PÁGINAS

sábado, 28 de febrero de 2015

COMENTARIO ELEISON Número CCCXCVIII (398).- 28 de febrero de 2015


Signo Alentador
Un obispo dijo, la Tradición debe dar testimonio.
Monseñor, por favor hágalo más Ud., sino el rebaño muere.
Luego que tres números de estos “Comentarios” han tratado de mostrar la nueva manera de pensar por la cual la Fraternidad San Pío X de Monseñor Lefebvre está envenenándose a muerte, presentemos un signo alentador que muestra que su Fraternidad no está todavía completamente muerta: citas de un sermón dado el 1ero de Enero de este año en Chicago por Monseñor Tissier de Mallerais, uno de los cuatro obispos consagrados para la FSPX en 1988. La gente a menudo pregunta porque se escucha hablar tan poco de él pues él es conocido por ser un hombre tímido pero honesto, con una fuerte fe, una clara mente y un gran conocimiento de, y amor por, el Arzobispo. Tal vez él ha amado la Fraternidad “no sabiamente, pero demasiado bien” de manera que él no ha visto o no ha querido ver a qué punto los Superiores actuales están desde hace largos años, lentamente pero seguramente, traicionando el combate por la Fe del Arzobispo. ¿Ha puesto él la unidad de la Fraternidad por arriba de la Fe de la Iglesia? Pero el mes pasado él dijo varias cosas que no se podían decir mejor.
Él citó al Arzobispo quien escribió en su Itinerario Espiritual (Cap.III, p. 40): “Es pues un deber estricto para todo sacerdote que quiere permanecer católico el separarse de esta Iglesia Conciliar, mientras ella no reencuentre la Tradición del Magisterio de la Iglesia y de la Fe católica. Luego, para enfatizar, Monseñor Tissier dijo “Permítanme que yo repita eso” y anunció de nuevo la cita.
A continuación él se refirió a las fuerzas del mal que ocupan la Iglesia. Así advirtió contra los “falsos amigos” que erróneamente mantienen que si la FSPX permanece “separada de la Iglesia visible”, ella se transformará en una secta. Él declaró, por el contrario, que “nosotros somos la Iglesia visible” y que “nosotros estamos en la Iglesia”.
Finalmente él advirtió contra los “falsos amigos” que pretenden que la FSPX está en una situación anormal porque no estamos “reconocidos por la Iglesia”, y él declaró que es la situación de Roma, no la nuestra, la que es anormal, que la Fraternidad no precisa “retornar” porque son estos Romanos los que tienen que retornar. “No necesitamos buscar que podemos hacer nosotros en Roma, sino más bien que testimonio nosotros podemos darle a la Iglesia toda siendo una luz en un candelero y no bajo un tonel”.
La línea del pensamiento de Monseñor Tissier, tal como ella es expresada en estas citas, es exactamente la del Arzobispo. Los cucúes modernistas ocupando hoy en día el nido del ruiseñor, es decir las estructuras de la verdadera Iglesia, pueden presentar la apariencia de ruiseñores, pero su canto, es decir su doctrina, doctrina, doctrina, los traiciona inmediatamente. En realidad no son más que cucúes sin ningún derecho a ocupar ese nido. El nido verdadero no hace su doctrina verdadera. Su falsa doctrina hace falsa su ocupación de ese nido. Ellos pueden ser visibles en ese nido pero, como su doctrina lo muestra, ellos no son verdaderos ruiseñores. Dondequiera que el remanente de los verdaderos ruiseñores esté visiblemente reunido en cualquier nido provisional, ellos están en la Iglesia, ellos son la verdadera Iglesia visible y su hermoso canto testimonia a quienquiera que tiene oídos para escuchar, que los cucúes son nada más que cucúes que han robado el nido católico que actualmente ellos ocupan.
¡Ay!, los Superiores actuales de la XSPX no tienen oído musical, no quieren distinguir el canto de los cucúes del de los ruiseñores, y así juzgan al Catolicismo por las apariencias del nido en lugar de por la realidad del canto. Lo que Monseñor Tissier dijo acá les debe haber desagradado enormemente. Sin ninguna duda, ellos habrán eje rcido una presion, hábilmente calculada, para asegurarse que él dé un paso atrás y vuelva a la línea, su línea de ellos. Y, por “obediencia”, él arriesga hacer exactamente eso. Debemos rezar por él.

Kyrie eleison.

SÁBADO MARIANO, NO OLVIDE REZAR EL ROSARIO.


Los dos últimos remedios que Dios da al mundo, son el Rosario y la devoción al Corazón Inmaculado de María. (Fátima)

ÚNASE A LOS CRUZADOS DEL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA AQUÍ.

jueves, 26 de febrero de 2015

ACERCA DE LA DEPOSICIÓN DEL PAPA EN JUAN DE SANTO TOMÁS - R.P. PIERRE MARIE DE AVRILLÉ Parte 1




Texto de Juan de Santo Tomás O.P., traducido (al francés) y anotado por el P. Pierre Marie O.P.

“Juan de Santo Tomás (1589-1644) es considerado a justo título como uno de los más grandes teólogos tomistas. Sus contemporáneos, con voz unánime, lo llaman un segundo Tomás, brillante estrella frente al Sol (Santo Tomás de Aquino); y siempre se le pone en compañía de Cayetano y de Báñez, a los lados del Ángel de la Escuela. Su doctrina no es otra que la del doctor angélico, profundamente comprendida y fielmente expresada[1]”.

Nació en Lisboa, hizo sus estudios en Coimbra, luego en Louvain antes de entrar con los dominicos en Madrid, a la edad de 23 años. Durante mucho tiempo fue profesor en Alcalá (la universidad de Madrid). El último año de su vida, fue confesor del rey Felipe IV (1605-1665, rey en 1621). No fue más que contrariado y por obediencia que aceptó esta dignidad, diciendo a sus hermanos en religión: “Mi vida está acabada, Padres míos, estoy muerto, orad por mí”.

“Su vida fue una viva reproducción de las virtudes del doctor angélico, del cual tomó su nombre, a fin de señalar su devoción por él. De hecho, él unió un trabajo intelectual gigantesco, un gran amor a la oración y un ardiente deseo de la perfección religiosa. Los estudiantes acudían a su curso atraídos por la profundidad y solidez de su doctrina[2]”.

Nosotros damos aquí la primera traducción en francés de los principales pasajes de su disertación sobre el tema: “si el papa puede ser depuesto por la Iglesia así como la misma lo elije, y en qué casos[3]”, que él realizó comentando la primera cuestión de la II-II de la Summa teológica de Santo Tomás de Aquino.

