viernes, 15 de febrero de 2013

EL COMPLOT DE LA CONTRA-IGLESIA EN LA DIVINA REVELACIÓN Y EN EL MAGISTERIO



Es obligatorio estudiar y tratar el Complot, sin temer de ser juzgado de "complotista". En cambio, minimizar, menospreciar y desatender el estudio del Complot es una participación implícita y pasiva al Complot contra Cristo, María, la Iglesia y la Cristiandad. Mientras que estudiar para combatir el Complot, significa participar activamente y explícitamente en el cumplimiento de la obra de la Redención, "instaurar y restaurar todo en Cristo" (San Pío X).

Introducción:

Las fuentes de la Revelación divina son la Tradición apostólica y la Sagrada Escritura, las cuales son interpretadas correctamente en sus significados por el Magisterio eclesiástico.

El problema genérico que expongo en este artículo es el siguiente:

¿Qué cosa dicen la Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio, respecto al complot de la anti-Iglesia contra Jesús y su Cuerpo Místico, que es la verdadera Iglesia de Dios?
Además, el problema específico es si el complot contra la Iglesia de Dios está certificado en las Fuentes de la Revelación solo como un hecho histórico contingente y limitado en ciertas circunstancias particulares de la vida de Jesús y de los Apóstoles, o si es una entidad malvada que comienza desde el inicio del mundo y termina al final de éste. En este segundo caso el complot sería no solo un simple hecho histórico, relativo a ciertas situaciones particulares,  certificado por la Sagrada Escritura, sino una verdad contenida en el "Depositum Fidei" que revela la existencia de una fuerza maligna, que actúa en el curso de  toda la Historia humana, desde Adán hasta el fin del mundo, contra Dios y su Iglesia, "fuerza" que viene presentada en la Revelación como un Doctrina respecto a una contra-Iglesia, una especie de "Cuerpo Místico" del Maligno al cual todos los Ángeles y todos los hombres de todas las eras deben hacer frente, desde Lucifer (Isaías, XIV, 12) (1) y Adán en el Paraíso terrestre (Génesis, III,15)  hasta el Anticristo final y el fin del mundo (Apocalipsis, cap. XX-XXII)-(2)

2-La Sagrada Escritura:


En breve y a modo de introducción  resumida, el Génesis (III,15) que es el primer libro del Antiguo Testamento,  habla de la enemistad entre el diablo y María Santísima, Jesús y los Cristianos,  ya en los tiempos del primer hombre, Adán.

El Apocalipsis, que es el último Libro del Nuevo Testamento, en su primera parte (cap. I-III) narra las angustias de la Iglesia del I siglo perseguida en forma cruel, de las "Puertas del Infierno" (Mt. XVI, 18), de la contra-Iglesia o "Sinagoga de Satanás"(Ap. II, 9);  mientras en su segunda parte (cap. IV-XXII) habla de los acontecimientos futuros hasta la Parusía, llenos de tribulaciones y  martirios todavía más tremendos,  pero que desembocarán en la victoria final y total de Cristo contra el Anticristo final (conf. G. Ricciotti, una obra de La Sagrada Biblia, Florencia, Edit. Salani, 1940, Introducción al Apocalipsis de San Juan, pág. 1761.

1)       El Nuevo Testamento.

En el Evangelio de Mateo, Jesús nos manda de elegir entre "dos señores: o Dios o las riquezas" (VI,24); además nos  amonesta que las "Puertas del infierno" no prevalecerán contra la "Iglesia" (Mt. XVI,18)

Al final  la posición radical entre "la Luz y las Tinieblas" la encontramos casi por doquier en el Evangelio de San Juan, donde (IX, 22)se lee también que "Los judíos "conspiraban" para expulsar de la sinagoga a quien reconociera que Jesús era el Cristo"

San Pablo en sus Epístolas opone  >>Cristo a Belial<<, el <<Templo de Dios y el Templo de los ídolos<< ( 2ª Cor., VI,14-18).

