Querido Monseñor, queridos Padres, Hermanos, Hermanas,
Queridos Amigos, el Sacerdote Católico es un otro Cristo, que transmite la gracia in persona Christi. Y Jesucristo nos ha hecho un reino, y sacerdotes para Dios y Su Padre, a Él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén. (1)
En verdad, el Sagrado Corazón de Jesús debe ser honrado en gloria e imperio el día de hoy en Su Festividad Litúrgica, en particular con la ocasión de incrementar el número de sacerdotes para Dios. La Divina Providencia nos ha reunido en esta ceremonia para realizar un acto de reparación por los pecados cometidos contra Él. Por qué? Porque Nuestro Señor también ha pedido honor y reparación a Santa María Margarita de Alacoque en Paray-le-Monial el día 16 de junio de 1675. Desde hace 350 años, Sus palabras todavía resuenan como un eco para el mundo moderno: “He ahí el Corazón que ha amado tanto a los hombres, que nada ha perdonado hasta agotarse y consumirse para demostrarles su amor, y en reconocimiento no recibo de la mayor parte de ellos sino ingratitud, ya sea por sus irreverencias y sacrilegios…. Te prometo que mi Corazón se dilatará para derramar con abundancia las influencias del divino amor sobre los que le rindan, y los que procuren que le sea tributado.” (2)
Una vez más, el día 17 de junio de 1689, Nuestro Señor insistió en el hecho de ser honrado en reparación a Santa María Margarita por Su mandato hacia Luis XIV, Rey de Francia, quien habría debido consagrar Francia al Sagrado Corazón de Jesús, y debería haber colocado la imagen del Corazón de Jesús en el estandarte del Rey. Pero la respuesta del Rey fue una manifestación de ingratitud e irreverencia. La Revolución Francesa derrocó a la familia Real con la declaración de los derechos humanos. Luis XVI fue consecuentemente despojado de su Realeza siendo arrestado el día 13 de agosto de 1792; él en su soledad recitó una consagración personal al Corazón de Jesucristo detrás de las barras de la prisión en 1793, unos pocos días más tarde su cabeza fue cortada por sentencia de muerte a la guillotina. Por tanto, Dios inspiró en la región de La Vendée algunos clérigos y laicos quienes públicamente dieron honor portando sobre el escapulario la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, ofreciendo su sangre hasta la muerte. Ellos verdaderamente tributaron honor en testimonio al Divino Amor con su grito de batalla: Dieu le Roi! (Dios, el Rey)
Desde entonces, la Iglesia Católica ha transmitido a través de todo el mundo las cinco peticiones para rendir a Él honor y reparación, a saber: La proclamación de la festividad del Sagrado Corazón de Jesús; la devoción del los primeros viernes; la adoración nocturna del jueves al primer Viernes; la hora santa reparadora; y la entronización del Sagrado Corazón de Jesús, como soberano Rey, en nuestros hogares, centros de trabajo, y en nuestras naciones.
Nosotros simplemente estamos aquí para continuar la misma Cruzada por Dieu le Roi. En el mismo espíritu, Monseñor Lefebvre inspiró una Cruzada de Sacerdotes por la Misa Tradicional en Latín como una expresión de la realeza de Nuestro Señor Jesucristo, Gobernante y Juez de todas las Naciones en materia de fe y de moralidad de las nuestras acciones. (3)
A mi parecer, después de su muerte de Monseñor, la posición doctrinal de la FSSPX se resumió solamente a los asuntos de la Misa Tradicional y a la regularización canónica con las autoridades romanas de la iglesia conciliar y ahora sinodal. Además, “por razones políticamente correctas,” prevalece una negligencia para predicar en público la doctrina de la Realeza de Nuestro Señor Jesucristo en el dominio social. Por eso, no nos encontramos en la misma línea doctrinal con la FSSPX para profesar públicamente el Reino Social de Nuestro Señor Jesucristo, tampoco por la aplicación de la jurisdicción, ya sea delegada o suplida, que concierne a los sacramentos de la Penitencia y del Matrimonio, ni por la cuestión de las consagraciones episcopales.