Se trata de una cuestión cuya actualidad no escapará a nuestros lectores. Ahora bien, el libro de Arnaldo Xavier da Silveira, La nueva misa de Paulo VI, ¿qué pensar de ella?[4], frecuentemente considerada como la referencia a la cuestión del “papa hereje”, no presenta esta opinión. Juan de Santo Tomás ni siquiera figura en la abundante bibliografía de la obra. De hecho, Xavier da Silveira, se une a la opinión de San Roberto Belarmino, siendo que el cardenal Journet dijo que los análisis de Cayetano y Juan de Santo Tomás sobre este punto, son más penetrantes que los del doctor jesuita.
Un siglo después de Juan de Santo Tomás, Billuart (1685-1737) calificó esta tesis de Cayetano y Juan de Santo Tomás como la “más común”[5]. A nosotros, ella nos parece sólidamente sostenida. Con el texto que publicamos aquí y los anexos que siguen, los lectores podrán juzgar de visu.

Los subtítulos y las notas son de la redacción.

Le Sel de la Terre.

martes, 24 de febrero de 2015

DOCTORA GLORIA POLO: RELATO DE LO QUE LE SUCEDIÓ ESTANDO MUERTA Y DE SU VIDA


Este impresionante video resulta muy adecuado para iniciar la Cuaresma. 

La Dra. Gloria Polo era una mujer mundana que, entre otras cosas, promovía el aborto y el libertinaje. Desde los 13 años vivió en pecado mortal hasta que un día un rayo la mató. Fue juzgada e iba al infierno, pero Dios le dio una segunda oportunidad. Ahora es un alma santa que cumple la misión de dar a conocer las grandes verdades que le fueron manifestadas por Dios estando muerta. 

Estos videos con conferencias de la Dra. Polo hacen un bien inmenso a las almas. Dios le ha dado a ella una gracia especial para eso. Se ruega difundir, especialmente entre los jóvenes.


lunes, 23 de febrero de 2015

DOMINICOS DE AVRILLÉ: EL GREC (GRUPO DE REFLEXIÓN ENTRE CATÓLICOS), UNA HISTORIA OCULTA, AHORA REVELADA - Parte 3 y final.




Los resultados del GREC

En 2010, cuando comenzaron las discusiones doctrinales en Roma, entre la Santa Sede y la Fraternidad San Pio X, el GREC cesó sus actividades, por lo menos las conferencias-debates[1]. Correos, conversaciones telefónicas, ¿continuaron para avanzar la “necesaria reconciliación”? Es muy posible. Cuando se comparte el mismo objetivo, no es de la noche a la mañana que se cortan las relaciones y las amistades entabladas en el paso de los años. Por otra parte, es muy peligroso mantener contactos con los herejes, y la herejía modernista es la más peligrosa a este respecto, pues ella no afirma claramente sus errores. Encontrándose frecuentemente, se termina por ligarse con amistad, relativizar lo que nos opone, ya no hablar de ello, hasta que se abandona el combate.  Cuántos sacerdotes de la Tradición cayeron por haber jugado este juego imprudente, con buenas intenciones al principio. Para un tal apostolado, es necesario hombres fuertes como lo fue Mons. Lefebvre. Habiendo conocido a la Roma de Pio XI y Pio XII, no se dejó impresionar por la Roma de Paulo VI o de Juan Pablo II. Incluso un obispo de la envergadura de Mons. Lefebvre estuvo a punto de caer en la trampa, firmando un protocolo de acuerdo el 5 de mayo de 1988. Pero se recobró heroicamente durante la noche y nos salvó.

Es tiempo de dar un balance de las actividades de esta agrupación entre 1998 y 2010.

El fracaso de las conferencias-debates.