En los Hechos de los Apóstoles (XXIII, 12-15) leemos que >>algunos Judíos se reunían y "conjuraban" de no tocar ni comida ni bebida hasta que no hubieran matado a Pablo>>

Ciertamente, estos son hechos históricos relativos a determinadas personas de épocas particulares y específicas, van encuadradas en un plano más amplio y doctrinal o teórico como lo muestran juntos la Sagrada Escritura, la Tradición, el Magisterio y la Razón teológica.

b) El Antiguo testamento.


Además, como ya lo he apuntado brevemente, la oposición entre Iglesia y la contra Iglesia se encuentra ya al inicio del Antiguo Testamento al tiempo de Adán y Eva; en el Génesis (III,15). Dios revela que habrá <<enemistad entre la serpiente y la Madre de Jesucristo, entre la raza del diablo y aquella de Cristo. Ella aplastará la cabeza del diablo que, a su alrededor, tentará de morderle el talón>>.

No es un hecho contingente o relativo a María Santísima y Satanás, sino es una profecía de un plan, de una doctrina/fuerza contra Dios y su descendencia desde el inicio hasta el fin de la historia humana.

En efecto, el último Libro de la Biblia, El Apocalipsis (XX, 7ss), narra la derrota de Satanás y del Anticristo de parte de Jesús y la lucha entre Dios y el Maligno, los buenos y los malvados, desde el inicio del mundo <<hasta su fin>> (CCI, ss.), dando un mensaje de esperanza (como enseñan unánimemente los Padres de la Iglesia):  en medio de las persecuciones no hay que desanimarse nunca, Dios <<al fin>> vence con el bien, el mal, Cristo vence al Anticristo. (P.C.Landucci, Comentario al Apocapipsis, Milano, Edit.Fabbri, 1967  pag.26)

También aquí no se trata de hechos contingentes o relativos solo a ciertas personas y a un particular período histórico, sino de dos entidades: El Sumo Bien (Dios) y el maligno (diablo= que buscan de salvar o  de hundir el género humano.

La Tradición

a) Los primeros Padres Apostólicos

Los primeros  "Padres apostólicos" han enseñado la misma doctrina. La Didachè (90 d.C) (documento dirigido a la enseñanza de los catecúmenos) habla en general o en absoluto de “dos caminos”; la Epístola de Barbana (98 c.C) dice de “el camino de la luz y aquél de las tinieblas, de los Ángeles y de Satanás>>; sigue San Hipólito en el siglo III (Sobre el Anticristo, VI).

También estos no son hechos contingentes y relativos; pero representan la encarnación de dos doctrinas y fuerzas que luchan para la salvación o la ruina de la humanidad.

b) Los Padres Eclesiásticos.

En el 354-430, San Agustín (La Ciudad de Dios, XIV,28) hablaba de <<dos amores, que han dado lugar a dos ciudades: aquella terrena que nace del amor de por sí inclinado al odio de Dios, y aquella celeste que nace del desprecio de sí hasta el amor de Dios>>

En el siglo VI San Gregorio Magno (Moralia, XXXIV,4) retomaba el tema de los caminos o fuerzas que se contraponen, no particular, relativa o de manera contingente, sino por principio  y  universalmente.

El "Doctor Oficial" de la Iglesia.

Santo Tomás de Aquino, en la Suma Teológica, explica que "quien gobierna debe conducir sus súbitos al propio fin. Ahora el fin del diablo es el alejamiento de la criatura de Dios (…)  presentado bajo forma de libertad" (S.T. III,q.8,a.7). O sea, la táctica infernal de Satanás es aquella adoptada del liberalismo: poner la libertad como un Absoluto y como un Fin último del hombre y no como un medio útil para tomar el fin próximo, que es el bien (buen uso de la libertad) y no el mal (mal uso de ella). El fin de Dios es de salvar el género humano, atraerlo hacia Él. Como se ve, se trata de una Doctrina, de una Verdad dogmática y no solo de un hecho históricamente limitado  y contingente.

