La Cincuentista FSSPX
”Haced tanto lo uno” dice Jesús, “como lo otro”.
No olvida a Dios al tratar de ayudar a tu hermano.
Los paralelismos entre el estado de la Iglesia Universal en los años 50 y el estado de la Fraternidad San Pío X en los años 2010 siguen surgiendo, porque es la misma enfermedad que ha afligido tanto a la Iglesia como a la FSSPX. ¿En qué consiste esa enfermedad? En un deseo de alcanzar al hombre moderno alejándose cada vez más de Dios, tanto que el verdadero Dios es distorsionado más allá de todo reconocimiento al ser llevado al nivel del hombre moderno sin Dios. Con la Iglesia, la Fe de todos los tiempos debía adaptarse a nuestro mundo moderno, dando lugar al Concilio Vaticano II. Con la FSSPX, la Tradición Católica de todos los tiempos se hizo para encajar en ese Concilio, dando lugar al deslizamiento de la FSSPX. “Las mismas causas producen los mismos efectos”.
El año pasado fue el centenario de las grandes apariciones de Nuestra Señora en Fátima, Portugal. Ella advirtió de los terribles desastres que le ocurrirían a la humanidad si no se prestaba atención a sus advertencias. Los eclesiásticos reaccionaron inadecuadamente, porque después de varios años Ella tuvo que decirle a la Hermana Lucía que incluso las almas buenas no estaban prestando suficiente atención a Sus peticiones, mientras que las personas malas por supuesto seguían su camino pecaminoso. Así, la primera parte del reinado del Papa Pío XII (1939–1958) estuvo marcada por su devoción a Fátima, pero en los años 1950 fue persuadido de separar el aspecto devocional de las Apariciones de su aspecto político, notablemente la Consagración de Rusia, y de hacer caso omiso del aspecto político conservando al mismo tiempo el devocional, un gran error. Ahora vemos exactamente el mismo error cometido por ciertos Superiores de la Sociedad en los años 2010.
Un cofrade de la Fraternidad San Pío X escuchó el año pasado (2017) sermones sobre el tema de Fátima (1917) por parte de dos de sus miembros más antiguos. Donde él esperaba un tratamiento exhaustivo de las Apariciones de Fátima, todo lo que escuchó fueron palabras piadosas, de ninguna manera falsas, ¡pero ambos predicadores retrataron un mundo en buena salud! Se habló de la grandeza, bondad y misericordia de Nuestra Señora, y por supuesto de Su Inmaculado Corazón como un poderoso lugar de refugio para nosotros los católicos. No hay nada malo hasta ahora. Pero, nuestro colega continúa –
“No hubo una sola palabra sobre la catastrófica situación en la que se encuentran hoy los individuos, las naciones y la Iglesia. Se mencionó la Primera Parte del Secreto de Fátima, pero ni la Segunda ni la Tercera Parte. ¿No están las naciones en todo tipo de problemas? ¿No está la Madre Iglesia con el Papa Francisco a la cabeza en un conflicto inimaginable? Dada esta situación, ¿cómo puede alguien atreverse a pasar por alto en silencio la Segunda y Tercera Parte, sin siquiera una mención?
“Nuestros Superiores están adquiriendo una gran responsabilidad. Están arrullando a nuestros católicos para que se duerman, un sueño religioso – “Tenemos la verdadera misa, tenemos la fe, tenemos prioratos, somos miembros de la Iglesia Católica . . . ¿qué más necesitamos?” Sermones como este previenen cualquier reacción, no hay ningún involucramiento en las batallas de la Madre de Dios, ninguna palabra de advertencia contra los aparatos electrónicos de hoy. Así es como los católicos se vuelven tibios.
“Cuando los niños de Fátima se vieron obligados a mirar el fuego del infierno, sus oraciones, esfuerzos y sacrificios aumentaron notablemente. ¿Nosotros los católicos del siglo XXI ya no necesitamos tal visión del Infierno, tal visión de la condición catastrófica de la política actual y de la Iglesia Católica? Muchos de nuestros fieles ni siquiera se dan cuenta de que algo importante les está siendo ocultado. Cuando escuchan sermones de este tipo, son entusiastas, alaban a los predicadores, son tan felices como pueden serlo. Es tristemente comprensible que los hombres prefieran lo ligero y agradable a lo duro y verdadero”.
Kyrie eleison.