Queridos amigos,
Monseñor Williamson fue siempre para mí un amigo, pero también un camarada desde que entramos en el seminario de Monseñor Lefebvre en Ecône el mismo día de octubre de 1972, y también un profesor (por ejemplo, estudiamos el texto griego del Apocalipsis), un maestro y, finalmente, mi padre en el episcopado desde que me consagró, el 2015, en una gran ceremonia en el monasterio de Monseñor Tomás de Aquino en las montañas de Nova Friburgo, Brasil, en la que participaron numerosos fieles.
En el Capítulo general de la FSSPX de 2012 éramos demasiado pocos para evitar su expulsión del Capítulo, luego de la Fraternidad, y todo estaba programado por los superiores con este fin. Y es principalmente a partir de ahí que la Fraternidad se encaminó hacia un acuerdo práctico, canónico, con la Roma modernista, cuyos primeros efectos fueron el reconocimiento canónico ("oficial") de los matrimonios de la Fraternidad y la jurisdicción "oficial" para las confesiones de los sacerdotes de la Fraternidad. Fue, de hecho, la búsqueda de un acuerdo práctico y no doctrinal entre la Fraternidad y la Roma modernista lo que le valió a Monseñor Williamson su expulsión. Se encontró entonces en la necesidad de resistir -por lealtad a la lucha de la fe, que era la de Monseñor Lefebvre- a la FSSPX que intentaba obtener un "acuerdo práctico" con las autoridades subversivas del Vaticano.
Al comenzar el año escolar 1972, en Ecône, éramos treinta y cinco nuevos candidatos, mientras que los seminarios diocesanos en Francia y en el mundo iban cerrando uno tras otro por falta de vocaciones. Por miles, sacerdotes y religiosos abandonaron sus hábitos, dejaron definitivamente sus votos y optaron por el matrimonio después de haber perdido la fe. Fue en este contexto que los obispos de Francia declararon que el seminario de Monseñor Lefebvre era "irregular", una flagrante falsedad ya que los documentos romanos establecían lo contrario.
Los años de seminario de Monseñor Williamson fueron los años en los que Monseñor Lefebvre defendió la existencia de su seminario a pesar de los ataques constantemente repetidos de las autoridades que querían acabar con la Tradición de la Iglesia en nombre de una falsa caridad ecuménica y de una falsa obediencia que no era otra cosa que un abuso de poder dirigido contra la Tradición y contra la fe, lo que es evidente medio siglo después. El árbol se conoce por sus frutos.
Desde entonces, Monseñor Williamson no hizo más que permanecer fiel, siguiendo el ejemplo de los santos, resistiendo contra viento y marea las pretensiones de los innovadores instalados al timón, a los mandos del barco para desviarlo.
Monseñor Williamson, así, permaneció fiel hasta el final a lo que Monseñor Lefebvre le había legado: "tradidi quod accepi". Fidelis inventus est: fue hallado fiel, como decía su lema. Que lo seamos a nuestra vez…