Tomismo
único
Verdad
que es verdad excluye toda contradicción.
“Verdad” que admite el error, es verdad-ficción.
“Verdad” que admite el error, es verdad-ficción.
La
manera por la cual el modernismo puede combinar aparente sinceridad y buena fe
con disolución de la verdad es tan peligrosa para la fe real de los Católicos
que difícilmente puede ser descrita o analizada con demasiada frecuencia. La
pregunta reciente de un laico Tradicionalista provee otra oportunidad para
hacerlo. Él pregunta si es sabio que un sacerdote de la Fraternidad San Pío X
lea regularmente una revista Tomista Conciliar, basado en el hecho de que la
FSSPX no ha proporcionado hasta ahora esta materia de lectura regular sobre el
pensamiento y la doctrina del más grande filósofo y teólogo de la Iglesia,
Santo Tomás de Aquino. La respuesta es que es mejor que este sacerdote sea, por
decir lo menos, muy cuidadoso, porque el Tomismo Conciliar es una contradicción
en términos reales que puede, en términos modernistas,
hacerse pasar fácilmente – y aquí está el problema – como no contradictorio.
El
Tomismo Conciliar es una contradicción en términos reales, porque
la enseñanza de Santo Tomás se esfuerza, y lo logra en gran medida, en
conformar al uno y único orden plantado en las cosas reales, fuera de nuestras
mentes, por el uno y único Dios real. Por el contrario, el Vaticano II procedió
a partir de la suposición que el hombre moderno ha desestabilizado este orden
en las cosas, centrado en Dios y estático (ver la sección de apertura de “Gaudium
et Spes”). Y, por consiguiente, para que la religión de Dios tenga algún
sentido para el hombre moderno, debe ser reestructurada en términos dinámicos y
centrados en el hombre, lo cual hace que el Tomismo ya no sea el único fiel a
la realidad, sino un tanto anticuado.
Así
en términos modernistas el Tomismo permanecería como un
monumento histórico del pensamiento humano, un sistema intelectual magnífico
cuya lógica y coherencia son totalmente admirables. Así, los seminaristas de la
FSSPX pueden, por ejemplo, aprenderlo como una guía telefónica, pero si los
seminarios de la FSSPX se dejan llevar bajo el hechizo del Vaticano II, los
seminaristas ya no verán al Tomismo como la una y única manera de combatir los
errores modernos y fácilmente serán cautivados y seducidos por muchas otras
maneras más “actualizadas” de pensar sobre el mundo. En breve, los modernistas
no desafiarán al Tomismo en su propio terreno, de hecho ellos pueden
afirmar que concuerdan con él enteramente en su propio terreno. Ellos
simplemente afirmarán que en tiempos modernos el terreno se ha trasladado y
entonces el Tomismo ya no es el pensamiento únicamente válido, o ya no es la
una y única manera de llegar a la verdad. Así, los seguidores del Vaticano II
pueden realmente pensar que concuerdan con el Tomismo, pero no coinciden con
éste en lo absoluto.
Dejemos
que la aritmética elemental ilustre una vez más el asunto. Dos y dos son cuatro
y, en la vida real, en la realidad, no pueden otra cosa, ni tres ni cinco. Pero
un aritmético moderno puede decir “Decir que dos y dos son únicamente o
exclusivamente cuatro, es demasiado de mente cerrada. Es mucho más creativo y
progresista decir que pueden también ser cinco o seis o – seamos de mente
abierta – ¡Seis Millones!” Y como este aritmético moderno no excluye que dos y
dos sean cuatro sino que gustosamente lo incluye en su amplia mentalidad, puede
sinceramente creer que su aritmética no contradice a la vieja aritmética. Pero,
¿quién no puede ver que en la realidad él está totalmente socavando la
“antigua” y verdadera aritmética? Esa aritmética que se corresponde con la
única realidad fuera de nuestras mentes, no solamente incluye que dos y dos
sean cuatro sino también excluye que sean otra cosa. Y es solo esta aritmética
la que se corresponde con la única realidad, o, es verdadera. Así, la creencia
y pensamiento que corresponde al único orden de la realidad natural y
sobrenatural de Dios, existió por supuesto por muchos siglos antes de Santo
Tomás de Aquino (1225–1274). Él simplemente lo recopiló en un sistema
incomparable. Pero no es el sistema el que lo hace verdadero. Lo que lo hace
únicamente verdadero como sistema es su única correspondencia como sistema con
la realidad.
Por
consiguiente, si los escritores en esta revista Tomista son también seguidores
profesos del Vaticano II, ciertamente no creerán que el Tomismo es, en el
sentido presentado aquí, único. En cuyo caso ellos pueden ser llamados
“Tomistas de guía telefónica”, pero ciertamente no son verdaderos Tomistas.
¿Sabrá el sacerdote arriba mencionado distinguir siempre? No, si ahora mismo
está dejándose conducir bajo el Vaticano II.
Kyrie
eleison.