martes, 28 de agosto de 2018

ARTÍCULO BLANDENGUE DE LA FSSPX SOBRE EL CAMBIO DOCTRINAL EN RELACIÓN CON LA PENA DE MUERTE

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Fuente: fsspx.news (comentarios en rojo de NP)

La crisis doctrinal está más viva que nunca

[Doble lenguaje: cualquiera es capaz de comprender que una cosa es afirmar que algo no ha muerto, y otra muy distinta es decir que algo está más vivo que nunca. La FSSPX habla de un modo a sus fieles hispanoparlantes, que son de línea más dura, y de otro a los angloparlantes, menos firmes. El título del artículo en inglés es "No Death to the Doctrinal Crisis", y debió ser traducido más o menos así: “La crisis doctrinal no ha muerto”. Ver acá la versión inglesa)]

A principios de este mes, el 2 de agosto de 2018, se publicó una enmienda al Catecismo de la Iglesia Católica (CIC). El texto, que tiene por objeto constituir un "avance" en la doctrina de la Iglesia sobre la pena de muerte, fue aprobado por el Papa Francisco el 18 de mayo de 2018.
Aunque varios comentaristas liberales, y algunos católicos conservadores, así como teólogos y clérigos han aprovechado la oportunidad para defender esta "aclaración" o "progreso", la cruda verdad es que este nuevo texto catequético parece [nótese este muy relevante e inaceptable “parece”, típico del nuevo estilo ambiguo, dubitativo, diplomático y débil de la Neo-FSSPX ] representar una división más en la serie de rupturas con la Tradición, que se han convertido en un sello distintivo del pontificado del Papa Francisco.
El Nuevo Texto
La traducción al español del CIC No. 2267 ahora dice lo siguiente: 
La Pena de Muerte
2267. Durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común. Existe una creciente conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde incluso después de la comisión de crímenes muy graves. 

Además, ha surgido una nueva comprensión del significado de las sanciones penales impuestas por el Estado. Últimamente, sistemas más efectivos de detención han sido desarrollados, lo que asegura la debida protección de los ciudadanos, pero, al mismo tiempo, no priva definitivamente al culpable de la posibilidad de redimirse. La Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona, y se empeña con determinación por su abolición en todo el mundo. 

Un Análisis Más Detenido

Lo primero que llamará la atención a cualquier lector del CIC No. 2267 es su decreto apodíctico que afirma que "la pena de muerte es inadmisible" y que el único respaldo de esta declaración proviene de un discurso dado por el mismo Papa Francisco. Esto no resulta sorprendente, dado que ni Francisco ni los teólogos pertenecientes a la Congregación para la Doctrina de la Fe podrán encontrar en ninguna otra parte respaldo magisterial para esta nueva y audaz posición. Ni siquiera Juan Pablo II, el casi predecesor del Papa Francisco, quien siempre criticó abiertamente la pena de muerte, se atrevió a alterar el CIC para enseñar que esta forma de castigo es "inadmisible".
En segundo lugar, la integración del concepto discutible de la "dignidad de la persona" (dignidad humana) se utiliza una vez más como un pretexto para cambiar el curso doctrinal. Hace menos de un siglo, Pío XII declaró que "Incluso cuando se trata de la ejecución de un hombre condenado, el Estado no dispone del derecho a la vida del individuo. En este caso, está reservado al poder público privar al condenado del goce de la vida en expiación de su delito cuando, por su delito, ya se ha privado él mismo de su derecho a vivir." (Discurso para el Primer Congreso Internacional de Histopatología del Sistema Nervioso, 12 de septiembre de 1952). Es el individuo que cometió el crimen, y no el Estado, quien ha perdido su "derecho a la vida"; ahora, bajo el pretexto de la llamada "dignidad humana", aparentemente ningún hombre puede hacerlo, ni siquiera por su propia voluntad.
Por último, la siguiente parte del CIC No. 2267 interrumpe la continuidad del magisterio de la Iglesia, como se puede ver en dos ejemplos sorprendentes. Tomemos como primer ejemplo el Catecismo Romano del Concilio de Trento, pt. III, 5, n. 4:
Lejos de ser culpables de quebrantar este mandamiento [No matarás], esta ejecución de la justicia es precisamente un acto de obediencia a ella, pues el propósito de la ley es proteger y promover la vida humana. Este objetivo se cumple cuando se ejerce la autoridad legítima del Estado al quitar la vida a los culpables que, a su vez, la han quitado a un inocente.

Ahora vayamos con el Doctor Angélico, Santo Tomás de Aquino, para ver lo que nos dice su enseñanza bien razonada sobre la admisibilidad de la pena de muerte en su Summa Theologiae, II, II, q. 64, art. 2:
Cada persona individual se compara a toda la comunidad como la parte al todo; y, por tanto, si un hombre es peligroso para la sociedad y la corrompe por algún pecado, laudable y saludablemente se le quita la vida para la conservación del bien común; pues, como afirma 1 Cor 5:6, 'un poco de levadura corrompe toda la masa'.

De hecho, la pena de muerte puede ser, en última instancia, para el bien del alma del criminal (Summa Contra Gentiles, Libro III, cap, 146):

También tienen en el punto crítico de la muerte la oportunidad de convertirse a Dios a través del arrepentimiento. Y si son tan tercos que incluso en el momento de la muerte su corazón no se retira del mal, es posible hacer un juicio altamente probable de que nunca saldrán de éste.

Implicaciones Más Allá del Debate de la Pena de Muerte

Sin ignorar el hecho de que existe una gran preocupación en todo el mundo sobre la forma en que se administra la pena de muerte, y bajo qué circunstancias, las implicaciones del texto del CIC No. 2267 son mucho más amplias. Si las autoridades en Roma pueden revertir tan audazmente lo que, durante casi dos milenios, fue una enseñanza establecida, ¿qué otras cosas estarán sujetas al "progreso"? ¿Es que existe alguna declaración del CIC que no pueda ser revisada a "la luz del Evangelio", una luz que ahora es refractada a través del prisma del Modernismo? [Noten los lectores la actitud acrítica de la Neo-FSSPX respecto del Nuevo Catecismo de la Iglesia, texto repleto de errores liberales y modernistas] 
Otro aspecto igualmente importante es el mensaje dado al Pueblo de Dios, donde se hace patente que prácticamente nada de lo que la Iglesia enseña puede ser considerado indefectible. En vez de ser "el pilar y fundamento de la Verdad", la Iglesia parece ser ahora, para muchos, un órgano social cuyas promulgaciones y posiciones cambian con las modas políticas. Buscando estar en sintonía con el mundo, el catolicismo se muestra cada vez más mutable y sus doctrinas parecen tener duraciones limitadas. Antes del siglo pasado, ¿hubo algún prelado católico que enseñara algo así? ¿Existía acaso alguien, además de los críticos más virulentos de la Iglesia, que se atreviera a afirmar que la Iglesia es una institución históricamente contingente que pronuncia conscientemente doctrinas sujetas a ser revisadas y destruidas tan descuidadamente?

