lunes, 12 de junio de 2017

ARTÍCULO DESCARADAMENTE ACUERDISTA DEL DISTRITO DE ASIA DE LA FSSPX


P. Paul Robinson FSSPX



LA UNIDAD DE FE CON EL PAPA FRANCISCO Y EL RECONOCIMIENTO CANÓNICO DE LA FSSPX

 FUENTE (comentarios en color rojo añadidos por NP)

En este artículo, publicado con el permiso de la Casa General de la FSSPX en Menzingen, el P. Paul Robinson aborda la cuestión de si el Papa debe tener la fe de un tradicionalista [nótese esta expresión “la fe de un tradicionalista”. Esta es -simplemente- la fe católica] para que sea correcto para la FSSPX recibir de él el reconocimiento canónico.

Introducción

En el debate acerca de si la FSSPX debe aceptar una prelatura personal del pontificado del Papa Francisco, algunos han opinado que la FSSPX no debería considerar si el reconocimiento canónico es oportuno o prudente; sino que más bien, la verdadera pregunta que debería ser planteada es si la FSSPX y el Papa Francisco comparten la misma finalidad y tienen la misma fe. De ser así, entonces y sólo entonces podría ser correcto en principio, permitiéndonos discernir si también es prudente.

La posición implícita de aquellos que expresan esta opinión, es que el Papa Francisco no tiene la misma fe o la misma finalidad de la FSSPX, y por lo tanto sería en principio un error aceptar el reconocimiento canónico bajo el pontificado del Papa Francisco. No solo eso, sería ilógico, pues “establecer unidad legal sin unidad real sería… contradictorio”.

Este artículo tratará de mostrar que, en principio, no es un error aceptar el reconocimiento canónico de un Papa modernista, y también tratar de determinar un criterio por el cual se puede determinar el grado en que la colaboración con un Papa modernista es aceptable. Este artículo no considerará si es prudente, en las circunstancias actuales, aceptar la prelatura personal del Papa Francisco por parte de la FSSPX.

La Historia de la FSSPX

El primer hecho a destacar acerca de la posición mencionada es que va en contra del espíritu que anima toda la historia de la FSSPX. Hagamos una breve reseña de esa historia para ver que tal es el caso.

No parece muy difícil establecer que el Papa Paulo VI tenía fuertes tendencias modernistas. Aun así la FSSPX fue erigida canónicamente bajo el pontificado de Paulo VI y fue reconocida como pía unión desde 1970 a 1975. Así, por lo menos en la mente del Arzobispo, no puede estar mal, en todas las circunstancias, el colaborar con un Papa modernista al grado de tener una estructura canónica bajo su autoridad. [El P. Robinson no toma en cuenta que en 1970, año de la fundación de la FSSPX, la Iglesia recién empezaba a sumergirse en las tinieblas de la espantosa crisis inaugurada con el concilio Vaticano II. A medida que se producían los cambios y a medida que se consolidaba y se acentuaba más y más el proceso de autodemolición en la Iglesia, Monseñor Lefebvre iba endureciendo, progresivamente también, su postura ante la Roma ocupada por los herejes modernistas]

Los acontecimientos que llevaron a 1988 son tal vez los más ilustrativos en este sentido. Cuando se entiende que Monseñor Lefebvre estaba esperando señales de que debía consagrar obispos y que después de recibir dos de esas señales bajo la forma de escándalos modernistas por parte de Roma, fue entonces a Roma buscando un reconocimiento canónico; uno debería sacar el principio general: los escándalos modernistas, por sí mismos, no son un obstáculo para recibir el reconocimiento canónico de manos de los que perpetraron esos escándalos. [Si el P. Robinson tiene razón, Mons. Lefebvre se equivocó cuando escribió esto al final de su vida y como conclusión de lo relativo al tema de las relaciones con Roma: Los sacerdotes que quieren permanecer católicos, tienen el estricto deber de separarse de la iglesia conciliar, hasta que ella redescubra la Tradición de la Iglesia y la Fe católica. (Mons. Lefebvre en “Itinerario Espiritual”, que es el último libro de Monseñor y, por eso, la manifestación de su última y definitiva voluntad). Noten, a propósito, que la expresión “iglesia conciliar” no figura nunca en este texto acuerdista de la FSSPX. También se equivocó el capítulo general del 2006: "Los contactos que mantiene la Fraternidad esporádicamente con las autoridades romanas tienen como único objeto ayudarles a que hagan otra vez suya la Tradición, de la que la Iglesia no puede renegar sin perder su identidad, y no para lograr una ventaja para sí misma ni para llegar a un imposible “acuerdo” puramente práctico"

