Este blog está dedicado a María Corredentora y Mediadora de todas las Gracias

viernes, 7 de noviembre de 2025

MONSEÑOR VIGANÒ HABLA SOBRE LA ESCANDALOSA NOTA "MATER POPULI FIDELIS"

 


FREMET ET TABESCET

En relación con la escandalosa nota doctrinal
“Mater populi fidelis”

La Nota Doctrinal presentada recientemente en el Vaticano, con tan solo su inicio en latín, Mater populi fidelis, constituye un nuevo escándalo de una jerarquía traicionera y desviada que, durante más de sesenta años, en un crescendo imparable, ha utilizado su autoridad para imponer falazmente sus propias desviaciones doctrinales y morales a los católicos, con el fin de desmantelar la Iglesia católica y perder fieles. La prisa —casi podría decirse la furia— por destruir es tal que también pone de manifiesto las contradicciones existentes dentro del propio cuerpo sinodal, afectado por un marcado bipolarismo patológico: por un lado, declara impropio el título mariano de Corredentora atribuido a la Virgen María, y por otro, asciende a John Henry Newman a Doctor Ecclesiae , quien había defendido dicho título frente a los anglicanos tras su ataque al dogma de la Inmaculada Concepción. 

La indignación y el sentimiento de ultraje que embarga a todo católico ante la denigración de la Santísima Virgen dificultan el control de la santa ira que invade a los fieles al oír vilipendiar a la Madre de Dios. Pero es precisamente en esos momentos en que el enemigo nos provoca para obtener una reacción desmedida cuando debemos mantener la máxima claridad de juicio. 

Al analizar y sopesar la importancia de ciertas afirmaciones, es fundamental recordar que todas las declaraciones y acciones de los funcionarios de la Iglesia Sinodal son falaces y engañosas. Nos inducen a seguir al adversario al terreno donde desea librar la guerra, precisamente donde debemos evitar ser atraídos, para no caer en la trampa que estos herejes nos han tendido con astucia.

Seamos claros: a Tucho Fernández no le importa en absoluto la Corredención, y mucho menos los posibles malentendidos de los fieles. Sería patético pensar que reafirmaría la única mediación de Nuestro Señor, mientras que sus dos empleadores —Bergoglio y Prevost— afirman que todas las religiones conducen a Dios. A Tucho Fernández ni siquiera le interesa la propagación de errores doctrinales que el Dicasterio que preside indignamente debería condenar de inmediato, y que él mismo fomenta deliberadamente. A nadie le preocuparon los posibles «malentendidos doctrinales» cuando se intentó hacer pasar el inmundo ídolo de la Pachamama por una imagen de la Virgen María llevando al Señor en su vientre, después de que los fieles se indignaran por la veneración de una horrenda imagen pagana por parte de Bergoglio y sus secuaces.

La confusión y la contradicción son el sello distintivo de la Iglesia sinodal, su «marca registrada», por así decirlo. Es al aceptar la contradicción que los fieles deben abdicar de su razón y del sensus fidei.

Tucho Fernández tiene la sensibilidad espiritual de una azada y la erudición de un manual de montaje de IKEA, y está demasiado ocupado haciendo que la gente olvide sus panfletos obscenos, después de haber orquestado ese vergonzoso juicio espectáculo contra mí «por cisma» y haber firmado el decreto de mi «excomunión». Sus prioridades no son las de un pastor consumido por el celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas, sino las de un burócrata cínico y sin fe, designado para la tarea de degradar el papel, el prestigio, la credibilidad, la autoridad y el prestigio de esa Suprema Sagrada y Universal Congregación del Santo Oficio que Montini ya había degradado a Congregación para la Doctrina de la Fe y que Bergoglio ha rebautizado como Dicasterio. 

Si Tucho promulgó esta Nota, lo hizo con otros propósitos, y es en estos en los que debemos detenernos si queremos comprender la naturaleza herética y el alcance destructivo de su obra subversiva. No olvidemos que este documento se había estado preparando desde la época de Bergoglio.

No es sólo Tucho Fernández el culpable de esta abominable nota, sino todo el aparato vaticano y sus dirigentes. Un aparato que, mientras ensalza «la infinita dignidad del hombre» en rebeldía contra Dios, no duda en menospreciar la dignidad de la Mujer envuelta en Luz. Y esto ha ocurrido desde hace sesenta años, desde que la camarilla que acababa de lograr rechazar los esquemas preparatorios del Concilio también se aseguró de que se anulara la proclamación del dogma de la Corredención de María Santísima, defendido por gran parte del episcopado mundial, considerándolo «poco ecuménico» para los disidentes protestantes.