La crisis doctrinal en la Iglesia continúa y, una vez más, el Papa Francisco la perpetúa imprudentemente. [¿Así que el papa Francisco no es más que un imprudente? Usando la palabra “imprudentemente”, la Neo-FSSPX prácticamente exculpa a este gran demoledor de la fe]

lunes, 27 de agosto de 2018

POR "POLÍTICAMENTE INCORRECTA", ANTICRISTOS DE ROMA SUPRIMEN PALABRA DE FRANCISCO


Vaticano explica por qué omitió palabra del Papa Francisco sobre homosexuales



Fue "para no alterar el pensamiento del Papa", afirmó este lunes una vocera del Vaticano al explicar por qué se retiró la palabra “psiquiatría” de la respuesta que dio el Papa Francisco durante la rueda de prensa de ayer domingo, al responder a una pregunta sobre la homosexualidad.
Ayer, durante el vuelo que lo llevó de Irlanda a Roma, se le preguntó al Papa Francisco “¿qué le diría a un papá con un hijo homosexual?”.
“Tu pregunta es clara: qué cosa le diría yo a un papá que ve que su hijo o su hija tiene esa tendencia. Primero diré rezar, reza. No condenar. Dialogar. Entender, hacer espacio para el hijo y la hija, hacer espacio para que se exprese. Luego, en qué edad se manifiesta esta inquietud del hijo, es importante. Una cosa es cuando se manifiesta de niño porque hay muchas cosas por hacer con la psiquiatría o para ver cómo son las cosas; y otra cosa es cuando se manifiesta después de los 20 años o algo así…”, respondió el Santo Padre, tal como se escucha en el audio grabado por los periodistas a bordo del avión papal.
Sin embargo, este lunes el Vaticano publicó en italiano la versión oficial de la rueda de prensa, en la que retiró la palabra “psiquiatría” de la respuesta del Pontífice.
“Tu pregunta es clara: qué cosa diría yo a un papá que ve que su hijo o hija tiene esa tendencia. Yo le diría antes que nada rezar: reza. No condenar, dialogar, entender, hacer espacio al hijo a la hija. Hacer espacio para que se exprese. Luego, ¿en qué edad se manifiesta esta inquietud del hijo? Es importante. Una cosa es cuando se manifiesta de niño, cuando hay tantas cosas que se pueden hacer, para ver cómo son las cosas; otra cosa es cuando se manifiesta después de los 20 años o algo así”, indica la versión oficial.
La prensa internacional primero publicó que “el Papa Francisco recomienda tratar la homosexualidad en niños con un psiquiatra”. Sin embargo, tras la publicación de la versión oficial, publicó que “el Vaticano corrige al papa sobre la homosexualidad”.
“Cuando el Papa se refiere a ‘psiquiatría’, está claro que quería dar un ejemplo sobre las diferentes cosas que se pueden hacer”, explicó. Ante esto, la subdirectora de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Paloma García Ovejero, dijo a la agencia AFP que la palabra fue retirada “para no alterar el pensamiento del Papa”.
El Pontífice no quería decir que se trata de “una enfermedad psiquiátrica”, precisó García Ovejero.

CARTA DE MONS. VIGANÓ: HABLAN FRANCISCO, EL CARD. CUPICH Y MONS. LANTHEAUME

Fuente de la imagen

Francisco sobre la carta de Mons. Viganó: «No diré una sola palabra» Leer artículo acá


El Card. Cupich entregándole a McCarrick el premio "Espíritu de Francisco" en 2016. En la ceremonia de entrega de premios, el cardenal Cupich  elogió a McCarrick por su "manera única de dejar una marca en la Iglesia".
Declaración del Card. Cupich en respuesta a Mons. Viganò




Respuesta de Mons. Jean-François Lantheaume: «Viganó dijo la verdad. Eso es todo»

domingo, 26 de agosto de 2018

REACCIONES A LA CARTA DE MONS. VIGANÓ

El demoledor Francisco con el depredador sodomita McCarrick

Aprovechamos esta entrada para hacer notar que el depredador McCarrick, seis meses después de la elección de Francisco, señaló que él formó parte del plan para elegir Bergoglio, pues éste debía cambiar la Iglesia en 5 años. Incluso detalló que cuando le tocó el turno de hablar antes del Cónclave, instó a los cardenales a votar por un latinoamericano que se identificara con los pobres. Afirma además que Bergoglio es su amigo. Predijo también que si Francisco contaba con 2 años, cambiaría el papado, y que "cuanto más tiempo esté allí, creo que es probable que más podamos decir que ha cambiado el papado". 
Esto explica el siguiente pasaje de la carta de Mons. Viganó: "Entonces no sabía nada de su larga amistad con el cardenal Bergoglio y del importante papel que había jugado en su reciente elección, como el mismo McCarrick reveló al cabo de un tiempo en una conferencia que dio en la Villanova University y en una entrevista al Catholic National Reporter; tampoco había pensado nunca en el hecho que había participado en los encuentros preliminares del reciente cónclave, y en el papel que había podido tener como elector en el cónclave de 2005."

