pero se encontró con algo más que eso, con mucho más que eso: con un Dios y con un padre: con el Dios verdadero, que es un padre bondadoso, y que también y por eso es nuestro Médico.

Dios hijo ha tenido desde Toda la eternidad un conocimiento amoroso de nosotros. A impulso de este conocimiento de amor, nos ha dado la existencia natural y luego (con el Bautismo) la sobrenatural, al infundirnos la gracia santificante. Fue ese conocimiento amoroso lo que le hizo encarnarse y padecer para salvar a todos los hombres. Cristo vino a mostrarnos el camino del Cielo y levantarnos de la camilla de pecado en que estábamos prostrados, como ese paralítico, sin posibilidad humana de ser levantados, sin remedio, sin salida, sin médico, sin padre, sin Dios. Cristo se ha rebajado para que nosotros pudiéramos ser levantados: ha descendido a la humanidad para que la humanidad pudiera ascender a la divinidad.

Jesucristo lo puede todo. Puede lo menos: dar la salud al cuerpo, y también puede lo más: dar la salud al alma. Y por eso debemos creer, en todo momento de nuestras vidas, que Nuestro Señor Jesús puede ayudarnos en todas nuestras necesidades materiales y en todas nuestras necesidades espirituales.

Todo lo puede y todo lo sabe frente a sus enemigos que son también nuestros enemigos. Sin que ellos digan cosa alguna, Él conoce los pensamientos que tienen en sus corazones. Conocía el pecado del paralítico y sabía que era digno de perdón, y también conocía el pecado del retorcido corazón de sus enemigos y sabía que eran dignos de dura reprensión. En este Evangelio vemos cómo Jesús desenmascara a sus enemigos enrostrándoles su pecado; cómo los humilla al demostrar que tiene el poder para curar las enfermedades corporales; y cómo los reduce al silencio con el entusiasmo de la multitud que lo admira y lo aclama al ver el milagro obrado.

Queridos hermanos: por todos estos motivos, cada uno debe tener una confianza inquebrantable en Dios, que nos ha creado, y que nos cuida y nos guía en este mundo con el único fin de darnos la felicidad eterna del Cielo. Por eso cada uno de nosotros debe decir: Jesucristo me conoce tal como soy: ve y aprecia mis buenas obras y no las olvida; ve mis pecados, mis debilidades morales, y está siempre dispuesto a perdonarme si me arrepiento verdaderamente; ve mis necesidades y sufrimientos porque Él mismo envía eso o lo permite para mí bien.

Esta es una gran verdad: cada uno de nosotros puede decir que todo lo que Cristo hizo y padeció con su Encarnación y Redención, lo haría y padecería sólo por mí si yo fuera la única persona en toda la Tierra. Los santos, en efecto, dicen que Cristo habría hecho todo lo que hizo y mil veces más, por una sola alma.

Que por la intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre bondadosa y amantísima, Dios nos conceda siempre una confianza fuerte y profunda en Él.

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Adaptación de un sermón de la obra Verbum Vitae - La Palabra de Cristo, BAC, 1955, t. VII, p.1183- 1186.

domingo, 19 de septiembre de 2021

SERMÓN PARA EL DOMINGO XVII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS - P. Trincado


Y le preguntó uno de ellos, que era doctor de la ley, tentándole: Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el principal mandamiento.

Catecismo del Concilio de Trento: Quiénes pecan contra este mandamiento:

Los que no tienen fe, esperanza y caridad.

Los que caen en herejía.

Los que no creen lo que la Iglesia manda creer.

Los que dan crédito a sueños, supersticiones, agüeros, adivinos, brujos, magos y demás cosas vanas.

Los que desesperan de su salvación y no confían en la divina bondad.

Los que ponen su esperanza sólo en sus riquezas, salud y fuerzas corporales.

Catecismo de Astete: ¿quién ama a Dios por sobre todas las cosas? R: el que está dispuesto a perderlas todas antes que perder a Dios.

La caridad de Dios no tiene límites, no se puede amar “excesivamente a Dios”.

Hay tres grados del amor de Dios: infancia (caracterizado por lucha contra el pecado mortal), adolescencia (en el que se lucha contra todo pecado) y madurez (donde prima el deseo de morir para estar con Dios).

Y el segundo [mandamiento] –agrega Nuestro Señor- semejante es a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

La caridad con que amamos al prójimo tiene límites, pues manda el Señor que le amemos como a nosotros mismos.

Y si alguno excede este límite, de manera que ame a los hombres tanto como a Dios o más que a Dios, cometería una gravísima maldad. “Si alguno viene a mí, dice el Señor, y no aborrece a su Padre, Madre, mujer, hijos, hermanos y hermanas, y hasta su misma vida, no puede ser mi discípulo”. “El que ama padre o madre más que a mí, no es digno de mí”.

Al prohibir el odio en el Quinto Mandamiento (No Matarás), Dios impone el precepto de caridad hacia el prójimo.

Por eso Dios nos manda que por la caridad tengamos paz con todos (“en cuanto dependa de nosotros”, como precisa San Pablo).

Las obras de caridad que este precepto nos impone son las siguientes:

La paciencia, ya que la caridad es sufrida.

La beneficencia, que se manifestará ante todo por las obras de misericordia, ya que la caridad es bienhechora.

El amor de los enemigos, tratando de devolver bien por mal y de vencer al mal con el bien.

La práctica de la mansedumbre.

Y, sobre todo, el perdón y olvido de las injurias, que es la obra más excelente de todas las que pueden practicarse en el Quinto Mandamiento.