Es impresionante ver, leyendo la obra del P. Lelong, que después de doce años de discusiones, no hubo cambio del lado de los “conciliares”, sabiendo todas las tendencias que existen en aquellos que reivindican el Vaticano II: “cada uno mantuvo sus posiciones[2]”.
Dom de Lesquen todavía está persuadido de que las consagraciones episcopales de 1988 fueron “un acto cismático”, pudiendo conducir a un “cisma real” (pág. 13).
El P. Lelong es tan entusiasta por el último concilio, que consagró un capítulo entero de la obra a defenderlo sin ninguna reserva (Cap. IV, págs. 71-87).
Incluso los prejuicios más groseros respecto a los tradicionalistas se mantuvieron intactos. Así, relatando una entrevista de marzo de 2003 con el Cardenal Castrillón Hoyos, el P. Lelong escribe:
Observamos que, en nuestro país, las incomprensiones y tensiones entre el episcopado y la FSSPX, tenían frecuentemente motivaciones políticas, mucho más que razones verdaderamente teológicas. Esta observación me pareció muy justa pues, en los años 70, frecuentemente escuché de los obispos franceses reprochar a los católicos apegados a la misa en latín el ser de “extrema derecha” (págs. 44-45).
Estar allí después de doce años de reuniones, discusiones, conferencias-debates, tiene algo de desesperante.
El P. Lelong replicará que la finalidad del GREC no era arreglar la cuestión doctrinal, cosa que solo puede hacer la autoridad. Cierto, pero sin tener la pretensión de resolver los problemas actuales con toda la técnica de los teólogos, es difícil comprender que los sacerdotes, obispos, hablando de doctrina durante doce años, no hayan avanzado ni un paso. Y ¿cómo explicar que las discusiones que tuvieron lugar en 2010 y 2011 entre los teólogos romanos y los de la FSSPX, dirigidos notablemente por éstos últimos, resultaran en el mismo fracaso?
¿De dónde viene la imposibilidad de discutir sobre la crisis en la Iglesia?
La primera causa, en el clero actual es, de manera general, una concepción subjetiva y evolutiva de la verdad, proveniente de una formación filosófica falseada.
Cuando ya no se busca la verdad, no queda más que el “diálogo”, para encontrar un modo de vivir juntos sin hacerse la guerra, llegar a cierta unidad respetuosa de nuestras divergencias. La palabra diálogo vuelve sin cesar en toda la obra:
Cuando estamos en amistad, dice el P. Lelong, pienso frecuentemente en Gilbert Pérol que, al participar activamente en el diálogo islámico-cristiano, tuvo la idea de este diálogo entre católicos (pág. 27).
Desde el Vaticano II, se habla mucho en la Iglesia del diálogo con los protestantes, los judíos, los musulmanes, el Dalai Lama, y también con los ateos. Con los que no había diálogo, eran los fieles apegados a la misa de San Pio V, etiquetados como integristas (pág. 60)[3].
La finalidad misma del coloquio parece lograda: los católicos franceses, de sensibilidades diversas e incluso opuestas, han aceptado libremente el comprometerse con un diálogo que no prejuzga en nada una total reconciliación –dominio reservado a los superiores competentes- pero que abre la posibilidad, cuando llegue el día, que las instancias del diálogo se encuentren ante compañeros capaces de comprensión y respeto mutuo, ya no acantonados en oposiciones radicales[4].
En su obra magistral Iota Unum, Romano Amerio dedica todo un capítulo al diálogo (capítulo XVI)[5]:
Este término es totalmente desconocido e inusitado en la doctrina antes del concilio Vaticano II (pág. 296). (…) El diálogo, dicen ahora, no tiene como finalidad la refutación del error ni la conversión del interlocutor[6].
El papa Benedicto XVI, en su último discurso de Navidad a la Curia, antes de su lamentable dimisión, dijo claramente cuál es la concepción del diálogo para la iglesia conciliar:
-El diálogo no tiene como finalidad la conversión sino la comprensión. En esto se distingue de la Evangelización, de la misión.
-En este diálogo, las dos partes permanecen conscientemente en el interior de su identidad, que no cuestionan ni para ellas mismas ni para los otros[7].
El GREC se sitúa resueltamente en esta perspectiva. El P. Lelong, hablando de la fundación de este grupo de reflexión, escribe:
Quedaba por precisar la mejor manera de realizar este hermoso proyecto, asociando a él a católicos pertenecientes a corrientes de pensamiento muy diversas pero que comparten nuestra preocupación de contribuir a la unidad de la Iglesia en el respeto de las legítimas diversidades (pág. 25).
¿Hasta dónde es legítima la diversidad? El P. Lelong da la solución:
Después del motu proprio del Santo Padre de julio de 2007, se puede esperar que el antiguo y el nuevo rito no solamente van a cohabitar, sino a enriquecerse mutuamente, como lo desea Benedicto XVI (pág. 82).
Es necesario que la FSSPX comprenda que, si ella tiene mucho que aportar a la Iglesia de Roma, ella también tiene mucho que recibir. Por lo tanto es necesario que ella cese de rechazar en bloque el Vaticano II y que ella acepte sus grandes orientaciones interpretándolas como lo propone hoy el Santo Padre (pág. 85).
El P. Barthe piensa que esta cohabitación de los contrarios puede hacer regresar poco a poco las autoridades de la Iglesia a la Tradición:
Igualmente que, desde el punto de vista litúrgico, el motu proprio dice: la misa tradicional jamás fue abolida, llegaremos a una situación en donde se dirá: la doctrina anterior al Concilio, sobre los puntos controvertidos, jamás fue abolida. Se puede seguir la “doctrina extraordinaria”. Y así como la liturgia extraordinaria atrae hacia ella la liturgia ordinaria, así se puede desear que la “doctrina extraordinaria” atraerá a la “doctrina ordinaria” (pág. 121).
Queremos gritar ¡sufficit!

¿Cuál es la parte respectiva de las presiones romanas y del GREC en la evolución del pensamiento de Mons. Fellay? Es difícil de decir. Ambos tuvieron ciertamente su influencia. En todo caso, el espíritu del GREC se encuentra perfectamente en la Declaración Doctrinal de Monseñor Fellay enviada al Cardenal Levada el 15 de abril de 2012 para comprometer a todos los católicos fieles (que lo ignoraban) en un acuerdo práctico con la Roma conciliar:

"La completa Tradición de la fe católica debe ser el criterio y la guía para la comprensión de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, el cual a su vez, ilumina -es decir profundiza y explica ulteriormente- ciertos aspectos de la vida y de la doctrina de la Iglesia, implícitamente presentes en ella, y aún no formulados conceptualmente" (n° 4).
"Nosotros declaramos reconocer la validez del sacrificio de la Misa y de los Sacramentos celebrados con la intención de hacer lo que hace la Iglesia según los ritos indicados en las ediciones típicas del Misal romano y de los Rituales de los Sacramentos legítimamente promulgados por los papas Paulo VI y Juan Pablo II" (n° 7).
Esta Declaración Doctrinal jamás fue retractada por Monseñor Fellay. Fue simplemente “retirada” con motivo de que “desgraciadamente, en el contexto actual de la Fraternidad, ella no pasará[8]”.

Monseñor Fellay debería saber que el compromiso con el error jamás hará la unidad.
Para la Iglesia, el primer principio de unidad es la fe:
Jesús quiso que la unidad de la fe existiese en su Iglesia; pues la fe es el primero de todos los vínculos que unen al hombre con Dios, y a ella es a la que debemos el nombre de fieles. (…) La Iglesia nada ha deseado con tanto ardor ni procurado con tanto esfuerzo cómo conservar del modo más perfecto la integridad de la fe[9].
Un “diálogo”, donde una parte de los interlocutores no busca la verdad sino al contrario, una unión fuera de la enseñanza infalible de la Iglesia, no puede ser más que un fracaso. Y quien pierde es la Iglesia y la Fe.

En estas condiciones, se comprende que después de doce años de discusiones -a veces mensuales- los interlocutores conciliares de los representantes oficiosos de la Fraternidad, permanecieron en sus posiciones.

Una diplomacia peligrosa, y una fragilización de la Tradición.

Si el GREC se limitó a las discusiones que no obtuvieron resultados, podremos decir con mucha razón que se perdió el tiempo, y que la hora de la restauración de la Iglesia no ha llegado.

Pero poner en movimiento a todas las autoridades de la Iglesia haciéndoles pensar que la FSSPX desea una regularización canónica y estar en plena comunión con la Santa Sede, ¿hay algo más peligroso en una hora en que la iglesia conciliar continúa su caída en la apostasía?

Esto fue completamente opuesto a las resoluciones que la misma Fraternidad tomó en su capítulo general de 2006:
Los contactos que la Fraternidad mantiene episódicamente con las autoridades romanas, tienen como único objeto ayudarlas a recuperar la Tradición que la Iglesia no puede renegar sin perder su identidad, y no la búsqueda de una ventaja para ella misma, o de llegar a un imposible “acuerdo” puramente práctico. El día en que la Tradición recupere todos sus derechos, el problema de la reconciliación no tendrá razón de ser y la Iglesia encontrará una nueva juventud[10]”. 
Esta firme resolución debió, normalmente, detener las tratativas diplomáticas del GREC a partir del 2006. No lo hizo.

