ESPACIO PUBLICITARIO
KIT DE ARGUMENTOS FSSPX™
MUY ÚTILES PARA USAR CONTRA LA LLAMADA “RESISTENCIA”
(MADE IN SWITZERLAND)
-En un práctico estuche con manija, para que el sacerdote pueda llevarlo siempre consigo o introducirlo en su bolso o maletín.
-Muy útil también para damas y caballeros, su tamaño reducido permite tenerlo siempre encima. También el joven estudiante puede portarlo en su mochila.
-Sin contraindicaciones.
-Bien señalizado y listo para usar.
-Son argumentos simples y contundentes. Basta presentarlos sin mayores explicaciones ni desarrollo, ya que en cada uno se encuentran condensadas multitud de ideas previamente digeridas y resumidas por expertos y vertidas en sentencias breves que no necesitan demostración.
-Contenido:
1 “Ustedes son de la resistencia a la autoridad. Son desobedientes. No quieren obedecer a nadie”.
2 “Ay del que está solo”. Ustedes se aíslan en sus propias opiniones e ideas, son insociables.
3 Ustedes tienen celo amargo.
4 Monseñor Fellay no firmó nada. Es legítimo comprobar lo que Roma propone.
5 Seguimos rezando la misa tradicional.
6 Ustedes son sedevacantistas. Van a caer en el cisma.
7 Ustedes atacan a la Fraternidad.
8 El diablo quiere dividir a la Fraternidad y ustedes le hacen el juego. Hay que mantenerse unidos.
9 Las seis condiciones del Capítulo general nos protegen contra Roma. Estamos blindados.
10 En Roma hay gente favorable a nosotros, tenemos amigos.
11 Hay que ir a Roma. Es lo que Mons. Lefebvre quería.
12 Esa es la Iglesia, la Iglesia de Dios que nos llama y nos necesita. Hay que estar en ella.
Las opciones pueden usarse en orden indistinto, juntas o separadas. Cada tarjeta numerada viene en variedad de colores.
De regalo con su compra en efectivo un botiquín de primeros auxilios.
Distribución exclusiva:
Farmacias del Dr. Lorans
FIN ESPACIO PUBLICITARIO
Un asiduo lector de nuestro blog nos beneficia amablemente con algunas observaciones contrarias a tales “pastillas del Dr. Lorans”:
1 “Ustedes resisten a la autoridad, son desobedientes”.
Los que aman y pregonan la autonomía son los liberales, no los católicos de la tradición. A Monseñor Lefebvre también lo acusaban de desobediente y rebelde por oponerse firmemente a los liberales. Por otra parte:
"No resistir al error es aprobarlo, no defender la verdad, es sofocarla”. (San Pío X, Papa).
“El error que no se resiste, queda aprobado; la verdad que no es defendida, queda oprimida”. (San Félix III, Papa).
“Habiendo peligro próximo para la Fe, los prelados deben ser argüidos, inclusive públicamente, por los súbditos. Así, San Pablo que era súbdito de San Pedro, le arguyó públicamente, en razón de un peligro inminente de escándalo en materia de Fe. Y, como dice la Glosa de San Agustín, “el propio San Pedro dio el ejemplo a los que gobiernan, a fin de que éstos apartándose alguna vez del buen camino, no recusasen como indigna una corrección venida inclusive de sus súbditos”.
(Santo Tomás de Aquino).
“No es una obediencia leprosa ni una paciencia de perro la que se espera de vosotros; la obediencia es un alimento deleitoso de la cual el Señor nos dice que es hacer la voluntad de su Padre”
(San Bernardo, sobre la obediencia en la regla de San Benito).
“En la Iglesia no hay ningún derecho, ninguna jurisdicción que pueda imponer a un cristiano la disminución de su fe, todo fiel puede y debe resistir a aquello que afecte su fe, apoyándose en el catecismo de su niñez. Si se encuentra en presencia de una orden que lo pone en peligro de corromperla, la desobediencia es un deber imperioso.
Tenemos el deber de desobedecer y de conservar la tradición porque estimamos que nuestra fe está en peligro a causa de las reformas y las orientaciones posconciliares. Agreguemos esto: el mayor de los servicios que podamos hacer a la Iglesia y al sucesor de Pedro es repudiar la Iglesia reformada y liberal. Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, ni es liberal ni puede ser reformado”.
(Monseñor Marcel Lefebvre).
“La obediencia religiosa está enderezada a la perfección evangélica; sólo puede producirse en el clima de la caridad; y el abuso de la autoridad no solamente la hace imposible sino que constituye una especie de profanación o sacrilegio”.