A pesar de todo, debemos consagrar a estos candidatos a las Sagradas Ordenes, y a cada uno de nosotros con el ímpetu vandeano, como en un acto de reparación por la ingratitud y los sacrilegios perpetrados al presente en contra del Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, Quien es la imagen de Dios Invisible (4), el Hijo de Dios Vivo. (5) También remarquemos el principio esencial de la Consagración al Sagrado Corazón de Jesús, como Soberano Rey, que es el de restaurar el Estado Católico - como lo hizo el Presidente Gabriel García Moreno en Ecuador, así como también el Cardenal Pie se lo pidió al Emperador Napoleón III pero éste último no lo quiso hacer - por la profesión de fe en las familias católicas a través de la entronización para rendir a Él honor y gloria.
¿Bajo qué condiciones debemos rendir honor a Él?
Bajo las condiciones del ORDEN QUERIDO POR DIOS, que ya está establecido por Él mismo en la creación, la redención, y la santificación del género humano. Sin ninguna duda, el elemento esencial en el orden de Dios es el restaurar todas las cosas en Jesucristo, aún en el medio de las tinieblas del mundo moderno, por el sagrado ministerio sacerdotal.
Desde esta perspectiva, León XIII estaba convencido de que el pedido del Sagrado Corazón de Jesús es un lábaro de salvación para el género humano: “Debemos recurrir a Él, Quien es el Camino, la Verdad, y la Vida. Pues, nos encontramos extraviados y necesitamos volver al camino correcto: las tinieblas han oscurecido nuestras mentes, y la oscuridad debe dispersarse por la luz de la verdad; la muerte se ha apoderado de nosotros, y debemos proteger nuestras vidas; y será que nuestras muchas heridas finalmente sean curadas, y la plena justicia renacerá otra vez con la esperanza de restaurar toda autoridad…cuando todos los hombres reconozcan el imperio de Cristo, que voluntariamente obedezcan Su palabra, y que cada lengua profese que Nuestro Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre.” (6)
Por eso, las treinta encíclicas del Papa León XIII son un fundamento para defender los principios católicos, no solamente para los ciudadanos y las familias, sino también para todas las naciones. Para evitar cualquier malentendido con el mundo moderno, en particular el Papa obligó el enseñar los puntos doctrinales de acuerdo a los principios de Santos Tomás de Aquino: “Exhortamos a vosotros con toda seriedad el restaurar la dorada sabiduría de Santo Tomás, y extenderla a lo largo y lo ancho, por la defensa de la fe católica, para el bien común de toda sociedad y para el porvenir de las ciencias.” (7)
Santo Tomás verdaderamente es una fuente prístina para el Catolicismo. Él, magistralmente, centró el Sacramento de las Ordenes Sagradas dentro del Sacramento de la Sagrada Eucaristía. Por eso ninguna ORDEN SAGRADA ES CONFERIDA SINO DURANTE LA CELEBRACIÓN DE LA MISA (8), puesto que el poder del Orden está dirigido, ya sea hacia la consagración de la Sagrada Eucaristía en sí misma, ya sea a algún ministerio conectado con Ella.
¿Cómo podemos nosotros entonces discernir una vocación sacerdotal?
Por la inclinación del candidato para servir al ministerio sagrado, y por el llamado del Obispo, como autoridad de Dios, para llamar al candidato formalmente para ese ministerio, así como estos candidatos el día de hoy son presentados por sus auténticos y legítimos superiores religiosos.