Y si Tucho Fernández se ha ocupado de un término teológico mencionado innumerables veces en los documentos papales de Pío IX, León XIII, San Pío X, Benedicto XV, Pío XI y Pío XII, no es debido a una preocupación por los fieles ni para evitar formulaciones doctrinales equívocas, sino por un odio genuino hacia la Madre de Dios. Es la mano de Satanás la que escribió esas palabras odiosas; es el gélido aliento de la condenación eterna lo que las inspiró. No hay nada bueno en ellas: ni siquiera la intención, que es engañosa y sirve a otro propósito, ante todo, acostumbrarnos a la idea de que toda doctrina católica puede cambiar, que lo que era verdad ayer ya no lo es hoy, que la Fe que llevó almas al Cielo hasta Pío XII pudo haberse convertido en fuente de confusión o incluso de herejía. 


Así pues, mientras Prevost y Tucho Fernández pretenden disipar los malentendidos sobre una doctrina confirmada por la sencilla fe del pueblo, se disponen a dar coherencia teológica a la sodomía, al diaconado femenino y a la subversión del papado de forma sinodal. Todo muy bien, con tal de que no denuncie sus imposturas y reconozca su autoridad.

No necesitamos analizar este documento para comprender su naturaleza perversa: basta con mirar a los ojos de quienes nos lo proponen. La mirada vacía, sorda, sombría y carente de caridad de almas perdidas. La mirada de quienes, en lugar de postrarse reverentemente ante la Virgen Madre de Dios, no tienen más remedio que explotarla con fines propagandísticos a favor de la inmigración —invocándola como « Solacio del migrante» [Consuelo del migrante]— y despojarla de los títulos que la Santa Iglesia Católica reconoce, y por los cuales los fieles la veneran y obtienen las Gracias de las que ella es la munificente dispensadora. Entre estas Gracias, no dejará de sernos concedida la que suplicamos con ardor: que Aquélla que sola vence todas las herejías y aplasta la orgullosa cabeza del dragón infernal, apresure el triunfo de su Inmaculado Corazón.

+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo

7 de noviembre de 2025
Septima die infra Octavam Omnium Sanctorum

FUENTE (extracto)

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Notas de Non Possumus:


1. Sobre el título de esta declaración de Mons. Viganò, "Fremet et tabescet": “Peccator videbit, et irascetur; dentibus suis fremet et tabescet: desiderium peccatorum peribit” (Lo verá el impío y se enfurecerá; rechinará los dientes y se consumirá; el deseo de los impíos perecerá). Cita del salmo 112, 10.

2. El artículo de la Neo-Fraternidad atribuye la responsabilidad de la escandalosa nota Mater populi fidelis sólo al Card. Fernández y al papa Francisco, sin decir ni una sola palabra sobre el papa León. Pero "no es sólo Tucho Fernández el culpable de esta abominable nota, sino todo el aparato vaticano y sus dirigentes"; nos recuerda, en cambio, el fiel y valiente Mons. Viganò.



jueves, 6 de noviembre de 2025

«MATER POPULI FIDELIS» CONTRA EL MAGISTERIO ACERCA DE LA MEDIACIÓN DE LA S.V. MARÍA

 


La nota Fernández-Prevost insta a la «prudencia» respecto a la mediación de María. Pero el magisterio papal ya ha expresado ampliamente su postura: una breve explicación.

Si bien la atención general se ha centrado en los errores de la Nota Fernández-Prevost respecto a la Corredención, un tema que no se puede pasar por alto es la confusión que la misma Nota crea respecto a la Mediación de María.