“La obediencia religiosa es ciega, pero no es idiota. Es ciega y es iluminada a la vez, como la fe, que es su raíz y fuente. Sus dos límites son la recta razón y la Ley Moral.
Ambos límites están también fijados por San Ignacio al afirmar a una mano que físicamente es imposible asentir a algo absurdo, y a otra, que no hay que obedecer cosa en que se viese pecado, no ya mortal solamente, sino de cualquier clase. No se puede ejecutar virtuosamente ninguna cosa donde exista la más mínima porquería, relajamiento, vileza o claudicación moral.
¡No podemos salvarnos al tenor de la conciencia de otro! ¡No podemos eximirnos de discriminar exactamente con nuestra razón el bien y el mal moral, uno para tomarlo y otro para lanzarlo! ¡No puede ser nuestro guía interior la razón ajena: los actos morales son inmanentes y su “forma” es la racionalidad! Si bastara para salvarse hacer literal y automáticamente lo que otro nos dice ¿cuál sería entonces la función de la fe, de la oración, de la meditación, de la dirección espiritual, del examen y del estudio?”
(Padre Castellani)
“Nuestra posición teórica y práctica de católicos tradicionalistas es diferente, y se apoya sobre dos principios opuestos:
-la verdad precede a la obediencia y la funda,
-el mal, en cuanto tal, no produce jamás más que mal, y nunca el bien.
Aceptar las innovaciones malas es participar directamente de la destrucción de la Iglesia, y esto nunca está permitido, jamás es meritorio, jamás es fructífero.
Además, no existe ni puede existir ninguna obediencia legítima contra la fe o que importe su disminución”.
(Padre Michael Beaumont)
2. “Ay del que está solo”.
Si algunos Sacerdotes de la Resistencia han quedado solos, es porque han sido expulsados por Menzingen. ¿Quién en su sano juicio, enrostraría a Robinson Crusoe esa frase “Ay del hombre solo”? No obstante, la Resistencia crece y se trabaja en buscar las maneras de vivir en comunidad, como sucede con los Padres de la Resistencia de USA. Por otro lado, nosotros sabemos bien que, por ejemplo, como enseñó San Juan de la Cruz: “Fácilmente prevalece el demonio con los que a solas y por su voluntad se guían en las cosas de Dios” (Avisos y sentencias espirituales, 260). Por eso lejos de guiarnos un espíritu de rebeldía, autonomía o desobediencia, conservamos el orden de las jerarquías y nos nutrimos del consejo y la prudencia.
Téngase en cuenta, además, que la Resistencia al liberalismo en la Tradición católica cuenta hasta ahora públicamente con:
-4 monasterios o conventos, más otro que está próximo a dar el paso.
-Por lo menos 15 centros o lugares de apostolado y misa alrededor del mundo.
-1 obispo y 22 sacerdotes activos que misionan para confirmar en la fe y dar los sacramentos a varios cientos de fieles en todo el mundo.
Si a eso se le puede llamar “estar solo”… Por otro lado, si tal fuera podríamos decir junto a Santa Teresa: “Prefiero la verdad en soledad al error en compañía”.
3. “Celo amargo”.
También a Monseñor Lefebvre lo acusaban de ser orgulloso y tener celo amargo. ¡Cuidado con juzgar las intenciones! ¡Ojo con las generalizaciones! Mejor analicemos los argumentos para ver si en ellos hay subjetivismo precipitado, animosidad, resentimiento, o si hay razones bien establecidas y comprobables. No rebajemos las discusiones a la psicología de entrecasa.
4. “Monseñor Fellay no firmó nada”.
Mons. Fellay no firmó porque Roma elevó sus exigencias a último momento con ese fin, pues se había dado cuenta que habría mucha resistencia interna en la Fraternidad y se les hubiesen escapado muchos “tradis” de sus garras. Pero Mons. Fellay aceptó el principio de llegar a un acuerdo práctico sin acuerdo doctrinal. De eso no quedan dudas pues consta por sus propias palabras. Estaba y está dispuesto a firmar por una prelatura romana. La contra propuesta que entregó en abril al Vaticano excede el marco de una mera “comprobación” (eufemismo que él ha reiterado constantemente) de los ofrecimientos de Roma. “Cuando los Berlineses escucharon hablar de un proyecto de construcción de un muro en Berlín que los iba a encerrar físicamente en un régimen perverso, los más lúcidos no dijeron: cuando vea terminado y las puertas cerradas y protegidas por ametralladoras, entonces me iré de Berlín, yo no dejaré que me encierren. ¡No! Al contrario, ellos al contrario intentaron escapar de la trampa tendida mientras había tiempo. Nosotros tenemos suficientes declaraciones privadas y públicas para conocer el proyecto del pensamiento conciliar de Menzingen y por lo tanto para actuar sin esperar ser encerrados en la iglesia conciliar” (P. Olivier Rioult).