En primer lugar, un Obispo ha llamado a estos candidatos que fueron promovidos para recibir la Tonsura clerical o monástica que no se considera como una orden sino que es un preámbulo para las sagradas órdenes, porque de acuerdo a San Gregorio, SERVIR A DIOS, ES REINAR. Ahora pues, una corona es el signo de Realeza… Es apropiado para aquellos quienes se dedican al Divino ministerio que sean tonsurados en forma de una corona en razón de la forma que es circular… así como también que se dediquen a la perfección; y aquellos quienes son elegidos para servir en el Divino ministerio adquieran una dignidad de realeza pues deberían dedicarse a la perfección en la virtud. (9) Además, un Obispo, al conferir las órdenes, hace dos cosas: prepara los candidatos para la recepción de las sagradas órdenes pues transmite a ellos el poder sagrado del Orden, y los prepara instruyéndolos en sus respectivos oficios para que sean aptos a fin de recibir el poder. (10)
Una segunda consideración es que el Papa Pío XII definió el sacramento del Orden Sacerdotal (11) con la plenitud de la autoridad y la determinación Papal que: “…la traditio instrumentorum no es necesaria para la validez de las Sagradas Órdenes del Diaconado, del Presbiterado y del Episcopado… por lo que concierne a la materia y a la forma para conferir cada orden, es como sigue:
En la ordenación para el diaconado, la materia es la imposición de la mano [derecha] del Obispo que ocurre durante el ritual de esa ordenación. La forma consiste de las palabras dichas durante el prefacio….
En la ordenación para el presbiterado, la materia es la primera imposición de las manos del Obispo que se hace en silencio, pero no la continuación de la misma imposición durante la extensión de la mano derecha, ni tampoco la última imposición a la cual están ligadas las palabras:‘Accipe Spiritum Sanctum’….. Y la forma consiste de las palabras dichas durante el prefacio…
En la consagración episcopal, la materia es la imposición de las manos hecha por el Obispo consagrante… Y la forma consiste en las palabras dichas durante el Prefacio…
Por lo tanto, querido diácono, usted será ordenado sacerdote con el propósito de conducir a los feligreses por la predicación y la administración de los sacramentos, hacia el Reino de Dios así en la tierra como en el cielo, de acuerdo al orden de Dios. Así mismo, usted debería estar plenamente agradecido con Monseñor Marcel Lefebvre porque él ha preservado la perpetuidad sacerdocio católico, no solamente por dar testimonio de la Verdad por su entendimiento teológico, sino también por su sabiduría doctrinal en la liturgia romana. Por eso Monseñor acostumbraba repetir: “Lex Credendi, Lex Orandi” [La ley para creer es la ley para rezar]
De mi parte, tengo una gran deuda de gratitud para con Monseñor Richard Williamson por haberme transmitido la sucesión apostólica en el episcopado, razón por la cual estoy aquí presente el día de hoy. Permítanme mencionar una analogía tomada del ejemplo de los Macabeos con respecto al celo y al éxito de Matatías: “Pero vosotros, hijos míos, tened celo por la Ley, y sacrificad vuestras vidas para la alianza hecha con Dios por nuestros padres.” (12) Así pues, si nos atrevemos a decir que Monseñor Lefebvre encendió el celo por el triunfo de la Tradición Católica dentro de la Iglesia, como el Matatías del siglo XX, entonces podríamos añadir que, a pesar de sus controversias, Monseñor Williamson, con el ímpetu y vigor de otro Judas Macabeo y como sucesor episcopal del celo macabeo, continuó martillando con fuertes golpes de su voz y con sólidos escritos de su tintero para transmitir el mismo espíritu de la cruzada inspirada por Monseñor Lefebvre. Es por ello que la ceremonia de hoy resplandece debido al honor de su recuerdo.
Entonces, el sacerdote católico es un otro Cristo, que esencialmente transmite la gracia para el Reino de Dios en la tierra como en el cielo.