Entonces, mientras que en el mundo entero la Tradición continuaba viviendo y desarrollándose en la paz, creyéndose protegida por las decisiones de las más altas instancias de la Fraternidad, un grupo informal compuesto de personalidades tradicionalistas y conciliares, continuaba discretamente a preparar la vía a un acuerdo práctico con “la Roma de tendencia neo-modernista y neo-protestante[11]”.

El resultado es la Tradición ha estado al borde de la catástrofe en junio de 2012: el levantamiento de las “excomuniones” en 2009, que puso en marcha “un proceso inevitable de acercamiento en vista de acuerdos entre la Santa Sede y la FSSPX”, como lo predijeron los animadores del GREC en su carta al papa[12]. Mons. Tissier de Mallerais comentará:
Tengamos confianza en la Santísima Virgen que nos ha preservado de un muy mal paso, es verdad. Este año, Ella nos preservó de este mal paso, Ella no quiso esta historia de los acuerdos: a saber, que fuéramos a Roma a someternos a las autoridades conciliares. Ciertamente que ellos son la autoridad en la Iglesia, el papa es papa, sucesor de Pedro, pero también es el representante de este sistema de Iglesia que cubre la Iglesia, que paraliza la Iglesia, que envenena la Iglesia, es lo que llamamos la iglesia conciliar por comodidad de lenguaje. No es otra Iglesia, es otro tipo de Iglesia, es una nueva religión que ha penetrado en la Iglesia católica, sostenida por el papa y toda la jerarquía, todos los obispos, salvo excepciones rarísimas.
¿Cómo quieren, queridos fieles, que nos sometamos a tal jerarquía? Hubiera sido imposible colaborar, hubiera sido una colaboración de pacotilla, una mentira. Jamás hubiéramos colaborado y hubiéramos sido perseguidos sin cesar, amenazados por los obispos y por Roma. ¿Cómo quieren sobrevivir bajo tales condiciones?[13]
Sin embargo, la Tradición terminó debilitada.

Es difícil decir qué parte exacta tuvo el GREC en la evolución de la Tradición desde 1998. En todo caso, no podemos dejar de relacionar los llamados reiterados de esta agrupación a cesar los ataques contra Roma, y el hecho -constatado por todos- de la pérdida del espíritu de combate de la Tradición. Por lo menos de manera general. El ejemplo emblemático es el boletín de DICI, órgano oficial de la Casa General de la Fraternidad. Dirigido por el P. Lorans, uno de los principales animadores del GREC, DICI se aplica en mostrar siempre lo que es menos malo en el papa y se calla los escándalos que hacen perder la fe. Las quejas y reclamaciones continuas a Monseñor Fellay, provenientes de las autoridades de la Fraternidad, sacerdotes, fieles, jamás han tenido efecto alguno. Tal pertinacia nos da la evidencia de un cambio de orientación.
En la conferencia citada más arriba, Mons. Tissier lanzó la señal de alarma:
Mons. Lefebvre transmitió lo que recibió. Toda la herencia del P. Le Floch[14], del Seminario, toda su experiencia, las transmitió en la Fraternidad, y esto seguirá con la condición de que continuemos con el mismo espíritu de combate. No se trata de bajar las armas en plena batalla; no iremos a buscar un armisticio cuando la guerra está en su peor momento, con Asís III o IV, con la beatificación de un falso beato –el papa Juan Pablo II- una cosa falsa, una falsa beatificación y la exigencia recordada sin cesar por Benedicto XVI de aceptar el concilio y las reformas, y el magisterio posterior del concilio.
La voz de Mons. Tissier, eco de la de Mons. Lefebvre, parece haberse perdido en el desierto. No pensemos que sin consecuencias.

Las primeras generaciones construyeron la Tradición a punta de espada. Las nuevas generaciones recibieron todo sin tener que combatir: capillas, escuelas, seminarios, casas religiosas, etc. Están dormidas en un confort burgués. Como recién lo escribió un editorialista:
La inmensa mayoría de los fieles de nuestras capillas no se forman, no leen, no se preocupan más que episódicamente del provenir de su familia y de sus hijos. La asistencia a misa -a la cual llegan tarde muy frecuentemente- constituye para ellos el máximo que pueden consentir para su salvación. Algunos agregan el rezo del Rosario diario, los más fervorosos el Rosario completo. Algunos liberarán su consciencia firmando una petición o arriesgándose en alguna “manifestación”, pero es todo. No les hable de un trabajo de fondo, del estudio –por ejemplo- de la masonería y su papel en el estado actual de una sociedad que se descristianiza. Evoque con ellos las raíces de la descomposición de la Iglesia convertida en conciliar, o de la crisis que afecta gravemente a la Tradición ahora mismo, y les importa muy poco, los tiene sin cuidado.
Habría que agregar la inmodestia en el vestir cada vez mayor en numerosas capillas, la disminución de fieles que asisten a los ejercicios espirituales, y, como consecuencia, la insuficiencia del número de vocaciones, etc.

Hay por supuesto, felices y edificantes excepciones, pero no numerosas para dar un soplo de fervor al conjunto.

A la hora que escribimos este artículo, no sabemos si un acuerdo práctico de la FSSPX con la Roma modernista se hará en un futuro más o menos próximo. Pero el simple hecho de ya no denunciar los escándalos de Roma, o de hacerlo tímidamente y bajo la presión de los fieles y de sacerdotes inquietos, evitando atacar nominalmente al papa, hace que la Fraternidad se parezca cada vez más a las comunidades Ecclesia Dei que han abandonado el combate de la fe. Cuando el espíritu de estas comunidades se adquiera plenamente, un acuerdo práctico con la Roma actual no planteará ningún problema a nadie. La nueva orientación de la Casa general de la Fraternidad habrá destruido la obra de Mons. Lefebvre. El enemigo habrá vencido.

La Providencia, ¿suscitará un pequeño resto para continuar el combate y salvar lo que puede ser salvado?

Fin.



