"Que no se exagere, en
consecuencia, las dificultades cuando se trata de practicar lo que la fe nos
impone para cumplir nuestros deberes, para ejercitar el fructuoso apostolado
del ejemplo que el Señor espera de todos nosotros: Unicuique mandavit
proximo suo. Las dificultades vienen de quien las crea y las exagera,
de quien a sí se confía y no al socorro del cielo, de quien cede cobardemente
intimidado por las burlas y risas del mundo: de lo que hay que concluir que, en
nuestros días más que nunca, la fuerza de los malos es la cobardía y debilidad
de los buenos, y todo el nervio del reino de Satán reside en la blandura de los
cristianos.
¡Oh! Si se me
permitiera, como lo hizo en espíritu Zacarías, preguntar al Señor: «¿Qué son esas llagas en medio de tus manos?» no cabría duda sobre la
respuesta: «Me han sido infligidas en casa de los que me amaban»,
por mis amigos que nada han hecho por defenderme y que, al contrario, se han
hecho cómplices de mis adversarios."
(Discurso pronunciado
por el papa San Pío X el 13 de diciembre de 1908 después de la lectura de los
decretos de beatificación de Juana de Arco, Juan Eudes, Francisco de Capillas y
Teófano Vénard y sus compañeros.)