Siempre, -según los seguidores del Doctor angélico-  como los buenos forman (en sentido estricto) el Cuerpo místico de la Iglesia de Dios, bajo el comando de Jesús; así los malvados forman una "suerte" (en sentido lejos) de Cuerpo místico del Infierno, bajo el imperio de Satanás.

No obstante no es una semejanza perfecta entre estas dos realidades; sino solo una analogía, ya que Cristo gobierna directamente  el espíritu humano, mientras el diablo solo indirectamente. En efecto, mientras Cristo influye directamente sobre el intelecto y la voluntad  del hombre,  el diablo no puede actuar directamente sobre esta facultad espiritual,  así pues gobierna a sus adeptos solo desde afuera,  por medio de los sentidos  externos del hombre, tentándolo y llevándolo al pecado bajo apariencia de libertad (S.T. ivi, a.7).

Por eso Satanás puede ser bien definido como "Pater omnium liberalistarum" mientras Jesús es el "Pater et Episcopum omnium antimodernistarum".

En el artículo 8 de la Su Teología (III.q.8) el "Doctor extraordinario" especifica que "el Anticristo puede ser llamado el jefe de los malvados a causa de la plenitud de su maldad, ya que estará bajo la influencia del diablo  y tocará la cumbre de su maldad y de la rebelión contra Dios" . Además: "En el Anticristo estará presente el jefe de todos los malos (el diablo), no por unión personal, ni para habitar íntimamente, ya que solo Dios Trino penetra el alma (…) sino solamente por los efectos de su malicia" (ivi, ad 1um).

En efecto, "como la Cabeza de Cristo es Dios, Cristo es igualmente Cabeza de la Iglesia (…) así, el Anticristo es miembro del diablo y aún él mismo es Jefe de los malos (según una cierta analogía)" (ivi, ad 2um). Puesto que <en el Anticristo, el diablo llevará a termino la propia  malicia, logrando en el Anticristo el perfecto cumplimiento de sus esfuerzos> (ivi, ad 3um).

Por lo tanto, el Anticristo final (de otra forma de los "Anticristos iniciales"), para Santo Tomás, que sigue la  opinión común de los Padres de la Iglesia,  es una persona física y no una época o una institución, como consideran algunos exégetas modernistas o liberales los cuales se  alejan –así- de la Tradición apostólica de la Iglesia (3)

El Magisterio

El Magisterio auténtico de la Iglesia ha precisado que es "una vasta conspiración, tramada contra el Rey y los Imperios (temporales y espirituales, o sea el Trono y el Altar, ndr (Pío VI, Alocución al Concistorio, 17 de junio 1753).

Además, Pío VII enseña que "se ha formado una conjura (<conjuratio>) contra el Depósito (4) de la Doctrina Cristiana" (Encíclica Diusatis, 15 mayo 1800).

Pío VII escribe que "en la alocada esperanza de destruir la Iglesia, la mayor parte de los enemigos de Cristo se han unido en Sociedades secretas y Sectas ocultas, para agregar, en tal manera,  un mayor numero de adeptos a su complot" (Encíclica Ecclesiam a Jesu Christo, 13 setiembre 1821).

Pío IX luego habla de los "hijos de este mundo que se esfuerzan (…) de combatir, de manera encarnizada, la Iglesia de Cristo (…) con criminales "complots" (…) en los cuales se reúnen todas las Sociedades secretas, salidas del  infierno para destruir el Reino de Dios por todas partes" (Encíclica Qui pluribus, 9 noviembre 1846).

Según León XIII, el género humano se divide (místicamente o espiritualmente) en dos campos opuestos e enemigos: “desde el pecado de Adán (...) el mundo se ha dividido en dos campos enemigos, los cuales no cesan de combatirse, el uno por la verdad y la virtud, el otro por todo lo contrario” (Encíclica Humanum Genus , 1884).

