miércoles, 20 de diciembre de 2017

MEDIAS-PRESSE INFO: ENTREVISTA AL P. PAUL MORGAN

Presentación
Yo soy el P. Paul Morgan, ordenado por Mons. Lefebvre en Ecône en 1988. Luego de mi ordenación, estuve 4 años en la casa de distrito en Londres, como asistente. Después fui el primer superior de la Fraternidad San Pio X en Filipinas durante cuatro años, hasta 1996. Luego 2 años como director de la escuela St. Mary’s en Inglaterra y luego 5 años como prior en Postfalls Idaho, Estados Unidos. Después fui durante dos años Superior del distrito de Gran Bretaña, Irlanda y Escandinavia, hasta 2015. Luego pedí un año sabático, que pasé en Montgardin. Y después fui prior de 2016 al 2017 en Vancouver, Canadá.
MCI ¿Cuál es su situación actual?
P. Morgan: Ahora me encuentro fuera de la Fraternidad, pues presenté mi renuncia el 9 de agosto de este año [2017] a causa del asunto de los matrimonios.
¿Por qué el asunto de los matrimonios lo llevó a renunciar?
Me pareció, me sigue pareciendo, que es un compromiso esencial el aceptar el principio de que los sacerdotes representantes de las diócesis modernistas vengan con nosotros, a los bastiones de la Tradición, para recibir las promesas de los contrayentes. Incluso si en la práctica está un poco restringido, hemos aceptado el principio. Es por eso, en concreto, que hice mi carta de renuncia.
¿Por qué reaccionar ahora?
Pienso que éramos algunos, no pocos sacerdotes e incluso superiores, que reaccionamos contra la nueva manera de hacer las cosas, ya desde antes del capítulo de 2012. Fuimos varios en Albano, en 2011, los que dijimos a Mons. Fellay, muy respetuosamente, que no se debían continuar estas negociaciones para hacer un acuerdo con la Roma modernista. Por lo tanto, ya se ha hecho mucho en la Fraternidad, entre nosotros, con los superiores para denunciar y para oponerse a estas negociaciones. En 2012, por ejemplo, el distrito de Gran Bretaña estaba dispuesto, en su totalidad, a hacer un cese -si así se dice en francés- si se realizaba un falso acuerdo con la Roma moderna. Por lo tanto, no fue este año que nosotros empezamos a reaccionar, sino que fue hace años.
¿Por qué no reaccionar públicamente?
Yo pienso que el manifiesto, la declaración de los 7 decanos y de los superiores de las comunidades amigas en Francia estuvo muy, muy bien formulado. Así que públicamente ya estaba explicado. Y puedo decir también que hice las cosas en orden y en regla, al enviar un manifiesto firmado por varios sacerdotes de Canadá a Mons. Fellay y a Menzingen, explicando sencillamente los problemas graves con estas nuevas directivas para celebrar los matrimonios. Además se habló inmediatamente de esto en internet, por lo que se hizo público, etc. Yo decidí hacer así las cosas. Ahora yo ya hablo públicamente, pues ya tuve el tiempo de organizarme, y me fui de Canadá con una maleta en la mano, no sabiendo qué hacer, pues uno jamás piensa en encontrarse solo y afuera.
¿Qué perspectivas para el capítulo general de 2018?
Desgraciadamente, yo no tengo muchas esperanzas en el capítulo general del año próximo. Me parece que con el cambio en los espíritus que se hace desde hace varios años, ahora se piensa que Roma es gentil, Roma nos quiere, se puede hacer un acuerdo o hacer supuestamente mucho bien en el interior de la Iglesia. Como si estuviéramos fuera de la Iglesia hasta que esto suceda, esto no es creíble, ¿no es así? Por lo tanto, yo no tengo muchas esperanzas. Y vemos que los buenos sacerdotes, como los 7 decanos, por ejemplo, que han hecho un excelente documento -y un saludo especial al P. de la Rocque que está en exilio en Filipinas, país que amo mucho pero igualmente está exiliado- vemos lo que le sucede a los sacerdotes que denuncian de manera respetuosa y recta los problemas; los castigan. Entonces pienso que los superiores, en el capítulo, seguirán sencillamente lo que Menzingen les diga.
¿Qué hay de su apostolado?
Actualmente no tengo apostolado oficial. Estoy en contacto con no pocos sacerdotes en Francia y en el extranjero. Y con los fieles, alentándolos y apoyándolos. También con los sacerdotes que ya salieron hace algunos meses o años por razones semejantes.
Es alentador ver en Francia a las comunidades religiosas muy sólidas, tanto religiosos como religiosas. Estoy en contacto con ellos pero comprendo que es una situación difícil para esas comunidades que tienen el riesgo de ser sancionados si se muestran de acuerdo con los sacerdotes como yo.
Aun así celebramos la misa, rezamos, visitamos a los cofrades, pude predicar un retiro hasta ahora, hacemos visitas aquí y allá. Recibo muchas invitaciones de otros países para hacer cosas. Pero actualmente, por razones prácticas, es necesario organizarse antes de lanzarse en otras cosas. Creo, me parece que en justamente en junio-julio, se pondrán en acción, creo que habrá más reacciones buenas, en el curso del próximo año.
¿Está en colaboración con los obispos consagrados por Mons. Williamson?
Por supuesto, en caso de necesidad se necesitan obispos para las Ordenes y las confirmaciones. Consagrar obispos en este caso de urgencia, como el mismo Mons. Lefebvre lo dijo, es algo que puede repetirse. No es algo reservado exclusivamente a Mons. Lefebvre. Sí, estamos totalmente dispuestos a colaborar con los fieles, con los católicos fieles.
¿En conclusión?
Concluyo diciendo que siempre tenemos la esperanza en el Buen Dios. Pienso en Mons. Lefebvre que se encontraba solo. Él renunció a los Espiritanos para no contribuir a la destrucción de su congregación y así, otros sacerdotes como él, y ciertamente algunos otros, hicieron esto por razones importantes. Tratamos de hacer contactos, de agruparnos con el fin de ayudar a otros sacerdotes que por ahora permanecen en el interior de la Fraternidad, esperando organizar algo para ayudarlos. Y también a los fieles muy firmes. Hay mucho trabajo por hacer. Tenemos esperanza.

Y finalmente, Nuestra Señora de Fátima habló de la desorientación diabólica. Me parece que lo que sucede entre nosotros es un ejemplo, en este año 2017, de esta confusión de espíritu. Entonces, como lo dijo Mons. Lefebvre, es necesario seguir fielmente, es necesario conservar los principios de combate para la fe, el buen combate y, si es necesario sufrir haciendo esto, que se haga la santa voluntad de Dios.