Al mismo tiempo, el Arzobispo retiró su firma del protocolo que le proveería una estructura canónica, porque perdió confianza en aquellos con los que estaba negociando. [Así que, según el P. Robinson, no fue por motivos doctrinales que Mons. Lefebvre retiró su firma] Una vez que esta dura prueba terminó, se dio cuenta de que un mayor tradicionalismo [nótese la frase engañosa "mayor tradicionalismo". ¿Francisco debe ser calificado como una Papa “de menor tradicionalismo" y Benedicto XVI como "de mayor tradicionalismo" que aquél?] por parte de los romanos -en su doctrina- proveería bases sólidas para la confianza. [Entonces, según este sacerdote acuerdista, de lo que se trata es de “confiar”, no de defender la doctrina, no de combatir por los principios. Se trata de una cuestión de confianza, no de fe]

Por lo tanto, para él, evaluar la fe del Papa era la base para evaluar la aceptación del reconocimiento canónico, no en cuanto a si es posible, sino más bien a si es prudente. Si se puede confiar en al Papa para permitir a la FSSPX permanecer “como es” y ejercitar su ministerio -la “experiencia de la Tradición”- con suficiente autonomía, entonces el reconocimiento canónico es bueno para la Iglesia y debe ser aceptado. [Luego -conviene insistir en el punto- estas palabras de Mons. Lefebvre no valen nada: Los sacerdotes que quieren permanecer católicos, tienen el estricto deber de separarse de la iglesia conciliar, hasta que ella redescubra la Tradición de la Iglesia y la Fe católica]

Esta misma línea ha sido seguida por la FSSPX en sus negociaciones con la jerarquía romana en el siglo XXI. La FSSPX nunca ha ido a Roma, pidiendo que el Papa y la jerarquía se conviertan al tradicionalismo antes de que la posibilidad de un reconocimiento canónico sea siquiera considerada. [Entonces la declaración del capítulo general del 2006 es inexplicable: "Los contactos que mantiene la Fraternidad esporádicamente con las autoridades romanas tienen como único objeto ayudarles a que hagan otra vez suya la Tradición, de la que la Iglesia no puede renegar sin perder su identidad, y no para lograr una ventaja para sí misma ni para llegar a un imposible “acuerdo” puramente práctico". Un acuerdo puramente práctico es el que tiene lugar sin que exista acuerdo en lo doctrinal. Ahora bien, para que Roma y la FSSPX estén de acuerdo en lo doctrinal, hay dos posibilidades: o Roma debe abandonar el modernismo y el liberalismo, o la FSSPX debe hacerse liberal y modernista. No existe un posible término medio. ¿Entonces? Nunca se ha pedido una profesión de fe por el Papa, una abjuración de herejía, un syllabus de errores, ni nada parecido. Hacer eso implicaría que la FSSPX es el superior y el Papa el inferior, como si fuera una cuestión de que el Papa recibiera un reconocimiento legal por la FSSPX en lugar de lo contrario. En resumen, esto implicaría un espíritu cismático. [De nuevo este sacerdote liberal y acuerdista pretende tener razón en contra de Mons. Lefebvre: “Suponiendo que de aquí a un tiempo Roma nos llame, nos quiera ver y volver a conversar, en ese caso seré yo quien ponga las condiciones [...] Y plantearé las cuestiones desde el plano doctrinal: "¿Están de acuerdo ustedes con las grandes encíclicas de los grandes papas precedentes? ¿Están de acuerdo con la Quanta Cura de Pío IX, Immortale Dei y Libertas de León XIII, Pascendi de Pío X, Quas Primas de Pío XI, Humani Generis de Pío XII? ¿Están ustedes en plena comunión con esos papas y sus afirmaciones? ¿Aceptan también el juramento antimodernista? ¿Están por el reinado social de Nuestro Señor Jesucristo? Porque si no aceptan las doctrinas de sus predecesores es inútil hablar. Mientras no acepten reformar el Concilio considerando la doctrina de los papas anteriores, no hay diálogo posible. Es inútil.” (Mons. Lefebvre, Fideliter Nº 66, septiembre 1988).
La FSSPX sólo ha pedido lo que le corresponde a su propia posición, especialmente la petición de ser dejada “tal cual es”. [Idea abandonada absolutamente por Mons. Lefebvre al retirar su firma del protocolo del 88, pero “exhumada y resucitada” por los acuerdistas debido a que resulta  muy conveniente para engañar o calmar ilusos en orden a lograr el traidor acuerdo puramente práctico] Ella trató de establecer en el Capítulo General del 2012 seis condiciones -ninguna de las cuales concernían a la fe del Papa- para asegurarse de que permanecería intacta y suficientemente autónoma bajo un hipotético reconocimiento canónico. [Porque el capítulo general estuvo el 2012 y sigue estando bajo el control de Mons. Fellay. “Curiosamente”, el P. Robinson “se olvida” del capítulo del 2006]