Dejemos de lado la parte donde se utiliza la coartada habitual del no dogma [o sea, los modernistas del Vaticano se creen con derecho a reformar el magisterio en lo que no ha sido declarado dogma. Nota de NP], que ya abordamos para la Corredención en nuestra refutación anterior, y leamos lo que sigue: “24. La sentencia bíblica referida a la exclusiva mediación de Cristo es contundente. Cristo es el único Mediador, «pues Dios es uno, y único también el mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos» (1 Tm 2,5-6). La Iglesia ha explicado este lugar único de Cristo porque, siendo el Hijo eterno e infinito, a Él está unida hipostáticamente la Humanidad que asumió. Este lugar es exclusivo de esa Humanidad y las consecuencias que de ello se derivan sólo pueden aplicarse a Cristo. En este sentido preciso, el papel del Verbo encarnado es exclusivo y único. Ante tal claridad en la Palabra revelada, se requiere una especial prudencia en la aplicación de esta expresión, “Mediadora”, a María. Frente a una tendencia a ampliar los alcances de la cooperación de María a partir de este término, es conveniente precisar tanto su valioso alcance como sus límites.”

El estilo modernista, descrito y condenado por san Pío X en la encíclica Pascendi, se manifiesta una vez más. En este caso, mezcla verdad con expresiones, cuanto menos, ambiguas. Habla de una «prudencia especial» —nótese: no solo dice prudencia , sino también especial— sobre un tema ya ampliamente tratado en el magisterio papal, no sobre un tema novedoso que merezca reflexiones pioneras.

Si ayer ya señalamos que el Misal incluye una misa de María Mediadora de todas las Gracias, hoy ofrecemos un ensayo sintético, tomado de la Enciclopedia Católica (vol. VII, col. 575-576), sobre las numerosas enseñanzas papales sobre el tema, que también están explícitamente vinculadas a la Corredención.

Entonces, sí, somos “especialmente prudentes” y por eso nos atenemos a lo que los Papas han enseñado claramente.

[…] Dada esta unión íntima e indisoluble de María Mediadora con Cristo Mediador en toda su obra mediadora, se deduce que la mediación de María se extiende hasta donde se extiende la mediación de Cristo. Ahora bien, la mediación de Cristo, según san Pablo, comprende dos fases distintas: la Redención (la mediación terrenal) y la intercesión (la mediación celestial), es decir, la distribución de todas y cada una de las gracias y frutos de la Redención (cf. I. Bover, Pauli doctrina de Christi mediatione Mariae mediationi applicate , en Marianum, 4 [1942], pp. 81-89).

El ministerio de la Madre de Dios comprende, de forma secundaria y subordinada, dos fases: la cooperación en la Redención (véase CORREDENTORA) y la cooperación en la distribución de todas las gracias, fruto de la Redención. Esta segunda fase se fundamenta en la primera. En efecto, quien coopera en la adquisición de un tesoro, también coopera en su distribución.


Que Nuestra Señora es mediadora universal, es decir, que coopera en la distribución de cada gracia a cada individuo en particular, en el sentido de que Dios no concede ninguna gracia a nadie sin la intervención de María, es una doctrina enseñada repetidamente por el Magisterio ordinario de la Iglesia, especialmente por los recientes Sumos Pontífices, y comúnmente admitida por los teólogos.

La misma fiesta de María Mediadora de todas las gracias, instituida en 1921 por Benedicto XV a instancias del cardenal D. Mercier, para las diócesis de Bélgica y para todos aquellos que la hubieran solicitado regularmente, para celebrarse el 31 de mayo, demuestra prácticamente la certeza moral de esta singular prerrogativa mariana. Pío XI, al confirmar la doctrina y la fiesta de la Virgen de la Mediación, la llama: « gratiarum omnium apud Deum sequestram » (carta Cognitum sane , 14 de enero de 1926: AAS, 18 [1926], p. 213). Pío XII vincula la Mediación de María no sólo a su mérito corredentor, sino también al hecho de su gloriosa Asunción y a su Realeza (encíclica Miserentissimus , 8 de mayo de 1928: AAS, 20 [1928], p. 178; Mystici corporis Christi , 29 de junio de 1943: ibid., 35 [1943], p. 247 ss.).

FUENTE (extracto)

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Nota de Non Possumus:

Agregamos esta cita del afamado texto preconciliar de Ludwig Ott, "Manual de Teología Dogmática", que enseña lo contrario al documento de León-Fernández:

La mediación universal de María por su cooperación a la encarnación se halla tan ciertamente testimoniada en las fuentes de la revelación, que nada obsta a una definición dogmática.

La mediación universal de María por su intercesión en el cielo se halla testimoniada con menor seguridad, pero está en relación orgánica con la maternidad espiritual de María y con su participación íntima en la obra de su Hijo divino, claramente testimoniadas en la doctrina de la Escritura, de suerte que no parece imposible una definición.”