Mons. Joseph E. Strickland, Obispo a la cabeza de la diócesis de Tyler, Texas, ha emitido el siguiente valiente comunicado:
Estimados Sacerdotes, Diáconos, Religiosos y todos los Fieles de la Diócesis de Tyler,
Una carta (ver abajo) del Arzobispo Vigano, antiguo Nuncio de los Estados Unidos, plantea graves acusaciones y pide la dimisión de numerosos prelados de alto rango, incluido el Papa Francisco.
Dejemos claro que se trata de acusaciones, pero como su pastor, las encuentro creíbles.  Utilizando esta pauta, la respuesta debe ser una investigación exhaustiva similar a las que se llevan a cabo cada vez que las acusaciones se consideran creíbles. No tengo la autoridad para lanzar tal investigación, pero prestaré mi voz de la manera que sea necesaria para llamar a esta investigación e instar a que sus conclusiones exijan la rendición de cuentas de todos los culpables, incluso en los niveles más altos de la Iglesia.
A medida que esto se desarrolla, exhorto a todos en la Diócesis de Tyler a orar fervientemente por la Santa Madre Iglesia y a pedir la Intercesión de Nuestra Santísima Madre.  Somos el rebaño de Jesucristo.  Él es Señor de Su Iglesia y Su Espíritu Santo nos guiará a través de esta oscuridad.
Dios Todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo, ten misericordia de tu Iglesia y purifícala en el fuego de tu Amor.
Santísima Virgen María, ruega por nosotros.
Todos los Papas y Obispos Santos que están en el Cielo, rogad por nosotros.
Todos los Santos y Santas, rogad por nosotros.
Instruyo a todos los sacerdotes a incluir este aviso en las misas del 26 de agosto, y a publicarlo en sus sitios web y en otros medios sociales inmediatamente.
Reverendísimo Joseph E. Strickland
Obispo de Tyler
Por su parte, el Cardenal Burke, consultado por LifeSiteNews, dijo: "La corrupción y la suciedad que han entrado en la vida de la Iglesia deben ser purificadas de raíz". "Las declaraciones hechas por un prelado de la autoridad del arzobispo Carlo Maria Viganò deben ser tomadas muy en serio por los responsables de la Iglesia". "Cada declaración debe ser objeto de investigación, según la ley procesal de la Iglesia."
Andrea Tornielli -célebre vaticanólogo partidario de la "normalización" de la FSSPX-, en tanto, defiende a Francisco y ataca a Mons. Viganò, diciendo que el texto publicado por éste “forma parte de las personales batallas eclesiales de un religioso que nunca pudo digerir su alejamiento del Vaticano por decisión de Benedicto XVI, y del uso instrumental que aprovechan las huestes anti-Francisco”. 

Y el superior general de la FSSPX, ¿guardará un silencio políticamente correcto ante estos hechos gravísimos, como de costumbre? Veremos.

ARZOBISPO ACUSA A FRANCISCO DE ENCUBRIR A ABUSADORES Y PIDE QUE RENUNCIE




"Quiero recordar esta verdad indefectible de la santidad de la Iglesia a todos aquellos que, ante el abominable y sacrílego comportamiento del antiguo arzobispo de Washington, Theodore McCarrick, y ante la grave, desconcertante y pecaminosa conducta del Papa Francisco y la omertà de muchos pastores, están tan profundamente escandalizados que sienten la tentación de abandonar la Iglesia, desfigurada por tantas ignominias."
"Francisco está abdicando del mandato que Cristo dio a Pedro de confirmar a sus hermanos. Es más, con acción los ha dividido, los induce en error, anima a los lobos a seguir destrozando a las ovejas del grey de Cristo."
"Sabía, por lo menos desde el 23 de junio de 2013, que McCarrick era un depredador en serie. Y aunque sabía que era un corrupto, lo ha encubierto a ultranza".
"En este momento extremamente dramático para la Iglesia universal tiene que reconocer sus errores y, en coherencia con el proclamado principio de tolerancia cero, el Papa Francisco tiene que ser el primero en dar ejemplo a los cardenales y obispos que han encubierto los abusos de McCarrick y tiene que dimitir con todos ellos.
(Arzobispo Carlos María Viganó, Carta “Para sacar a la Iglesia de la fétida ciénaga en la que ha caído”, 22 de agosto de 2018)