Esto no significa que los miembros de la FSSPX, incluso de posiciones muy altas, no han sido a veces tentados [¡!] a sostener que el verdadero espíritu del Arzobispo y de la FSSPX exige que el Papa profese el tradicionalismo doctrinal [es decir, la “fe católica íntegra”] antes de que pueda haber algún reconocimiento práctico. Esta es, después de todo, la postura de este conglomerado de sacerdotes ex miembros de la FSSPX y que llevan el nombre de “la Resistencia” y que tiene como uno de sus miembros a un antiguo obispo de la FSSPX. [¡Esa es nuestra postura, a mucha honra!]

Lo que se afirma aquí es que la posición de “estricta unidad de fe antes del reconocimiento canónico” no ha sido nunca, en ningún tiempo, la posición oficial de la FSSPX, ni en los tiempos del Arzobispo ni después de su muerte. [Cita de la famosa declaración del 21 de noviembre de 1974: "Nos negamos y siempre nos hemos negado a seguir a la Roma de tendencia neomodernista y neoprotestante que claramente se manifestó en el Concilio Vaticano II y, después del Concilio, en todas las reformas que le han seguido." Cita de la carta de los Superiores de la FSSPX de 6 de julio de 1988: "Nosotros jamás quisimos pertenecer a ese sistema que se califica a sí mismo de Iglesia Conciliar y se define por el Novus Ordo Missae, el ecumenismo indiferentista, y la laicización de toda la sociedad. Sí, nosotros no formamos parte, nullam partem habemus, del panteón de las religiones de Asís; nuestra propia excomunión por un decreto de Vuestra Eminencia o de otro discasterio no sería más que la prueba irrefutable. No pedimos nada mejor que el ser declarados ex communione, fuera de la comunión, del espíritu adúltero que sopla en la Iglesia desde hace veinticinco años, excluidos de la comunión impía con los infieles."]

Colaboración Posible

En principio, entonces, debe ser posible colaborar de alguna manera con un Papa modernista. [“Yo le dije (al Cardenal Ratzinger) incluso si usted nos concede un obispo, incluso si usted nos da cierta autonomía respecto de los obispos, incluso si usted nos concede toda la liturgia de 1962, si usted nos concede seguir con los seminarios y la Fraternidad como lo hacemos ahora, no podemos colaborar, es imposible; porque trabajamos en direcciones diametralmente opuestas: ustedes, ustedes trabajan para la descristianización de la sociedad, de la persona humana, de la Iglesia; y nosotros estamos trabajando para la cristianización.” (Cita de Mons. Lefebvre en su biografía escrita por Mons. Tissier de Mallerais, p. 548)] Vamos a alejarnos un poco de las conversaciones FSSPX-Roma, para comprender un hecho que es absolutamente fundamental para esta discusión: la FSSPX siempre ha colaborado hasta cierto punto con los Papas posconciliares. [En la teología moral se estudian los principios sobre la colaboración al mal, y ella aclara que esa colaboración puede ser lícita o ilícita. Técnicamente, se habla de colaboración formal y material, directa e indirecta, próxima y remota, etc. En este texto acuerdista no se hace ninguna de estas distinciones] Tres principios ayudarán a aclarar que este es específicamente el caso con el Papa Francisco.

El primer principio es que la FSSPX acepta que el Papa Francisco es el Papa [valga la tonta redundancia]. Monseñor Lefebvre, si bien demostrando una cierta tolerancia por sedevacantistas individuales, siempre rechazó el sedevacantismo en su fraternidad sacerdotal. Hasta el día de hoy, los candidatos a las órdenes mayores en la FSSPX deben afirmar frente al Santísimo Sacramento, la noche antes de su ordenación, que el Papa es Papa [dicho de un modo menos torpe: que tal hombre es el Papa].