Agregamos también esta cita del igualmente afamado tratado de teología dogmática titulado "Sagrada Suma de Teología Escolástica" por los Padres de la Compañía de Jesús, España, 1950:

“Que con rectitud se usa el título de Medianera, hay certeza por el múltiple uso de los Romanos Pontífices y de la Liturgia; y no es lícito dudar de esto.”

miércoles, 5 de noviembre de 2025

EL NEOMODERNISMO CONTRA MARÍA CORREDENTORA - «MATER POPULI FIDELIS» SE OPONE AL MAGISTERIO DE LA IGLESIA

"La cuestión, al fin y al cabo, es clara: el culto pleno a María siempre ha sido un problema para los herejes, y la «paz» con ellos solo puede lograrse ocultando el papel de la Virgen."


La «Nota Doctrinal» del Cardenal Fernández (aprobada por León XIV) se opone a la Corredención, contraviniendo el magisterio papal

Una refutación en tres puntos.


La plena continuidad entre Bergoglio y Prevost queda patente una vez más.

Para publicar un artículo sobre el tema, quisimos esperar a ver el texto oficial, y nuestras malas impresiones se confirmaron: el documento es incompleto y débil, pero sobre todo, se opone a una doctrina que ya forma parte del magisterio de la Iglesia. Analicemos los principales puntos críticos.


Los problemas del texto ya están claros en el enfoque general 

En el documento, el punto 22 afirma:  Considerando la necesidad de explicar el papel subordinado de María a Cristo en la obra de la Redención, siempre es inapropiado  utilizar el título de  Corredentora  para definir la cooperación de María . Este título corre el riesgo de oscurecer la singular mediación salvífica de Cristo y, por lo tanto, puede generar confusión y desequilibrio en la armonía de las verdades de la fe cristiana”. Esta premisa es falsa, pues un mayor honor a la Madre de Dios —como lo explicaron innumerables santos y doctores— se aplica inevitablemente al mismo Dios: honrar a la Madre del Rey es, aún más, honrar al Rey. Pero el documento va más allá: “Cuando una expresión requiere numerosas y continuas explicaciones para evitar que se aparte de su verdadero significado, no sirve a la fe del Pueblo de Dios y se vuelve  inapropiada ”. Nos encontramos ante una evidente falacia : todo punto doctrinal debe ser explicado y defendido. La historia de los Concilios es precisamente la historia de las numerosas (a veces complejas, a menudo controvertidas) explicaciones de ciertas verdades específicas. El ejemplo de Homoousion  (en griego: ὁμοούσιον,  homooúsion ) es un caso ilustrativo. 


1. La corredención es enseñada por el magisterio de muchos Papas, defendida en documentos oficiales y por santos y teólogos

Dada su amplitud, sería difícil recopilar una lista de fuentes que apoyen claramente la importancia y el valor del título de Corredentora (aquí se incluyen algunos artículos sobre el tema). 

En el punto 18 del documento se lee: «Algunos Pontífices han usado este título sin detenerse a explicarlo. Generalmente, lo han presentado de dos maneras distintas: en relación con la maternidad divina, en cuanto que María, como madre, hizo posible la Redención realizada por Cristo; en referencia a su unión con Cristo junto a la Cruz redentora». La expresión elegida resulta, cuanto menos, problemática. En la Enciclopedia Católica, bajo la entrada Corredentora, se recuerda que este término «fue usado por primera vez en el siglo XIV, en el Tractatus de praeservatione gloriosissimae Virginis Mariae por un Minorite anónimo», encontrándose en algunos decretos del Santo Oficio […] y de la Sagrada Congregación de Ritos. Y se añade: « Los Romanos Pontífices, desde Pío IX hasta Pío XII, enseñaron repetidamente, de manera suficientemente clara, la cooperación inmediata de la Santísima Virgen en la Redención » [véase el vol. IV, 1950, col. 640]. Para las enseñanzas de estos Papas sobre la Corredención, remitimos a los textos contenidos en el  Libro de Oro de María Santísima y presentamos al final del artículo una lista, extraída de dicho volumen, de las principales declaraciones papales, que son bastante explícitas.

Pero incluso si admitiéramos —y esto no es en absoluto una concesión— que la doctrina requería aclaración, no está claro por qué deberíamos evitar proporcionarla rechazando un título utilizado eficazmente en las encíclicas y decretos de las Congregaciones.