[1] Es lo que la señora Pérol afirmó en su entrevista en Radio Courtoisie (13 de abril de 2012)
[2] P. Lelong, entrevista sobre el GREC en Radio Courtoisie.
[3] Intervención de la señora Huguette Pérol durante la conferencia-debate del 26 de abril de 2007.
[4] Carta del P. de la Brosse O.P. al Cardenal Castrillón Hoyos, del 6 de enero de 2004.
[5] Romano Amerio, Iota Unum, París, NEL, 1987, pág. 301.
[6] Esto lo dice La instrucción para el diálogo, publicada el 28 de agosto de 1968 por el Secretariado para los no-creyentes (Nota 7, pág. 301, del libro Iota Unum).
[7] Benedicto XVI, Discurso a la Curia, 21 de diciembre de 2012, La Documentation Catholique, 20 de enero de 2013, n° 2504, pág. 55.
[8] Carta de Mons. Fellay al papa Benedicto XVI, de fecha 17 de junio de 2012.
[9] León XIII, encíclica Satis Cognitum del 29 de junio de 1896.
[10] El capítulo general retomó aquí los términos de la carta de Mons. Lefebvre al papa Juan Pablo II, del 2 de junio de 1988.
[11] Mons. Lefebvre, Declaración del 21 de noviembre de 1974.
[12] Carta del 20 de octubre de 2008, citada más arriba.
[13] Mons. Tissier de Mallerais, Conferencia en Gastines, 16 de septiembre de 2012.
[14] El P. Le Floch fue el director del Seminario Francés de Roma donde Mons. Lefebvre realizó sus estudios sacerdotales y donde se nutrió de la enseñanza de los papas, especialmente contra los errores modernos.

domingo, 22 de febrero de 2015

R.P. TRINCADO - SERMÓN EN EL DOMINGO I DE CUARESMA


LA CUARESMA ES UN LLAMADO AL AMOR




El miércoles de Ceniza comienza la Cuaresma, que es, según enseña el Catecismo de San Pío X, un tiempo de ayuno y penitencia instituido en la Iglesia por tradición apostólica. Que sea de tradición apostólica significa que es algo dispuesto por los Apóstoles.

Hace penitencia el que ofrece actos penosos (desagradables) a Dios en reparación de sus pecados (Royo Marín, Teol. Mor.). Como todos somos pecadores, todos estamos obligados a hacer penitencia, especialmente en el tiempo de Cuaresma. “Convertíos, y haced penitencia por todas vuestras iniquidades… deshaceos de todas vuestras transgresiones… renovad vuestro corazón y vuestro espíritu”“convertíos a Mí de todo corazón, con ayuno, llanto y lamento”, dicen los Profetas (Ez 18, 30-31; Jl 2, 12). 

Y Nuestro Señor dice: "Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Pero estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que dan con ella" "Si no hacéis penitencia, todos igualmente pereceréis” (Mt 7, 13-14; Lc 13, 5). 

De lo que se trata, entonces, es de detestar de corazón el pecado, de convertirse de verdad a Dios, pues el odio al pecado no es sino la otra cara del amor a Dios. La penitencia hecha sin esa intención de conversión, sin ese amor, sería más bien externa, sería mentirosa, hipócrita, farisaica. Para esta conversión profunda, Dios nos da gracias especiales en cada Cuaresma.
Enseña el catecismo que la Cuaresma ha sido instituida, 1° para darnos a entender la obligación que tenemos de hacer penitencia todo el tiempo de nuestra vida, de la cual la Cuaresma es figura, según los Santos Padres; 2° para imitar de algún modo el riguroso ayuno de cuarenta días que Jesucristo practicó en el desierto (del cual nos habla el Evangelio de hoy; ayuno total de comida, no parcial como el que practica la Iglesia); 3° para prepararnos por medio de la penitencia a celebrar santamente la Pascua.
El primer día de Cuaresma es el llamado Miércoles de Ceniza, porque ese día la Iglesia impone la sagrada Ceniza con el fin de recordarnos que somos compuestos de polvo y a polvo quedaremos reducidos con la muerte, y así nos humillemos y hagamos penitencia de nuestros pecados, mientras tenemos tiempo. Las disposiciones con que debemos recibir la sagrada Ceniza son dos: 1ª, un corazón contrito y humillado , la santa resolución de pasar la Cuaresma en obras de penitencia.

Agrega el el catecismo que para vivir la Cuaresma según la intención de la Iglesia debemos hacer cuatro cosas:  guardar exactamente los ayunos, la abstinencia y mortificarnos no sólo en las cosas ilícitas y peligrosas, sino también en cuanto podamos en las lícitas, como sería moderándonos en las recreaciones; 2ª hacer oración y limosnas, y otras obras de piedad con el prójimo más que de ordinario, 3ª oír la palabra de Dios, no por costumbre o curiosidad, sino con deseo de poner en práctica las verdades que se oyen;  preparar con cuidado las confesiones para hacer más meritorio el ayuno y disponernos mejor a la comunión pascual.

Unos comentarios acerca de lo primero y de lo segundo: guardar los ayunos, la abstinencia y mortificarnos. El ayuno cuaresmal obligatorio ha quedado reducido, por obra de la Jerarquía modernista, al Miércoles de Ceniza y al Viernes Santo, que además son días de abstinencia; pero el que quiera vivir como verdadero católico y santificarse, deberá hacer mucho más que eso. Dice el catecismo que debemos mortificarnos no sólo en las cosas ilícitas y peligrosas, sino también en cuanto podamos en las lícitas, como sería moderándonos en las recreaciones. Por ejemplo: ver menos películas y tener más cuidado con la selección de éstas. Lo mismo con la música. Los católicos no deben ver televisión abierta (gran arma del demonio). Jugar menos, no asistir a fiestas ni a restaurantes ni a espectáculos, tener conversaciones más serias, etc. Además del ayuno, nos podemos mortificar soportando algo de frío o de calor, privándonos de las comidas que más nos agradan o usando menos azúcar o menos sal; tomando menos alcohol, suprimiendo o disminuyendo determinadas comodidades, y mil etcéteras. En la vida cotidiana hay muchísimas ocasiones de mortificación, pero la mortificación suele no ser parte de la vida de los tradicionalistas, que en esto suelen ser iguales a los liberales y modernistas. 