El segundo principio es que el Papa Francisco es el Papa de la Iglesia Católica [¡Vaya precisión! Como si hubiera Papas en otras religiones, como si pudiera existir más de un Vicario de Cristo...]. Esto significa que él tiene el más alto cargo en una institución establecida por Nuestro Señor Jesucristo. Como tal, él no ha decidido y no puede decidir la finalidad de esta institución. La Iglesia es la Iglesia independientemente de sus opiniones personales sobre ella. Este es tal vez un raro ejemplo donde sería apropiado para él decir, “¿Quién soy yo para juzgar?” 

Esto debe tenerse en cuenta cuando consideramos ciertas direcciones en las que el Papa Francisco aparentemente [nótese el "aparentemente"] ha tratado de conducir a la Iglesia. Por ejemplo, parece [de nuevo: "parece"] que él quiere que la Iglesia sea un agente de ideología ecológica, es su moderna forma antihumana, como ha sido expresada por personas como Jeffrey Sachs y Paul Ehrlich. No hace falta decir que no es parte de la misión de la Iglesia fomentar “objetivos sustentables”, especialmente cuando implican reducciones drásticas de población mundial. Esto es verdad independientemente de si el Papa Francisco cree o quiere que esto forme parte de la misión de la Iglesia.

Tercero y último, los miembros de la FSSPX así como sus fieles son ya miembros de la sociedad real de la Iglesia Católica sobre la cual el Papa Francisco es la cabeza visible. En otras palabras, ellos tienen una unidad real con el Papa Francisco, no con el Papa Francisco en su “magisterio personal”, sino con el Papa Francisco como Papa. [Otra perogrullada] Ellos lo reconocen como la cabeza de gobierno de la Iglesia, ponen su retrato en sus capillas [gesto servil imperado por Mons. Fellay desde hace sólo unos 5 años], lo mencionan por su nombre en la Misa y la Bendición. Estos actos no son ni posturas hipócritas ni símbolos vanos; ellos indican la unidad real que existe entre la FSSPX y el Papa. Ellos indican que la FSSPX está colaborando, por lo menos hasta cierto punto, con el Papa Francisco por los intereses de la Santa Madre Iglesia. [Cuando los Cristeros hablaban del “Presidente Calles”, colaboraban -al expresarse así- hasta cierto punto, muy remotamente y dentro de los límites de lo que está permitido, con ese tirano. Pero los Cristeros no por eso dejaban de combatir contra él. Los acuerdistas de la FSSPX quieren, por el contrario, someterse a un Papa liberal y modernista]

Reconocimiento Canónico, no una Unión

El hecho de que en la FSSPX ya exista una unidad real con el Papa Francisco recuerda un hecho clave que frecuentemente es olvidado por los que rechazan la prelatura personal: por el reconocimiento canónico de la FSSPX por el papa Francisco no se trata de que la FSSPX se una a algo. Es más bien que se le otorgue una posición legal en un cuerpo al cual ya está realmente unida. [Sofisma. Un ciudadano católico que ha sido encarcelado por luchar contra su gobierno anticatólico, se encuentra vinculado o unido a ese poder de diversos modos; pero si es liberado por el tirano que gobierna, no le es lícito dar por terminada su resistencia, ni menos ir a ponerse “a las órdenes” del tirano. La FSSPX es parte de la Iglesia, por lo que está unida de distintos modos o puntos de vista a todos los buenos y malos que pertenecen a la Iglesia. Convertida en prelatura personal, deberá obedecer en todo a un Papa nefasto, liberal y modernista. Entonces, transgrediendo los debidos límites, cuando la Fraternidad acepte ser convertida en prelatura personal, quedará unida de un nuevo modo ilícito al demoledor Francisco y al resto del clero conciliar]

