Papas Conciliares – III
La mente de los oficiales de Iglesia, ¿no funciona
más?
Puede ser que Dios no pueda evadir medidas extremas.
Lectores de estos
“Comentarios”, “Papas Conciliares I” y “II” de hace cuatro y seis semanas
atrás, pueden bien haberse llevado la impresión que los “Comentarios”
mantuvieron que el Papa Francisco “puede ser inculpable por su ignorancia de
sus blasfemias y herejías”, como un lector lo expresó. Esa es una impresión
equivocada. Mientras que el liberalismo universal de hoy en día puede excusar
“parcialmente” y “relativamente” la destrucción de la Iglesia Católica por los
Papas, ciertamente no la excusa completamente. La prueba de su culpabilidad de
ellos, al menos parcial, no es difícil de seguir.
La Iglesia Católica
pertenece a Dios. Él la fundó y Él la diseñó para funcionar con seres humanos
como Sus instrumentos de Él. Estos oficiales humanos de Su Iglesia, Él nunca va
a permitir que la destruyan completamente, pero tampoco va Él a arrebatar el
libre albedrío de ellos, esto con el resultado que cada uno de ellos puede
grandemente merecer o desmerecer según el modo en el cual él usa o abusa de su
oficio. Sin embargo, sobre ese uso o abuso depende la salvación de muchas otras
almas además de la propia. ¿Cómo entonces puede uno imaginar que Dios no
ofrezca a estos oficiales toda la gracia que necesitan para cumplir con sus
deberes oficiales para el bien de las almas? Si, entonces, los Papas
Conciliares, Cardenales y Obispos son verdaderamente oficiales designados de la
Iglesia, como lo parecen y como pocos que no sean sedevacantistas niegan, se
sigue que están recibiendo de Dios gracias suficientes para dirigir bien a la
Iglesia. Entonces, si en general la echan por tierra, deben estar rechazando
gracias de estado, gracias de su oficio. Y, si están rechazando la gracia de
Dios para el cumplimiento de su deber, no pueden ser totalmente inculpables.
Puede ser que no sean de culpar por el mundo de papilla alrededor de ellos,
pero la gracia de Dio s en última instancia dirigiría sus mentes fuera de la
papilla, si ellos quisieran. Ellos no quieren porque entonces tendrían que
afrontar ese mundo de papilla.
Imaginemos un ejemplo concreto que puede haber pasado muchas veces en la vida real en los 1970. Una pequeña abuela se las arregla para acercarse al Santo Padre. En un mar de lágrimas ella explica que su nieto era un buen chico cuando él entró al seminario (Conciliar), pero que allí él perdió no solamente su vocación sino también su fe y aún su virtud. Si, como es lo más probable, el Papa Conciliar ha confiado en los oficiales alrededor de él para deshacerse de ella, no es inocente, porque pequeñas abuelas pueden ser inconfundiblemente genuinas. Pero estos Papas prefieren su sueño Conciliar porque está en armonía con el mundo.
Y he aquí un ejemplo
real de Brasil, probablemente en los 1980. Juan Pablo II tenía una reunión con
obispos diocesanos para discutir el apostolado en sus diócesis. E n un momento
dado un joven obispo se levantó para decir que se saqueaba el rebaño en su
diócesis por el ecumenismo que favorecía la invasión de sectas Protestantes
provenientes de Estados Unidos, un desastre bien familiar desde hace muchos
años ya a través de toda Latinoamérica. El Papa escuchó el testimonio del
obispo, pero pocos minutos después ya estaba de vuelta promoviendo exactamente
el ecumenismo que el obispo acababa de denunciar. Afrontado a la realidad
católica, el Papa prefirió su sueño Conciliar. ¿Cómo puede él haber sido
completamente inocente?
Se seguiría que estos
Papas no son ni completamente inocentes ni completamente culpables de la
devastación actual de la Iglesia. ¿Cuánto son lo uno, cuánto son lo otro? Sólo
Dios sabe. Pero si un buen Papa fuera designado (¡ y protegido por Dios!) para
tamizar los oficiales de la Iglesia, limpiar a los malos y promover a los
buenos, él designaría un tribunal o inquisición – sí, inquisición – para forzar
a cada oficial a elegir abiertamente entre Verdad o papilla. ¿Sería una tarea
fácil? No, porque los mercaderes de papilla no tienen dificultad en pretender
que ellos aman la verdad y pueden fácilmente creérselo, ellos mismos, que no
tratan sino con la verdad. Son capaces de acomodar sus mentes para cualquier
cosa y para lo opuesto de cualquier cosa. Entonces, ¿qué se puede hacer? Un
Castigo para limpiar los establos de Augias.
Kyrie eleison.