5. “Seguimos rezando la misa tradicional”.
Sí, perfecto. Pero se ha aceptado que esta es una forma “extraordinaria” del rito romano, a través del motu proprio “Summorum Pontificum” de Benedicto XVI. No se repudió, apenas hubo una tímida observación, a pesar de lo cual se agradeció al Papa como si hubiese restaurado la Misa en todos sus derechos. Pero la misa tradicional convive con la bastarda, la verdad con la mentira, el bien con el mal. Esto es liberal. La Fraternidad no se opuso tajantemente a esto. Por otra parte, rezar la misa tradicional no es una garantía para dejar de convertirse en liberal: hay quien la toma por el lado “estético” u otro motivo, pero sin entender la naturaleza del combate que además y antes que la misa concierne a la Fe, una de cuyas expresiones es la liturgia.
“Cuando una ley favorece a la única Iglesia verdadera pero al mismo tiempo favorece también a la herejía o a la incredulidad, merece ser combatida” (Mons. Antonio de Castro Mayer).
“Creo que uno de los venenos más activos y eficaces con que cuenta el infierno es la mezcla de la verdad y el error, de lo bueno y de lo malo… Yo he gritado contra ese mal, y aún he sufrido por gritar; no me arrepiento de haber gritado: si en este punto tengo que arrepentirme, será de no haber gritado más. La fe se va perdiendo: el liberalismo ha ganado lo indecible y esta espantosa realidad proclama con tristísima evidencia el más completo fracaso de la pretendida concordia entre católicos y liberales. No cabe la tal concordia sin perjuicio del catolicismo”. (Mons. Ezequiel Moreno Díaz).
6. “Ustedes son sedevacantistas. Van a caer en el cisma”.
Eso es una falsedad absoluta. Inclusive si uno puede tener sus lógicas dudas sobre este Papa, por la renuncia del anterior y todo lo extraño que ocurrió, eso no lo convierte a uno en negador del Papa o del Papado. Esto está fuera de discusión. Por otra parte ahora vienen a sacudir este ensabanado “fantasma”, a ver si alguien se retrae asustado, como si no fuera peor convertirse en liberal cismático, como los modernistas que están en Roma. La acusación es tan pueril que funciona a la manera en que los progres y judíos usan el fantasma del “nazi” para paralizar toda reacción contra sus malas acciones.
7. “Ustedes atacan a la Fraternidad”.
Otra mentira sin fundamentos. Si a alguien se ataca es a Mons. Fellay y sus cómplices liberales que quieren entregar la congregación a Roma y con esto destruir la Fraternidad. Al contrario, defendemos la obra de Monseñor Lefebvre. Defendemos la fe. Defendemos a la Iglesia. Defendemos el honor de Cristo. Si ustedes no lo pueden o quieren ver no es nuestra culpa. Hicimos y seguiremos haciendo todo lo posible para que la verdad se diga. A Monseñor Lefebvre también lo acusaron de “atacar a la Iglesia”.
8. “El diablo quiere dividir a la Fraternidad y ustedes le hacen el juego”.
Y también acusaron a Monseñor Lefebvre de causar una división en la Iglesia. “Los liberales católicos no cesan de responder que ellos tienen una voluntad de ortodoxia igual a aquella de los más intransigentes. La conciliación que ellos han buscado no es teórica sino práctica…siempre llegan a lo mismo. Ellos nos dicen: “¿Ve usted? Somos pastores. Nosotros estamos en la realidad, somos personas concretas, somos personas prácticas. ¿Qué es lo práctico? Lo práctico es la aplicación de los principios por la virtud de la prudencia, no es otra cosa. ¿Qué es lo práctico si ya no hay principios?... “sí, sí, sí, estamos de acuerdo, tenemos el mismo Credo que ustedes, etc. Sí, pero cuando estamos en el mundo, allí hay que ponerse al nivel de los demás, ponerse con los otros, sin lo cual no se convertirán jamás”. ¡Error completo!... Los papas han percibido este peligro de los católicos que son casi imperceptibles porque afirman cuando se les quiere agarrar: “No, no, estoy de acuerdo”. Pero después hacen pactos con los enemigos de la Iglesia… Son traidores… más funestos que los enemigos declarados… ellos dividen los espíritus, desgarran la unidad, debilitan las fuerzas que habría que reunir todas juntas contra el enemigo… Ellos les dirán “usted es el que divide”, pero no podemos dividir cuando nos apegamos a la verdad… los que dividen son aquellos que tratan de disminuir la verdad para entenderse con todo el mundo… Aquellos que están en el error deben convertirse a la verdad y no tratar de encontrar un terreno de acuerdo con la verdad y el error”.