El mismo Papa continua y explica, tomando las enseñanzas de los Padres y de los Santos, que el primer campo, partido (5), estandarte (6) o ciudad (7) es la Iglesia, mientras el segundo es <el reino de Satanás y especialmente la Masonería, en la cual se encuentran todos aquellos que siguen los ejemplos del diablo y de nuestros progenitores >(ivi).

La razón teológica

Es verdad que <la contra-Iglesia> (en general) está compuesta de muchas fuerzas aparentemente o accidentalmente en oposición entre ellas, pero ellas están realmente o sustancialmente unidas:

 1º) en cuanto a la "causa final”: es el único fin que persiguen, incluso si no siempre de manera consciente,  los supuestos de Satanás. Es común a todos ellos el odio hacia el verdadero Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y su Iglesia (católica, apostólica y romana), o sea, el anti-catolicismo (conspiración contra la Iglesia de Dios).

2º) en cuanto a la "causa eficiente de la contra-Iglesia o <Reino de este mundo>: ella es Lucifer o el diablo que se rebeló contra Dios gritando "non serviam" y fue precipitado al infierno donde "conspiran" y recorren el mundo a perder las almas" (León XIII). Él es una especie de Jefe de un perverso "contra-Cuerpo místico" que el Apocalipsis (II,9; III,9) llama "Sinagoga de Satanás".

Monseñor Piero Carlo Landucci en su "Comentario al Apocalipsis", escribe: "Habiendo rechazado al Mesías, (…) los Judíos incrédulos habían perdido todas las promesas (del antiguo Testamento), y su herencia era traspasada al "Israel de Dios"(Gal. VI,16) o sea, al verdadero pueblo de Dios que es la Cristiandad (…) viniendo a ser " hijos del diablo" (Gv. VIII, 44) para así  constituir la "Sinagoga de Satanás", aparece neta la contraposición entre la "Sinagoga" como expresión del Judaísmo enemigo de Cristo, y la "Iglesia" como expresión del Cristianismo (…).

A la "Sinagoga de Satanás" se contrapone la "Iglesia", o sea, el Pueblo de Dios que es la Cristiandad" (P.C. Landucci, Comentario al Apocalipsis, Milán, Fabbri, 1967, p.26).

La "Sinagoga de Satán" no es solo relativo al 80-90 d.C, cuando San Juan escribía el Apocalipsis y lo enviaba a las  a las "siete iglesias" de su tiempo, sino que es la contra-Iglesia demoníaca que combate desde el pecado original al género humano y a la verdadera Iglesia de Dios (del Antiguo y del Nuevo Testamento) hasta el fin del mundo (Gen.III, 15; Apoc.XX-XXII).

3º) Tal Cuerpo místico de malvados,  los frívolos, los mundanos o "los hijos de este siglo", forman la "causa material" del <Reino de este mundo> en oposición al <Reino de los Cielos>

4º)  La esencia o "causa formal" de la contra-Iglesia es el orgullo, la autonomía y la independencia absoluta, o sea, quiere ser fin en sí misma; es la esencia del pecado de Lucifer ("non serviam") y de Adán ("eritis Sicut dil"): no querer o deber depender de Dios y de cualquier Autoridad humana, es la auto-suficiencia naturalista, racionalista, liberal-modernista y la auto-divinización esotérica/panteísta del hombre.

Conclusión:

Por esto, creo  poder decir que el problema genérico es fácilmente resumible en la oposición entre Iglesia y contra-Iglesia, la cual se encuentra  ya testificada  al inicio del Antiguo Testamento. En efecto, en el Génesis (III, 15) Dios revela que tendrán lugar "las  enemistades entre la serpiente y la Madre de Jesucristo, entre la raza del diablo y aquella de Cristo. Ella aplastará la cabeza del diablo que, acechando,  intentará  morder su talón".

Como también el último Libro del Apocalipsis (XX, ss) narra la derrota de Satanás y del Anticristo por parte de Jesús y la lucha entre Dios y el Maligno, los buenos y los malvados, desde el inicio del mundo hasta su fin (XXI. ss.)

