La Rama de Olivo Perdida
por
Sean Johnson
(Extracto)
(Extracto)
14/6/20
Introducción:
El 10 de junio, el Arzobispo Carlo María Viganò
publicó una carta en la que rechazaba a la iglesia conciliar, exponiéndola (entre
muchas otras denuncias ruidosas) y arrepintiéndose por haberla promovido
con evidente buena fe durante décadas:
“…a
pesar de todos los esfuerzos de la hermenéutica de la continuidad, que naufragó
miserablemente con la primera confrontación con la realidad de la presente
crisis, es innegable que, desde el Concilio Vaticano II en adelante, se
construyó una nueva iglesia, superpuesta a la Iglesia de Cristo y
diametralmente opuesta a ella. Esta Iglesia paralela oscureció progresivamente
la institución divina fundada por el Señor, reemplazándola por una entidad
espuria, que corresponde a la deseada religión universal, teorizada
primeramente por la masonería”.
Y
un poco después en la misma carta:
“Tal
como, hace sesenta años, honesta y serenamente obedecí cuestionables órdenes,
creyendo que representaban la amable voz de la Iglesia, hoy, con la misma
serenidad y honestidad, reconozco que he sido engañado. Ser coherente hoy,
perseverando en el error, constituiría una desgraciada elección y me
convertiría en un cómplice de este fraude.”
Por primera vez desde Monseñor Salvador Lazo, se nos
presenta el proceso de conversión de un prelado conciliar a la
Tradición: Un claro y dogmático rechazo del Concilio Vaticano II, y un
arrepentimiento personal por haber ayudado a la revolución conciliar (de buena
fe).
Los miembros de larga data de la FSSPX podrían haber
esperado que su amada Fraternidad estuviera gritando el mensaje de Viganò y su
conversión desde los tejados (como lo hizo cuando Monseñor Lazo hizo su famosa
declaración). Sin
embargo, hay un verdadero apagón en los medios de comunicación de la FSSPX,
como si la conversión de Mons. Viganò fuera de poca importancia.
Este breve artículo analizará algunas de las razones
por las que la FSSPX podría elegir evitar comentar lo que está pasando con Viganò.
Durante 25 años, y especialmente desde 2012, la FSSPX
ha ido "con todo" en la adquisición del estatus canónico oficial por
parte de la Roma conciliar: reuniones "discretas pero no secretas" en el GREC; un cambio en la política de Mons. Lefebvre
de "no llegar a ningún acuerdo práctico hasta que Roma se convierta";
la expulsión de Mons. Williamson (y de docenas de otros sacerdotes); la
aceptación del Vaticano II; la rehabilitación de las comunidades de indulto; el
silencio autoimpuesto sobre los errores conciliares para mejorar las relaciones
con la Roma modernista (es decir, el "branding"); el rechazo de la
noción de iglesia conciliar; etc., etc.
La Fraternidad ha ido demasiado lejos en la
dirección conciliar como para detenerse y reevaluar sus acciones desde la
muerte de Mons. Lefebvre, y aunque puede haber algunos Nicodemos que todavía se
esconden dentro de la Fraternidad, en su mayoría, la FSSPX y Mons. Viganò se
dirigen en direcciones opuestas:
Mientras que la FSSPX ha aceptado recientemente la
revolución conciliar (por ejemplo, la Declaración Doctrinal del 15 de abril de
2012, que acepta la hermenéutica de la continuidad, y a través de ella los
documentos del Vaticano II; rechaza la noción de iglesia conciliar; acepta
una libertad religiosa limitada, etc.), Mons. Viganò está rechazando
públicamente lo que la FSSPX ha aceptado recientemente.
Lo que todo esto significa es que Viganò y la FSSPX
son dos navíos que pasan por la noche en direcciones opuestas: Viganò está en
una rápida trayectoria hacia la Tradición, mientras que la FSSPX está
prácticamente comprometida con el conciliarismo mitigado.
La situación recuerda la respuesta de Mons.
Lefebvre al Cardenal Ratzinger en 1987:
“Eminencia... ustedes trabajan para descristianizar
la Fraternidad y la Iglesia, y nosotros trabajamos para cristianizarlas”.
En otras palabras, ¿qué oportunidad realista hay
para cualquier colaboración con Mons. Viganò?
Como Lefebvre y Ratzinger, Viganò y Pagliarani/Fellay están trabajando
en direcciones opuestas. Con toda
probabilidad, si Mons. Lazo viviera y se convirtiera en 2020, el mismo silencio
inquietante respecto a su declaración estaría impidiendo cualquier colaboración
entre él y la FSSPX hoy día.
Pero con el obispo Huonder (o cualquier otro prelado
conciliar que acepte los principios del Vaticano II), tales impedimentos
relacionales no existen.
Obviamente, uno no se gana el favor de Roma
cortejando amistades con aquellos que atacan a esos mismos romanos como
"apóstatas". Si Menzingen se
ha vendido a la Roma modernista, estará reacia a molestar a los romanos
haciendo declaraciones públicas de apoyo a Mons. Viganò. Y si la prioridad n° 1 desde la muerte de Mons.
Lefebvre ha sido adquirir el reconocimiento canónico de los modernistas,
entonces la conversión de Mons. Viganò a la Tradición será simplemente
calificada por Menzingen como "inoportuna".
No es conveniente para las ambiciones de la Fraternidad
alinearse con Viganò, así como no fue conveniente para Pilatos alinearse con
Nuestro Señor:
Es un movimiento "seguro" y beneficioso
para Menzingen ofrecer a Huonder un apostolado de retiro (donde pueda
desmenuzar cualquier Lefebvrismo latente), pero Viganò debe permanecer en la
clandestinidad y, hasta este punto, solo y aislado.
Conclusión:
El silencio de la FSSPX sobre la(s) reciente(s) carta(s) de Mons. Viganò son otra indicación de cuán revolucionaria fue la
reorientación de la Fraternidad. A
principios de los 90, un arzobispo en camino hacia el tradicionalismo integral
habría sido la mayor noticia de la Tradición. Habríamos leído sobre ello en cada sitio web y blog de la FSSPX. Habríamos escuchado sermones sobre ello en las
capillas de todo el mundo. Habría sido
recibido como un tremendo estímulo y un milagro de gracia.
Así fue cuando Monseñor Lazo se convirtió a la
Tradición, pero hoy en día es un no evento, y Viganò es persona non grata
en la FSSPX.
Pero la conversión en curso de Viganò
es trascendental, y debe ser alentada y apoyada por tantas voces de la
Tradición como sea posible. Dudo que
estas palabras lleguen alguna vez a la pantalla de su ordenador, pero si Su
Excelencia se tropieza con ellas, sepa que es sólo un signo de la decadencia de
los tiempos el que la Fraternidad no le esté defendiendo.
Nosotros, escasas ovejas dispersas de la Tradición,
le damos la bienvenida de corazón y agradecemos a Dios su reciente llegada.