(Monseñor Lefebvre, Conferencia espiritual, Ecône, enero de 1974)
9. “Las seis condiciones del Capítulo general nos protegen contra Roma”.
“El “primer requerimiento esencial” (de las seis condiciones) es la libertad para la Hermandad de enseñar la verdad inmutable de la Tradición Católica y de criticar a esos responsables de los errores del modernismo, del liberalismo y del Vaticano II. Muy bien. Pero, observad hasta qué punto la visión del Capítulo ha cambiado en relación a la de Mons. Lefebvre. Ya no es “Roma que debe convertirse porque la Verdad es absoluta”, sino que ahora solamente “la Hermandad SPX pide la libertad para ella misma de decir la Verdad”. En vez de atacar la traición Conciliar, la Hermandad SPX ¿solicita ahora a los traidores que le den el permiso de decir la Verdad? “¡Ay! ¡Que caída fue esa entonces!” (Mons. Williamson).
“Luego de ese intento fallido de sellar la paz con los enemigos de Cristo, se llevó a cabo un Capítulo General, en cuyas actas se lee que en caso de reconocimiento canónico, la congregación pondrá ciertas condiciones a Roma. La primera de las condiciones necesarias o sine qua non es la siguiente:
“La libertad de conservar, transmitir y enseñar la sana doctrina del Magisterio constante de la Iglesia y de la verdad inmutable de la Tradición Divina; la libertad de defender, corregir, reprender, incluso públicamente, los promotores de los errores o las innovaciones del modernismo, del liberalismo, del concilio Vaticano II y de sus consecuencias” (sic en la traducción oficial).
Acerca de esta condición, en una conferencia dada el 8 de octubre del año pasado en Argentina, el Superior General explicaba lo siguiente: “Decir que tenemos derecho a atacar los errores significa que la autoridad está de acuerdo, significa una conversión. ¡Es muy claro! Significa que la cabeza no es liberal porque un liberal, un modernista, no puede permitir que se ataque al liberalismo”. Hemos oído a otros acuerdistas expresarse en idénticos términos.
Ante todo hay que decir que delante de unas autoridades romanas convertidas del modernismo al auténtico catolicismo, ante un Papa que deja de ser liberal y pasa a ser anti liberal (porque en esto no cabe una neutralidad o término medio: o se es liberal o se es antiliberal); no hay derecho a poner condiciones, a hacer exigencias o a negociar acuerdos: simplemente se le debe obedecer.Entonces, ¿por qué hay otras cinco condiciones además de ésta?
Lo segundo que hay que observar es que es falso que un Papa demostraría haber abandonado el liberalismo por tolerar que se contradiga su doctrina.En efecto, ¿acaso no es el liberalismo una ideología contradictoria? ¿No promueven los liberales esa forma de demencial libertinaje llamada “libertad de expresión”? ¿Puede no ser liberal un Papa que acepte que una congregación a él sometida contradiga la enseñanza oficial, magisterio papal incluido? ¿No sería más bien un perfecto liberal?
Por tanto, la primera y fundamental condición puesta por el Capítulo de julio está formulada, a medida, para un Papa liberal, y esas seis condiciones hacen posible un acuerdo con los modernistas en cualquier momento. Son una trampa” (R.P. Trincado).
10. “En Roma hay gente favorable a nosotros, tenemos amigos”.
Primero, que Mons. Fellay o quien afirme esto lo demuestre. Segundo, si están a favor de la Tradición, ¿qué hacen para evitar la destrucción de la Iglesia? ¿Por qué no alzan su voz para condenar las herejías y aberraciones litúrgicas y escándalos varios de Roma? ¿Tienen miedo? ¿Entonces qué confianza se puede tener en esa gente? Ah, ¿esperan un gesto del Papa o que la Fraternidad esté adentro para lanzarse al combate? Pues si siguen sin hacer nada por el honor de Cristo y el bien de la Iglesia se han convertido en cómplices de los enemigos que destruyen la Iglesia por dentro. Y, en definitiva, si apoyan a la Fraternidad, ¿por qué no pasaron a formar parte de ella, como tantos sacerdotes han hecho, dando así grandes y santos frutos de apostolado siguiendo a Mons. Lefebvre? En definitiva, los “amigos en Roma” puede que lo sean de Mons. Fellay, pero no lo son de la Tradición católica.