Con ese propósito, consideremos cinco momentos litúrgicos contenidos en el Pontifical Romano del 1962, que Monseñor Lefebvre usaba para conferir el sacramento de las Sagradas Órdenes, comparándolas con las innovaciones del Nuevo Rito de Ordenaciones:
(1) Después de la IMPOSICION DE LAS MANOS en silencio, entonces sigue el Prefacio recitando la FORMA: “Te rogamos, pues, Padre omnipotente, concedas a estos tus siervos la dignidad del Presbiterado, renueva en sus corazones el espíritu de santidad, a fin de que obtengan, recibido de Tí, oh Dios, el oficio de segundo orden, y con el ejemplo de su vida indiquen la reforma de las costumbres.”
Mientras se dicen estas palabras, el Obispo celebrante mantiene su mano derecha extendida. Así, con la combinación de estas palabras y los gestos, nosotros sabemos exactamente cuando un diácono está siendo ordenado Sacerdote. Recibiendo el poder proveniente de Dios, los sacerdotes pertenecen a una estructura con grados jerárquicos porque ellos administran los sacramentos en la Persona de Cristo. Usted, diácono, estará siempre más que feliz debido a que nosotros no estamos usando el nuevo rito de ordenación, en el cual se lee que ‘un sacerdote es puesto como colaborador con el rango de los Obispos.’ Ciertamente, esta es una expresión en sí misma es muy ambigua en contraste a la exactitud y precisión de la usada en el rito romano en latín.
(2) Las BENDICIONES: “Dígnate, Señor, consagrar y santificar estas manos por esta unción y nuestra bendición. Amén. Para que cualquier cosa bendijeren quede bendecida, y cualquier cosa que consagren quede consagrada y santificada, en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.”
Sin embargo, en el rito nuevo estas palabras sufrieron un eclipse: ellas han sido completamente eliminadas, en vez de ellas se dice: ‘El Padre ungió a Jesucristo como Señor a través del poder del Espíritu Santo. Que Jesús te conserve digno para ofrecer el sacrificio a Dios y para santificar la asamblea Cristiana.’ Pero las manos del sacerdote no son mencionadas de ninguna manera, ni el poder de bendecir, santificar, y consagrar.
(3) Después de la UNCION DE LAS MANOS con el santo óleo de los Catecúmenos, las manos ungidas del sacerdote son atadas con un paño de lino, entonces el Obispo presenta a cada uno un cáliz conteniendo vino y agua, y la patena con la hostia. El Obispo aprieta con su propia mano las manos ungidas y atadas del sacerdote como forjándolas, a fin de transmitir el poder de celebrar Misa, diciendo: “Recibe la potestad de ofrecer el sacrificio y celebrar Misas, tanto para los vivos como para los difuntos, en el nombre del Señor. Amén”.
¡Como sacerdotes, tenemos el insondable poder para celebrar la Misa, para transubstanciar el pan y el vino en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo!
Pero en el nuevo rito el Obispo dice, meramente: ‘Recibe estos dones de los fieles para ser ofrecidos a Dios. Que seas consiente de lo estás haciendo, que seas santo como las acciones que tú realizas, y que procures moldear tu vida de acuerdo al misterio de la Cruz del Señor.’
(4) Después de la SAGRADA COMUNIÓN, el Obispo impone ambas manos sobre la cabeza del sacerdote, diciendo: “Recibe el Espíritu Santo; a quienes perdones los pecados les serán perdonados, y a quienes se los retuvieres, les serán retenidos.” Y despliega la casulla. Después, el sacerdote coloca sus manos juntas entre las del obispo quien dice: ¿Me prometes a mí y a mis sucesores reverencia y obediencia? El obispo sella la fidelidad del sacerdote hacia la autoridad episcopal para que el sacerdote responda: PROMITTO. Pero, en el nuevo rito esta parte esta completamente omitida. No hay ningún equivalente, y no hace ninguna mención explícitamente mandatoria que declare que a esos sacerdotes se les ha conferido el gran poder de perdonar los pecados.