Fuente:Infocatólica

(InfoVaticana/InfoCatólica) La carta de Mons. Viganó, que ha sido traducida al español por InfoVaticana (archivo pdf), recoge varias conversaciones suyas con el papa Francisco, en las que el pontífice le preguntó expresamente por el cardenal McCarrick.
Entonces, el Papa me preguntó con tono muy cordial: “¿Cómo es el cardenal McCarrick?”. Le respondí con total franqueza y, si lo desean, con mucha ingenuidad: “Santo Padre, no sé si usted conoce al cardenal McCarrick, pero si le pregunta a la Congregación para los Obispos, hay un dossier así de grande sobre él. Ha corrompido a generaciones de seminaristas y sacerdotes, y el Papa Benedicto le ha impuesto retirarse a una vida de oración y penitencia”. El Papa no hizo el más mínimo comentario a mis graves palabras y su rostro no mostró ninguna expresión de sorpresa, como si ya conociera la situación desde hace tiempo, y cambió enseguida de tema. Pero, entonces, ¿con qué fin el Papa me había hecho esa pregunta: “Cómo es el cardenal McCarrick”? Evidentemente, quería saber si yo era aliado o no de McCarrick. 
Y:
No satisfecho con la trampa que me había tendido el 23 de junio de 2013 al preguntarme sobre McCarrick, unos meses después, en la audiencia que me concedió el 10 de octubre de 2013, el Papa Francisco me tendió una segunda, esta vez respecto a otro protegido suyo, el cardenal Donald Wuerl. Me preguntó: “¿El cardenal Wuerl cómo es, bueno o malo?”. “Santo Padre –le respondí–, no le diré si es bueno o malo, pero le contaré dos hechos”. Y le conté los dos hechos que he mencionado anteriormente, relacionados con la indiferencia pastoral de Wuerl ante las desviaciones aberrantes en la Universidad de Georgetown, y la invitación que hizo la archidiócesis de Washington a jóvenes aspirantes al sacerdocio a un encuentro con McCarrick. También en esta ocasión el Papa no tuvo ninguna reacción.
El arzobispo añade:
El Papa Francisco ha pedido en numerosas ocasiones total transparencia en la Iglesia, y a los obispos y fieles que actúen con parresía. Los fieles de todo el mundo se la exigen también a él de manera ejemplar. Que diga desde cuándo tenía conocimiento de los crímenes cometidos por McCarrick abusando de su autoridad con seminaristas y sacerdotes.
En cualquier caso, el Papa tuvo conocimiento de ellos por mí el 23 de junio de 2013 y siguió encubriendo a McCarrick, sin tener en cuenta las sanciones que le había impuesto el Papa Benedicto y haciendo de él su fiel consejero junto con Maradiaga.
Mons. Viganó asegura que Benedicto XVI había impuesto sanciones a McCarrick tras recibir un informe de Richard Sipe sobre su comportamiento sexual indecente con seminaristas:
Por fin supe con seguridad, por medio del cardenal Giovanni Battista Re, entonces prefecto de la Congregación para los Obispos, que la valiente y digna Declaración de Richard Sipe había tenido el resultado deseado. El Papa Benedicto había impuesto al cardenal McCarrick sanciones similares a las impuestas ahora por el Papa Francisco: el cardenal tenía que irse del seminario en el que vivía, se le prohibía celebrar en público, participar en reuniones púbicas, dar conferencias, viajar, con la obligación de dedicarse a una vida de oración y penitencia.
La carta de Mons. Viganó revela además que el encubrimiento del ex-cardenal de Estados Unidos es anterior a la llegada de Francisco al papado. La lista de nombres citados por él es extensísima: Bertone, Sodano, Levada, Ouellet, Baldisseri, Farrell, Ilson de Jesus Montanari, Sandri, Filoni, Becciu, Lajolo y Mamberti son solamente algunos de los nombres de los que Viganó aporta datos concretos que acreditarían su conocimiento de la conducta criminal del cardenal McCarrick.
De hecho, del cardenal Bertone, secretario de Estado con Benedicto XVI, afirma:
Al cardenal Tarcisio Bertone, como Secretario de Estado, se le remitió el informe del Nuncio Sambi con todos los documentos adjuntos y, presumiblemente, el Sustituto le entregó mis dos Notas anteriormente citadas, la del 6 de diciembre de 2006 y la del 25 de mayo de 2008. Como ya he apuntado, el cardenal no tenía inconveniente en presentar, de manera insistente, a candidatos manifiestamente homosexuales activos para el episcopado -cito sólo el conocido caso de Vincenzo di Mauro, nombrado arzobispo-obispo de Vigevano, destituido porque abusaba de sus seminaristas-, como tampoco en filtrar y manipular la información que hacía llegar al Papa Benedicto.
Y del actual Secretario de Estado, cardenal Parolin:
El cardenal Pietro Parolin, actual Secretario de Estado, también se ha convertido en cómplice de encubrimiento de los delitos de McCarrick; este, de hecho, tras la elección del Papa Francisco, presumía abiertamente de sus viajes y misiones en distintos continentes. En abril de 2014, el Washington Times había informado en primera página sobre un viaje de McCarrick a la República Centroafricana en nombre del Departamento de Estado. Como Nuncio en Washington, escribí al cardenal Parolin preguntándole si aún eran válidas las sanciones impuestas a McCarrick por el Papa Benedicto. ¡Inútil decir que nunca hubo respuesta a mi carta!
En cuanto a los motivos que han llevado al arzobispo a hacer público su testimonio:
Para devolver la belleza de la santidad al rostro de la Esposa de Cristo, terriblemente desfigurado por tantos delitos abominables, y si queremos sacar de verdad a la Iglesia de la fétida ciénaga en la que ha caído, tenemos que tener la valentía de derribar esta cultura de omertà y confesar públicamente las verdades que hemos mantenido ocultas. Es necesario derribar el muro de omertà con el que los obispos y sacerdotes se han protegido a ellos mismos en detrimento de sus fieles; omertà que, a los ojos del mundo, corre el riesgo de hacer aparecer a la Iglesia como un secta, omertà no muy distinta de la que encontramos vigente en la mafia. “Lo que digáis en la oscuridad… se pregonará desde la azotea” (Lc 12, 3).
Siempre he creído y esperado que la jerarquía de la Iglesia pudiera encontrar en sí misma los recursos espirituales y la fuerza para sacar a la luz la verdad, para enmendarse y renovarse. Por esta razón, aunque me lo habían pedido en varias ocasiones, siempre había evitado hacer declaraciones a los medios de comunicación, incluso cuando habría estado en mi derecho hacerlo para defenderme de las calumnias publicadas sobre mi persona por parte de altos prelados de la Curia romana. Pero ahora que la corrupción ha llegado a los vértices de la jerarquía de la Iglesia, mi conciencia me impone revelar esas verdades relacionadas con el tristísimo caso del arzobispo emérito de Washington Theodore McCarrick, de las que tuve conocimiento durante los cargos que me fueron confiados: por san Juan Pablo II como Delegado de las Representaciones Pontificias de 1998 a 2009, y por el Papa Benedicto XVI como Nuncio Apostólico en los Estados Unidos de América del 19 de octubre de 2011 a finales de mayo de 2016.

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QUIÉN ES MONS. VIGANÓ SEGÚN WIKIPEDIA (traducc. Google): 

CARTA DE MONS. VIGANÓ


“Para sacar a la Iglesia de la fétida ciénaga en la que ha caído”