Con mucha frecuencia, los rechazadores enmarcan la discusión de las relaciones FSSPX-Roma como si se tratara de que la FSSPX estuviera obteniendo una membrecía en la “Iglesia de Francisco”, cuando de hecho no hay nada a lo que la FSSPX se una a lo cual no pertenezca ya. [Lo que la Resistencia afirma es esto: no es lícito someter la FSSPX a las autoridades modernistas. Los acuerdistas responden que sí es lícito porque eso “repara una injusticia cometida contra la Fraternidad” y “abre puertas” al apostolado. Por lo demás: "Hay que convencer a los fieles de que se trata de una maniobra, que es un peligro ponerse en manos de los obispos conciliares y de la Roma modernista. Es el mayor peligro que les amenaza. Si hemos luchado durante 20 años para evitar los errores conciliares, no es para ponernos ahora en manos de quienes los profesan.” (Mons. Lefebvre, Fideliter Nº 70, Julio-agosto 1989)]

La FSSPX estaría uniéndose a una organización solamente si:
La FSSPX fuere cismática y por lo tanto fuera de la Iglesia, lo que nosotros negamos con vehemencia.

O que las autoridades constituyan una iglesia no católica en el sentido estricto organizacional del término, algo que también negamos.

Muchos de nosotros en la FSSPX han tenido conversaciones con parientes Novus Ordo o amigos que, juzgando por apariencias superficiales, nos han acusado de estar “fuera de la Iglesia” porque nuestras parroquias no están aprobadas por las diócesis. Y nosotros, sin duda, les hemos explicado que la separación es solamente aparente pues aceptamos completamente [¡!] la autoridad del Papa y los obispos. Pero así como la "separación" de las autoridades de la Iglesia causada por la falta de una estructura canónica es sólo aparente, también la "unión" a algo mediante la aceptación de una estructura canónica es sólo aparente. Si el Papa da a la FSSPX una prelatura personal, parecería a algunos que de este modo la FSSPX habría entrado en comunión con la Iglesia (“plena comunión” en su terminología). En realidad, nada habría cambiado respecto a la comunión de la FSSPX con la Iglesia [una perogrullada más]. Esa comunión habría existido integralmente tanto antes como después del otorgamiento de la estructura canónica.
Este punto es muy importante a la luz de aquellos que sostienen que el reconocimiento canónico es un error en cualquier situación donde el Papa no tenga la misma fe en la Iglesia Católica que tienen los tradicionalistas, porque los tradicionalistas estarían buscando unir sus esfuerzos con alguien que no comparte el mismo objetivo [con un enemigo de la Iglesia, mejor dicho]. El hecho es que los tradicionalistas necesariamente deben unir sus esfuerzos en cierto grado con el Papa Francisco, simplemente reconociéndolo como Papa y tratando de promover los intereses de la institución de la cual él es la cabeza visible. La fe modernista del Papa Francisco no puede, entonces, ser un completo obstáculo para la colaboración [1° “Fe modernista”: el P. Robinson reconoce que Francisco es un hereje. 2° En cuanto al clero modernista, hay que tener en cuenta que sucede con ellos como con Caifás, quien, sin dejar de ser el verdadero Sumo Sacerdote de Dios, era también deicida. Caifás era -por su investidura- ministro de Dios  y -por su pecado- ministro del demonio. Lo mismo sucede con la Jerarquía modernista. Ella debe ser reconocida como Jerarquía de la Iglesia Católica, pero ella debe ser desobedecida cuando actúa como instrumento del demonio (*)].

Si estamos de acuerdo que la unidad de fe con el Soberano Pontífice no es, en sí misma, necesaria para la colaboración, se plantea entonces esta pregunta: ¿el reconocimiento canónico de la FSSPX es una de esas áreas donde la colaboración con un Papa modernista es posible? ¿O el modernismo excluye positivamente tal posibilidad, ya que la colaboración está al nivel de una estructura canónica?

Niveles de colaboración

Si intentáramos establecer un principio general sobre las circunstancias donde la colaboración con un Papa legítimo de fe dudosa [antes dijo “modernista” y ahora dice “dudosa”] es buena y cuándo no lo es, sería este: colaboración con un tal Papa es buena cuando es moralmente cierto que él está trabajando por el bien de la Iglesia y malo cuando es moralmente cierto que no. [Falso principio, pues los Papas liberales, ministros de Dios y del demonio, hacen una y otra cosa, lo que posibilita que los acuerdistas siempre puedan pretender fundarse en el bien que hacen esos Papas para colaborar más allá de lo lícito con ellos. El principio es este otro: a una congregación que conserva la fe íntegra (y que por eso es necesariamente antiliberal y antimodernista), no le es lícito hacer peligrar la fe que conserva ni dejar de defenderla, sometiéndose a un Papa que carece de esa fe íntegra]