(5) Finalmente, en el rito romano en latín un sacerdote - delante del Sagrario - debería haber dicho la profesión de fe y el juramento antimodernista: “Yo absolutamente acepto y profeso las tradiciones de los Apóstoles y todas otras tradiciones de la Iglesia, y todas sus obligaciones y preceptos… Igualmente recibo y profeso sin ninguna duda, todas otras enseñanzas de los concilios generales, especialmente el sacrosanto concilio de Trento y el concilio Vaticano Primero… Yo condeno, rechazo, y anatematizo todas otras opiniones que son contrarias y cualesquiera otras herejías… Entonces, yo prometo, voto, y juro….igualmente la he de conservar y profesar íntegra e inmaculada…hasta el último suspiro de mi vida,.. y que cuidaré en cuanto a mi dependa… por aquellos cuyo cuidado por mi cargo me incumbiera para que sea mantenida, predicada, y enseñada. Así Dios me ayude, y estos Santos Evangelios que toco ahora.”
Por lo tanto, el sacerdote católico es bastante poderoso cuando dice la Misa tradicional en Latín, así como también cuando usa el poder de perdonar los pecados, debido a que se encuentra en el plano del orden establecido por Dios: No hay ningún otro nombre por el cual podemos salvarnos: Jesucristo. He aquí el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.
Es imperativo decir que un sacerdote ordenado en el rito romano en Latín debe rezar por el Romano Pontífice. Monseñor Lefebvre creyó que el primado del Obispo de Roma ha siempre sido un principio fundamental en la constitución de la Iglesia. De De cara al conflicto entre la autoridad romana y la fe católica, Monseñor mantuvo un equilibrio entre dos extremos, a saber, entre el cisma y la herejía. Sin embargo, para algunos sacerdotes que quieren ser ordenados en el rito romano, quizás movidos por una atracción hacia las ceremonias y a los ornamentos litúrgicos, o quizás por la preciosa exhibición de las sotanas y mitras o birretas; la cuestión de rezar por el Romano Pontífice lo ponen fuera de toda consideración. “Simón, Simón….Pero Yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú cuando hayas vuelto a Mí, fortalece a tus hermanos” (Luc. 22,32).
¿Acaso un sacerdote podría perder su identidad sacerdotal?
Desgraciadamente, un sacerdote puede perder su identidad sacerdotal, debido, por ejemplo, a un conflicto entre la autoridad y la verdad. Es por esa razón que muchos feligreses incurren en el dilema de creer o no creer, por ejemplo en un sacerdote ordenado por el nuevo rito de ordenación.
Monseñor Lefebvre comentó - desde su punto personal - algunas razones causantes de la crisis de la fe dentro de la Iglesia. Hizo referencias a excepcionales eventos en el mundo: la primera guerra mundial, la segunda guerra mundial y la tercera guerra mundial: “Las desgracias causadas por estas tres guerras, especialmente la última, son incalculables en el plano de las ruinas materiales pero aún mucho más en el ámbito espiritual. Las dos primeras abrieron el camino para la guerra dentro de la Iglesia, facilitando la ruina de las instituciones Cristianas y apoyando a los poderes de la Francmasonería, la cual se ha vuelto tan poderosa que ha profundamente infiltrado dentro de la estructura del gobierno de la Iglesia a través de su doctrina liberal y modernista… con un odio diabólico….