En cuanto a lo segundo: hacer oración y limosnas, y otras obras de piedad con el prójimo más que de ordinario: el que reza una corona del Rosario, rece dos; el que reza dos, rece los 15 misterios; rezar el Vía Crucis, leer la Biblia, leer libros piadosos… Y tengan muy en cuenta que el ayuno da fuerza a la oración. Esto es tan importante como olvidado y poco enseñado. Las limosnas y las obras de piedad tampoco suelen ser parte de la vida de los tradicionalistas, y en eso también suelen ser iguales a los liberales y modernistas, y muchas veces peores. Vean, entonces, el modo de dar más limosnas, de visitar asilos de ancianos o de huérfanos, visitar enfermos, presos, pobres. Visitarlos para servirles por amor a Cristo que está en los crucificados, en los sufrientes. Todo esto debe ser parte de la vida cotidiana del verdadero cristiano e intensificarse en la Cuaresma. Además, estas cosas son de gran importancia para combatir esa tendencia farisaica, típica de los tradicionalistas. Padres y madres: pongan a sus hijos en contacto con la miseria para que aprendan a ser misericordiosos. A veces hay que sacarlos de las burbujas protectoras, de lo contrario serán católicos altaneros, indolentes y egoístas. Serán fariseos. Por amor, Cristo descendió hasta los miserables. Nosotros debemos hacer lo mismo. No basta con rezar por los prójimos: el verdadero amor no se detiene ahí y el que se conforma con eso, en realidad no ama. Cuando Dios le preguntó por Abel, Caín respondió: ¿acaso soy el guardián de mi hermano? Caín es el padre de los egoístas e individualistas faltos de caridad fraterna.
Termino con una cita de la niña Jacinta Marto, una de las niñas videntes de Fátima. Ella contó que en una de las apariciones la Virgen había dicho: “Orad, orad mucho y haced sacrificios por los pecadores… muchas almas van al infierno porque no hay quién ore y se sacrifique por ellas...”… Los pecados que más llevan almas al infierno son los pecados de la carne… Los pecados del mundo son muy grandes. Si los hombres supieran qué es la Eternidad, harían todo por cambiar de vida. Los hombres se pierden porque no piensan en la muerte de Jesús y no hacen penitencia”. Y se lee en el relato del Tercer Secreto de Fátima lo siguiente: hemos visto al lado de Nuestra Señora a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda… el Ángel, señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Pero, con voz igualmente fuerte, los hombres -también católicos, también tradicionalistas- responden: “¡libertad, placer, comodidad!”

Estimados fieles: la Cuaresma es un llamado al Amor, a entregarnos al Amor, a abrir el corazón a Dios, el Amor. Que por la intercesión de nuestra Madre, Dios nos conceda una Cuaresma santa, esto es, vivida en espíritu de profunda conversión a Cristo mediante el arrepentimiento, ayuno, la mortificación, la oración y las obras de misericordia. 

Ave María Purísima
Sin pecado original concebida

sábado, 21 de febrero de 2015

COMENTARIO ELEISON Número CCCXCVII (397).- 21 de febrero de 2015


El Pensar de la Neo-Fraternidad – III
¿Quiere la Fraternidad la Roma Conciliar?
Si no, ¡despierten! Pronto será su hogar.
Habiendo estos “Comentarios” declarado (395) que el Primer Asistente de la Neo-fraternidad carece de doctrina y (396) que esa carencia de doctrina es un problema tan amplio como la amplitud misma puede serlo, a saber la totalidad de la modernidad contra la totalidad de la Verdad, queda ahora por mostrar como este problema universal se manifiesta en una serie de errores particulares en la entrevista que el Padre Pfluger dio en Alemania hacia finales del año pasado. Para abreviar tendremos que hacer uso del resumen de su pensar (no esencialmente inexacto) dado aquí hace dos semanas, y del cual las proposiciones están en bastardilla:—
La Iglesia Católica es mucho más amplia que solamente el movimiento Tradicional.
Sí, pero la doctrina del movimiento Tradicional no es ni más ni menos amplia que la doctrina de la Iglesia Católica, siendo idéntica a ella, y esa doctrina es el corazón y el alma del movimiento Tradicional.

SÁBADO MARIANO, NO OLVIDE REZAR EL ROSARIO.


Dadme un ejército que rece el Rosario y lograré con el conquistar el mundo. El Rosario es de todas las oraciones, la más bella, la más rica en gracias y la que más complace a la Santísima Virgen. Si deseáis paz en vuestros corazones y en vuestros hogares, rezad diariamente el Santo Rosario. San Pio X.


La Virgen del Rosario no ha acabado de conseguir victorias. Para ello, Nuestra Señora espera de nuestra parte, un fervor redoblado, una confianza más filial, un valor intachable” (P. Calmel).

viernes, 20 de febrero de 2015

DOMINICOS DE AVRILLÉ: EL GREC (GRUPO DE REFLEXIÓN ENTRE CATÓLICOS), UNA HISTORIA OCULTA, AHORA REVELADA - Parte 2

El método del GREC





Conferencias-debates y gestiones ante las autoridades.

Para hacer avanzar la “necesaria reconciliación”, el GREC trabajó en dos direcciones:

-La organización de conferencias-debates sobre los puntos controvertidos;
-Las gestiones ante las autoridades.

Todo se hace bajo una gran discreción: “Nosotros permanecíamos discretos. Pero no queríamos ser secretos” (pág. 29). Se puede comprender que, para este asunto, era mejor apartar a los periodistas y evitar los debates en internet.

Es cuando menos sorprendente que ninguna alusión a estos encuentros se haya hecho en el curso de los cuatro simposios de París sobre el concilio Vaticano II, que se llevaron a cabo del 2002 al 2005, reuniendo a sacerdotes de la Tradición del mundo entero. Estos simposios, completamente públicos, se realizaron bajo el patronato de Mons. Fellay. Mientras que las sesiones de trabajo ponían bajo la luz la nocividad de los textos del concilio, las reuniones “discretas” y desconocidas de los participantes en los simposios se llevaban a cabo en la misma ciudad, relativizando los errores del Vaticano II y buscando abrir la vía de un reconocimiento canónico de la Fraternidad.

Nos asombramos también de que, durante doce años de conferencias y de gestiones ante las autoridades de la iglesia conciliar, los superiores de las comunidades religiosas que trabajan con la Fraternidad San Pio X, hayan sido marginados y no hayan sido informados de lo que se hacía, dado lo que estaba en juego.

La obra del P. Lelong no tuvo ningún eco en los órganos oficiales de la FSSPX, ni siquiera para condenar o matizar las declaraciones del autor. Hace ya casi tres años que apareció esta obra. Podemos suponer que las personas mencionadas en este libro no tienen nada que decir al respecto.

Pero veamos cómo se desarrollan los trabajos del GREC.

Las conferencias-debates.

Durante doce años, numerosas conferencias-debates fueron organizadas sobre temas mayores: “El ecumenismo, riesgo de apostasía o futuro de la Iglesia”; “El diálogo interreligioso, peligro o esperanza”; “¿Qué camino para la Iglesia?: proposiciones concretas para salir de una crisis” (pág. 59); “¿Es necesario revisar y/o interpretar ciertos pasajes del concilio Vaticano II?” (pág. 64), etc.