2. La inaceptable coartada del no dogma, por dos sencillas razones

Independientemente del contenido del documento en cuestión, una excusa inaceptable que se suele usar para negar o al menos oscurecer la corredención es recurrir a la no definición del dogma. Pero este argumento se desmorona fácilmente por dos razones:

A) No existe un sistema absoluto según el cual lo que no es dogma sea indiferente. De hecho, los fieles deben un profundo respeto incluso al magisterio que no es estrictamente infalible (lo veremos con más detalle en el siguiente punto). Como ya hemos dicho, la cooperación inmediata de la Santísima Virgen en la Redención ha sido enseñada consistentemente —por seis Papas— en actos de magisterio inequívoco, así como en otros documentos oficiales de la Iglesia.

B) Ciertamente, la Iglesia puede estudiar y revisar posteriormente (siempre con prudencia y en consonancia con la verdad) aquello que no ha sido establecido dogmáticamente. Pero aquí surge el problema crucial respecto al «magisterio» del Vaticano II posconciliar. ¿Cumple este magisterio los requisitos mínimos para ser definido como tal, no solo en cuanto al mérito de lo que parece enseñar, sino también en cuanto al método con que se propone? ¿Puede realmente reformar? ¿Tiene realmente el poder de obligar , cuando en toda la vida eclesiástica se sitúa en el centro la libertad religiosa , es decir, la libertad de las restricciones más necesarias? A estas y a otras tantas preguntas, solo cabe una respuesta razonable: no.


3. El neomodernismo contra María Corredentora

Aunque no han faltado referencias positivas a «María Corredentora» incluso después del Concilio Vaticano II, cabe señalar que el considerable estancamiento en el avance de esta devoción y doctrina relacionada coincide con el triunfo de los movimientos neomodernistas y ecuménico-indiferentistas en la década de 1960. De nuevo, el punto 18 del documento contiene una confesión a medias: «El Concilio Vaticano II evitó usar el título de Corredentora por razones dogmáticas, pastorales y ecuménicas ». El problema, al fin y al cabo, es claro: el culto pleno a María siempre ha sido un problema para los herejes, y la «paz» con ellos solo puede lograrse ocultando el papel de la Virgen. 


Resumen de algunas enseñanzas papales sobre la Corredención


Pío IX – Ineffabilis Deus

De ello se deduce que, así como Cristo, el mediador entre Dios y los hombres, habiendo asumido la naturaleza humana, aniquiló el decreto de condenación existente contra nosotros, clavándolo como vencedor en la Cruz, así también la Santísima Virgen, unida a Él por un vínculo muy estrecho e indisoluble, pudo expresar, con Él y por medio de Él , una enemistad eterna contra la serpiente venenosa y, obteniendo una clara victoria sobre ella, aplastó su cabeza con su pie inmaculado.[1]


León XIII – Supremo apostolatus officio

De hecho, la Virgen Inmaculada, elegida para ser la Madre de Dios, y por esta misma razón hecha corredentora del género humano, goza con su Hijo de un poder y una gracia tan grandes que ninguna criatura, sea humana o angélica, jamás ha podido alcanzar ni podrá alcanzar jamás uno mayor.[2]


León XIII – Jucunda semper expectatione

“Cerca de la cruz de Jesús estaba María, su Madre”, quien, movida por un sentimiento de infinita caridad hacia nosotros, con el fin de aceptarnos como hijos, incluso ofreció a su Hijo a la justicia divina, muriendo en su corazón con él, traspasada por la espada del dolor.[3] 


León XIII – Adjutricem populi

De hecho, desde allí, según los planes de Dios, ella comenzó a velar por la Iglesia y a asistirnos y protegernos como una madre de tal manera que, así como ella había sido instrumento del misterio de la redención humana, así también, con el poder casi ilimitado que le había sido conferido, fue dispensadora de la gracia que para todos los tiempos deriva de esta redención.[4] 