Además, el problema específico es resoluble en  el sentido que el complot contra la Iglesia viene testificado en las Fuentes de la Revelación no solo como un hecho histórico contingente o restrictivo a ciertas circunstancias particulares de la vida de Jesús y de los Apóstoles, sino como una doctrina preservando una entidad y una fuerza dinámica  malvada que (con el permiso de Dios, el cual extrae de cada mal un bien mayor) desde el inicio del mundo hasta su fin contra el Altísimo y su obra de Santificación y Redención de las criaturas  provistas del intelecto y voluntad, ayudando, no obstante, sus consecuencias, al cumplimiento de la obra de la Redención, así como el diablo, que –en el plan y con el permiso divino <estimula a hacer crucificar a Jesús>, fue luego víctima de su mismo "complot": permaneció desenmascarado y ayudó indirectamente al cumplimiento de la salvación del género humano. Dios actúa así: se sirve de la estúpida malicia y "astucia" de los malvados para confundir sus "fuerzas" y exaltar a los humildes y sus pequeños hijos. La doctrina del complot de la contra-Iglesia es el hilo conductor de toda la Historia Sacra del Génesis hasta el Apocalipsis. Por lo tanto, parte de la Verdad dogmática y moral del "Depósito de la Fe".

Por lo tanto, no es solo permisible, sino necesario, el estudio del complot sin temor de ser ridiculizados como "complotistas". En cambio, minimizar, menospreciar  o ignorar el estudio del complot es una participación implícita y pasiva en el complot contra Cristo, María, la Iglesia y la Cristiandad ("S-complotismo"), Mientras estudiar para combatir el complot ("Complotismo") significa participar activamente y explícitamente  en el cumplimiento de la obra de la Redención, en "instaurar y restaurar todo en Cristo" (San Pío X).

Santo Tomás, (S.T. III, q.8, a.7) explica la Razón teológica que, como los buenos forman (en sentido estricto) el Cuerpo Místico de la Iglesia bajo el comando de Jesús, así los malvados forman una "suerte"  de Cuerpo místico del Infierno bajo el imperio de Satanás.

El papa Pío VII, por medio del Magisterio, enseña la existencia de "una conjura (<conjuratio>) contra el Depósito de la Doctrina cristiana (8) " (Encíclica Diu Satis, 15 mayo 1800). Mientras Pío IX habla de "hijos de este mundo que combaten contra la Iglesia de Cristo con infernales complots para destruir el Reino de Dios por todas partes (Enciclica Qui pluribus, 9 noviembre 1846). (9)

Estando así las cosas, se puede decir que la doctrina del complot de Satanás (la anti-Iglesia) contra Dios y su Iglesia forma parte del Depósito de la Fe, puesto que está testificada en la Sagrada Escritura, en la Tradición, en el Magisterio constante de la Iglesia y explicada con la Razón teológica del Doctor Común de la Iglesia.
Don Curzio Nitoglia.

http: // doncurzoitogia.net/2013/02/10/239/

(1)-. <Quare cecidisti, Lucifer?. Porqué estás caído, oh Lucifer? (…) Tu que decías: "subiré hasta el cielo, pondré mi trono más allá de las estrellas del Señor" (…) "Yo quiero subir más allá de las nubes y ser igual que el Altísimo". Por eso eres precipitado en el Infierno> (Is. XIV, 12 s.)

.<Y se hizo una gran batalla en el Cielo. Miguel y sus ángeles combatieron contra el Dragón; y el Dragón y sus Ángeles malvados combatieron, pero no vencieron, y para ellos no hubo más lugar en el Cielo> (Apoc. XII, 7). En el Apocalipsis el Dragón es Satanás) "Draco, Serpens antiqus, qui est Diabolus et Satanas", XII,9), enemigo capital del Cordero (Jesús), vencedor en el Cielo, de San Miguel y del ejército angélico, enfrenta sobre la tierra a la Mujer (La Iglesia y María Santísima), pero ésta al final permanece victoriosa y el Dragón es derrotado junto a su factor principal, el Anticristo final (Ap. XIII; XX,2). Cfs. Antonio Romeo, voz "Dragón", en "Enciclopedia Católica", Ciudad del Vaticano, 1950, vol. IV, coll.1921-1925.