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TESTIMONIO
de Mons. Carlo Maria Viganò
Arzobispo titular de Ulpiana
Nuncio Apostólico
En este momento trágico que está atravesando la Iglesia en varios lugares del mundo: Estados Unidos, Chile, Honduras, Australia, etc., la responsabilidad de los obispos es serísima. Pienso en especial en los Estados Unidos, donde fui enviado como Nuncio Apostólico por el Papa Benedicto XVI el 19 de octubre de 2011, memoria de los Primeros Mártires de América del Norte. Los obispos de los Estados Unidos están llamados, y yo con ellos, a seguir el ejemplo de esos primeros mártires que llevaron el Evangelio a tierras de América, a ser testimonios creíbles del amor inconmensurable de Cristo, Camino, Verdad y Vida.
Obispos y sacerdotes, abusando de su autoridad, han cometido crímenes horrendos en detrimento de sus fieles, menores, víctimas inocentes, hombres jóvenes deseosos de ofrecer su vida a la Iglesia, o han permitido, con su silencio, que dichos crímenes siguieran siendo perpetrados.
Para devolver la belleza de la santidad al rostro de la Esposa de Cristo, terriblemente desfigurado por tantos delitos abominables, y si queremos sacar de verdad a la Iglesia de la fétida ciénaga en la que ha caído, tenemos que tener la valentía de derribar esta cultura de omertày confesar públicamente las verdades que hemos mantenido ocultas. Es necesario derribar el muro de omertà con el que los obispos y sacerdotes se han protegido a ellos mismos en detrimento de sus fieles; omertà que, a los ojos del mundo, corre el riesgo de hacer aparecer a la Iglesia como un secta, omertà no muy distinta de la que encontramos vigente en la mafia. “Lo que digáis en la oscuridad… se pregonará desde la azotea” (Lc 12, 3).
Siempre he creído y esperado que la jerarquía de la Iglesia pudiera encontrar en sí misma los recursos espirituales y la fuerza para sacar a la luz la verdad, para enmendarse y renovarse. Por esta razón, aunque me lo habían pedido en varias ocasiones, siempre había evitado hacer declaraciones a los medios de comunicación, incluso cuando habría estado en mi derecho hacerlo para defenderme de las calumnias publicadas sobre mi persona por parte de altos prelados de la Curia romana. Pero ahora que la corrupción ha llegado a los vértices de la jerarquía de la Iglesia, mi conciencia me impone revelar esas verdades relacionadas con el tristísimo caso del arzobispo emérito de Washington Theodore McCarrick, de las que tuve conocimiento durante los cargos que me fueron confiados: por san Juan Pablo II como Delegado de las Representaciones Pontificias de 1998 a 2009, y por el Papa Benedicto XVI como Nuncio Apostólico en los Estados Unidos de América del 19 de octubre de 2011 a finales de mayo de 2016.
Como Delegado de las Representaciones Pontificias en la Secretaría de Estado, mis competencias no se limitaban a las Nunciaturas Apostólicas, sino que incluían también ocuparme del personal de la Curia romana (contratación de personal, promociones, procesos informativos sobre los candidatos al episcopado, etc.) y el estudio de casos delicados, también de cardenales y obispos, que eran confiados al Delegado por el Cardenal Secretario de Estado o por su Sustituto en la Secretaría de Estado.
Para disipar las sospechas que han sido insinuadas en algunos artículos recientes, diré inmediatamente que los Nuncios Apostólicos en los Estados Unidos Gabriel Montalvo y Pietro Sambi, ambos fallecidos recientemente, informaron inmediatamente a la Santa Sede en cuanto tuvieron conocimiento de los comportamientos gravemente inmorales del arzobispo McCarrick con seminaristas y sacerdotes. Es más. La carta del padre Boniface Ramsey, O.P. del 22 de noviembre de 2000, según cuanto escribió el Nuncio Pietro Sambi, la escribió por petición del llorado Nuncio Montalvo. En la misma, el padre Ramsey, que había sido profesor en el seminario diocesano de Newark desde finales de los años 80 hasta 1996, afirma que era un secreto a voces en el seminario que el arzobispo “shared his bed with seminarians” [“compartía su cama con seminaristas”], e invitaba a cinco cada vez para que pasaran con él el fin de semana en su casa de la playa. Y añadía que conocía a un cierto número de seminaristas, algunos de los cuales fueron ordenados en la archidiócesis de Newark, que habían sido invitados a susodicha casa y habían compartido cama con el arzobispo.
Mientras permanecí en el cargo que entonces desempeñaba, no tuve conocimiento de que la Santa Sede hubiera tomado medida alguna al respecto tras la denuncia del Nuncio Montalvo a finales del 2000, cuando el cardenal Angelo Sodano era Secretario de Estado.
Asimismo, el Nuncio Sambi transmitió al cardenal Secretario de Estado Tarcisio Bertone un memorándum de acusación contra McCarrick presentado por el sacerdote Gregory Littleton de la diócesis de Charlotte, reducido al estado laico por violación de menores, junto a dos documentos del mismo Littleton en los que relataba su triste historia como víctima de abusos sexuales perpetrados por el entonces arzobispo de Newark y por varios sacerdotes y seminaristas. El Nuncio añadía que Littleton, a partir de junio de 2006, había enviado este memorándum a una veintena de personas entre autoridades judiciales civiles y eclesiásticas, policías y abogados y que era muy probable, entonces, que la noticia se hiciera pública. Pedía, por consiguiente, una rápida intervención de la Santa Sede.
Como Delegado de las Representaciones Pontificias estos documentos me fueron confiados el 6 de diciembre de 2006 y redacté una Nota en la que exponía a mis superiores, el cardenal Tarcisio Bertone y el sustituto Leonardo Sandri, que los hechos atribuidos a McCarrick por Littleton eran tan graves y abominables que provocaban en el lector desconcierto, repugnancia, profunda pena y amargura. Dichos hechos configuraban crímenes de captación; incitación a actos obscenos de seminaristas y sacerdotes, repetidos y simultáneos con más personas; escarnio de un joven seminarista que se resistió a las seducciones del arzobispo en presencia de otros dos sacerdotes; absolución del cómplice en los actos obscenos; celebración sacrílega de la Eucaristía con los mismos sacerdotes tras haber cometido dichos actos.
En esa Nota mía, que entregué ese mismo día 6 de diciembre de 2006 a mi directo superior, el sustituto Leonardo Sandri, proponía a mis superiores las siguientes consideraciones y líneas de acción:
  • Considerando que a los muchos escándalos ya existentes en la Iglesia de los Estados Unidos parecía que estaba a punto de añadirse uno especialmente grave en el que estaba implicado en primera persona un cardenal
  • y que por ley, al tratarse de un cardenal, según el canon 1405 § 1, n. 2, “ipsius Romani Pontificis dumtaxat ius est iudicandi” [Es derecho exclusivo del Romano Pontífice juzgar en las causas];
  • proponía que respecto al cardenal se tomara una medida ejemplar que pudiera tener una función medicinal, para prevenir futuros abusos de víctimas inocentes y aplacar el gravísimo escándalo que suponía para los fieles, que a pesar de todo seguían amando y creyendo en la Iglesia. 