Este parece ser el principio bajo el cual el Arzobispo estaba operando. En su sermón antisedevacantista de ordenaciones de 1982, declaró:

“A pesar de las heridas en la Iglesia, a pesar de las dificultades, de la persecución que sufrimos, incluso por parte que tienen la autoridad en la Iglesia, no abandonemos la Iglesia, amemos la Santa Iglesia nuestra madre, sirvámosla siempre, a pesar de las autoridades, si es necesario… queremos ayudar a la Santa Iglesia Católica Romana”. Apología pro Marcel Lefebvre, vol. III, pp. 415-416. [Pero el que resiste a una Jerarquía de traidores liberales, no abandona por eso a la Iglesia]

Cuando dice “a pesar de las autoridades, si es necesario”, implícitamente está diciendo “con las autoridades, si es posible” [?]. Pase lo que pase, la FSSPX debe servir a la Iglesia, no a los hombres de Iglesia como tales. [“El más grande servicio que podemos hacer a la Iglesia y al sucesor de Pedro es rechazar la Iglesia reformada y liberal” (Mons. Lefebvre, “Carta abierta a los católicos perplejos”, Cap. XVIII)] Cuando éstos actúan en contra de la Iglesia -y lo hacen claramente- la FSSPX no debe cooperar. En el caso de las consagraciones de 1988, la FSSPX debe ir tan lejos como actuar en oposición a la autoridad de la Iglesia para servir a la Iglesia. Cuando los hombres de Iglesia actúan por el bien de la Iglesia, por otro lado, entonces por supuesto que la FSSPX debe cooperar. Hacer lo contrario sería obrar en contra de la Iglesia. Esto es verdad si los hombres de Iglesia que obran en bien de la Iglesia son modernistas o no lo son, si su fe se alinea exactamente con la de los católicos tradicionales o no. [Pero una vez que la FSSPX se convierta en prelatura, ¿alguien en su sano juicio puede suponer que ella va a negarse a obedecer todo lo que se le mande “en contra de la Iglesia” y, además, que se va a atrever a criticar lo que la Jerarquía modernista hace “en contra de la Iglesia”? Pura ilusión. El actual silencio cómplice de Mons. Fellay antes de cualquier acuerdo, ¿no indica nada? Los casos de congregaciones que tuvieron esas ilusiones y fueron “alineadas” por Roma apóstata, ¿no son un testimonio elocuente de lo que los herejes romanos intentarán hacer con la FSSPX?]

Respecto a la prelatura personal, el magisterio personal del Papa Francisco, en sí mismo, no es necesariamente un obstáculo para que la FSSPX use tal prelatura para el bien de la Iglesia. El Papa no tiene que ser un firme defensor de Pascendi por su hipotético reconocimiento de la SSPX para dar fruto. Todo lo que tiene que hacer es adherirse a los términos de la prelatura [puras ilusiones].

Ejemplo para ilustrar

Para ver por qué no sería malo colaborar con un Papa modernista si actúa en nombre de los verdaderos intereses de la Iglesia, considere el siguiente ejemplo. Suponiendo que hubiera existido una organización llamada “La Sociedad de los Salvadores” en Francia, bajo el pasado régimen socialista de François Hollande. Sería un grupo de mujeres que tratan de salvar a las madres embarazadas y sus hijos por nacer del aborto. La Sociedad ya está trabajando en Francia haciendo cosas positivas por el bien común de la gente. Sin embargo, ellas harían mucho más bien si estuvieran registrados como una corporación por el gobierno, esto es, si tuvieran un estatus legal en el país. Ahora, asumiendo que el gobierno de Hollande es legítimo [pero no los es sino relativamente. No existe un gobierno socialista con “legitimidad de ejercicio”, pudiendo tener, sí, “legitimidad de origen”], que Hollande recibió su autoridad de Dios y que la recibió con el propósito de promover el bien común. Si el mismo Hollande escucha la petición de la Sociedad de los Salvadores, sabe de lo que se trata, y elige incorporar a la Sociedad de estas excelentes mujeres como un cuerpo legal, él estará fomentando el bien común de hecho y, en este caso al menos, las mujeres colaborarán con el gobierno por el bien del país.