. "Vi a Satanás caer del Cielo como un  relámpago " (Lc.X, 18)

. Cfs. Santo Tomás, I, q.50, a.l; ivi, q.95,a.2.

(2) Con respecto al castigo, que precederá al triunfo de la Iglesia sobre la contra-Iglesia (en el artículo que he publicado sobre la "Actualidad del Diluvio Universal") he hablado solamente del Diluvio de agua en los tiempos de Noé, ahora surge una dificultad, ya que Dios ha prometido que no habría otro Diluvio de agua.

. Pero San Luis G. de Monfort ("Oración Ardiente", n.16) aclara que ha habido un Diluvio de agua en el Antiguo Testamento; luego el Diluvio de  la Sangre de Cristo derramada sobre la Cruz, que ha dado inicio a la Cristiandad;  y luego habrá una "gran apostasía" que será restaurada con un Diluvio de fuego, de Caridad y Justicia, de parte de María Santísima y de su Esposo, el Espíritu Santo, consustancial al Padre y al Hijo.

. La Virgen en Fátima (13 de mayo 1917) ha confirmado: "al final mi Corazón Inmaculado triunfará"!

. San Maximiliano Kolbe (en julio de l939) ha escrito: "vivimos en una época que podría ser llamada el inicio de la era de la Inmaculada" (escritos de Maximiliano Kolbe, tr.Italia, Florencia, Ediciones Ciudad de Vida, 1975-1978, vol. III, p.555), En una carta al Padre Floriano Koziura (30 de mayo 1931) ha especificado." Bajo su estandarte combatiremos una grande batalla y elevaremos sus banderas sobre las fuerzas del poder de las tinieblas"(Ibidem, vol. I, p.550).

. El Magisterio, con Pío XII, nos ha enseñado a poner de nuevo "una gran esperanza para que pueda surgir una nueva era, animada por la paz cristiana y del triunfo de la religión" (Encíclica Ad Coeli Reginam, 11 octubre 1954) y a tener "la certeza que la restauración del Reino de Cristo por medio de María no dejará de suceder" (Radiomensaje al Congreso Mariano de Lourdes, 17 setiembre 1958).

(3) Cfr.L. Billot, La Parousie, Paris, Beauchesne, 1920)

(4) Depósito de la Fe ("Depositum Fidei") es una expresión que aparece en las dos Epístolas de San Pablo a Timoteo (1 Tim., VI, 20; 2 Tim. I,14). Se encuentra también en los escritos de los Padres Apologéticos y Eclesiásticos: especialmente en Tertuliano (De praescriptione haereticorum, XXV) y en San Vicente de Lerins (Commonitorium primum,XXII) y está sancionada dogmáticamente por el Concilio Vaticano I (sess. III, cap.4, DB 1798 ss.). Ella significa la Doctrina de la Fe o la Revelación de Dios integra y completa. Pertenecen a ella las Verdades de Fe contenidas en la Revelación Pública y no en las revelaciones privadas. En efecto, el "Depósito" que San Pablo escribe "divinamente Inspirado", <sin lugar a error>  ("Scriptura")  asistido del "Espíritu Santo ("Tradere, Traditio") a su discípulo y colaborador Timoteo está,  junto a la Revelación divina (1 Tim., VI,1; IV,6) contenida  en la Tradición y en la Escritura. Jesús ha instituido el Magisterio (que es un "Lugar teológico") para que el "Depósito de la Fe", confiado a la Iglesia, sea siempre conservado, transmitido e interpretado fielmente .Por eso, el derecho y el deber de conservar, explicar y defender el "Depósito de la Fe" pertenece solo al Papa y/o al Papa y a los Obispos unidos con él, sea en el "Magisterio Extraordinario Universal" de los Obispos en sus Diócesis, pero unidos al Papa ("cum Petro et sub Petro"). Quien elimina o reduce la importancia  capital del Magisterio se comporta, análogamente a los Cismáticos dichos "ortodoxos",  en lo que concierne de la sola Tradición como los heréticos protestantes, en lo concerniente de la sola Escritura. En cambio, para la Fe católica, las dos Fuentes de la Revelación son interpretadas por el Magisterio y particularmente la Escritura a la luz de la Tradición y la Tradición a la luz del Magisterio. En efecto, solo el Magisterio puede establecer el significado exacto de la Tradición y de la Escritura a la luz de la Tradición.