… No es un orgullo ni ninguna arrogancia decir que Dios en su sabiduría y misericordia haya preservado la herencia de su sacerdocio, de su gracia, de su revelación, por medio de dos obispos [Mons. Lefebvre y Mons. De Castro Mayer]. No es que nos hayamos escogido por nosotros mismos, sino que Dios nos ha guiado para preservar todas las riquezas de su Encarnación y de su Redención. Aquellos que se sienta que deben minimizar estas riquezas y negarlas podrían sólo condenarnos. Esto pudiera solamente confirmar su cisma [separación] alejándose Nuestro Señor y su Reino, por el medio de su secularismo y su ecumenismo apóstata….Ellos oficialmente contribuyen a la revolución dentro de la Iglesia y a su destrucción….” (13)
Porque el nuevo rito de ordenación expresa en una manera diferente lo que es un sacerdote, se requiere entonces un nuevo modo para que el sacerdote rece públicamente. Como resultado de esas innovaciones, la nueva Misa es un símbolo de una imagen de una nueva fe. Esta nueva forma es consistente con la mentalidad del hombre moderno, quien acepta el pluralismo de religiones (14) rechazando así el Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo. Ciertamente, la Iglesia Sinodal del Papa Francisco acepta un ideal democrático como una fundamental idea del hombre moderno: el poder proviene de la asamblea por lo mismo que la autoridad está en el pueblo, pero no proviene ni está en Dios. Es por eso que que la nueva Misa es el principio motriz para un nuevo orden mundial: el hombre que se quiere hacer un dios, a fin de construir un mundo mejor. Nosotros entonces no debemos hacer ningún compromiso con la nueva Misa ni aceptarla, debido a que es una expresión de una nueva ideología.
Por un lado, el nuevo orden mundial está ilustrado al reverso del billete americano de un dólar en la parte izquierda dentro de un círculo. Se puede ver una pirámide conforme de piedras cuadradas y pulidas que se erigen a lo largo de un campo no cultivado, significando que la pirámide es una nueva humanidad, las piedras cuadradas y pulidas son los hombres transformados por el Gran Arquitecto del Universo, quien es simbolizado por un ojo centrado en un triángulo con el siguiente lema “Annuit Coeptis” (él [Dios] favorece nuestras acciones), en la base de la pirámide está escrito MDCCVXXVI [1776], y debajo se lee el logo “Novus Ordo Seclorum.” [El Nuevo Orden de los Siglos]. Verdaderamente, el nuevo orden mundial es el amor del hombre que quiere hacerse dios, aún hasta declarar GUERRA en contra de Jesucristo, así como San Agustín había ya dicho acerca de los dos amores que han fundado dos ciudades, sin embargo la ciudad del hombre esta condenada a una caída final y a la destrucción total.
Por otro lado, el tiempo nos dirá como el recientemente electo Romano Pontífice se involucrará dentro del conflicto entre la autoridad romana y la verdad divinamente revelada. Debemos rezar por él, como Nuestra Señora en Fátima ha pedido a Lucía que su misión era la de rezar por el Papa.
Por sus hechos, el Papa León XIV - de origen estadounidense - se muestra como una persona de acción sistemática junto con una manera flemática en el pensar. Pero entre la acción y el pensamiento existe una profunda influencia de su mentor religioso Joseph Bernandini, Cardenal en Chicago EEUU (1982-1996), de cuyas acciones no son para nada laudables. Así pues, los sermones y discursos de León XIV con gran frecuencia terminan con conclusiones a modo de síntesis que provienen de un extremo (tesis) y de otro extremo opuesto (antítesis), es decir, que en su hablar no es tan liberal como para aparecer demasiado Progresista, pero tampoco tan conservador como para aparecer demasiado tradicionalista. De hecho, él conoce bien la dialéctica materialista de Karl Marx así como también los principios de la ética coherente de Emmanuel Kant, los cuales están muy penetrados en el pensamiento del actual Soberano Pontífice. (15) Una vez más, el tiempo nos dirá, pero de nuestra parte recemos para que por lo menos se aleje de la línea de acciones del último pontificado, particularmente de la reinterpretación de los cuatro pecados que claman la venganza divina, es decir, que esos pecados no serán perdonados por Dios a menos de que se dejen de cometer: la usura (16), el homosexualismo (17), la opresión de las viudas y de los huérfanos (18), y la retención de los salarios de los trabajadores. (19)
Vamos a concluir con una breve lectura de la carta que Monseñor Marcel Lefebvre envió al Papa Pablo VI (20), con el propósito de darnos valor para continuar fielmente la cruzada proclamada por Su Excelencia por la defensa de la fe y la misa tradicional en la Iglesia Católica:
“Santo Padre, dígnese manifestar vuestra voluntad para ver el Reino de Nuestro Señor Jesucristo extenderse en este mundo, restaurando la pública ley de la Iglesia, dando a la liturgia todo su valor dogmático y a su expresión jerárquica de acuerdo al rito romano latino consagrado por muchos siglos de uso; restaurando el honor de la Biblia Vulgata, dando una vez más a los catecismos el verdadero modelo de aquel del Concilio de Trento. Al tomar estos pasos, Vuestra Santidad, restauraréis el Sacerdocio Católico y el Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo sobre las personas, las familias, y las sociedades civiles.