¿Deben las mujeres tener escrúpulos en recibir este reconocimiento legal de tal gobierno, diciéndose a sí mismas, "Hollande no tiene la misma idea del bien común que nosotros tenemos, y por lo tanto no podemos trabajar con él para el bien común?" Claramente no, porque Hollande, en este ejemplo, está trabajando objetivamente por el bien común. Además, Hollande sostiene una autoridad que no termina con él, sino que finalmente descansa en Dios. Y Dios ha determinado el propósito de todas sociedades y ha conferido el poder a las cabezas de estado para el fomento de ese propósito. Entonces, cuando la Sociedad de los Salvadores está colaborando con Hollande por el bien común de Francia, está colaborando en última instancia con Dios. [1° El primer deber de un católico ante un gobierno anticatólico, es combatirlo. 2° Lo que no significa que sea imposible colaborar al bien que a veces haga ese gobierno anticatólico (un ejemplo: construcción de obras públicas. Otro: creación de hospitales). 3° Pero el caso de la Fraternidad no tiene paridad con el de la organización que menciona el autor, porque la FSSPX transformada en prelatura quedaría bajo a las órdenes de un tirano como Francisco, y no simplemente “reconocida por Francisco como parte de la Iglesia Católica”… con una supuesta libertad plena para combatir al mismo demoledor Francisco. ¡Por favor! ¡Un poco de realismo!]

Por supuesto, sería importante que las mujeres se aseguren que Hollande no las provee con un estatus legal como una trampa con la cual las destruirá más tarde. Pero esta cuestión es de prudencia -una cuestión fuera de la discusión de este artículo- no una de principios. En principio, no hay problema que la Sociedad de Salvadores, en esta situación, acepte el estatus legal de un gobierno socialista.

Este ejemplo no significa que la Iglesia es equivalente a un gobierno civil en ningún aspecto; es más bien similar analógicamente. Una importante diferencia entre los dos, por ejemplo, es que la Iglesia nunca puede fallar como institución. [Acá el P. Robinson omite diversas distinciones necesarias] Nuestro Señor le prometió estar con ella hasta el fin de los días, algo que no prometió a ningún gobierno secular. Por lo tanto, nunca podría haber una situación en la que un católico estuviera justificado al rechazar la autoridad gobernante de la Iglesia, como tal. [Luego, ¿la FSSPX nunca debió dejar de estar sometida a la Jerarquía liberal? No se rechaza la autoridad como tal, sino la sujeción “regular” a los herejes que usurpan la Jerarquía]

Por otra parte, los católicos han tenido derecho a rechazar la autoridad de gobierno civil en algunos casos. El Papa San Pío V, por ejemplo, aconsejó a los católicos ingleses no reconocer la autoridad de la reina Isabel I durante su nefasto reinado.

Tal escenario no es posible para la Iglesia, dado que Ella, en su estructura visible y en la realización de su fin, no puede fallar. [Pero la evidente falla de los Papas desde Juan XXIII hasta el actual, no impide el fin de la Iglesia, sino que lo obstaculiza en parte] De este modo no puede haber ninguna expectativa por parte de los católicos -por lo menos aquellos que creen en la indefectibilidad de la Iglesia- de discernir cuándo y dónde descartar al cuerpo gobernante de la Iglesia. [Según este falso principio, habría que aceptar el Vaticano II y cualquier enseñanza o decisión que venga de la Jerarquía]

Aplicación

Mencionamos anteriormente que el Papa no tiene el poder de cambiar el fin de la Iglesia; su cargo es algo de su propia creación, sino que viene de Nuestro Señor Jesucristo. El cargo fue diseñado por Él para el fomento de la finalidad de la Iglesia, que es la salvación de las almas, la razón por la cual Jesucristo la fundó. Como tal, el Papa, por su mismo cargo, es un instrumento de Jesucristo y trabaja por el fin de Jesucristo, siempre que no esté abusando de su cargo. [Y cuando abusan gravemente de su cargo destruyendo la Iglesia, como vemos han hecho los Papas desde Juan XXIII en adelante, se hacen instrumentos del demonio y anticristos, como Caifás] De hecho, los actos jurídicos del Papa tienen autoridad y fuerza siempre y cuando sirvan a los intereses de Jesucristo.

