PÁGINAS

sábado, 23 de enero de 2016

COMENTARIO ELEISON Número CDXLV (445) - Enero 23, 2016



EL PARÁSITO Y EL HUÉSPED - I

Acerca del bien, para existir depende el mal.
Así la Neoiglesia sin la Iglesia Verdadera no podría existir.

La finalidad que tuve al decir, hace medio año, que un sacerdote no está obligado en todos los casos a prohibir a un Católico el asistir a la Nueva Misa (NOM) [ver acá. NP], no fue, obviamente, decir que está perfectamente bueno asistir al NOM. El rito NOM es, en sí mismo, el acto central de culto de la falsa religión centrada en el hombre del Vaticano II, tras del cual vino ese rito en 1969. De hecho, la obligación de alejarse del NOM es proporcional al conocimiento que uno tenga de cuán malo es [ver acá. NP]. Él ha contribuido enormemente a que incontables Católicos pierdan su fe casi sin darse cuenta.

Pero hay dos factores que, incluso hasta hoy, han hecho fácil que los católicos sean engañados por el NOM. En primer lugar, este fue impuesto a toda la Iglesia de Rito Latino porque Paulo VI hizo todo lo que pudo para presentarlo con toda la fuerza de su autoridad Papal, la cual en 1969 parecía inmensa. Todavía hoy el NOM pasa como el rito “ordinario”, mientras que la Misa de todos los tiempos es oficialmente rebajada a “extraordinario”, por lo que, incluso 47 años después, un católico honesto puede sentirse todavía obligado a asistir por obediencia al NOM. Por supuesto que en realidad no puede haber tal obligación, porque ninguna ley de la Iglesia puede obligar al católico a poner su fe en peligro, lo que normalmente hace por asistir al NOM, tanto así es su falsedad.

Y en Segundo lugar, el NOM fue introducido gradualmente, en una serie de hábiles cambios graduales, notablemente en 1962, 1964 y 1967, por lo que la revolución masiva de 1969 encontró a los católicos listos para la novedad. De hecho, incluso actualmente el rito NOM incluye opciones para el celebrante que hacen posible para él celebrar el NOM ya sea como una pura ceremonia de la nueva religión humanista, o como una ceremonia tan parecida a la verdadera Misa como para engañar a muchos católicos en cuanto a que no hay una diferencia significativa entre los ritos antiguo y nuevo. Por supuesto que, en realidad, como siempre dijo Monseñor Lefebvre, es mejor el rito antiguo en lenguaje moderno que el nuevo rito en latín, debido a la disminución o la total falsificación de la doctrina católica de la Misa en el NOM.

Además de estos dos factores, la imposición oficial de los cambios y su carácter a veces opcional intrínseco al NOM, explican más que suficientemente que hasta ahora deba haber multitudes de católicos que quieren ser católicos y estiman serlo, y que sin embargo asumen que la manera correcta de ser católicos es asistir al NOM cada domingo. Y ¿quién se atreverá a decir que entre estas multitudes no hay nadie que todavía nutra su fe al obedecer lo que le parece (subjetivamente) ser su (objetivo) deber? Dios es su juez, pero ¿por cuántos años la mayoría de los seguidores de la Tradición Católica asistieron tranquilamente al NOM antes de que entendieran que su fe los obligaba a no hacerlo? Y si el NOM los hizo durante todos esos años perder la fe, ¿cómo es que vinieron a la Tradición Católica? Dependiendo de cómo un celebrante use las opciones en el NOM, no todos los elementos que pueden nutrir la fe son necesariamente eliminados de él, especialmente si la Consagración es válida, una posibilidad que nadie que conoce su teología sacramental puede negar [Y así, por ejemplo, nadie puede negar que una verdadera Comunión Sacramental, aunque sea hecha en la misa nueva, confiere la gracia al fiel bien dispuesto (entre otros efectos). NP].

Sin embargo, debido a la debilidad de la naturaleza humana y también el riesgo de alentar a los católicos de ir con la nueva y fácil religión por causa de una mínima palabra dicha en favor de su rito central de culto, ¿por qué decir una palabra en favor de alguna característica de la Neo-iglesia? Al menos por dos razones. En segundo lugar, para rechazar el potencial desprecio farisaico de cualquier creyente que esté fuera del movimiento Tradicional; y en primer lugar, para rechazar lo que se ha llamando “eclesiavacantismo”, a saber, la idea de que en la Neoiglesia no queda nada de católico en lo absoluto [ver acá. NP]. En teoría la Neoiglesia es pura podredumbre, pero en la práctica esta podredumbre no puede existir sin algo que todavía no se ha podrido y que está allí para ser podrido. Todos los parásitos necesitan un huésped. También, si este huésped particular, la verdadera Iglesia, hubiera desaparecido completamente, ¿las puertas del Infierno no habrían prevalecido en contra de Ella? Imposible (Mateo XVI, 18).
                                                                                                           Kyrie eleison.