Vos daréis su correcto concepto, como vuestros predecesores [antes del Concilio Vaticano Segundo] han hecho a aquellas falsas ideas, las cuales han venido a hacerse ídolos del hombre moderno: libertad, igualdad, fraternidad, y democracia. Que Vuestra Santidad deje al abandono los maliciosos juramentos tomados como compromisos con las ideas del hombre moderno, los cuales se han originado en acuerdos secretos entre las altos dignatarios de la Iglesia y aquellos de las logias de la Francmasonería desde antes del Concilio….El perseverar en esa dirección es procurar la destrucción de la Iglesia Católica.
Vuestra Santidad fácilmente comprenderá que nosotros no podemos colaborar en ese propósito tan peligroso, cosa que nosotros haríamos si llegáramos a cerrar nuestros seminarios.
Que el Espíritu Santo se digne dar a Vuestra Santidad la gracia del don de la fortaleza para que manifestéis por actos inequívocos de que Vos seréis verdadera y auténticamente el Sucesor de Pedro, proclamando que no hay salvación sino en Jesucristo y en su Mística Esposa, la santa Iglesia Católica y Romana.”
Vamos a encomendar estas palabras a Nuestra Señora bajo el patronazgo de la Medalla Milagrosa, aquella medalla que hace honor al Sagrado Corazón de Jesús a través del Corazón Doloroso e Inmaculado de María.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
_________________________
(1).- Apoc. 1, 6
(2).- Autobiografía de Santa Margarita María de Alacoque.
(3).- Mons. Lefebvre, Sermón de los 50 años de su sacerdocio, 23 septiembre 1979.
(4).- Coloss. 1, 15
(5).- Matt. 16, 16
(6).- Annum Sacrum, 25 mai 1899.
(7).- AETERNI PATRIS, 4 août 1879. [Algunos años más tarde, el Derecho Canónico de 1917, prescribió el canon C.589 requiriendo al menos cuatro años de formación sacerdotal instruido en las enseñanzas de St. Tomás; y el canon C.1366, 2 requiere que los profesores dedicados a la educación enseñen las doctrinas de acuerdo las los principios de Santo Tomás de Aquino]
(8).- Suppl. Q.40, a.2
(9).- Suppl. Q.40, a.1
(10).- Suppl. Q.37, a.5
(11).- Sacramentum Ordinis, Pius XII, Apostolic Constitution, 30 noviembre 1947.
(12).- 1 Mac. 2,50
(13).- Itinerario Espiritual, Prólogo, Mons. Lefebvre.
(14).- Sermón de Mons. Lefebvre, 29 junio 1976
(15).- Discurso del Card. Prevost. 16 noviembre 2023, Universidad Cat´øica de St. Toribio de Mogrovejo, Chiclayo Perú.
(16).- Exod. 22, 25
(17).- Lev. 20, 13; Rom 1, 26-28
(18).- Exod. 22, 22
(19).- Deut. 24,15
(20).- Carta de Mons. Lefebvre al Papa Paulo VI, 17 julio 1976.