Por lo tanto, cuando el Papa Francisco realiza actos que sirven a los intereses de la Iglesia, la FSSPX también sirve a la Iglesia colaborando con esos actos. Ciertamente, esto es lo que tiene lugar cuando la FSSPX agradecidamente acepta de las manos del Papa Francisco la jurisdicción ordinaria para la realización de las confesiones y matrimonios. [Nuevamente: "Hay que convencer a los fieles de que se trata de una maniobra, que es un peligro ponerse en manos de los obispos conciliares y de la Roma modernista. Es el mayor peligro que les amenaza. Si hemos luchado durante 20 años para evitar los errores conciliares, no es para ponernos ahora en manos de quienes los profesan.” (Mons. Lefebvre, Fideliter Nº 70, Julio-agosto 1989)]
El mismo principio aplica a la cuestión del reconocimiento canónico: si éste sirve a los intereses de la Iglesia, la FSSPX debe colaborar; si no, la FSSPX no debe colaborar. Para el Arzobispo, la respuesta a esta cuestión era la misma a la respuesta a lo siguiente: ¿La FSSPX podrá permanecer como es y continuar su obra en libertad? ¿O será destruida por el reconocimiento canónico? [Sólo la deshonestidad, la ingenuidad o la estupidez, pueden llevar a alguien a afirmar que la FSSPX podrá estar sometida a un Papa liberal y modernista y seguir siendo antiliberal y antimodernista]

Los que ven esta pregunta como siendo solamente “¿cuál es la fe del Papa?”, parecen confundir el Papa con la Iglesia, cayendo en cierta clase de papolatría. Ellos parecen pensar que el bien de la Iglesia sólo puede ser identificado con lo bueno del magisterio personal del Papa. Cuando ese magisterio es correcto, entonces el reconocimiento canónico promueve el bien de la Iglesia. Cuando el magisterio es falso en algunos aspectos, entonces el bien de la Iglesia no puede ser fomentado por un reconocimiento canónico. O bien el Papa se alinea perfectamente con su oficio o los católicos temerosos de Dios no pueden colaborar con él. [Mientras los Papas sigan siendo liberales y modernistas, no es lícito poner bajo su mando una congregación antiliberal y antimodernista]

Por el contrario, uno puede imaginar muchas situaciones en las cuales un reconocimiento canónico de la FSSPX fomentaría realmente el bien de la Iglesia, a pesar de la fe personal del Papa, y debe ser aceptado si uno quiere realmente servir a la Iglesia. Que tal sea la situación en este momento, no está en el poder de este artículo juzgar. Pero que tal situación puede existir debe ser evidente para todos. Por el hecho de que puede existir, resulta falsa la posición de que la aceptación de un reconocimiento canónico debe ser juzgada sólo sobre la base de unidad en la fe con el Papa.

Conclusión

La colaboración sólo cuando hay una completa unidad de fe con el Papa nunca ha sido la posición de los líderes de la FSSPX, ni en tiempos del Arzobispo ni después.
[Falso, según lo señalado] Como tal, siempre ha habido, hasta cierto punto, colaboración entre la FSSPX y el Papa, y alguna medida de colaboración existe en este momento. [Como se ha explicado, hay colaboraciones lícitas e ilícitas con los malos y con el mal] Hablando en general, la colaboración debe ser rechazada cuando es contraria a los intereses de la Iglesia y aceptada cuando es en pro del interés de la Iglesia. Específicamente, entonces, el reconocimiento canónico debe ser aceptado si es por el bien de la Iglesia y rechazado si no lo es, independientemente de la fe del Papa. [La aceptación de un reconocimiento canónico, con la sujeción a las autoridades liberales y modernistas que él necesariamente implica; es algo moralmente ilícito]
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(*) Respuesta a esta posible objeción: "En el momento de la Pasión de Cristo, el verdadero Sumo Sacerdote de Dios era Pedro, no Caifás". Respuesta: Nuestro Señor primero promete y después confiere el primado a San Pedro. Se lo prometió  antes de la Pasión, pero se lo confirió después de la resurrección. Cita del Manual de Teología Dogmática de Ludwig Ott: "A San Pedro se le prometió el primado después que hubo confesado solemnemente, en Cesarea de Filipo, la mesianidad de Cristo. Díjole el Señor (Mt 16, 17-19) : «Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás, porque no es la carne ni la sangre quien eso te ha revelado, sino mi Padre, que está en las cielos. Y yo te digo a ti que tú eres Pedro [= Cefas], y sobre esta roca edificaré yo mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos» (...) El primado se lo concedió el Señor a Pedro cuando, después de la resurrección, le preguntó tres veces si le amaba y le hizo el siguiente encargo : «Apacienta mis corderos, apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas» (Ioh 21, 15-17)."