Añadí que sería saludable que, por una vez, la autoridad eclesial interviniera antes que la civil y, en la medida de lo posible, antes de que el escándalo estallara en la prensa. Esto habría podido devolver un poco de dignidad a una Iglesia afectada y humillada por el gran número de comportamientos abominables de algunos de sus pastores. En tal caso, la autoridad civil ya no tendría que juzgar a un cardenal, sino a un pastor hacia el cual la Iglesia ya había tomado las medidas oportunas, para impedir que el cardenal, abusando de su autoridad, siguiera destruyendo a víctimas inocentes.
Mis superiores conservaron esa Nota mía del 6 de diciembre, que nunca me devolvieron con una eventual decisión en mérito.
Sucesivamente, hacia el 21-23 de abril de 2008, se publicó en internet, en el sitio online richardsipe.comel Statement for Pope Benedict XVI about the pattern of sexual abuse crisis in the United States [Declaración para el Papa Benedicto XVI sobre el patrón de la crisis de abusos sexuales en los Estados Unidos], de Richard Sipe, que el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal William Levada, transmitió el 24 de abril al cardenal Secretario de Estado Tarcisio Bertone, y que me entregaron un mes más tarde, el 24 de mayo de 2008.
El día siguiente yo entregué mi Nota al nuevo sustituto Fernando Filoni, en la que incluía la nota precedente del 6 de diciembre de 2006. En ella hacía un resumen del documento de Richard Sipe, que terminaba con este respetuoso y triste llamamiento al Papa Benedicto XVI: “I approach Your Holiness with due reverence, but with the same intensity that motivated Peter Damian to lay out before your predecessor, Pope Leo IX, a description of the condition of the clergy during his time. The problems he spoke of are similar and as great now in the United States as they were then in Rome. If Your Holiness requests I will submit to you personally documentation of that about which I have spoken” [“Me dirijo a Su Santidad con el debido respeto, pero con la misma intensidad que motivó a Pedro Damián a describir a su predecesor, el Papa León IX, las condiciones del clero en su tiempo. Los problemas que él expuso son similares y tan importantes ahora en los Estados Unidos como lo fueron entonces en Roma. Si Su Santidad lo solicita, puedo hacerle llegar personalmente la documentacióa la que me refiero“].
Terminaba esta Nota repitiendo a mis superiores que yo consideraba que había que intervenir lo antes posible quitando el capelo cardenalicio al cardenal McCarrick e imponiéndole las sanciones que establecía el Código de Derecho Canónico, que preveían también la reducción al estado laical.
Tampoco esta segunda Nota fue devuelta a la Oficina de Personal. Estaba muy desconcertado con mis superiores por la inconcebible ausencia de medidas respecto al cardenal, y porque yo seguía sin recibir ningún tipo de comunicación desde la primera Nota de diciembre de 2006.
Por fin supe con seguridad, por medio del cardenal Giovanni Battista Re, entonces prefecto de la Congregación para los Obispos, que la valiente y digna Declaración de Richard Sipe había tenido el resultado deseado. El Papa Benedicto había impuesto al cardenal McCarrick sanciones similares a las impuestas ahora por el Papa Francisco: el cardenal tenía que irse del seminario en el que vivía, se le prohibía celebrar en público, participar en reuniones púbicas, dar conferencias, viajar, con la obligación de dedicarse a una vida de oración y penitencia.
No sé cuándo tomó el Papa Benedicto estas medidas respecto a McCarrick, si en 2009 o en 2010, porque mientras tanto yo había sido trasladado al Gobernatorado del Estado de la Ciudad del Vaticano; tampoco sé quién fue el responsable de esta increíble demora. No creo ciertamente que fuera el Papa Benedicto, el cual, cuando era cardenal, ya había denunciado en varias ocasiones la corrupción presente en la Iglesia y que, en los primeros meses de su pontificado, había tomado una posición muy firme contra la admisión en los seminarios de jóvenes con profundas tendencias homosexuales. Considero que fue debida al entonces primer colaborador del Papa, el cardenal Tarcisio Bertone, notoriamente favorable a la promoción de homosexuales a puestos de responsabilidad y que solía gestionar la información que consideraba oportuno hacer llegar al Papa.
En cualquier caso, lo que es cierto es que el Papa Benedicto impuso a McCarrick dichas sanciones canónicas, que le fueron comunicadas por el Nuncio Apostólico en los Estados Unidos, Pietro Sambi. Mons. Jean-François Lantheaume, entonces primer consejero de la Nunciatura en Washington y Chargé d’Affaires a.i. tras la muerte inesperada del Nuncio Sambi en Baltimore, me contó, cuando llegué a Washington –está dispuesto a dar su testimonio–, un coloquio borrascoso, de más de una hora, entre el Nuncio Sambi y el cardenal McCarrick, que había sido convocado en la Nunciatura: “La voz del Nuncio –me dijo Mons. Lantheaume–, se oía hasta en el pasillo”.
El nuevo Prefecto de la Congregación para los Obispos, el cardenal Marc Ouellet, me comunicó estas mismas medidas del Papa Benedicto en noviembre de 2011, en un coloquio antes de mi partida hacia Washington, como parte de las instrucciones de dicha Congregación al nuevo nuncio.
Por mi parte, se las confirmé al cardenal McCarrick en el primer encuentro que tuve con él en la nunciatura. El cardenal, farfullando de manera incomprensible, admitió que tal vez había cometido el error de haber dormido en la misma cama con algún seminarista en su casa de la playa, pero lo dijo como si el hecho no tuviera la más mínima importancia.
Los fieles se preguntan insistentemente cómo es posible que fuera nombrado para la sede de Washington y que se le hiciera cardenal; tienen todo el derecho a saber quién sabía, quién encubrió sus graves delitos. Y por este motivo es mi deber dar cuenta de lo que sé al respecto, empezando por la Curia romana.
El cardenal Angelo Sodano fue Secretario de Estado hasta septiembre de 2006: a él le llegaba toda la información. En noviembre de 2000, el Nuncio Montalvo le envió su informe transmitiéndole la citada carta del padre Boniface Ramsey en la que denunciaba los graves abusos cometidos por McCarrick.
Es bien sabido que Sodano intentó encubrir hasta el final el escándalo del padre Maciel: incluso destituyó al Nuncio de Ciudad de Méjico, Justo Mullor, que se negaba a ser cómplice de sus maniobras de encubrimiento de Maciel y en su lugar nombró a Sandri, entonces Nuncio en Venezuela, que en cambio estaba muy dispuesto a colaborar. Sodano consiguió incluso que la Sala de Prensa del Vaticano emitiera un comunicado en el que se afirmaba una falsedad, a saber: que el Papa Benedicto había decidido que el caso Maciel tenía que considerarse cerrado. Benedicto reaccionó, a pesar de la infatigable defensa de Sodano, y Maciel fue juzgado culpable e irrevocablemente condenado.
¿Fue el nombramiento de McCarrick a la sede de Washington y a cardenal obra de Sodano cuando ya Juan Pablo II estaba muy enfermo? No podemos saberlo. Sin embargo, es lícito pensarlo, pero no creo que sea el único responsable. McCarrick iba con mucha frecuencia a Roma y tenía amigos por doquier, a todos los niveles de la Curia. Si Sodano había protegido a Maciel, como parece que así fue, no hay razón para que no protegiera también a McCarrick, que en opinión de muchos tenía los medios económicos para influir en las decisiones. En cambio, el entonces prefecto de la Congregación para los Obispos, el cardenal Giovanni Battista Re, se había opuesto a su nombramiento a la sede de Washington. En la Nunciatura de Washington hay una nota, escrita de su puño y letra, en la que el cardenal Re se disocia de dicho nombramiento y afirma que McCarrick estaba en el puesto 14 en la lista para la sede de Washington.