El cristiano, entonces, está obligado a olvidar y perdonar las injurias, y para animarse a ello, hay que tener presente especialmente estas 3 cosas:

1) Creer que la causa principal del daño o de la injuria no fue aquél de quien desea uno vengarse, sino Dios, de quien proviene todo cuanto padecemos en esta vida (Job 1 21.), y que todo lo permite por justicia o misericordia; y que no nos persigue como a enemigos, sino que nos corrige y castiga como a hijos. Pues en todas estas cosas adversas, los hombres son sólo ministros y ejecutores de Dios, y nada pueden hacernos sin la divina permisión (son como la tijera en la mano del podador).

2) Creer que Dios concede dos grandes bienes a quien perdona las ofensas del prójimo: el perdón de sus propias ofensas y pecados (Mt. 6 14; 18 33.), y cierta nobleza y semejanza con Dios, que hace nacer su sol sobre buenos y malos, y que hace llover sobre justos y pecadores (Mt. 5 45.).

3) Creer que nos acarreamos muchos males cuando nos negamos a perdonar las injurias del prójimo. En efecto, el que odia y guarda el deseo de la venganza, no sólo comete un pecado grave, sino que además su alma es agitada violentamente mientras maquina la venganza hasta que logra conseguirla. Además, siguen otros muchos males a la pasión de odio: ceguera espiritual, juicios temerarios, ira, envidia, murmuración y otros vicios semejantes. Por eso se dice que el odio es pecado del diablo (I Jn. 3 10 -11.), que fue homicida desde el principio (Jn. 8 44.).

Remedios contra el odio: además de lo dicho, son los siguientes:

Ante todo, tener presente el ejemplo de nuestro Salvador, que perdonó hasta a sus mismos verdugos después de haber sido azotado, coronado de espinas, cruelmente atormentado y clavado en una cruz por ellos (Lc. 23 34.).

Luego, el recuerdo de la muerte y del juicio (Eclo. 7 40.): pues en esos momentos será muy necesario alcanzar la divina misericordia. Para conseguirla es necesario que olvidemos nosotros las injurias y perdonemos y amemos a los que de palabra o por obra nos hubieren ofendido.

domingo, 5 de septiembre de 2021

SERMÓN PARA EL DOMINGO XV DESPUÉS DE PENTECOSTÉS - P. Trincado

Cristo con la Cruz a Cuestas, del Piombo, s. XVI


Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y así cumpliréis la ley de Cristo.

Santo Tomás de Aquino nos dice cómo en su comentario a Gálatas: tolerando pacientemente los defectos del prójimo, socorriéndolo en las necesidades, satisfaciendo con oraciones y buenas obras por la pena que otro deba.

Y así cumpliréis la ley de Cristo: cumplimiento que equivale a la caridad.

El amor es la plenitud de la Ley (Rm 13, 10). En eso conocerán todos que sois mis discípulos: si os amáis unos a otros (Jn 13, 35); Un nuevo mandamiento os doy: que os améis los unos a los otros (Jn 13, 33).

Y Nuestro Señor nos ha dado ejemplo de cómo llevar unos las cargas de los otros: por caridad, Él mismo cargó con nuestros pecados. El tomó sobre sí nuestras dolencias (Is 53,4). Llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero (1P 2, 24).

Pero el principal impedimento para cumplir con esto es el orgullo, dice Sato Tomás. Algunos no llevan la carga de los otros porque se prefieren a los demás. En efecto, decía el fariseo: Yo no soy como los demás hombres, etc. (Lc 18, 11).

Por lo cual dice san Pablo en esta Epístola: Pues si alguien piensa que es algo, siendo nada, así mismo se engaña. Esto es, si orgullosamente juzga que es algo grande en comparación con los que pecan o ve en falta. Porque si algo somos es tan sólo por la gracia de Dios: Por la gracia de Dios soy lo que soy (1 Co 15, 10).

Agrega el santo que el remedio para evitar el orgullo es la consideración de los propios defectos. Porque por considerar uno los defectos ajenos y no los propios, piensa uno ser algo en comparación con los demás. Por eso dice: mas pruebe cada cual su propia conducta.

Termina la Epístola diciendo lo siguiente: lo que el hombre sembrare también eso cosechará. Pues el que siembra en su carne, de la carne cosechará también corrupción. Mas el que siembra en el espíritu, del espíritu cosechará vida eterna.

Lo que el hombre siembre, eso mismo cosechará. Sembrar en la carne es obrar para el cuerpo o para la carne. Así siembra en la carne el que las cosas que hace, aun las que parecen buenas, las hace para fomento y utilidad de la carne. Y se dice que de la carne se cosecha corrupción (putrefacción, podredumbre, descomposición), porque la semilla fructifica según la condición de la tierra.

Y la condición de la carne es ser corruptible, por lo cual al que siembra en la carne, es decir, quien en ella pone su preocupación y sus obras [o actúa movido por el egoísmo], es necesario que esas mismas obras se le corrompan y perezcan. Si vivís según la carne, moriréis (Rm 8,13).

Mas el que siembra en el espíritu, esto es, quien ordena toda su actividad y su mente al servicio del espíritu, por la fe y la caridad [o pretende cumplir la voluntad de Dios en todas las cosas]; cosechará la vida pues el espíritu es quien da la vida (Jn 6, 64). Y no cualquier vida -hace notar Santo Tomás- sino la vida eterna.

Cada cuenta del Rosario es como una semilla de vida eterna para el que lo reza y para los prójimos por los que reza. No nos cansemos de sembrar esas santas semillas.