Procuraremos ver, un poco más adelante, por qué estas conferencias resultaron en fracaso total.

Notemos por el momento una observación inquietante, de la cual dejamos su responsabilidad a su autor. Hablando de la conferencia-debate del 21 de enero de 2008 entre el P. Morerord O.P. y el P. Grégoire Célier (FSSPX) sobre el tema “Vaticano II y los otros concilio ecuménicos: revisar y/o interpretar ciertos pasajes del concilio Vaticano II”, el P. Lelong anota:
Escuchando sus exposiciones, se pudo constatar que entre los dos teólogos, las convergencias doctrinales y espirituales eran mucho más numerosas y profundas que las divergencias existentes entre sus puntos de vista respectivos (pág. 64).
¿Hubiera habido la misma convergencia si Mons. Lefebvre se hubiera encontrado frente al P. Morerod, religioso completamente partidario del modernismo de Roma?

Una impresionante actividad diplomática.

De forma paralela a estas discusiones, tuvo lugar una impresionante actividad diplomática: obispos, nuncios, Secretario de Estado, Comisión Ecclesia Dei, eran tenidos al corriente de las actividades del GREC. A partir de la elección de Benedicto XVI, fue el papa en persona. De acuerdo al P. Lelong, la ascensión de Ratzinger al pontificado “fue recibida por los animadores del GREC con una muy grande alegría y mucha esperanza, esperanza que no será decepcionada sino colmada plenamente” (pág. 48).

Nadaban en plena utopía. Enviamos a nuestros lectores al estudio magistral de Mons. Tissier de Mallerais sobre La extraña teología de Benedicto XVI[i], así como al primer balance de su pontificado, publicado (con fotografías) por Le sel de la terre 84. En todo caso, esta confesión del P. Lelong es muy revelador del espíritu que reinaba en el GREC, sobre todo bajo Benedicto XVI.

Para entrar un poco más en detalles, es en dos direcciones que la acción diplomática del GREC se orientó principalmente: el Papa y Mons. Fellay.

+Intervenciones del GREC ante la Santa Sede

Desde 1998, el P. Lelong había escrito al Cardenal Sodano, Secretario de Estado, para informarle de la iniciativa del GREC, y sugerirle a la Santa Sede el levantamiento de la “excomunión” de los obispos de la Fraternidad con ocasión del jubileo del año 2000. Es necesario citar por lo menos un extracto de esta carta, para ver en qué espíritu se desarrollaron estas tratativas. Para el P. Lelong, eje motor del GREC, la finalidad era hacer aceptar el concilio Vaticano II por los tradicionalistas:
Yo estoy profundamente apegado a las enseñanzas del concilio Vaticano II, y me esfuerzo para hacérselo comprender a nuestros hermanos católicos que han seguido a Mons. Lefebvre y sus sucesores. Con algunos amigos, hemos constituido en París un grupo de trabajo que se esfuerza para preparar el día en que todos los tradicionalistas podrán reencontrar su lugar en la Iglesia, en la obediencia al Santo Padre y bajo la autoridad de nuestros obispos. […] Es en este espíritu, en una total fidelidad al Soberano Pontífice y a las enseñanzas del concilio Vaticano II, que en nombre de numerosos católicos franceses, me permito pedirle, Señor Cardenal, si, en un gesto de caridad hacia nuestros hermanos, el Santo Padre pudiera levantar la excomunión que fue pronunciada en contra de los obispos consagrados irregularmente por Mons. Lefebvre (pág. 42-43).
¿Esta carta fue iniciativa del P. Lelong o tuvo el acuerdo de los representantes oficiosos de la Tradición en el seno del GREC? La obra no lo dice. En todo caso, el cardenal Sodano habiendo pedido “signos de arrepentimiento” (pág. 44) a las autoridades de la Fraternidad, las tratativas no tuvieron éxito. En cuanto al levantamiento de las “excomuniones”, las cosas permanecieron así bajo el pontificado de Juan Pablo II.

Sin embargo, a partir de la peregrinación de la FSSPX a Roma por el jubileo del año 2000, comenzaron a haber contactos frecuentes entre Mons. Fellay y el Cardenal Castrillón Hoyos, entonces presidente de la comisión Ecclesia Dei. El P. Lelong no dice una palabra al respecto.

Sabemos que los sacerdotes de Campos (Brasil), invitados por la casa general de la Fraternidad a unirse a estas negociaciones, no resistieron a la seducción romana. Fue un acuerdo lamentable, victoria para el cardenal Castrillón y pérdida para el combate de la fe: Mons. Rifan concelebra ahora la nueva misa con fervor[ii].

El pontificado de Benedicto XVI que manifiestamente aportó una gran esperanza a los miembros del GREC, sobre todo después del motu proprio sobre la misa tradicional, fue la ocasión de nuevas tratativas, esta vez ante el mismo papa. El 9 de julio de 2008, “los animadores del GREC” (pág. 49) le dirigieron al Papa la siguiente petición:
Le estamos muy reconocidos, Santísimo Padre, por esta decisión (del motu proprio) y queremos responder a vuestro llamado a la reconciliación entre todos los católicos, en el respeto a las legítimas diversidades existentes en el seno de la Iglesia. Somos muchos los que deseamos que la proposición transmitida por el Cardenal Castrillón Hoyos a la FSSPX, tenga un resultado favorable, pues las cuestiones relativas al concilio Vaticano II interesan a toda la Iglesia. Deseamos también que las excomuniones sean levantadas y que la FSSPX reencuentre su lugar en la Iglesia, en donde tiene tanto que aportar (pág. 49-50).
Luego fue la famosa súplica del 20 de octubre de 2008, donde los animadores del GREC deseaban que la FSSPX “regularice su situación canónica y manifieste su plena comunión con el Santo Padre”, agregando:
Nosotros pensamos que el levantamiento de las excomuniones pondría en marcha un proceso inevitable de acercamiento, con vistas a los acuerdos entre la Santa Sede y la FSSPX, o al menos acuerdos con una gran parte de los sacerdotes y los fieles de la mencionada Fraternidad[iii] (pág. 52).
La súplica parece haber obtenido su efecto, pues las “excomuniones” fueron levantadas a principios del año 2009.