Al cardenal Tarcisio Bertone, como Secretario de Estado, se le remitió el informe del Nuncio Sambi con todos los documentos adjuntos y, presumiblemente, el Sustituto le entregó mis dos Notas anteriormente citadas, la del 6 de diciembre de 2006 y la del 25 de mayo de 2008. Como ya he apuntado, el cardenal no tenía inconveniente en presentar, de manera insistente, a candidatos manifiestamente homosexuales activos para el episcopado -cito sólo el conocido caso de Vincenzo di Mauro, nombrado arzobispo-obispo de Vigevano, destituido porque abusaba de sus seminaristas-, como tampoco en filtrar y manipular la información que hacía llegar al Papa Benedicto.
El cardenal Pietro Parolin, actual Secretario de Estado, también se ha convertido en cómplice de encubrimiento de los delitos de McCarrick; este, de hecho, tras la elección del Papa Francisco, presumía abiertamente de sus viajes y misiones en distintos continentes. En abril de 2014, el Washington Times había informado en primera página sobre un viaje de McCarrick a la República Centroafricana en nombre del Departamento de Estado. Como Nuncio en Washington, escribí al cardenal Parolin  preguntándole si aún eran válidas las sanciones impuestas a McCarrick por el Papa Benedicto. ¡Inútil decir que nunca hubo respuesta a mi carta!
Lo mismo se puede decir del cardenal William Levada, antiguo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y de los cardenales Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos, y Lorenzo Baldisseri, antiguo Secretario de la misma Congregación para los Obispos, y del arzobispo Ilson de Jesus Montanari, actual Secretario de dicha Congregación. Todos, en razón de su cargo, estaban al corriente de las sanciones impuestas por el Papa Benedicto a McCarrick.
Los cardenales Leonardo Sandri, Fernado Filoni y Angelo Becciu, como Sustitutos de la Secretaria de Estado, conocían con todo detalle la situación del cardenal McCarrick.
Lo mismo vale para los cardenales Giovanni Lajolo y Dominique Mamberti que, como Secretarios para las Relaciones con los Estados, participaban varias veces a la semana en reuniones colegiales con el Secretario de Estado.
En lo que respecta a la Curia romana, por ahora me detengo, aunque son bien conocidos los nombres de otros prelados del Vaticano, también muy cercanos al Papa Francisco, como el cardenal Francesco Coccopalmerio y el arzobispo Vincenzo Paglia, que pertenecen a la corriente filohomosexual favorable a subvertir la doctrina católica respecto a la homosexualidad; corriente que ya fue denunciada en 1986 por el cardenal Joseph Ratzinger, entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales. A la misma corriente, aunque con una ideología distinta, pertenecen también los cardenales Edwin Frederick OBrien Renato Raffaele Martino. Otros, pertenecientes a dicha corriente, residen incluso en la Domus Sanctae Marthae.
Paso ahora a los Estados Unidos. Obviamente, el primero en ser informado sobre las medidas impuestas por el Papa Benedicto a McCarrick fue su sucesor en la sede de Washington, el cardenal Donald Wuerl, cuya situación ahora está totalmente comprometida por las recientes revelaciones sobre su comportamiento cuando era obispo de Pittsburgh.
Es del todo impensable que el Nuncio Sambi que, como romañolo, era una persona muy responsable, leal, directa y explícita en su modo de ser, no le hubiera hablado del caso. En cualquier caso, yo mismo abordé en más de un ocasión este tema con el cardenal Wuerl, y no tuve necesidad de entrar en detalles porque tuve claro que estaba totalmente al corriente del caso. Recuerdo, sobre todo, el hecho que tuve que llamar su atención porque me di cuenta que, en la contraportada a color de una publicación de la archidiócesis, se anunciaba una invitación a un encuentro con el cardenal McCarrick dirigida a jóvenes que creían tener vocación al sacerdocio. Telefoneé inmediatamente al cardenal Wuerl, que me manifestó su asombro, diciéndome que no sabía nada de ese anuncio y que se ocuparía de anular dicho encuentro. Si como sigue afirmando ahora no sabía nada de los abusos cometidos por McCarrick y de las medidas tomadas por el Papa Benedicto, ¿cómo explica su respuesta?
Sus declaraciones recientes, en las que afirma no haber sabido nunca nada, aunque al principio hace astutamente referencia a las indemnizaciones a las dos víctimas, son totalmente ridículas. El cardenal miente descaradamente y, ademas, induce a la mentira a su canciller, mons. Antonicelli.
Pero el cardenal Wuerl ya había mentido claramente en otra ocasión. Tras un evento moralmente inaceptable autorizado por las autoridades académicas de la Universidad de Georgetown, yo había llamado la atención de su presidente, John DeGioia, al que  seguidamente envié dos cartas. Antes de enviarlas al destinatario, por corrección, entregué personalmente copia de las mismas al cardenal con una misiva de acompañamiento. El cardenal me dijo que no tenía conocimiento de los hechos. Sin embargo, evitó dar acuse de recibo de mis dos cartas, contrariamente a lo que solía hacer. Después supe que hacía siete años que en la Universidad de Georgetown se llevaba a cabo dicho evento. Pero, ¡el cardenal no sabía nada!
El cardenal Wuerl, además, consciente de los continuos abusos cometidos por el cardenal McCarrick y de las sanciones que le había impuesto el Papa Benedicto, transgrediendo la orden del Papa le había permitido residir en un seminario de Washington D.C., poniendo en peligro a otros seminaristas.
El obispo Paul Bootkoski, emérito de Metuchen, y el arzobispo John Myers, emérito de Newark, encubrieron los abusos cometidos por McCarrick en sus respectivas diócesis e indemnizaron a dos de sus víctimas. No pueden negarlo y tienen que ser interrogados para que revelen las circunstancias y las responsabilidades al respecto.
El cardenal Kevin Farrell, entrevistado recientemente por los medios de comunicación, también ha afirmado no haber tenido la más mínima sospecha de los abusos cometidos por McCarrick. Teniendo en cuenta su currículum en Washington, Dallas y ahora en Roma, creo que nadie puede, con toda honestidad, creer en lo que dice. No sé si alguien le ha preguntado en alguna ocasión si conocía los crímenes de Maciel. Si tuviera que negarlo, ¿alguien le creería visto que ha tenido tareas de responsabilidad como miembro de los Legionarios de Cristo?
Respecto al cardenal Sean O’Malley me limito a decir que sus últimas declaraciones sobre el caso McCarrick son desconcertantes, y oscurecen totalmente su transparencia y credibilidad.
 * * *
Mi conciencia me obliga también a revelar hechos que he vivido en primera persona relacionados con el Papa Francisco, que tienen un significado dramático y que, como obispo que comparte la responsabilidad colegial de todos los obispos hacia la Iglesia universal, no me permiten callar, y que aquí afirmo, dispuesto a confirmarlos bajo juramento llamando a Dios como mi testigo.

