sábado, 13 de abril de 2019

COMENTARIO ELEISON Número DCXIII (613) - 13 de abril de 2019



Lecciones de Semana Santa

De la Cruz de Nuestro Señor brotó Su Preciosísima Sangre,
Y agua, en una inundación divinamente purificadora.
Ninguna lectura del Evangelio puede ser tan rica en lecciones como las de Semana Santa. He aquí algunas referencias de la Pasión de Nuestro Señor, citadas en orden cronológico, que tienen una relevancia particular para nuestro tiempo, la de la Pasión de Su Iglesia.
Lc. XIX, 40: “Si estos (discípulos) se callan, las mismas piedras se pondrán a gritar” – Cuando Jesús está a punto de entrar en Jerusalén el Domingo de Ramos, la multitud lo está alabando en voz alta. Los fariseos se quejan del ruido. Pero la verdad de Dios será escuchada. Cuando el SSPX se queda en silencio para gustar a Roma, alguien más debe decir las verdades que solía decir.
Jn XVII, 15: “No ruego para que los quites del mundo, sino para que los preserves del Maligno”. Después de la Última Cena, justo antes de dejar el Cenáculo, Jesús ora a Su Padre Celestial por Sus Apóstoles, pero no para que la vida sea más fácil para ellos. Así que, ¿por qué la vida debe ser más fácil para nosotros católicos hoy en día?
Mt. XXVI, 31: “Heriré al pastor y las ovejas serán dispersadas”. En el Monte de los Olivos Jesús le dice a Sus Apóstoles que todos ellos caerán, y cita el Antiguo Testamento (Zacarías XIII, 7). Hoy, con el Papa paralizado en su fe, toda la Iglesia Católica está más o menos paralizada.
Mt. XXVI, 40: “Velad y orad”. En el Huerto de Getsemaní, donde Jesús pronto será traicionado, advierte a sus apóstoles que se preparen en oración para la hora de su prueba. No dice sólo “Orar”, ni siquiera “Orar y velar”, sino “Velar y orar”, porque si no mantienen los ojos abiertos, si dejan de velar, también dejarán de orar. Hoy una hora suprema de prueba de la Iglesia parece inminente.
Juan XVIII, 6: “No bien les hubo dicho: “Yo soy”, retrocedieron y cayeron en tierra”. Mientras la policía del Templo se acerca a Jesús, él se identifica sin miedo, y por un momento deja escapar una sola chispa de Su poder divino – todos ellos colapsan. Otra chispa así podría rescatar instantáneamente a la Iglesia hoy, pero eso no ganaría el corazón de los hombres. La prueba de hoy de la Iglesia debe cumplirse.
Mt. XXVI, 52: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que empuñan la espada, perecerán a espada”. Pedro es viril, ama a su Maestro, quiere defenderlo absolutamente, pero no lo ha entendido –Jesús será el Rey de Corazones, no el Truhan de los Palos. Los hombres viriles de hoy buscan cualquier acciónpara defender a la Iglesia, ya que no se contentan con “sólo” orar, pero que oren, o de lo contrario ellos huirán, como lo hicieron los Apóstoles (v. 56).
Lc. XXII, 53: “Esta es la hora vuestra, y la potestad de las tinieblas” Jesús está a punto de ser capturado por la policía del Templo. Se queja dulcemente de que no lo capturaron a la luz del día, cuando estaba predicando abiertamente en el Templo, sino que tuvieron que capturarlo por la noche, cuando ya no estaba rodeado de multitudes para protegerlo. Nunca en toda la historia estuvo tan abandonado, ni los tiempos han sido tan oscuros, como hoy. Estamos viviendo el mismo misterio di Satana desencadenado.
Mt. XXVII, 26: “Y todo el pueblo respondió: `Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos’ Entonces Pilato soltó para ellos a Barrabás, y habiendo azotado a Jesús, lo entregó para que fuese crucificado”. Claramente, el “pueblo” aquí no son sólo los “sumos sacerdotes y los ancianos” que “persuadieron al pueblo para que pidiera a Barrabás y matara a Jesús”(v.26), fue toda la muchedumbre delante de Pilato, a punto de amotinarse (v.24), la que hizo que Pilato cediera al clamar para ellos y su descendencia, la responsabilidad del deicidio (la muerte de Dios en su naturaleza humana).
Ahora bien, esta multitud era abrumadoramente judía, y la multitud se identificó como tal (“Nosotros y nuestros hijos”). Por lo tanto, la culpa por el deicidio recae sobre esos descendientes a menos que y hasta que colectivamente reconozcan y adoren a su propio Mesías verdadero, pero las Escrituras dicen que esto sólo sucederá al final del mundo (por ejemplo, Romanos XI, 25–27). Como un verdadero católico, León XIII (1878–1903) pidió que la misma sangre cayera sobre los judíos no como una maldición sino como una “fuente de regeneración” (Acto de Consagración del Mundo al Sagrado Corazón de Jesús). Mientras tanto, ellos sirven a Dios para azotar nuestra apostasía.
Kyrie eleison.