Mons. Fellay y el P. Simoulin
El P. Simoulin, actualmente con sede en el
Colegio St. Joseph de Carmes en Francia, es uno de los acuerdistas más notorios
de la Neo-FSSPX. Desde que fuera Superior del Distrito de Italia, cuando las
negociaciones con Roma empezaron en el 2001, el Padre Simoulin no escondía su
deseo de llegar a un acuerdo:
Si mañana la iglesia conciliar, por error
o incluso por cálculo, pero siempre por disposición providencial, nos diera el
medio, sin que tengamos que renegar de nada, cambiar nada, prometer nada, -sino
servir a la Iglesia y a la verdad- servir a la Iglesia católica enterrada bajo
de ella para ayudar a revivirla con todas sus fuerzas sobrenaturales (Misa,
sacramentos, doctrina, moral disciplina) y desembarazarse poco a poco del espíritu
del concilio ¿estaremos verdaderamente obligados a negarnos a entrar
en contacto y considerar el arreglo de nuestra situación, bajo pretexto que
todos ellos son criminales? … Me dicen también: que Roma se
convierta y luego veremos. Mi respuesta es idéntica; no es católico depender de
un milagro. Roma no se convertirá si nadie trabaja en ella, si nadie es
reconocido como “interlocutor válido”, en un verdadero debate teológico para
regresar la verdad a su trono. (Roma Felix, febrero de 2001)
En junio de 2012, el P. Simoulin afirmó: Yo
pienso que si la posibilidad de continuar “legalmente” nuestra acción y nuestra
predicación sin trabas y sin compromisos se nos ofrece, sería una falta
rechazarla. Si eso es ser “acuerdista”… entonces sí, acepto serlo, y yo me
compadezco de los que no lo son…
Este nuevo
artículo acuerdista del P. Simoulin ha sido publicado en la última edición de julio de su revista Le Seignadou:
FUENTE (comentarios de Non Possumus en rojo)
LA CALMA DE LAS VIEJAS TROPAS
Otra vez hablaré de mí un poco, pero tranquilos,
será la última vez. En efecto, ¡los “amigos” me dicen que he envejecido! ¡Es
verdad que mi edad se ha duplicado desde mi ordenación! Pero como todos
envejecemos a un mismo ritmo, ¡no veo el interés de detener el envejecimiento!
Podría tal vez tomarlo como un cumplido, pues el vino se mejora con la edad…
pero no creo que eso sea lo que estos amigos quieren decir, y yo pienso más
bien que ellos estiman que he perdido mi primer vigor: ¡yo ya no digo lo que
decía antes, me he ablandado, mi discurso es diferente ahora! Esto sería
entonces una buena noticia: ¡yo no repito siempre la misma cosa, entonces no
estoy desvariando! Pero entonces ¿he envejecido?
De hecho, yo creo que el reproche subyacente es el
mismo que se le hace a veces a Mons. Fellay, ¡que se habría ablandado porque no
pasa su tiempo volviendo a decir lo que ya dijo, y condenando todo lo que es
condenable! [La verdad es que Mons. Fellay guarda un silencio cómplice ante el peor Papa de toda la historia. Simple: si dice lo que debe, se impide el acuerdo] ¡Le dicen incluso que está aislado o que es minoritario! Él mismo se ha
explicado, y simplemente yo añadiría que es normal que él no intervenga
siempre ["siempre"... La verdad es que Mons. Fellay casi nunca ha criticado al demoledor Francisco. El 2013 dijo que Francisco era modernista (cosa más que obvia). A los pocos días se retractó parcialmente. Después de eso lo ha alabado reiteradamente], sea porque los cardenales lo han hecho, sea porque nuestros teólogos
lo hacen suficientemente. Pienso, entre otros, en el excelente artículo del P.
Gleize “Por un acuerdo doctrinal”, y
un texto más reciente: La carta sobre los
matrimonios: aclaraciones y puntualizaciones. Además, no es necesario ser
un sabio para darse cuenta que, desde el 2000, la situación ya no es la misma:
La Iglesia permanece “Semper ídem”, pero
los papas pasan y seguirán pasando, las personas son diferentes y no es posible
tratar con el papa Francisco como con Juan Pablo II, no al cardenal Müller
como al cardenal Ratzinger. ¡Esto es tan evidente que no sé por qué pierdo
mi tiempo en señalarlo! [La verdad evidente es que mientras todo empeora en la Iglesia, la FSSPX está cada vez más silenciosa y blanda ante los herejes modernistas]
Pero nadie entre nosotros puede esperar de Mons.