sábado, 25 de agosto de 2018

COMENTARIO ELEISON Número DLXXX (580) - 25 de agosto de 2018


Videojuego Amañado – II
Si el cielo dice que aquí está la solución,
Aquí está, y no en la revolución.
Cuenta la historia de la gran monarca católica de España, la reina Isabel (1451–1504), que cuando se le preguntó una vez qué quería ver pintado en un lienzo, respondió “un sacerdote diciendo misa, una mujer dando a luz y un criminal siendo ahorcado”. En otras palabras, todos tienen un papel que desempeñar en la vida, y todos deben desempeñar ese papel y no otro. Podemos imaginarnos lo que habría dicho sobre un mundo en el que los sacerdotes celebran picnics eucarísticos, las mujeres acuden a la contracepción y abortan libremente, y los criminales son condenados a penas cada vez más cortas en prisiones que parecen hoteles de lujo. Hoy “Nada es sino lo que no es”. (Macbeth, I, 3).
Hoy en día, mucha gente siente que la vida moderna es falsa, pero pocos pueden ver por qué nada es sino lo que no lo es, o por qué “Nada es real, y no hay nada de qué preocuparse, Strawberry Fields for ever” (Beatles). Ellos observan la opresión policíaca, periodistas que mienten, medicamentos que envenenan, abogados que engañan, políticos que traicionan, mujeres que se auto-esterilizan, jóvenes que se suicidan, profesores que corrompen, doctores que matan, etcétera, y lo peor de todo, sacerdotes que apostatan. No es difícil ver a nuestro alrededor un mundo desordenado que es exactamente lo contrario al orden correcto que la reina Isabel tenía en mente para España. Pero el desorden está tan disfrazado que se asemeja en el presente al orden correcto del pasado, de modo que pocas personas pueden averiguar de dónde viene el desorden, y muchos renuncian al intento de rastrearlo, acomodándose en lugar de ello entre las comodidades materiales que les ofrece. Por ejemplo, muchos músicos de Rock ganan buen dinero gritando contra los malos frutos del materialismo, pero pocos, si es que hay alguno, van tras sus raíces, de modo que la mayoría terminan como materialistas bastante cómodos, parte integrante de la falsedad que reconocieron correctamente en sus días de ganar dinero.
En las palabras de la vieja canción, “¿Por qué, por qué, por qué, Dalila?” Porque la gente se ha deshecho tanto de la presencia de Dios en sus vidas que no tienen ni idea de que Su ausencia es el problema. Y si alguna vez tienen un atisbo, entonces por la misma razón por la que se deshicieron de Él en primer lugar, ahora mirarán a cualquier parte en lugar de mirar en Su dirección para encontrar la solución. Sin embargo, fue Cristo quien creó, hacia el fin del mundo, esa cristiandad que elevó la civilización a alturas sin precedentes en la Edad Media, y de la cual la “civilización occidental” es la sucesora sin Cristo. Pero Cristi-andad sin Cristo es “-andad”, mejor dicho “fatalidad”.
Pero “fatalidad” tiene que competir con la Edad Media, pues de otro modo el hombre querrá regresar a Cristo. De ahí que las apariencias de la ley cristiana, los hospitales, los parlamentos, etc., deben mantenerse aún mientras se vacía la sustancia. De ahí que en los últimos 500 años haya una serie de “conservadores” que no conservan más que la última conquista de los liberales. De ahí la larga procesión de políticos hipócritas que por fuera son de derecha, pero en realidad son de izquierda, porque eso es lo que quieren los pueblos – líderes que parecerán rendir homenaje a los remanentes de Dios y de Cristo, pero que en realidad están sirviendo al Diablo al dejar paso a cada vez más libertad de Dios y de Cristo.
De ahí el Concilio Vaticano II, que mantiene la apariencia exterior del catolicismo aunque lo sustituya por la realidad del modernismo. De ahí el Capítulo de la Fraternidad San Pío X de 2012, que pretendió mantener la Tradición Católica mientras se preparaba para subordinarla al Vaticano II. De ahí que el Capítulo de la Fraternidad de 2018 pretendiera deshacerse del arquitecto del Capítulo de 2012 mientras se aseguraba de que permaneciera al lado del poder. De ahí un Capítulo que no representa la realidad de la situación de la Iglesia o de la Fraternidad, sino que puede hacerse otro videojuego amañado para tranquilizar a los que se resisten a la marcha de la Fraternidad hacia la Roma conciliar, mientras que protege esa marcha. Quiera Dios que no esté la situación así.
Entonces, ¿hay una solución si el mundo entero está amañando videojuegos? Es imposible que el Cielo nos haya dejado sin una solución. Desde la Edad Media, la Virgen nos ha regalado a todos el Rosario. En los tiempos modernos nos ha dado la devoción de los Primeros Sábados. Sus remedios de ella desatendemos bajo nuestro propio riesgo.
Kyrie eleison.