De esta Revelación forman parte los Dogmas, la Moral, la Liturgia y el Ordenamiento jerárquico de la Iglesia. El autor sacro humano que recibe de Dios el "Depositum Fidei", lo custodia y lo transmite,  pero no es el propietario que puede cambiarlo a su placer, es solo el instrumento o el "Ministro" de aquel que se lo ha consignado para que lo conserve íntegro y puro. El "Depósito de la Fe"  viene de Dios y está confiado a los hombres a los cuales está asegurada una particular asistencia del Espíritu Santo (2 Tim. I, 14). En lo que respecta a la Sagrada Escritura, es la "Divina Inspiración" es la Revelación divina por escrito; mientras para la Tradición apostólica ella es transmitida a viva voz de Cristo a los Apóstoles y,  más allá de ser transmitida oralmente, la Tradición es puesta también por escrito (v. Padres Apostólicos, apologistas y Eclesiásticos), no es escrita por "Inspiración divina", sino  es consignada o transmitida de Dios a los Apóstoles y de éstos a sus sucesores con una asistencia no menos fuerte llamada "Consejo Docente  del Espíritu Santo" ("El Espíritu Paráclito os enseñará cada cosa y os sugerirá todo aquello que os diré", Gv, XIV, 26). En breve, la Tradición no está escrita bajo  "Divina Inspiración", sino es enseñada oralmente bajo "Sugerimiento divino" (cfr. Santo Tomás, III,q. 64, a.2,ad.2; I.B. Franzelin, De Divina Traditione, Roma, 1887).

El "Depósito de la Fe" no puede sufrir alteraciones, puede ser profundizado homogéneamente "eodem sensu, eademque sententid" (Conc.Vat.I, sess. III, cap.4; DB 1800) para transmitir a los fieles la riqueza de la Sapiencia divina y para encontrar las armas con las cuales combatir a sus empuñadores (cfr.F. Marín-Solá, L´évolution homogène du dogme catholique, Friburgo 1924, I vol., pp.299-341).

Efectivamente, no se puede enseñar la Fe sin condenar los errores.

 Por lo tanto, las fórmulas dogmáticas o las Definiciones infalibles declaran solamente que la Verdad definida ( por ejemplo: La Asunción de María Santísima al Cielo) están ya contenidas en el depósito de la Revelación o de la Fe y son solamente Definiciones más explícitas y claras de aquello que estaba contenido en el Dato revelado o en las definiciones anteriores implícitamente (cfr. Santo Tomás, II-II, q.I,a.9, ad 2; ivi, a.10,ad.1; G. Ameri, voz "Depósito de la Fe", en "Enciclopedia Católica", Ciudad del Vaticano, 1950, vol. IV, coll.1442 ss).

(5) San Luis M. G. de Monfort en el "Tratado de la verdadera devoción a la Virgen María"  habla de "dos partidos: aquél de Satanás y sus secuaces y aquél de María, Jesús y sus fieles".

(6)San Ignacio de Loyola, en sus "Ejercicios Espirituales" habla de "dos campamentos y "dos banderas";  aquellas de Jesús contra aquellas de Lucifer.

(7) San Agustín de Hipona, en "De civitate Dei" escribe respecto a "dos ciudades; esta de Dios y aquella de Satanás.

(8) Cfr. nota n.4.

(9) Cfr. M. Pinay, Complot contra la Iglesia", Roma, 1962.