+Intervenciones del GREC ante Mons. Fellay

Un punto que parece haber preocupado a los responsables del GREC, fue el hacer cesar los ataques contra la Roma actual. Citemos al P. Lelong:
Por el lado de los católicos apegados a la tradición[iv], como del lado de aquellos que reivindican el espíritu del concilio, se expresan muy frecuentemente, con puntos de vista agresivos y polémicos que no contribuyen a suscitar el clima de sosiego y de confianza mutua necesaria en la búsqueda de una verdadera reconciliación (pág. 33).
Es necesario que la FSSPX comprenda que, si bien ella tiene mucho que aportar a la Iglesia de Roma, también tiene mucho que recibir. Por lo tanto es necesario que ella deje de rechazar en bloque el Vaticano II (pág. 85).
En la carta a Benedicto XVI del 9 de julio de 2008, los responsables del GREC -¿y por lo tanto también los representantes oficiosos de la Tradición?- quisieron tranquilizar al Papa sobre este punto:
Le pedimos a los responsables de esta Fraternidad que cesen las declaraciones y artículos polémicos que critican a la Santa Sede  (pág. 50).
El 20 de junio de 2008, el P. Lelong y algunos miembros del GREC le escribieron a Mons. Fellay:
¿No teme usted que rechazando los llamados repetidos del Santo Padre y permitiéndose criticarlo de manera injusta y sistemática, la Fraternidad llegue a tomar un camino que la conducirá inevitablemente a separarse de la Santa Iglesia, como desgraciadamente ha sucedido en el curso de la historia? (pág. 39).



La Roma ocupada no se preocupa de las discusiones académicas y amortiguadas entre teólogos sobre el concilio Vaticano II. Ella las permite, en principio, a las comunidades Ecclesia Dei. Esto da una impresión de apertura. Pero lo que la iglesia conciliar no puede soportar, es que sus escándalos sean denunciados: las reuniones ecuménicas de Asís, las visitas a las sinagogas y mezquitas, las falsas beatificaciones y canonizaciones, etc. Son sobretodo estos escándalos que, con el paso de los años, hacen perder la fe a millones de almas en el mundo entero. Ahora bien, cuando la fe está en peligro, atacada por los lobos, es un deber para los pastores gritar para proteger el rebaño. No hacerlo es un pecado grave respecto a la confesión de la fe, pues atacar la Roma actual destructora de la fe es necesaria para mantener las grandes verdades de la fe. Todos los esfuerzos de la iglesia conciliar desde las consagraciones de los obispos por Mons. Lefebvre en 1988, han sido para separar de la Tradición a los grupos de sacerdotes, acordándoles la misa tradicional sin pedirles la aceptación oficial del Vaticano II[v]. Roma conciliar sabía que haciendo esto, ya nada tenía que temer de estos grupos: tendrían que callarse sobre el concilio y sobre los escándalos de la jerarquía, por temor de perder su reconocimiento canónico y ver que se les negara todo apostolado en las diócesis. Esto es lo que pasó, desde que firmaron, en todas las comunidades Ecclesia Dei sin excepción, y es su gran pecado ante la historia, ante la Iglesia universal y ante las almas.

La Roma actual desea que la FSSPX se comprometa en esta vía. Hay que comprender muy bien las técnicas subversivas empleadas, especialmente desde hace dos siglos, por los enemigos de la Iglesia. Su gran maniobra para reducir una resistencia, es obtener que, en un primer momento, ya no se les ataque. Para eso, se sirven de los católicos liberales, sus mejores auxiliares, seduciéndolos mediante la promesa de la paz a condición de que dejen de combatir. Al mismo tiempo, provocan anatemas contra aquellos que no se resignan a bajar las armas, es decir, los antiliberales, ridiculizándolos con toda clase de epítetos: hombres de celo amargo, integristas[vi], etc. El enemigo busca aislarlos de esta manera, para quitarles toda influencia. Enseguida él podrá trabajar para dormir a la mayoría del rebaño y ganarlo lentamente a las nuevas ideas.

En los años 50, bajo el Papa Pio XII, había miles de buenos sacerdotes, buenos religiosos, piadosos, de buena doctrina. Llegó el “buen Papa Juan” sugiriendo, al principio del concilio, ya no lanzar anatemas, ya no condenar el error, anatemizando solamente a “los profetas de desgracias” que en la Iglesia, siguiendo a los Papas antiliberales, fustigaban los errores modernos. La maniobra tuvo éxito. Basta ver en lo que se ha convertido la Iglesia en el mundo entero[vii].

Monseñor Lefebvre se levantó, tomando el estandarte del combate. Esta fue la fundación de la FSSPX y de las obras de la Tradición se extendieron como reguero de pólvora en el mundo entero. Ya no estando Mons. Lefebvre, nosotros asistimos desde su muerte a las maniobras de la Roma modernista, aconsejada por la masonería, para reducir la única resistencia organizada a la Revolución mundial. La maniobra consiste en atacar especialmente a las autoridades superiores de la Fraternidad, en quienes detectaron ciertas debilidades –pues los enemigos de la Iglesia son hábiles observadores. El libro del P. Lelong tiene el mérito de darnos luz, por lo menos en una parte, de esta operación.

Continúa…




[i] Mons. Tissier de Mallerais, La extraña teología de Benedicto XVI, en las editions du Sel, en Le Sel de la terre 69.
[ii] El sitio de internet La Porte latine, del distrito de Francia de la FSSPX, publicó en enero de 2012 dos fotografías de Mons. Rifán concelebrando con el cardenal Bergoglio el 28 de mayo de 2011.
[iii] Los animadores del GREC ya pensaban que no los seguiría todo el mundo.
[iv] La palabra fue impresa con una “t” minúscula en la obra.
[v] Recordemos el acuerdo de Barroux. Dom Gérard había obtenido “garantías” generosamente acordadas por el Cardenal Ratzinger: “Que ninguna contrapartida doctrinal o litúrgica sea exigida de nosotros y que ningún silencio se imponga a nuestra predicación anti-modernista”. Conocemos lo que pasó después.
[vi] Es característico, en la crisis que atraviesa actualmente la Tradición, de escuchar tratar como sedevacantistas o como hombres de espíritu cismático, que no tienen fe en la Iglesia, a aquellos que continúan manteniendo el discurso de Mons. Lefebvre, oponiéndose a los acuerdos prácticos sin acuerdo doctrinal con la Roma actual.
[vii] No hemos hecho más que condensar en pocas líneas, el excelente artículo de Adrien Loubier “las vías de la reducción”, publicado en el Boletín del occidente cristiano de junio de 1991.