jueves, 10 de marzo de 2016

VIDEO DE MARZO DEL ANTICRISTO FRANCISCO: PURO NATURALISMO






Por eso es catolicismo liberal, o mejor, catolicismo falso, gran parte del catolicismo que se usa hoy entre ciertas personas. No es Catolicismo, es mero naturalismo, es racionalismo puro, es paganismo con lenguaje y formas católicas.

 P. Sardá y Salvany, El Liberalismo es Pecado.


El naturalismo es el Anticristo. «El naturalismo es lo más opuesto que hay al cristianismo. En su esencial el cristianismo es completamente sobrenatural, o mejor, es lo sobrenatural mismo en sustancia y en acto. Dios es sobrehumanamente revelado y conocido, sobrenaturalmente amado y servido, sobrenaturalmente dado, poseído y gustado. Así es todo el dogma, toda la moral, todo el culto y todo el orden sacramental cristianos. Se supone ciertamente la naturaleza, y de manera indispensable, en la base de todo; pero esa naturaleza resulta por todas partes superada. El cristianismo es la elevación, el éxtasis, la deificación de la naturaleza creada» (VII,193).

«El naturalismo, hijo de la herejía, es mucho más que una herejía: es el puro anticristianismo. La herejía niega uno o varios dogmas, y que pueda haberlos. La herejía altera más o menos las revelaciones divinas, pero el naturalismo niega que Dios sea revelador. La herejía expulsa a Dios de tal o cual parte de su reino, pero el naturalismo lo elimina del mundo y de la creación» (ib.).

«A este Cristo, nuestro único Señor y Salvador, a este Cristo que es dos veces nuestro dueño, dueño porque hizo todo, dueño porque rescató todo, se lo intenta excluir del pensamiento y del alma de los hombres, proscribirlo de la vida pública y de las costumbres de los pueblos, para sustituir su reino por lo que llaman el puro reino de la razón o de la naturaleza… Tal es el signo de nuestra época, su nota característica, su error, su crimen y su mal» (VII,194).

El diablo es el padre del naturalismo. El Obispo de Poitiers denuncia con toda claridad que el inspirador principal del naturalismo es el diablo. Él fue el primero que se rebeló contra Dios, y es opinión frecuente entre los Padres que Lucifer no aceptó el misterio de la Encarnación del Verbo, y decidió negar su adoración a un hombre, Jesucristo, por divino que fuera, arrastrando en su rebelión a todos los demonios.

«Juzgándose herido en la dignidad de su condición nativa, se atrincheró en el derecho y en la exigencia del orden natural. No quiso adorar en un hombre la majestad divina, ni recibir en sí mismo un complemento de esplendor y de felicidad derivado de esa humanidad deificada. Al misterio de la encarnación, objetó la creación; al acto libre de Dios opuso su derecho personal; en fin, contra el estandarte de la gracia, levantó la bandera de la naturaleza. “No se mantuvo en la verdad” (Jn 8,44), en la verdad del Dios hecho carne, en la verdad de la gracia y la gloria que emanan de Cristo. Y “fue homicida desde el principio» (ib.), porque juró la muerte del Hombre-Dios desde que el Hombre-Dios le fue mostrado» (V,43). Por eso, cuando Cristo reprochó a los judíos que estaban maquinando su muerte, les dijo: «vosotros tenéis por padre al diablo, y queréis poner en ejecución los deseos de vuestro padre, que es homicida desde el principio» (Jn 8,44).

El naturalismo, pues, es obra del demonio, bajo cuyo influjo están todos los que lo propugnan: son hombres diabólicos; son, en palabras de Cristo, «hijos del diablo». En efecto, la antigua Serpiente, el Dragón infernal, arrojado del cielo con los ángeles que le siguen en su rebelión, según nos refiere el Apocalipsis, intentó hacer abortar a la Mujer de la había de nacer Cristo (Ap 12,4), y no habiendo conseguido matarlo en la cuna (Mt 2,13), ni vencerlo en la cruz, dejándolo para siempre en el sepulcro, al ver que se eleva glorioso hacia el trono celeste (Ap 12,5), «se enfureció el Dragón contra la Mujer [María, la Iglesia], y se fue a hacer la guerra contra el resto de su descendencia, contra los que guardan los preceptos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús» (12,17). El diablo pretende que toda la humanidad se una a su rebelión contra Cristo. Ésta es la substancia del naturalismo, aunque hemos de precisar más adelante, con el favor de Dios, que se da en formas muy diversas, más mitigadas o radicales. Pero ésa es siempre en el fondo su substancia:

«Todo el trabajo del infierno se traduce fatalmente en el odio a Cristo, en la negación del entero orden de la gracia y de la gloria. La herejía de los últimos tiempos es el naturalismo, y ha debido llamarse así porque el naturalismo es anticristiano por excelencia» (V,45). Reúne en sí todas las herejías posibles. Es anticristiano y diabólico.

P. José María Iraburu, Cardenal Pie, obispo de Poitiers – III el naturalismo anti-cristo

En tanto...
Mons. Fellay calla ante este y los demás escándalos de "nuestro querido Santo Padre" (Mons. Fellay dixit).
Sepa por qué.