El P. Fortea (nótese lo poco varonil de esta foto que el mismo sacerdote publica)
"No cabe duda de que Fellay es mucho más inteligente que Mons. Lefevbre. Intelectualmente no hay comparación entre los dos."
El nuevo admirador de Mons. Fellay es el P. Fortea, conocido “exorcista” y "carismático" español, quien en 2012 afirmaba sobre la FSSPX:
(...) "para hablar de los seguidores del arzobispo
Marcel Lefevre, arzobispo excomulgado. Por eso me sorprendo cuando he escuchado
a algunos articulistas, que no creo que los conozcan personalmente, afirmando
que ellos pueden aportar mucho a la Iglesia. No sé lo que aportarán a la
Iglesia, pero sí que conozco el mensaje que ellos traen por el mundo.
El más bello elogio a mi obra
teológica más conocida, Summa Daemoniaca, lo recibí de mano de los
censores lefevrianos. Se trata de una loa que, desde hace muchos años, guardo
en mi corazoncito como la más entrañable que he recibido nunca. En ella se
decía, que quedaba prohibido leer mi libro, porque en él se presentaba una
visión excesivamente misericordiosa de Dios y una enfoque exageradamente
optimista de la Salvación.Desde entonces, he tenido contacto más veces con fieles y
sacerdotes de esa fraternidad, que buscan una Iglesia monárquica, uniforme y
parecida a la estructura de un ejército.
No traen la Santa Tradición de la Iglesia, sino la
Tradición entendida bajo una personal inflexibilidad decimonónica. No traen el
rigor, sino el rigorismo.
No traen la obediencia a los cánones dentro de la
ortodoxia, sino la desobediencia a los cánones con la excusa de la ortodoxia.
No traen la belleza de la liturgia, sino la soberbia del non serviam.
Su espíritu no es el amplio, libre y amable patrimonio de
la patrística, sino el espíritu puntilloso del fariseísmo mezclado con el
mensaje de Cristo.
Pero volverán y les acogeremos. Y les acogeremos con la
generosidad que nos enseñó el Gran Concilio Vaticano II. A ellos que tanto
claman a favor de una férrea autoridad, cuando retornen, se les aplicará la
autoridad bondadosa que nos enseñó el Espíritu Santo en tiempos de Juan XXIII y
Pablo VI.
Sí, retornarán. Y retornarán, porque en el fondo saben que
no son las rúbricas y las prescripciones las que salvan. Se puede amar todo lo
que uno quiera las rúbricas, las capas pluviales, los roquetes y el incienso en
incensario de plata, pero a condición de que uno sepa que no son ellos los que
salvan. El camino que nos enseñó Jesús, está plasmado en la Tradición, no en el
tradicionalismo. No es el ritual de San Pío V, ni el Novus Ordo, los que nos
salvan, es la misericordia de Dios.
Ellos lo saben en lo más profundo de su alma, y también
ellos escuchan en su corazón una Voz Divina que les advierte en lo más interno
de su conciencia: los budistas y los musulmanes os adelantarán en el Reino de
los Cielos."
Acerca de Francisco:
"Declaraciones del Papa Francisco
He recibido un cierto número de emails en los últimos meses,
preguntándome a nivel personal qué pienso de tal o cual declaración del Papa
Francisco.
En ciertos de esos emails, percibo una cierta preocupación.
Algunos tienen la sensación indefinida de temor a que diga que es blanco lo que
es negro.
Quedaos tranquilos. Tenemos un pastor visible sobre la tierra, y Dios
quiere que obedezcamos a nuestro legítimo supremo pastor: el Papa.
En el ajedrez de la fe, las reglas están claras. Y el Papa puede
mover las fichas a su antojo. Mientras las mueva según las reglas, tiene toda
la libertad del mundo para hacer las jugadas que desee.
¿Y si el Papa realiza un movimiento que no está permitido?