Fellay que enseñe, aliente o dé ejemplo de insubordinación. [Mons. Lefebvre se insubordinó lícita y santamente ante el papa. ¿Por qué no Mons. Fellay? Porque la nueva prioridad es llegar a un acuerdo con Roma apóstata] No más que Mons.
Lefebvre que, en los más fuertes de sus cuestionamientos proclamaba siempre su
fidelidad a Roma y su rechazo a romper con ella, fuera cual fuera el papa y
cualquiera que fueran sus acciones, sea cual sea el verdadero maestro de este
pensamiento modernista que ha penetrado hasta las vísceras de la Iglesia… Nadie entre nosotros puede esperar de Mons.
Fellay que no respete el primado de Pedro [este nunca ha sido el punto. La FSSPX jamás cuestionó el primado de Pedro ni incurrió en el error sedevacantista], incluso sí evidentemente, Pedro no anda rectamente conforme la verdad del
Evangelio (Gálatas, II, 14).
En cuanto a mí, yo siempre he hablado y escrito
cuando estuve en puesto de autoridad, y es suficiente remitirse a ellos para
conocer mi forma de pensar sobre Juan XXIII o el Concilio, sobre Juan Pablo II,
el nuevo catecismo, Asís y otras novedades conciliares. Los artículos,
estudios, intervenciones que he publicado son bastante numerosos y están a
disposición de todos y, sobre estas cuestiones, yo no he cambiado. Yo no retiro
nada de todo eso pero, no estando ya en posición de autoridad, ahora dejo hablar
a aquellos que tienen esta función.
Pero eso no es lo más importante. Volví a leer estos
días el folleto realizado por la familia sobre el admirable capitán Jean Botet
de Lacaze, muerto en campo de honor el 3 de mayo de 1917. Después del desastre
de la operación Nivelle, él quería subir la moral de su entorno: “¿Por qué querer jugar a los estrategas?
Nosotros somos los ejecutores. Los estados mayores tienen sin duda
concepciones que no difundirán entre la tropa. Su oficio es el de pensar. El
nuestro es el de mantener nuestro estómago en buen estado, cultivar algunas
ideas generales. Con este equipaje se hace la guerra honestamente. [¿Y qué se hace si el estado mayor busca pactar una paz traidora con el enemigo?] Pues, antes que todo, hay que hacer la guerra,
sin la cual es vanamente cruel sumir a nuestras familias en la inquietud. Pero,
para hacer bien la guerra, primero es necesario creer en la victoria, incluso
haciendo caso omiso de las probabilidades. Si no somos nosotros los que
recogemos los laureles, esto no tiene más que una importancia relativa… El país
no va a la guerra para que nosotros nos divirtamos con ella… sino para que él
pueda llevar a cabo esta guerra, es necesario que nosotros la hagamos con una
fe que está en la base de las acciones fructuosas y, también, un acto de
humildad previo ignorando nuestros razonamientos y otras previsiones tácticas
de ejecutores. Nuestro deber es alimentar a nuestros caballos y poner a punto
nuestro equilibrio físico”. [Dicho de otro modo: sigan ciegamente a Mons. Fellay, que él sabe lo que hace. Lo mismo dicen los liberales respecto de los papas liberales: "el papa sabe lo que hace, tiene gracias de estado, ¡es el Vicario de Cristo!"]