11. “Hay que ir a Roma. Es lo que Mons. Lefebvre quería”.
Mons. Lefebvre fue a Roma hasta que se dio cuenta que era inútil, él mismo confesó que se había equivocado en insistir tanto. Esto no significa que hay que dejar de rezar por los romanos.
“Antiguamente la táctica de Lucifer era desunir a los católicos, envidiando que fueran una sola alma para servir a Dios, y tuvieran ellos un solo corazón para amarle; pero hoy ha mudado de táctica, y trata de unir a los que deben estar separados, porque conoce perfectamente que cada paso que avance el liberalismo en el campo católico, es nueva conquista para él...Cuanto más lejos nos coloquemos del error, menos peligros tendremos de caer en él". (Mons. Ezequiel Moreno Díaz).
“Perdida la esperanza en la conversión de Roma por el poder divino -cosa que parece imposible a los que han dejado de confiar enteramente en Dios- y olvidando que esta guerra no es de los hombres sino de Dios; se busca un auxilio humano, una alianza adúltera con los liberales moderados, la ayuda de unos supuestos “nuevos amigos en Roma” (Cor Unum 101), se pretende un acuerdo de paz con el enemigo (estuvo a punto de firmarse el año pasado), se piensa que estando en la estructura oficial, convertiremos a los modernistas y restauraremos la Iglesia. Pero todo esto no es más que una horrorosa ilusión, y esta ilusión está haciendo bajar los brazos a los que combatían valerosamente por Cristo: “¿No se ven ya en la Fraternidad los síntomas de esa disminución en la confesión de la Fe?”, decían los tres Obispos al Consejo General en su carta de 7 de abril del año pasado. El combate disminuye, el dialogo aumenta. Pero el conciliador termina ‘conciliar’” (R.P. René Trincado).
12. “Esa es la Iglesia, la Iglesia de Dios que nos llama y nos necesita. Hay que estar en ella”.
¿Pero acaso estamos ahora fuera de la Iglesia? No. Estamos fuera de la estructura oficial de la Iglesia que está ocupada por modernistas enemigos de la Tradición. ¿Hacemos más por la Iglesia estando afuera de esa secta modernista o estando junto a ellos? Es obvia la respuesta. Si ellos nos aceptaran sería para acabar con nosotros, como ha ocurrido puntualmente con las otras congregaciones tradicionalistas que aceptaron el convite y se acomodaron al discurso conciliar sin criticar los errores modernistas. ¿Pero si el papa nos llama, no debemos ir?, dicen algunos. Si el papa “desea una regularización canónica: ¿no es esta una voluntad legítima? Claro que, en sí mismo, es legítimo que un papa desee la regularización de una congregación religiosa. Pero es necesario investigar las circunstancias y las consecuencias de una tal regularización. Todos estaremos bajo la jurisdicción al menos del papa, pero ¿este papa es integralmente católico, como preguntaba Monseñor Lefebvre? Absolutamente no, se trata de un modernista y de los peores” (H. Joaquim Daniel FBMV).
Debemos entender que así como la Sinagoga en tiempos de Cristo se había corrompido a tal extremo que llegó al punto de rechazar y mandar crucificar a Nuestro Señor, del mismo modo la Iglesia en su estructura oficial se ha corrompido tanto que ha falsificado la doctrina, la liturgia y prácticamente todo lo que conocíamos como católico, a partir de la revolución del Vaticano II. Es la unión del fariseísmo y el saduceanismo que habiendo fornicado con el mundo y sus ídolos no admite la verdadera religión de Cristo. Pensemos que si la Iglesia sufre su Pasión, si el cuerpo sufre desfigurado como su Cabeza Nuestro Señor, son estos jerarcas que están en Roma quienes contribuyen a esa desfiguración. ¿Se puede permanecer callado ante eso? ¿O deberemos huir como huyeron los Apóstoles en la Pasión? Fijémonos que allí fue un puñado el que se mantuvo fiel, junto a Cristo, compartiendo su Pasión. No estaba allí el Papa (San Pedro) ni los Obispos (los Apóstoles). Apenas había un solo obispo enteramente fiel (San Juan) con Nuestra Señora y unos pocos fieles. Mientras tanto los jerarcas de la estructura religiosa oficial contribuían a la humillación y muerte de Cristo. Lo mismo ocurrirá en los últimos tiempos.