Entonces somos nosotros los equivocados al pensar que ese movimiento no estaba
permitido.
Al Papa hay que escucharle no para ratificarnos en nuestras
posiciones, sino para aprender. En la Iglesia sólo son pastores, aquellos que
han recibido tal encargo de lo alto a través de la misma Iglesia. La figura del
inquisidor-laico-espontáneo no aparece en las Cartas de San Pablo."
Pues bien, resulta
que ahora el P. Fortea alaba a Mons. Fellay (él
énfasis en negrita es nuestro):
"Reflexionando sobre monseñor Fellay
Varias webs se hacen eco de unas
declaraciones de monseñor Pozzo acerca de que monseñor Fellay ha aceptado la
solución de integrarse con sus sacerdotes y fieles como prelatura personal en
la Iglesia Católica.
La noticia tal como se ha dado (breves respuestas de una entrevista) sigue sin
aclarar demasiado el futuro. Se puede entender como una petición de ingreso ya
inminente, o se puede entender como que si se integraran lo harían bajo esa
figura canónica.
Yo creo que la opción
optimista es la más probable sucesión de acontecimientos. Basta leer la
carta del padre Schmidberger rector del seminario alemán de la sociedad, para
darse cuenta de que cada vez
cobra más peso la opción más razonable entre las personas más sensatas de la
FSSPX.
Me alegraré de todo corazón de que ellos entren de nuevo en comunión con la
Iglesia. Será vivir el retorno del hijo pródigo a casa. 600 sacerdotes
cismáticos entrarán en el seno de la Iglesia.
Mantener la cohesión en ese magma inestable de fieles y sacerdotes ha sido
una labor épica de sus superiores. Esa fraternidad sacerdotal siempre ha sido
un compuesto químico volátil con evidente tendencia explosiva. Como masa de células aglutinadas,
siempre ha estado a punto de sufrir cuatro o cinco mutaciones simultáneas.
Cuando la FSSPX afirmaba que querían seguir la ortodoxia, uno se preguntaba
qué ortodoxia. ¿La del arzobispo Lefevbre que firmó todos los documentos del
Vaticano II? ¿La del cisma dentro del cisma que encarnó Williamson? ¿La de la
legión de sedevacantistas ávidos oyentes de infinidad de pseudorevelaciones? Por supuesto que los superiores de la
fraternidad no seguían las ramas poco serias de los antepasados de la FSSPX:
los desvaríos de los obispos tucistas (que eran un poco como la abuela loca de
los fefevristas), ni la de los obispos veterocatólicos, que era la otra rama
tradicionalista que acabó virando hacia el modernismo.
Por eso el tema de la ortodoxia ad internum era un tema tan indiscutible
como delicado. Seguimos la ortodoxia. Sí, sí. La cuestión era qué ortodoxia. Ya
no era la sana ortodoxia del coro de la Iglesia, sino la ortodoxia de uno u
otro tenor; la letra estaba clara, “más o menos”, el problema era la música que
acompañaba la letra.
Monseñor Fellay, indudablemente, ha sufrido una evolución intelectual, tal
vez también espiritual. Lleva años viendo con clarividencia que el lefebvrismo
abandonado a sus propias fuerzas (sin injertarse de nuevo en la Iglesia) iba
camino de convertirse en una variante de la iglesia palmariana. De hecho, sus
grandes luchas de los años pasados no han sido con Roma, sino con sus miembros
tratando de mantener la barca lefebvriana en la región de las aguas razonables.
Y eso ha sido muy difícil. Nadie le niega el mérito a Fellay.
Otro aspecto positivo es qué no cabe duda de que Fellay es mucho más
inteligente que mons. Lefevbre. Intelectualmente no hay comparación entre los
dos.
En cualquier caso, es muy posible de que estemos ante la feliz noticia de
que este triste episodio de la división esté entrando en su recta final. Y eso
me alegra profundamente; profunda y sinceramente."