La analogía es clara, es fácil transponer estas
reflexiones a la situación en la cual nos encontramos. Para continuar con esta
analogía, ¿qué diríamos de un capitán que proclamara a sus tropas que hay un
plan de maniobra personal genial, mejor que el del general? [La decisión del capitulo del 2006, que no aceptaba la posibilidad de un acuerdo práctico sin previa conversión de Roma; no era "el plan del capitán", sino el de toda la FSSPX. Pero esa decisión fue violada por los acuerdistas] ¿Y qué diríamos
también si lo hiciera de tal manera que el adversario se dé cuenta de este
desacuerdo y sepa que el frente no está unido? Incluso si su plan fuera mejor,
habría puesto gravemente en peligro la unión de corazones necesaria para los
que llevan a cabo el combate, y da las armas a sus adversarios. ¡Merecería
simplemente ser pasado por las armas! [La verdad es que los que merecen castigos son los acuerdistas que violan la decisión del 2006, traicionan a Mons. Lefebvre y destruyen la FSSPX. Estos son los causantes de la división en la FSSPX, no los que reaccionan en contra del acuerdo traidor]
Además, yo no sé quién lanza sin cesar estas falsas
noticias sobre la inminencia de un acuerdo e incluso anuncia fechas, etc… ¡Hace
años que esto sucede, y cada vez, algunos muerden el anzuelo y las reacciones
crean confusión y agitación! [El acuerdo siempre parece inminente porque es evidente que, desde el 2012, Mons. Fellay no ha dejado de querer lograr un acuerdo con Roma y porque se avanza claramente hacia él] Esta es la vieja táctica: dividir para reinar. [Lo mismo le dijeron mil veces a Mons. Lefebvre: "usted divide a la Iglesia. Usted trabaja para el demonio"] San
Juan nos dice que lo propio del Anticristo es tratar de dividir a Jesús: Omnis
spiritus qui solvit Jesum, est antichristus (1Juan, IV, 3). Dividir a
Jesús, es romper el lazo que une a los miembros de su Cuerpo místico. Es el
trabajo del espíritu del error.
Pero, me dirán, ¡Mons. Lefebvre criticaba la
autoridad públicamente! Ciertamente, pero se debe observar que después de su acción
en el Concilio, él empezó a actuar en silencio, para dar a la Iglesia el arma
capaz de responder a los errores fundando la Fraternidad; y que no fue sino
hasta diez años después de Concilio que se empezó a hablar de él: él no habló
públicamente hasta después que fue públicamente puesto en la mira y atacado por
los obispos franceses, en 1975-1976. La iniciativa del debate pública fue un hecho
de las autoridades romanas, y después, me parece que el desafío era diferente.
Es demasiado fácil revestirse con una fidelidad a Mons. Lefebvre para hacer lo que él no hizo jamás. ¡No es Mons. Lefebvre quien lo quiere! [Increíble: ahora debemos creer que Mons. Lefebvre no habría dicho nada públicamente contra los herejes romanos si no hubiera sido atacado por éstos... Increíble. Y ahora debemos creer que no conviene criticar públicamente a los demoledores de la Iglesia. Increíble]
Finalmente, les confieso que, en la confusión
actual, no estoy impresionado por los cuestionamientos, por más importantes que
parezcan, y yo sé que Mons. Fellay es menos minoritario que lo que dicen los
cuestionadores de todas clases. ¡Más bien estoy impresionado por la calma de
las viejas tropas! Sí, honor a nuestros viejos “mariscales”, ¡aquellos de los
primeros años y de los primeros combates que atravesaron toda clase de
borrascas y permanecen como testigos fieles del vigor de las gracias iniciales!
Yo quisiera citarlos a todos -pienso en aquellos que me precedieron en el
seminario, que son casi una treintena- pues ellos obran en el silencio y sin
pretender dar lecciones a nuestros superiores. Las crisis no han faltado: 1975,
1977, sedevacantismo, 1988, 2004, etc. o más simplemente o de manera continua: ¡el
espíritu de independencia! ¡La fidelidad y el vigor de las viejas tropas son
tal vez uno de los argumentos más convincentes para calmar los temores de las
jóvenes generaciones! Esto me impresiona mucho más que el ruido que se hace en
torno de algunos resistentes, declarados o no. [¿"Viejas tropas en silencio"? Mons. Williamson, de la Resistencia, tiene 77 años y fue ordenado en 1976. Mons. Faure, de la Resistencia, tiene 75 años y fue ordenado en junio 1977. Y el P. Simoulin, acuerdista, tiene 74 años y fue ordenado en diciembre de 1977]
¿Qué estupideces no escuchamos? La más gorda es tal
vez la que escuché el otro día de boca de un eclesiástico (¡antiguo entre
nosotros!), a saber que los sacerdotes de la Fraternidad ¡se dividen entre
resistentes y acuerdistas! ¡Este buen sacerdote se ha convertido en el campeón
del arte de la dialéctica! Diga lo que diga, simplemente hay una mayoría de
sacerdotes que no son ni acuerdistas ni resistentes, que hacen su trabajo sin
ruido y tienen confianza en sus superiores que hacen el suyo [La verdad es que los que están dispuestos a confiar en unos superiores que quieren poner a la FSSPX en las garras de los modernistas, son acuerdistas].
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