sábado, 29 de agosto de 1987

CARTA DE MONS. LEFEBVRE A LOS FUTUROS CUATRO OBISPOS

 Adveniat Regnum tuum

Queridos amigos:

Puesto que la Sede de Pedro y los puestos de autoridad de Roma están ocu­pados por anticristos, la destrucción del Reinado de Nuestro Señor prosigue rápidamente dentro mismo de su Cuerpo Místico en esta tierra, especialmente por la corrupción de la Santa Misa, manifestación espléndida del triunfo de Nuestro Señor en la cruz: “Regnavit a ligno Deus”, y fuente de expansión de su Reino en las almas y en las sociedades.

Aparece así con evidencia la absoluta necesidad de la permanencia y conti­nuación del sacrificio adorable de Nuestro Señor para que “venga a nosotros su Reino”.

La corrupción de la Santa Misa ha provocado la corrupción del sacerdocio y la decadencia universal de la fe en la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

Dios ha suscitado la Fraternidad Sacerdotal San Pío para mantener y per­petuar su sacrificio glorioso y expiatorio en la Iglesia. Se ha escogido verdade­ros sacerdotes, instruidos y convencidos de estos misterios divinos. Dios me ha otorgado la gracia de preparar a estos levitas y conferirles la gracia sacerdotal, necesaria para la perseverancia del verdadero sacrificio, según la definición del Concilio de Trento.

Esto nos ha valido la persecución de la Roma anticristo. Puesto que esta Roma, modernista y liberal, prosigue su obra destructora del Reinado de Nuestro Señor, como lo prueban Asís y la confirmación de las tesis liberales del Vaticano II sobre la libertad religiosa, me veo obligado por la Divina Providencia a trans­mitir la gracia del episcopado católico que yo he recibido, con el fin de que la Iglesia y el sacerdocio católico sigan subsistiendo, para la gloria de Dios y la sal­vación de las almas.

Por eso, convencido de estar cumpliendo la santa voluntad de Nuestro Señor, les pido, por medio de esta carta, que acepten recibir la gracia del episcopado católico, como ya lo he conferido antes a otros sacerdotes en otras circunstan­cias.

Les conferiré esta gracia confiando en que la Sede de Pedro no tardará en ser ocupada por un sucesor de Pedro perfectamente católico, en cuyas manos podrán depositar la gracia de su episcopado para que la confirme.

El fin principal de esta transmisión es conferir la gracia del orden sacerdotal para continuar el verdadero sacrificio de la Santa Misa y para conferir la gracia del sacramento de la confirmación a los niños y fieles que se la pidan.

Les suplico que se mantengan aferrados a la Sede de Pedro, a la Iglesia Romana, Madre y Maestra de todas las Iglesias, en la fe católica íntegra, expre­sada en los símbolos de la fe, en el catecismo del Concilio de Trento, conforme a lo que se les enseñó en su seminario. Manténganse fieles en la transmisión de esta fe, para que venga el Reino de Nuestro Señor.

Finalmente, les suplico que se mantengan aferrados a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, que se mantengan profundamente unidos entre ustedes, sometidos al Superior General, en la fe católica de siempre, recordando estas palabras de San Pablo a los Gálatas (Gálatas, 1, 8-9): “Sed licet nos, aut ange­lus de coelo evangelizet vobis praeterquam quod evangelizavimus vobis, anathema sit. Sicut praediximus, et nunc iterum dico: Si quis evangelizaverit praeter id quod accepistis, anathema sit”.

Queridísimos amigos, sean mi consuelo en Cristo Jesús, manténganse firmes en la fe, en el verdadero sacrificio de la Misa y en el verdadero sacerdocio de Nuestro Señor, por el triunfo y la gloria de Jesús en el cielo y en la tierra, por la salvación de las almas y por la salvación de mi alma.

En los Corazones de Jesús y María los abrazo y los bendigo.

+ Marcel Lefebvre

en la fiesta de San Agustín, 29 de agosto[1] de 1987 Su Padre en Cristo Jesús

Versión tomada de “Monseñor Marcel Lefebvre, la biografía”, Mons. Bernard Tissier de Mallerais, Ediciones Río Reconquista, págs. 692-693.



[1] Carta elaborada mentalmente el 28 y escrita el 29.

Fuente: Syllabus