Pío X – Ad diem illum

La consecuencia de esta comunión de sentimientos y sufrimientos entre María y Jesús es que María «se hizo legítimamente digna de reparar la ruina humana» y, por tanto, de dispensar todos los tesoros que Jesús nos obtuvo con su muerte y su sangre. Ciertamente, solo Jesucristo tiene el derecho propio y particular de dispensar esos tesoros que son fruto exclusivo de su muerte, puesto que por su naturaleza es el mediador entre Dios y los hombres. Sin embargo, mediante esa comunión de dolores y angustias, ya mencionada entre la Madre y el Hijo, a la Augusta Virgen se le concedió ser «con su Hijo unigénito la más poderosa mediadora y conciliadora del mundo entero» . La fuente es, pues, Jesucristo y «todos hemos recibido algo de su plenitud; de Él todo el cuerpo, unido en todas sus coyunturas por la comunicación, recibe el crecimiento propio del cuerpo y se edifica en la caridad». Pero María, como bien observa san Bernardo, es el «acueducto», o incluso aquella parte por la cual la cabeza se une al cuerpo y le transmite fuerza y ​​eficacia; En resumen, el cuello. San Bernardino de Siena dice: «Ella es el cuello de nuestra cabeza, por medio del cual comunica todos los dones espirituales a su cuerpo místico». Es evidente, pues, que debemos atribuir a la Madre de Dios una virtud que produce gracias: esa virtud que solo proviene de Dios. Sin embargo, puesto que María sobrepasa a todas en santidad y en unión con Jesucristo, y fue asociada por Jesucristo en la obra de la redención, ella nos procura de congruo, como dicen lo teólogos, lo que Jesucristo nos procuró de condigno, y es la suprema dispensadora de la gracia.[5] 


Benedicto XV – Inter Sodalicia

[La Santísima Virgen] estuvo presente en la crucifixión de su Hijo no sin un plan divino […] sufrió tanto y casi murió con su Hijo que sufrió y murió, abdicó de sus derechos maternales sobre su Hijo por la salvación de los hombres, y sacrificó a su Hijo, en la medida en que le pertenecía, para aplacar la justicia de Dios, de modo que se puede decir con razón que ha redimido al género humano con Cristo.[6] 


Pío XI – Oración radiofónica para la clausura del Jubileo de la Redención Humana

Oh Madre de piedad y misericordia, que estuviste presente como compasiva y corredentora con tu dulcísimo Hijo en el acto en que realizó la Redención del género humano…, conserva y aumenta continuamente en nosotros, te rogamos, los preciosos frutos de la Redención y de tu compasión. [7] 


Pío XII – Mystici Corporis

Finalmente, soportando sus inmensos dolores con un espíritu fuerte y confiado, más que todos los fieles cristianos, como una verdadera Reina de los mártires , “completó lo que faltaba a los sufrimientos de Cristo… por el bien de su cuerpo, que es la Iglesia” (Col. I, 24).[8] 


Pío XII – Ad caeli reginam

Ahora bien, en la realización de la obra de redención, la Santísima Virgen María estuvo ciertamente estrechamente asociada con Cristo […] “Así como Cristo, por el título particular de redención, es nuestro señor y nuestro rey, así también la bienaventurada Virgen (es nuestra señora) por la singular contribución que hizo a nuestra redención , aportando su sustancia y ofreciéndola voluntariamente por nosotros, deseando, pidiendo y procurando de manera singular nuestra salvación”.[9] 



[1] U. Bellocchi, Todas las encíclicas y principales documentos pontificiales emitidos desde 1740: Pío IX, LEV, 1993.

[2] http://www.vatican.va/content/leo-xiii/it/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_01091883_supremi-apostolatus-officio.html.

[3] http://www.vatican.va/content/leo-xiii/it/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_08091894_iucunda-semper-expectatione.html.

[4] http://www.vatican.va/content/leo-xiii/it/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_05091895_adiutricem.html.

[5] https://www.vatican.va/content/pius-x/it/encyclicals/documents/hf_p-x_enc_02021904_ad-diem-illum-laetissimum.html.

[6] Enc. Catt., Vol. IV, 1950, entrada: Coredemptrix , col. 640.

[7] Osservatore Romano, 29/30 de abril de 1935 , cit. en Enc. Catt., Vol. IV, 1950, entrada: Co-redemptrix , col. 641.

[8] http://www.vatican.va/content/pius-xii/it/encyclicals/documents/hf_p-xii_enc_29061943_mystici-corporis-christi.html.

[9] La cita entre comillas es de Suárez (De mysteriis vitae Christi , disp. XXII, secc. II: éd. Vivès, XIX, 327 ) , aquí retomada por Pío XII. Véase: http://www.vatican.va/content/pius-xii/it/encyclals/documents/hf_p-xii_enc_11101954_ad-caeli-reginam.html.

FUENTE (EXTRACTO)